Capítulo 45
Félix jugaba en el parque, se deslizaba por la resbaladiza con entusiasmo, como cualquier niño de su edad. Si bien le costaba demasiado hacer amigos y hablar con otros niños, poco a poco su confianza iba creciendo y cuando encontraba una pequeña oportunidad la tomaba.
Marinette se encontraba sentada en una banca a una distancia prudente, mientras Adrien se acercaba para tomar asiento a su lado. Comentaron algunas cosas sobre Félix y su desempeño en la escuela. Ella se apoyó en su hombro como acostumbraba y rodeó su brazo con fuerza.
—No se ha rendido. —comentó Adrien con una voz neutra, jugando con los dedos de Marinette en su mano.
—Es muy perseverante. —susurró ella. Sabía que Adrien tocaría el tema tarde o temprano, pero quería alargarlo lo más que se pudiera.
—Flores, chocolates, invitaciones, reuniones... Hace de todo por ser evidente frente a mi. —agregó respirando profundo. —Él definitivamente me ve como un bicho para ti.
—Edel puede hacer lo que quiera, le he dejado más que claro que... —Marinette se irguio para verlo a los ojos. —tú eres el único para mi. Si piensa que eres un bicho, da igual porque eres mí bichito, mío y de nadie más. —él medio sonrió por sus palabras. —Adrien... Lo siento. Sé que esto debe ser incómodo para ti y créeme que para mi también lo es. Nunca en la vida imaginé que él pudiera verme de otra forma.
—No te disculpes por algo así. No es tu culpa.
—Es que se han juntado demasiadas cosas y esto es como la cereza del pastel. Nunca pensé que ir a hablar con él se convertiría en... Esta clase de cortejo.
Adrien la observó con algo de tristeza al verla tan afligida, quería quitarle peso de encima pero parecía que sólo le cargaba más. De por si Edel era directo con sus palabras, ahora era mucho más directo con sus intenciones hacia Marinette, tanto así que se encargaba de botar a la basura ramos de flores a diario. Edel no se cansaba, incluso parecía que lo hacía con la pura intención de molestarlo a él y que reaccionara, pero más que molestía, Adrien sentía que le faltaba el respeto con todas sus letras.
—Mi Marinette... No es tu culpa. —Adrien le sonrió un poco y besó su frente un prolongado tiempo. —No pienses eso. Él está haciendo lo que cree correcto simplemente. Lo único que te pido es que me digas hasta que punto puedes soportar sus acciones, porque si te incomoda yo hablaré con él. Lo he dejado estar sólo porque tu me lo pediste, pero todo tiene un límite y lo sabes. —Ella asintió viendo sus verdes calmados y brillantes.
—Lo sé.
—¡Hermano! ¡Vamos por helado! —Félix gritó corriendo hacia donde se encontraban y ambos no pudieron más que sonreír. Al menos la inocencia del pequeño siempre llenaría de alegría sus corazones.
§§§
—Hey... —Adrien medio sonrió moviendo los documentos en sus manos. —¿Qué tal, Lila? ¿Está tu jefe? —la castaña suspiró haciendo una mueca.
—Lamentablemente sí. —rodó los ojos, pero sonrió cordial. —no sé si sea buen momento para verte con él, Adrien. Últimamente se la pasa chismeando sobre tu jefa y el presidente. Todos ya saben que le llena la oficina de flores, así que su intensidad es peor que antes y me manda cada vez que puede a buscar información sobre eso. —Lila ordenó varios informes y atendió rápidamente una llamada. —Departamento de... No señorita, el señor Kim ya no trabaja aquí. No... No tengo como contactarlo. Que tenga buen día.
—¿Otra ex?
—Adrien, por favor llama a un manicomio porque te juro que; o lo mato o me mato yo. —el rubio no pudo más que sentir compasión por su colega.
—Quedan menos horas para salir, tranquila. Por favor pídele que revise estos documentos y que los tenga lo antes posible. —ella extendió sus manos y tomó las carpetas soltando un largo suspiro.
—Yo me encargo. —él iba a retirarse cuando Lila le habló nuevamente. —por cierto... ¿Las cosas van bien con Rose? La he visto un poco... Fuera de ella misma.
—Eh... La verdad no he hablado mucho con ella. ¿La viste enferma o algo así?
—¿No la has visto? Pensé que ustedes... —Lila rápidamente se cayó y aclaró su garganta. Quizá Rose no le dijo nada a Adrien al final, así que era mejor guardar silencio. —quizá sólo sea estrés por el trabajo. Olvídalo.
—Entiendo... Bueno, ya debo irme. Nos vemos. —ella sólo asintió volviendo a su trabajo.
Adrien siguió su trayecto, se detuvo un momento cerca del puesto de Rose, meditó si acercarse y preguntar si se encontraba bien, ya que parecían haber pasado semanas desde la última vez que se vieron, y a pesar de que las cosas se volvieron algo incómodas la consideraba una amiga de todos modos.
—¿Adrien? —su voz a sus espaldas lo hizo voltearse asustado. La vio hacia abajo por la evidente diferencia de altura, sus azules estaban algo apagados y las ojeras bajo sus ojos delataban algo de insomnio. —¿necesitas algo?
—Yo... Iba de paso en realidad. Sólo quería saber cómo estabas. —la rubia lo miró algo sorprendida, mas bajó la cabeza rodeandolo para volver a su escritorio. Los verdes de Adrien siguieron sus pasos, quiso decir algo pero una pequeña presión en su pecho no lo dejó continuar, se limitó a ver sus zapatos volviendo a su anterior trayecto algo decepcionado.
Rose lo vio de reojo marcharse, suspiró apoyando su frente sobre el escritorio, se arrepintió de haber actuado de manera extraña, pero verlo sólo le recordaba que sus sentimientos no eran recíprocos y eso sólo le rompía aun más el corazón. Unos días se esparció el rumor de que Adrien y su jefa tenían algo, y a pesar de que eso quedó en el olvido para ella era completamente cierto, la cercanía que habían demostrado, el como los ojos de ambos se veían, sumándole el hecho de haberlos visto salir de la mano hace unas semanas, todo no podía sólo ser coincidencia y ya, más si sabía de los verdaderos sentimientos del rubio. Perdió su oportunidad hace mucho o quizá... Nunca la tuvo realmente.
§§§
—¡Hola! ¡Llegué! —dijo Marinette por lo alto entrando a su casa, siendo recibida por sus gatos con alegría. Los acarició suavemente para después quitar sus zapatos dejándolos en la entrada.
Traía algunas bolsas en sus manos, las cuales dejó en la cocina y entonces vio a Adrien durmiendo sobre el sofá, se acercó con una sonrisa y pasó sus dedos con cuidado despejando sus mechones rubios sobre su frente.
—No debiste esperarme aquí denuevo. —murmuró y rápidamente él la rodeó con sus brazos haciéndola quedar a horcajadas suyo. —¡Adrien! ¡Me has dado un susto de muerte! —golpeó su hombro sin la mayor fuerza y él comenzó a reír abrazandose a su cintura para acomodar su rostro en su pecho.
—Lo siento... Es que no aguanté el impulso de abrazarte. —rió nuevamente y ella tampoco se quedó atrás, sonrió y acarició su cabello dejando un beso en su cabeza. —¿pudiste acabar bien el trabajo?
—Sí... Todo en orden. ¿Ya comiste? ¿Quieres que prepare algo? —él negó con la cabeza y se despegó para verla a los ojos.
Sus manos comenzaron a deslizarse lentamente por su espalda, hasta quitar el borde de la blusa que estaba debajo de la falda. Marinette suspiró sintiendo su cálida respiración chocar contra su busto, sobretodo porque no tardó en dejar varios besos por la abertura de su escote.
—Adrien...
—Félix quiso quedarse con Alya, no te preocupes. —asintió varias veces tomando su cabellera, disfrutando de las caricias que le regalaba.
Las manos de Adrien eran tan cálidas que se deslizaban sin el mayor problema por su piel. Él bajó el cierre de su falda y tuvo libertad para inmiscuir una de sus manos para acariciar sus glúteos, mientras la otra no dejaba de empujarla hacia él contra los labios en su pecho.
—Déjame tomar una ducha... —él negó, besando ahora su cuello hasta tomar su mentón y así poder abrir su boca para besar sus labios sin contención.
—Me encantas así.
Marinette por reflejo se frotó contra él, rodeando su cuello con sus manos, tomando su camiseta y quitandola sobre su cabeza. Adrien suspiró con satisfacción al sentirla, pero tuvo toda la paciencia de quitar uno por uno los botones de su blusa, hasta dejarla descubierta por completo, la recostó sobre el sofá y quitó sus panties con cuidado de no romperlas, ella rió porque sus dedos le hacían cosquillas, Adrien no pudo más que sonreir al escucharla. Después de las panties siguió su falda y después de eso bajó las copas de su sostén, dejando al descubierto sus senos blanquecinos y redondos. El rubio no aguantó más el tenerla así, con una inocencia tan erotica para sus sentidos. Besó su cuerpo infinidad de veces y usó su lengua más de lo que recordaba.
Ella sonrió con dicha porque cada vez que sus cuerpos se desnudaban, confirmaba lo increíblemente compatibles que podían llegar a ser.
Estar con Adrien en la intimidad le devolvió gran parte de la confianza que había perdido con su cuerpo; la hacía sentir deseada y amada. La chispa que creía extinta... con él explotaba sin la mínima intención de apagarse; ser seducida por sus caricias le fascinaba casi tanto como serlo por sus hipnóticos ojos verdes. Adrien no se escondía detrás de excusas cuando se trataba de hacerle saber lo mucho que le encantaba besarla y tocarla.
—Sujetate de mi... —pidió él de la nada, haciendo que Marinette entrara en razón.
—¿Cómo dices? —cuestionó con la respiración agitada, sin lograr asimilar que la elevó sin el mínimo esfuerzo haciendo que rodeara su cintura con sus piernas. —¡me voy a caer! —Adrien rió y dejó un beso en su mejilla para después sururrarle.
—Tranquila. Te tengo muy firme. —Marinette rodeó su cuello con más firmeza y dejó que subiera las escaleras con ella a cuestas.
—Adrien... Soy muy pesada, bajame.
—Aunque lo fueras no me importaría, preciosa. —ella cerró sus ojos y sonrió avergonzada, agradecía que no pudiera ver su rostro porque estaba completamente rojo.
Adrien abrió la puerta de su habitación sin problema alguno, recostó a Marinette sobre la cama y le sonrió con ternura, dejando suaves besos por todo su rostro.
—¿Querías venir a la habitación? —cuestionó ella bajando con sus pies el pantalón de pijama que traía su novio.
—Estarás más cómoda. Además... —hizo una pausa estirándose un poco para encender la luz de la cómoda, abriendo después el cajón sacando un sobre pequeño. —Aquí están los condones.
Sus ojos se conectaron al instante y brillaron como infinitas estrellas en medio de un desierto. Marinette mordió su labio inferior y lo observó con total calma cumplir con el labor de ponerse el preservativo. Era tan hermoso el sentimiento que brotaba de su pecho que todo él le parecía irreal, casi salido de una novela fantasiosa, porque no sólo se preocupaba de que ella disfrutara sino que él mismo también lo hacía y eso le encantaba.
La luz de la lámpara de noche iluminó sus cabellos rubios, la imagen le pareció tan excitante que el aire se escapó por sus labios. Lo vio grande desde abajo, con una mirada dulce pero al mismo tiempo tan hambrienta... Aunque estaba dispuesta a ser devorada por él por completo nuevamente y agradecía que fuera fin de semana o no podría llegar a la oficina en una pieza.
—Hoy escucharé sus peticiones, señorita Marinette. —comentó juguetón, deslizando sus manos lentamente desde sus talones hasta sus rodillas, para finalmente abrir sus piernas con paciencia. —¿Quiere que sea suave y lento? —siguió avanzando por la cara interna de sus piernas hasta llegar al borde de sus bragas. —¿o prefiere duro y rápido sin contención? —tiró de la fina tela con encaje sin quitar los ojos de su intimidad.
—Adrien... Puedes hacer lo que quieras conmigo.
§§§
Marinette puso a hervir agua, rápidamente puso las tostadas en un plato y preparó la taza de Adrien junto con la suya. Mientras, Adrien terminó de poner sus zapatos y bajó al primer piso acercándose con agilidad a su novia, dándole varios besos en su mejilla.
—No secaste tu cabello. —se quejó riendo, aceptando gustosa sus muestras de afecto.
—Estás tan hermosa por la mañana. —Adrien tomó las mejillas de Marinette y acarició sus pómulos como si fuera de cristal. —te amo... No sabes cuánto.
Confesó sus sentimientos como tantas veces, completamente feliz y pleno de poder estar con ella, a pesar de que sabía que aún no estaba lista para abrir por completo su corazón.
Marinette besó su mentón y se abrazó a su pecho en completo silencio, quería quedarse congelada en ese instante y no dijo nada... Sólo escuchó su corazón retumbante por varios segundos.
—Come... Se te hará tarde. Félix debe estar esperando que vayas por él. —él asintió y tomó una tostada, mientras Marinette iba por algo al refri.
La puerta principal sonó y por reflejo Adrien se dirigió hacia ella con calma, pensando que probablemente sería algún paquete que pidió Marinette por internet, mientras la chica dejaba sobre el mesón un cuenco con mermelada. Al mismo tiempo su celular vibró a su costado, así que lo tomó.
10:23 AM
Kag
-Hola, honey. Sabes... Nathaniel vino a verme. Al parecer pidió un permiso especial hoy en la clínica. Te aviso porque quizá vaya a verte y no creo que sea bueno que vea a Adrien en tu casa. Avisame si pasa algo, te quiero.
Los azules de la azabache se abrieron con sorpresa, perdió el aire por unos segundos y casi al instante se dirigió hacia la puerta principal.
—¡Adrien no abras!
Su petición fue demasiado tarde, la puerta ya estaba abierta y detrás de ella un pelirrojo con un ramo de flores veía desconcertado los verdes de Adrien, además de su cabello húmedo goteando.
"Reencontrarnos con el pasado puede ser desolador, pero la mayoría de las veces es un mal necesario para un mejor futuro."
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