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Capítulo 5

Ambos se veían fijamente, sin poder pronunciar palabra alguna.

Adrien sostenía a Marinette con fuerza en sus brazos y la lluvia cada vez lo empapaba más. La observó perdido y sonrió torpemente ante aquellos ojos azules que no le perdían de vista.

Marinette tragó con dificultad y también sonrió inevitablemente. Sentir tan cerca a aquel extraño la llenó de nervios y un extraño cosquilleo en su pecho se hizo presente, pero rápidamente fue interrumpido por el portero.

-¡Señorita Marinette!.- exclamó y ambos se voltearon a verlo.- ¿está bien?.- preguntó preocupado acercándose un poco, no alcanzando a dejar su puesto ya que recibía una llamada.

Adrien le ayudó a enderezarse sujetando su mano, permitiéndose así sentir una suavidad única y cálida al tacto ajeno.

-Si, estoy bien. Tranquilo.- le sonrió amablemente como de costumbre.

Aquella dulce voz llegó a oídos del de ojos verdes, quien no quitaba su mirada de la bella azabache.

Marinette se volteó nuevamente y viendo ligeramente hacia arriba por la diferencia de estatura, habló.

-Gracias y lamento haber chocado con usted.- le extendió su mano y el joven parpadeó un par de veces, sin darse cuenta que le estaba hablando a él.

-Que hermosa... .- se escapó de sus labios y la joven abrió más sus azules al oírlo.- qui-quiero decir... bonita... di-digo.- rascó su nuca nervioso mientras sus mejillas tomaban un color rojo de lo más adorable.- ¡señora!, ¡no!... eh... señorita... S-si, eso.- bajó la vista y Marinette soltó una pequeña risa por su reacción.- no hay problema.- se golpeó mentalmente.

Adrien estrechó su mano sin verla a la cara y Marinette lo estudió detenidamente, notando lo empapado que estaba de pies a cabeza. Se preocupó enseguida por su estado.

-Disculpe... .- habló la joven llamando su atención.- ¿se encuentra bien?.- su pregunta lo desconcertó.

Adrien había pasado toda la mañana siendo rechazado y tratado horriblemente. Nadie le había preguntado cómo estaba o mostrado alguna señal de preocupación por su estado.

-S-si... bueno... .- hizo una mueca.

-Ven, vamos a dentro o terminaremos los dos con una gripe.- indicó con su cabeza cuando sus manos ya habían perdido contacto.

-Pero el portero no me dejará pasar.- murmuró siguiendola detrás.

-Entonces aprovechemos que está distraído.- soltó en medio de una risa, viendo hacia al frente donde Rubén seguía atendiendo la llamada de las instalaciones.

Por aquel atrevimiento, el rubio abrió más sus ojos y con temor la siguió detrás.

-Tranquilo... Lo peor que nos puede pasar es que nos lleven a prisión por irrumpir en propiedad privada.- soltó la joven con gracia, pero a él no le causaba mucha. Sobretodo la parte de ir a prisión.

-Creo que... sería mejor que me fuera.- musitó lo suficientemente alto para que ella lo oyera y se girara.

-Pero querías entrar aquí, ¿no?.-ladeóun poco el rostro y él la quedó mirando en silencio.

-Si...

-No lo había visto por aquí.- siguió la  conversación amablemente volviendo a caminar hacia el ascensor y presionando el botón. Adrien siguió sus pasos sin tener idea del porqué.

-Bueno es que... .- la llegada del ascensor lo interrumpió y la joven entró posicionándose a un lado viéndolo a los ojos.

-¿Vienes?.- preguntó sonriendo y él parpadeó aclarando su garganta.

-Cl-claro.- asintió ubicándose a su costado, presionando la correa de su bolso con nerviosismo y de vez en cuando la miraba de reojo a la joven.

Las puertas se cerraron y la azabache presionó nuevamente el botón correspondiente a su oficina. Marinette miró su reloj en su muñeca y suspiró.

-Voy muy tarde.- murmuró casi inaudible.- no debería salir sin abrigo.- intentó aligerar el ambiente.

-Cuando salí no había pinta de que fuera a llover, pero ya no debería de sorprenderme.- dijo lo último con un tono de amargura que no pasó desapercibido.

-¿Por qué lo dice?.- preguntó ladeando el rostro en su dirección.

-Porque la suerte no está de mi lado últimamente.- suspiró con cansancio.- hoy no fue un buen día... solo eso.- sonrió como solía hacer siempre mirando la puerta metálica y ella lo observó unos segundos antes de volver la vista al frente.

-Debes ser más optimista.- agregó Marinette luego de oírlo.- nunca sabes cuando tu suerte pueda cambiar. Yo por ejemplo... voy tarde al trabajo porque a mi gato se le ocurrió ir a molestar la casa del perro de mi vecino y tuve que llevarlo al veterinario el cual estaba muy lleno.- se abrazó a sí misma y lo miró nuevamente.- lo que quiero decir es que... no importa que tan horrible día tengamos porque podemos rescatar pequeñas cosas buenas de el.- Adrien se quedó en silencio analizando sus palabras.

Las puertas se abrieron y la azabache dio un paso adelante.

-¿Y su gato está bien?.- la voz del rubio hizo que abriera sus ojos un poco y que se detuviera. Una extraña sensación la invadió y se sintió feliz de que aquel desconocido se preocupara por su gato, ya que usualmente los demás ignoraban aquello.

-Lo está.- se giró con una sonrisa en sus labios.- debe descansar nada más.

-Entonces eso es lo bueno que puede rescatar de su día.- dio un paso adelante también saliendo del ascensor.- que su gato está a salvo.

-Creo que sí...  .- respondió por lo bajo.- Le traeré algo para que pueda secarse.- se quitó el abrigo poniéndolo en su brazo. Retrocedió sobre sus talones y Adrien no sabía porque pero sintió el impulso de preguntarle...

-Señorita... usted quisiera... di-digo... .- miró hacia un lado y luego a sus zafiros nuevamente.- ir a tomar un café o algo.

Marinette lo miró sorprendida y luego de unos segundos asintió. Ese joven le había caído muy bien.

-Claro, pero tengo que trabajar y ver muchos currículums y organizar muchas entrevistas.

-Oh... claro, entiendo. ¿Es muy duro el trabajo de secretaria?.- preguntó por curiosidad y la joven enarcó una ceja.

-¿Secretaria?

-¡Señorita Marinette!.- exclamaron las secretarías acercándose a ella.- buenos días.

-Buenos días.- saludó la bella joven.- lamento llegar tarde, espero el jefe no se enfade.- bromeó y las mujeres rieron.

-El prevencionista Couffaine le dejó unos papeles en su oficina para que firmara, ahora está en terreno.

-Bueno.

-¡Ah! Y la señorita Kagami la está esperando hace mucho rato también y el señor Nathaniel la esperó también pero tuvo que ir a una reunión. Me pidió que le dijera que...

Adrien se había quedado atrás viendo como las mujeres rodeaban a la chica. Una de las secretarias le hablaba sobre muchos papeles y de gente (al parecer importante) que iría a la empresa, otra le había quitado su abrigo y lo había llevado a un perchero para colgarlo, otra simplemente la seguía detrás y asentía a todo lo que la primera mujer decía, y a lo lejos sentada en una silla estaba otra secretaria con cara de pocos amigos de cabellera castaña limandose las uñas.

-Gracias por ponerme al día, pero ya debo tra...

-Llegando tarde querida Marinette.- la voz de un hombre detuvo la acción de la azabache.

-Buenos días también para ti Kim.- sonrió de la mejor forma que pudo expresar.- chicas, vuelvan a sus puestos.- indicó a las mujeres y estas asintieron viendo mal al sujeto en cuestión.

-Yo diría buenas tardes.- habló rodeándola y ella rodó los ojos.- dime... te quedaste dormida o fue por... .- respiró profundamente su aroma.- por actos ilícitos.

-Basta de tonterías.- se alejó rápidamente de él con el ceño fruncido.- quería comentarte que ahora tendrás todito para ti la secretaria.

-Veo que hablaste con Nath.

-Por supuesto que hablé con él.- lo miró fijamente y este hizo lo mismo.

-Que pena. Ya no será entretenido sin poder molestarte.- tocó su nariz con uno de sus dedos y esta le dio enseguida un manotazo.

-Veamos si puedes rendir a la empresa con tu secretaria que tanto adoras.- agregó como un reto.

-¿Y tu qué?, ¿acaso tendrás secretaria nueva así como si nada?.- soltó una carcajada.- está muy mal aprovecharse de ser la novia del dueño.- soltó en tono cantarín.

-No, claro que no. Soy consciente que hicimos un recorte de personal, por lo mismo contrataré una asistente personal con mi salario.

-Vaya... eso si que es nuevo. Asumo que ya lo hablaste con Nathaniel, ¿no?. Ya sabes que a él no le gusta tener empleados fuera de su control.

-Eso a ti no te incumbe realmente.

-Veremos cuanto te dura la asistente si estoy yo aquí. Creo que tendré nueva... .- se acercó un poco más de lo debido.- cacería.

-Si es necesario contrataré un ogro.- lo desafió.- si me disculpas.- se enderezó en su posición.- tengo que trabajar, al menos yo si lo hago.- se dio la vuelta y el castaño le hizo morisquetas detrás en modo infantil.

Marinette se adentró a su oficina intentando serenarse por las provocaciones de su compañero de trabajo.

-Traes una cara de espanto.- la voz de su mejor amiga la sobresaltó.

-Ni lo menciones.- respiró profundamente y se sentó en su escritorio viendo a la japonesa que esperaba al frente.

-Bien... ¿qué fue lo que pasó con Plagg?

La de ojos cielo le contó brevemente cómo habían acontecido los hechos con su mascota y la de cabellera corta le dio palabras de aliento para intentar calmar su preocupación.

-Nath y yo estuvimos esperando por mucho, pero tuvo que ir a no se que cosa.- hizo ademán con una de sus manos.

-Espero no se haya molestado.- tomó su cabeza con ambas manos sobre la mesa y Kagami guardó silencio.-Dios... además pasé una vergüenza enorme en la entrada. Choqué con un... ¡no puede ser!, ¡lo olvidé!.- se puso rápidamente de pie y la japonesa la miró extrañada.

-¿Qué?.- enarcó una ceja y Marinette se giró buscando en su cajón una pequeña toalla saliendo rápidamente de su oficina.

Buscó con la mirada al joven de cabello rubio hasta que dio con él. Estaba sentado en un pequeño asiento sujetando firmemente su bolso viendo el suelo. Lentamente la joven se acercó y se puso frente a él esperando que se percatara de su presencia.

-Ehh... siento la demora.- la voz de ella lo sobresaltó y alzó la cabeza rápidamente.

Sus ojos se conectaron por un momento. Adrien se puso de pie y ella le extendió la toalla con sutileza, más cuando sus manos se rozaron, un cosquilleo recorrió todo su cuerpo.

-Gracias... .- murmuró el ojiverde tragando con dificultad.

Kagami salió también de la oficina y arregló su bolso en su hombro dirigiéndose a la ojizarca.

-Marinette, ya debo irme.- interrumpió en la casi muda conversación de los jóvenes. De paso observó al chico fugazmente.- hola.- saludó por cortesía.

Adrien la quedó mirando, preguntándose si se dirigía a él y luego de esos segundos se retraso habló.

-Hola... .- hizo un leve asentimiento y la japonesa besó la mejilla de su amiga.

-Nos vemos luego.

-Claro... lamento hacerte esperar mucho.

-Descuida. Luego me cuentas que tal te fue con tu secretaria.- se alejó tomando el ascensor, no sin antes estudiar como el rubio no le quitaba la vista de encima a la azabache. Kagami sonrió para luego desaparecer en el ascensor.

-¿Quieres un café para entrar en calor?.- preguntó la chica y este guardó silencio.

-No quisiera molestar...

-No es molestia. Vamos a mi oficina.- avanzó y él la siguió.

Las secretarias comenzaron a murmurar sin quitarles los ojos de encima. Adrien se sintió minúsculo entre tantas miradas, quería salir lo antes posible de ahí.

-Toma asiento.- habló ella y él observó su oficina con asombro.- el café estará listo en unos minutos.- se giró a verlo y este aún no se sentaba.

-Usted es... .- musitó.

-¿Soy?.- enarcó una ceja sin comprender.

-Usted no es secretaria.- soltó tan rápido que le provocó una risa involuntaria a la joven.

-No. Soy la administrativa de la constructora Kuterzberg's.- aquello llenó de asombro al de cabellera rubia y los nervios no tardaron en acudir a él.

<<Adrien, eres un idiota. Invitaste a un café a tu posible jefa.>>

-Yo... lamento todo este embrollo y si gusta me voy ahora mismo...

-Espere... no me ha dicho que quería hacer aquí.- intervino.

-De todos modos dudo que me den un empleo en estas fachas.- sonrió falsamente e hizo ademán de irse, pero ella lo detuvo.

-¿Vino por el empleo de asistente?.- preguntó y este asintió.

-Pero no se preocupe... se que encontrará alguien mejor que yo y...

No quería. Adrien no quería que una mujer como ella viera sus papeles manchados y de ser posible que no lo viera nunca más. Sentía vergüenza y miedo de que alguien como ella cambiara toda esa amabilidad que demostraba a una mirada fría y de desprecio.

-Si me permite ver su currículum.- extendió su mano poniéndose seria y es que Marinette era muy seria en su trabajo. Adrien negó, pero ella insistió viéndolo fijamente y eso fue su perdición. No pudo negarse a aquellos zafiros y es que sin darse cuenta encontró una debilidad en él.

Adrien le extendió su carpeta con sus currículums algo húmedos por la lluvia.

-Lamento si están algo mojados... .- habló y ella guardó silencio mientras lo leía. Se quedó un momento viendo la fotografía de él, para rápidamente siguió con su lectura.- es que como le comenté antes... hoy no fue un buen día  y quizás no deba molestarse en ver esta basura.- se sentó en el asiento y hablaba rápido, demostrando los nervios que sentía en cada palabra.- es decir, de todos modos no me hago ilusiones porque llegará a cierta página y... .- Marinette abrió un poco más sus ojos al leer su hoja de vida.- y creo que ya llegó ahí, fue un gusto conocerla y lamento hacerla perder su tiempo.

-Espere un momento.- cerró la carpeta y él guardó silencio.- lo primero que hará será tomar aire y calmarse un poco.- Adrien le hizo caso.- cabe destacar que usted está sobre-calificado para este puesto, pero ahora quisiera que me contara a qué se debe... eso en su expediente.

Adrien formó una fina línea en sus labios y luego de meditar unos segundos, habló sinceramente.

-Yo sólo... defendía a alguien que estaban golpeando, pero terminaron golpeándome a mí y esa droga no era mía... pero todos pensaron que si.- cerró sus ojos con fuerza y respiró profundamente.- de verdad no tuve nada que ver y he buscado empleo por todo París, pero me cierran las puertas en la cara... de verdad necesito el trabajo y...

-Contratado.- habló ella sonriendo ampliamente.

-¿Qué?

-Que está contratado.

-Pe-pero...

-Mañana empieza. Veremos el contrato a más detalle y le informaré todas sus funciones.

-Pero... ¿por qué?.- no podía creérselo aún.

-¿Por qué, qué?

-¿Por qué me contrató?.- Marinette miró hacia abajo como si recordara algo.

-Porque se que es sincero... confío en que usted no tuvo que ver en aquello. Me basta con ver sus ojos para saber que no me está mintiendo y créame que si algo necesito en este trabajo es sinceridad y lealtad. Puede empezar mañana, si quiere el empleo claramente. Pero confío en usted.

Esas palabras lo llenaron más de lo que Marinette pudo imaginar.

-Ya leí su nombre, pero quisiera oírlo de su boca.- se puso de pie y él hizo lo mismo extendiendo su mano.- Soy Marinette.

-Adrien... mi nombre es Adrien.

-Bueno, Adrien.- sonrió.- bienvenido a la empresa. Si me disculpas, tengo mucho trabajo por hacer.- rodeó su escritorio y ambos se dirigieron a la puerta.

-Yo... ¡se lo agradezco mucho!.- la abrazó.- no tiene idea de cuanto se lo agradezco.

Algo sorprendida correspondió aquel abrazo riendo suavemente.

-Está bien.- respondió y Adrien cerró sus ojos permitiéndose sentir su calor extrañamente tranquilizador.

-Marinette.- aquella voz los sobresaltó y rápidamente se separaron encontrándose con unos ojos turquesas viéndolos con evidente enojo.

"Confío en tu mirada, porque se que tu alma jamás me mentiría."

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