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Capítulo 8

Adrien al ver aquellas lágrimas en sus mejillas, algo se removió en su pecho. No quería verla de ese modo tan triste y desolador.

El rubio acarició sus nudillos con su pulgar en muestra de contención. Marinette tragó grueso intentando controlar un poco su respiración debido a la congoja, alzó su mano libre y limpió el rastro de gotas saladas en esta.

-Señorita Marinette.- llamó su atención casi en un susurro.- se que es una pregunta estúpida, pero... ¿se encuentra bien?

Ella guardó silencio dándole así su respuesta en seguida.

-Ya le había dicho que aunque no nos conozcamos mucho... yo estaré ahí para usted si me necesita. Si quiere llorar, hágalo.- ahora tomó con ambas manos la de su contraria.- le prometo que no le diré a nadie, si eso le apena.

-Es... solo es estrés y algunos problemas que tuve.- habló por lo bajo intentando reprimir su congoja.- no me tome en cuenta, Adrien. Mejor veamos lo de su contrato...

Él la miró no muy convencido de su respuesta, pero no quería presionarla en ningún modo, así que no insistió.

-No creo necesitar ver nada más. Así como usted confió en mi, yo hago lo mismo.- tomó un lápiz de la mesa y observó un momento su mano que aún sostenía la de ella.

Marinette se mantenía sumergida en cada facción de ese joven de cabellera rubia y más al oír que confiaba en ella, sin duda aquello la hizo feliz y tanto que ni siquiera se había percatado que sus manos aun estaban unidas.

El joven firmó con una mano sin soltar la otra de la azabache, mordiendo su labio inferior al ver la hoja blanca sobre el escritorio.

-Listo.- musitó y ella parpadeó un par de veces cuando le extendió el contrato firmado.- creo que ya puedo llamarla mi jefa. Solo espero estar a la altura.

-Creo que de eso no hay duda alguna.- respondió sonriendo levemente y Adrien bajó la vista enfocándose en sus manos, sintiendo sus mejillas arder.

-Y-yo... gracias.

Se quedaron unos segundos en silencio, hasta que tocaron la puerta de la azabache. Ambos dieron un pequeño salto en sus sitios y se soltaron enseguida.

-Adelante.- habló la joven y se adentró Kim con unos documentos. El rostro de la azabache cambió a uno más serio.- ¿qué se te ofrece?.- preguntó directamente y el castaño sonrió al notar que su presencia era bien recibida como de costumbre.

-Necesito que firmes unos papeles.- mostró las hojas acercandose al escritorio y posandose a un costado de ella, ignorando al rubio.- de paso también decirte que hablé con Nathaniel sobre Lila. Ahora es mi secretaria, así que puedes entenderte con ella.

-Genial.- Marinette rodó los ojos y tomó los documentos al instante.- aprovecho de presentarte a mi nuevo asistente personal.- alzó la vista de la hoja dejándola sobre la mesa y Kim se volteó a ver a Adrien sorprendido.

-¿Asistente?.- cuestionó alzando una ceja y el ojiverde observó aquel extraño detenidamente.

-Un gusto.- extendió su mano y su contrario la estrechó.

-Adrien, él es Kim Lê Chiến. Es el gerente de ventas...

-Básicamente el encargado de que esta empresa exista.- interrumpió a la joven y esta golpeó la mesa con las hojas firmando al instante luego de haber terminado de leer.

-Adrien, hay veces en las que tendrá que interactuar con el señor Lê Chiến, pero es un hombre muy ocupado.- sonrió falsamente y le indicó al castaño la salida.- Nathaniel pidió ayer los datos de los nuevos inversionistas, dile a tu secretaria que se mueva.

-Siempre tan amorosa, Marinette.- expresó dirigiéndose a la salida.- ten cuidado con tantas muestras de cariño.- se apoyó en el borde de la puerta.- puede que...

-Kim, tengo asuntos que atender.- lo cortó al percibir sus intenciones de hacerla ver mal con su nuevo empleado.- si tienes duda sobre algo, házmelo saber de ahora en adelante con Adrien.

-Con Adrien, claro.- respondió viendo un momento al rubio y salió guiñandole un ojo a la joven.

-No se llevan muy bien, ¿cierto?.- preguntó Adrien y la azabache suspiró.

-Prefiero que conozcas a todos por tu cuenta y formes un criterio propio de cada uno... pero si tienes algún problema con alguien o lo que sea que te parezca mal, por favor hazmelo saber al instante.

-Gracias señorita Marinette.

◇◇◇

Una semana después. Marinette caminaba a paso acelerado por los pasillos de la empresa, el joven rubio le seguía pasándole una carpeta.

-Los balances de la obra de cierre de San Antonio.- le pasó una carpeta azul.-  los finiquitos de los empleados del problema del hotel Claro de Luna.- le pasó ahora una carpeta roja.- debe firmar los últimos, ya que el administrativo de la obra pidió que la administrativa central se hiciera cargo.

-Estos incompetentes.- bufó tomando los papeles sin detenerse.- no pueden hacer nada bien... solo tenían que supervisar. Ahora se lavan las manos por miedo a perder el trabajo.- tomó el ascensor y el ojiverde se quedó a su lado sosteniendo aún otras carpetas.- ¿qué son esas otras?

-Pues... .- el joven las acomodó.- la naranja es la compra de los repuestos de la maquinaria que se estropeó por las lluvias. La morada es el nuevo proyecto con la asociación de los italianos y...

-Dios... tengo que hacer una junta.- exclamó con cansancio.- necesito que vuelvan a hacer un control de los empleados.

El ascensor tenía aquella música tranquilamente irritante en el silencio que se había formado. Marinette suspiró lentamente posando una mano en su frente y sonrió. Adrien la contempló sin decir nada, observó su perfil tragando con dificultad.

-Bueno. Tendremos mucho que hacer hoy.- habló ella con un tono más dulce.- buenos días por cierto Adrien.- rió por lo bajo y el hizo lo mismo.

El ascensor los dejó en el piso correspondiente y ella bajó primero.

-Buenos días para usted... señorita Marinette.- musitó viéndola alejarse en cámara lenta, se perdió un momento en sus pensamientos y las puertas comenzaron a cerrarse.- hey no... espera, yo bajo aquí.- exclamó a las puertas, presionando el botón.

Marinette saludó a todos como acostumbraba y abrió la puerta de su oficina. Se sentó en la silla depositando su bolso a un lado y con ambas manos en su cabeza miró hacia al frente notando un vaso de café con leche.

Una sonrisa involuntaria apareció en sus labios al mismo tiempo que una pequeña risa. Sabía que Adrien había sido, de eso no había duda alguna.

Desde que el joven comenzó a trabajar con ella, había demostrado su eficiencia  y sobretodo su cordialidad al tratarla.

Adrien entró en la oficina a tropiezos y cerró cuando pudo acomodar los documentos adecuadamente en sus brazos.

-Lo siento.- se disculpó sonriendo y ella negó con la cabeza soltando una risa.

-Dejame, te ayudo.- ella se puso de pie tomando la mitad de los folios. Sus miradas se cruzaron un momento.- Adrien, gracias por el café.

-Es... digo... de nada.- hizo una leve reverencia con su cabeza y se dirigió a su escritorio que estaba en una orilla de la oficina.

Marinette decidió incluir un escritorio dentro de la misma oficina. Necesitaría a su asistente cerca por si algo surgía y en definitiva no dejaría que estuviera distrayendose afuera con las secretarias chismosas.

-Necesito las boletas de la com... .- no alcanzó a terminar puesto que el rubio ya le había extendido una carpeta con la información requerida, a la vez que tomaba todos los folios que ella cargaba. Comenzando así a ordenarlos en el estante.- gracias.- respondió comenzando a leer.

-Me tomé la libertad que organizar cada documento según su urgencia.- habló él terminando de guardar todo.- podrá verlo más claramente con cada color.

-Gracias, Adrien.- habló terminando de leer.- necesito el...

-El folio con los contratos.- terminó su oración sacando una de las carpetas recién guardadas.- aquí está.

Ella parpadeó un par de veces y tomó el documento sintiendo un extraño alivio en su pecho.

-Gracias otra vez... .- suspiró y tomó asiento en su lugar.- yo... .- dejó de leer y miró al joven de pie.- quisiera darte las gracias, realmente no se que sería de mi estos días sin ti.

Adrien sintió sus mejillas arder ligeramente y aclaró su garganta.

-Solo hago mi trabajo. Gracias a usted puedo decir que trabajo.- le sonrió.

La mañana transcurrió muy atareada para ambos. Terminaron lo de ese día y adelantaron un poco del siguiente.

-Adrien, puede ir a comer si gusta.- habló ella sin alzar la vista.

-¿Y usted?, ¿no comerá?.- preguntó el ojiverde en un tono preocupado mientras se ponía de pie.

-Terminaré de revisar esto y saldré con Kagami. Tienes dos horas de colación.- lo miró a los ojos y este asintió.

-Está bien... me llama si necesita algo.

-No hay problema. Ve tranquilo.

Marinette vió salir a su asistente y dejó todo ordenado antes de salir. Tomó sus cosas y sacó su celular.

-Hola, kag... ¿dónde estás?

-Ya estoy donde siempre cariño.

-Bien, voy en camino.

-Bueno... besos.

Colgó la llamada y antes de salir chocó con alguien.

-Disculpa... .- habló y se quedó muda al ver a Luka frente a ella.

-No hay problema, señorita Dupain.- respondió cordial con una leve sonrisa cumplidora.

Ambos amigos no habían hablado desde la última vez que el joven estuvo en la casa de la Dupain. Luka aún estaba dolido por todo lo ocurrido y Marinette no sabía como albergar el tema.

-Bueno... que tenga buen día.-agregó él como si de una extraña se tratase, haciendo que un sentimiento de tristeza se instalara en el corazón de Marinette.

Luka se dirigió a su oficina y ella lo observó soltando un suspiró para luego negar con la cabeza y darse el valor de hablarle.

-¡Luka!.- llamó más alto de lo que se propuso y él se giró sorprendido.- es... yo...

Él sabía como se encontraba. Era su mejor amiga y conocía cada expresión de su rostro al no saber que decir o hacer. Se acercó lentamente para quedar cara a cara.

-Luka... yo... quisiera.- se miraron fijamente. Él solo sonrió tomando su nuca para atraer su frente a sus labios, depositando un tierno beso.

-Está bien. No hace falta que digas nada ahora.- musitó en breve.- tiempo al tiempo.

Sin decir nada más, Luka se alejó de ella entrando a su oficina. Sabía que no era el mejor momento para hablar y sabía que en definitiva Marinette no había dicho todo eso con intención de herirlo.

Ella se quedó quieta y simplemente se giró presionando el botón del ascensor. Pensaría que hacer para arreglar las cosas con su mejor amigo y quizás Kagami podría ayudarle a pensar más claramente.

●●●

-Básicamente eso fue lo que pasó.- comentó la azabache pinchando una papa con su tenedor.

Le había contado de principio a fin a la japonesa lo ocurrido con su novio y el ojiazul en su casa. Esta oía atenta cada palabra, sin interrumpirla.

-Pues lo lastimaste.- expresó con obviedad.- Luka siempre te ha apoyado y la verdad creo que tenía razón. Nath se portó muy mal contigo... últimamente se porta mal contigo y es normal que eso le moleste a tu mejor amigo.- se expresó alzando una ceja en su dirección.

-Pero... es que está estresado por el trabajo y todo eso.

-Cariño... ¿acaso tú no estás estresada también?.- discrepó.- no puedes quitarle el peso a las cosas solo porque quieres a Nathaniel.

-Pero...

-No hay peros que valgan en esta discusión.- interrumpió bebiendo un poco de jugo.- tienes que pensar bien antes de actuar, Mari. Lo primero que hiciste mal fue perdonar a Nath, lo segundo fue dejar en segundo plano a tu mejor amigo que se preocupa por ti desde que tengo memoria... y lo tercero fue enojarte con él por querer cuidarte.

Marinette tomó su frente con cansancio y asintió derrotada.

-¿Qué sugieres que haga?

-Pues... depende de que quieres arreglar primero.- Kagami apoyó sus brazos sobre la mesa, viendo fijamente a su mejor amiga.- con lo que respecta a Nath, se está portando inmaduro y como un patán contigo.- la apuntó.- no deberías aguantarle tanto. En una relación debe haber confianza y respeto... al parecer él no está haciendo ninguna de las dos.

<<Eso me dijo Luka...>>

-Nath no se está portando como un patán. Él...

-¿Y dónde está ahora mismo?.- cuestionó.- es la hora de almuerzo y ni luces de él.- se cruzó de brazos.- en vez de invitarte a distraerte un poco luego de una estresante mañana llena de trabajo, desaparece quien sabe donde. Está bien que trabaje y todo eso, pero no puede tampoco desentenderse de ti.

La ojizarca se entristeció y miró un momento su celular, con la esperanza de que un mensaje de su novio llegara, pero no había nada y tampoco llegaría nada.

-Sobre Luka... solo debes conversar con él y si te nace disculparte, eres libre de hacerlo. Estoy segura que te ha extrañado estos días que se alejaron.

-No se que haría sin ti.- sus ojos brillaron y tomó la mano de la de cabellera corta sobre la mesa.- eres un sol.

-Lo sé.- ambas rieron audiblemente.- ¿cómo va él trabajo?, o mejor dicho con tu asistente.- le sonrió pícara.

-¿Por qué la pregunta?.- cuestionó Marinette extrañada.

-Ay Mari.- suspiró sonriente.- te preguntaré algo y quiero que seas sincera al cien por ciento.

-Ya sueltalo.

-Si... hipotéticamente hablando.- se expresó con las manos moviendo las de un lado a otro.- tu asistente te viera con otros ojos. ¿Qué harías?

-¿Qué?.- parpadeó un par de veces asimilando la pregunta.- ¿qué dices?, kagami... yo tengo novio y Adrien es mi empleado.

-Por eso dije hipotéticamente.- rodó los ojos.- mejor dicho... .- puso cara de pensar.- si estuvieses soltera. ¿Tendrías algo con tu asistente?

-No se a que viene esto realmente...

Kagami intuía que al rubio le gustaba su mejor amiga y tenía bastante curiosidad en saber si la Franco-China no le sería indiferente y muy internamente le emocionaba un posible romance secreto entre ambos... también podía ser bastante fantasiosa en ese sentido.

-Solo es una pregunta. Lo poco que me contaste, es que es muy atento contigo, se ha esforzado estos días en el trabajo, no te ha fallado y todos los días te tiene un café sobre el escritorio.- Marinette inevitablemente sonrió con lo último.

-Le preguntaré a que hora llega realmente... siempre está en la empresa cuando llego por la mañana.

-¡No, no! No le preguntes nada... a los hombres no les gusta que cuestionen un buen gesto de su parte, pensará que te molesta y dejará de hacerlo al ser "descubierto".

Ambas guardaron silencio. Kagami asintiendo levemente y Marinette analizando sus palabras.

-¿Tú crees?.- preguntó curiosa.- pero Adrien no es así.

-Uh~ Adrien.- dijo en tono burlón.- así que ya hay confianza.

-No seas payasa, Kagami.- respondió con una risa y su contraria hizo lo mismo.

La de ojos almendras sonrió y luego miró con curiosidad a las espaldas de Marinette.

-Oye y Adrien, ¿adónde va a almorzar?

-No lo sé... no es como que esté preguntándole lo que hace en su hora libre.- se encogió de hombros despreocupada.

-Oh... ¿y tiene novia?.- la azabache contraria se atragantó y bebió un sorbo de jugo.

-¿A que vienen tantas preguntas sobre Adrien?.- se limpió con una servilleta.- ¿acaso te interesa mi asistente?

-No realmente, pero parece que va muy apurado a algún lugar.- apuntó a las espaldas de la ojiazul y esta se volteó en su sitio, logrando divisar al rubio caminando apresurado por la acera.

<<¿A dónde va tan de prisa?>>

Se preguntó mentalmente la joven y no se dio cuenta en que momento su mejor amiga había pagado la cuenta al mismo tiempo que agarraba su mano sacándola de ahí.

Kagami tomó todas las cosas y cuando salieron del local se ocultó detrás de un farol observando al ojiverde marchar rápidamente entre la gente.

-Kag, ¿qué crees que haces?.- susurró la de cabello largo.

-¿Qué no es obvio?.- preguntó divertida.- veremos donde va tu asistente tan apurado.

-¿Qué?.- Marinette amplió más sus azules y negó con la cabeza repetidas veces.- definitivamente no. Debo ir a la oficina.

-Aun tenemos tiempo, ¿no te da curiosidad?.- cuestionó la japonesa viéndola fijamente.

-No puedo, además es su privacidad y yo no soy quien para seguirlo de ese modo.- la azabache de cabello largo se dió media vuelta dirigiéndose a su auto.

-¿No me dijiste que estuvo metido en asuntos turbios?, ¿y si volvió a esos andares?, ¿no quisieras saberlo?.- preguntó con curiosidad y Marinette se detuvo al momento de abrir la puerta.

-Adrien no está en cosas turbias. Él me dijo que todo fue un error.

-Ay Mari... no seas tan ingenua.- suspiró.- la gente miente todo el tiempo y él no creo que sea la excepción.- se cruzó de brazos y su contraria frunció el ceño.

-Adrien no me mentiría de ese modo, de eso estoy segura.

-De lo dicho al hecho hay una gran brecha.- sentenció.- cabe mencionar que es difícil salir de las drogas.- agregó lo último en tono cantarín subiéndose al auto y la otra chica hizo lo mismo.

Kagami sabía muy bien como provocar a Marinette y esta vez no sería la excepción para se interese en desmentir algo por una posible injusticia. Más si se trata de su asistente... una persona en la que depositó su confianza.

Ambas con el cinturón de seguridad puestos y la Franco-China hecha una furia, giró en dirección contraria a la empresa.

-¿Dónde vamos?.- con falsa extrañeza la japonesa miró hacia el frente.

-Te voy a demostrar que Adrien no me ha mentido.

Las dos jóvenes siguieron al rubio a una distancia prudente y luego de varias calles, con la incertidumbre comiendo por dentro, se detuvieron a unos metros de distancia al otro lado de la acera. Marinette era la más interesada en lo que hacía su asistente, Kagami por otro lado estaba más entretenida en la actitud que había tomado su mejor amiga.

Cuando el joven a distancia se detuvo en una gran casa adentrándose, las dos chicas bajaron el auto y caminaron hacia allá.

-¿Qué vino a hacer aquí?.- preguntó por lo bajo la ejecutiva.

-Quizás está viendo un narco o algo así.- comentó como broma, ganando así una mirada seria de su compañera.

A paso lento se adentraron en el lugar, observando todo a su alrededor. Era una gran casa, sus paredes gastadas daban la impresión de ser muy vieja y desprendía un olor a cera, el cual se podía atribuir al piso de madera que a cada paso de ellas crujía audiblemente.

-¿Puedo ayudarles en algo?.- habló una voz femenina a sus espaldas, haciendo que las dos saltaran en sus sitios de impresión.

-Eh... nosotras...

Nathalie las miró seriamente a ambas, observandolas de pies a cabeza, notando así su vestimenta bien cuidada y presentable... algo que da buena impresión a cualquiera, menos a ella que debe ser cuidadosa con quien irrumpe en la casa de sus niños.

-Nosotras somos... .- agregó la de cabello corto sin saber realmente que decir.

-¿Son las que donarán para la reparación del sector seis?.- preguntó la de gafas.

-¡Si!, ¡exacto!... nosotras somos esas. Espero podamos ser de mucha ayuda.- Nathalie inevitablemente sonrió en breve.

-No saben lo felices que estarán los niños con su ayuda.

<<¿Ella dijo niños?>>

-Siganme... les mostraré personalmente el lugar y podrán ver a los pequeños de paso.

Kagami caminó a la par de la seria mujer y Marinette no muy convencida, con los nervios de que fuesen descubiertas en esa mentira, las siguió a unos pasos atrás.

Siguieron recorriendo el lugar y Nathalie le explicaba a la japonesa a detalle todo sobre la casa hogar.

Marinette también la oía atenta, pero una imagen la paralizó en su lugar y se quedó atrás viendo por una ventana lo que era su asistente con un pequeño niño rubio en sus brazos sonriendo. Un niño idéntico a él.

-Él... tiene un hijo...

"La confianza es muy valiosa y solo se da a quien es sincero de corazón.
¿Cómo saberlo?
Lo verás en sus ojos."

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