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Capítulo 39

"Esta noche queda cordialmente invitada a una cita en el jardín trasero de su casa."
-A.

Marinette cubrió sus mejillas con una carpeta, viendo de reojo a su asistente en la distancia entre los escritorios. Tocó el post-it con sus dedos y mordió su labio inferior.

—Marinette. —la puerta sorpresivamente se abrió y ella aclaró su garganta optando por una postura seria en la brevedad.

—Edel, ¿qué no sabes tocar la puerta? —el pelirrojo ignoró su pregunta y fue directo hacia su escritorio.

—En cinco minutos tenemos una junta, ¿ya estás lista? —Marinette frunció el ceño y suspiró ordenando algunos papeles antes de voltearse en la silla para dejarlos detrás en el estante.

—Adrien me tiene al tanto de las reuniones. No es necesario que vengas cada vez antes de iniciar una junta.

—Como sea. —hizo un ademán con la mano y sacó su teléfono, tecleando rápidamente un mensaje. Parecía estar bastante atareado e inquieto. —te espero para que vayamos juntos.

Adrien y Marinette cruzaron miradas un momento, hablando de manera muda entre ambos, comentandose el desaire que provocaba su jefe a veces.

—¿Ya acabaste? —le preguntó a su asistente y Edel levantó su mirada del teléfono un instante.

—Estoy listo, señorita Marinette. —confirmó Adrien poniéndose de pie, arreglando su traje con ambas manos. —cuando usted diga.

—Espera, espera, espera. —Edel alzó su mano al mismo tiempo que su ceja derecha; Marinette lo miró con una interrogante plasmada en su rostro. —¿A dónde se supone que vas? —se dirigió a Adrien.

—A la reunión de la junta directiva. —respondió sin comprender la pregunta y sobretodo la actitud del presidente. Sus verdes buscaron los azules de su jefa para encontrar respuestas, ¿es que se equivocó y no debía ir?

—Pero tu trabajo es aquí. ¿Qué podrías hacer en aquella junta? ¿Servir café?

Los puños de Adrien se cerraron con fuerza. Su comentario logró ofenderlo, ni siquiera Nathaniel había sido así de grosero con él, incluso el mismo Nathaniel reconoció sus habilidades cuando su jefa estaba en China. ¿Servir café? Tampoco es que le molestara hacerlo.

—Edel. —Marinette rodeó el escritorio quedando frente a el. —Adrien es mi asistente personal. Él puede ir a las juntas si así lo creo pertinente, está bajo mi cargo, no el tuyo.

—¿Disculpa?

—Lo que oíste. Adrien no trabaja para la empresa, trabaja para mi.

Se formó un largo silencio en la oficina, uno donde sólo se llenaba con las miradas entre los tres.

—A ver si entendí. Esta persona no está con un contrato por la constructora, quiere decir que no ha firmado ni siquiera acuerdo de confidencialidad y puede revisar archivos confidenciales todos los días, ¿así como si nada?

—Nathaniel hace un tiempo atrás hizo recorte de personal, la secretaria que yo tenía fue transferida a Kim, porque no lográbamos congeniar en el trabajo. Entonces la solución que dí fue tener un asistente personal externo a la empresa. ¿Me entiendes lo que digo? ¿O debo explicarlo aún con más detalle? —Edel apretó la mandíbula y peinó su cabello hacia atrás, sin quitar la mirada seria y con porte de su rostro.

—Nadie me mantuvo al tanto de esta situación.

—¿Cuál es el problema? Adrien está más capacitado que todas las secretarías de este piso. Trabajó con Nathaniel mientras yo estaba en China, nos consiguió el proyecto de los italianos ofreciendo una nueva propuesta en tiempo límite y está personalmente a cargo del proyecto de el señor Grosvernor junto conmigo.

—No se le pueden delegar funciones tan importantes a un simple asistente que además es externo a la compañía, ¿qué no lo ves? Eres la administrativa y tu cargo no es cualquier cosa. Si se filtra información...

—Entiendo todo lo que quieres decir, Edel. Pero confío en Adrien más que en mi misma. Pondría las manos al fuego por él y su trabajo.

—Señorita Marinette... —Adrien estaba tentado a tomar su mano para calmarla, pero sabía que eso sería completamente inapropiado.

—Mi hermano se desligó de muchas responsabilidades y tú te hiciste cargo, eso te lo agradezco, pero no quiere decir que puedas pasar por encima de mi. Que no se te olvide que yo sigo siendo tu jefe, Marinette. —Ella le mantuvo la mirada fija, sin titubear siquiera un poco, pero él enseguida volteó hacia Adrien. —Esto no es nada personal contra ti, sólo sigo los protocolos de la empresa. Porque este es el negocio de mi familia.

—No se preocupe, presidente Kurtzberg. Lo entiendo perfectamente; sólo quiero recalcar que mi trabajo es transparente y no tengo una intención oculta.

—Lo siento, pero esto no lo dejaré pasar.

—Edel.

Edel nada Marinette. Desde un principio Nathaniel debió hacerlo firmar con nosotros si lo consideró competente y tú también. No me importa si está bajo tu cargo o no.

—Al menos reconoce su trabajo. Leíste todos los informes que hice e incluso hablaste con los inversionistas. Todo marcha bien... Incluso Gabriel lo tiene a cargo...

—¿Gabriel? Claro, me olvidaba de tu muy querido amigo de Suiza, él también estará en esta reunión por cierto. —rió con ironía, cosa que no le causó la mínima gracia a ella. —Solo diré una cosa respecto a eso. —Edel dio unos pasos hacia Marinette y se inclinó lo suficiente para verla fijamente. —cuando se mezclan relaciones personales con trabajo, nada puede salir bien de ahí. —tomó más distancia, en una postura recta y erguida. —Me adelantaré a la reunión, te veo ahí Marinette. —Edel salió de la oficina, cerrando la puerta tras de si.

—Ese...

—Hey, no estés así. —Adrien caminó hacia Marinette y tomó sus manos haciendo que lo viera a los ojos. —tranquila.

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Hacer qué? —ella arrugó un poco sus cejas y miró su cortaba, conteniendo al respiración.

—Disculparte. No hiciste nada malo y no hiciste nada que no te pidiera. Eres excepcional con tu trabajo, lo sabes. Todos aquí lo saben. Me molesta que Edel llegue y quiera disponer de todo de la noche a la mañana. Eres mi asistente...

—Entiendo que te moleste y para ser sincero también me molesta un poco que me pongan en duda, pero sabes que tiene razón en mucho de lo que dijo.

—Supongo que me dejé llevar porque te estaba atacando. —él bajó su cabeza hasta apoyarla en su frente, sonrió rozando sus labios y la tentó con su respiración.

—Eres completamente adorable. —susurró.

—¿Vas a besarme ya o tengo que hacerlo yo?

Adrien unió sus labios formando una sonrisa entre el beso, sus ojos se cerraron para sentirlo más vivido y profundo.

—No te enojes... —murmuró logrando que ella sonriera, se vieron en silencio con el corazón queriendo escapar corriendo. —mejor respondeme... ¿Aceptas?

—Me encantaría, pero... Mi novio podría molestarse si nos descubre.

—¿De verdad? —Adrien sujetó su cintura mientras ella rodeaba su cuello con sus brazos para no perder la cercanía. —no me habías dicho que tenías novio.

—Es que te pondrías celoso de lo perfecto que es.

—¿Tendré que pelear por tu amor entonces?

—No lo sé, ¿qué puedes ofrecerme?

—Tu novio... ¿Te besa así? —él se acercó a su cuello y dejó descansar sus labios prolongadamente, causándole cosquillas.

—Créeme, mucho más que eso.

—¿Sí? Entonces... ¿Te acaricia así? —deslizó una de sus manos bajo su blusa por su espalda, hasta que llegó al broche de su sostén y tiró de el ligeramente. —¿te tienta así? —sus respiraciones se volvieron más agitadas y sofocantes, con cada segundo que pasaba querían acercarse cada vez más.

—N-no... —él sonrió sin dejar de tentar su boca. —lo hace aún mejor.

—Creo que no puedo competir con tu novio. Que triste. —Adrien la soltó y optó por una distancia más prudente entre los dos, formando un falso puchero en sus labios.

—Adrien... —volvió a verla y quedó estático. Sus mejillas estaban completamente rojas y sus labios extremadamente tentadores a su juicio. —seguiremos hablando después de la reunión. —Marinette se recompuso y pensó mil veces en cubos de hielo para bajar su temperatura.

°°°

—No debiste molestarte, Rosie. —Adrien recibió con algo de vergüenza la bolsa de papel con comida dentro.

—Otra vez no fuiste a comer. Nos preocupamos todos por ti.

—¿Por todos te refieres a ti? —preguntó con una carcajada y ella se sonrojó hasta la orejas.

—¡No! ¡Todos! Ellos sugirieron que te trajera algo. A-así que no pienses mal. —Rose comenzó a jugar con sus dedos y evitó ver sus verdes por mucho tiempo. —comentaban que la señorita Marinette no te da tu hora de colación de manera adecuada. Bueno, somos conscientes que el trabajo por aquí se ha vuelto pesado desde que el presidente se fue a Alemania.

—Pero si la señorita Marinette es completamente justa con mi horario.

—Lo sé. Sólo te digo lo que dicen las secretarias. Mi jefe suele decir que tu jefa lo tiene difícil últimamente, así que no creas que yo ando diciendo esas cosas. —se excusó con las manos agitandolas repetidas veces, logrando que él riera nuevamente.

—Ya sé que no eres así, Rosie.

—Por cierto, come. No quiero irme de aquí hasta no ver que pruebas un bocado. —Adrien movió su cabeza y abrió la bolsa, dejando a la vista un sandwich. —mientras cuéntame cómo está tu hermanito.

—Félix está bien, sólo últimamente ha estado algo enfermo del estómago. Le va bien en la escuela hasta donde tengo entendido.

—Recuerdo que mencionaste que unos niños lo molestaban.

—Sí... —Adrien miró su escritorio algo perdido. —es que... Los niños pueden ser crueles. Cuando estuvo en la casa hogar también se peleó con otros niños de ahí. Es muy directo, así que no todos se lo toman bien, tienden a malinterpretarlo la mayoría de las veces.

—Es normal, ha pasado por muchas cosas a una corta edad.

—Lo sé.

—Bueno, no te molesto más. Debo volver al trabajo y veo que también estás muy ocupado. —se sonrieron. —los chicos me pidieron que te dijera que pronto quieren salir y esperaban que pudieras unirte como la vez pasada.

—Oh, muchas gracias por la invitación. Veré si tengo tiempo y ahí nos ponemos de acuerdo, ¿bien?

—Claro. —ella abrió la puerta de la oficina, pero justo antes de salir él habló nuevamente.

—Rosie.

—Dime. —volteó a verlo un instante, atenta a lo que sea que dijera y es que ya no podía evitar reaccionar cuando lo veía.

—Te debo otro chocolate por esto. —le regaló un guiño y esa simple acción le hizo adentrarse nuevamente.

—Adrien. —llamó con más seriedad, sorprendiendolo al instante. —¿recuerdas lo que hablamos la última vez?

—Eh... ¿Cuál de todas las cosas exactamente? —Adrien ladeó un poco su cabeza, haciendo memoria de lo que sea que pudiera referirse la rubia.

—S-sobre mi pareja...

—Lo recuerdo, ¿ocurre algo con eso?

—Nosotros en realidad terminamos hace algún tiempo. La verdad es que hace mucho que estábamos mal y... Yo quería saber si el que ella fuera una chica a ti... ¿Cómo te lo digo?

—Con palabras. —los dos rieron. Adrien sabía muy bien cómo aligerar el ambiente, era algo que Rose se había dado cuenta la primera vez que lo vio.

—¿Te genera alguna incomodidad que yo tuviera una mujer como pareja?

—¿Cómo? ¿Por qué eso sería incómodo? O sea... Si tu sientes amor por esa persona está bien, ¿no?

—Es que y-yo... No me estoy explicando bien. —Rose tomó su cabeza y agitó su cabello algo frustrada.

—¿Estás bien? ¿Quieres algo de agua? Rosie, sabes que puedes decirme cualquier cosa, ¿si? —Adrien se levantó del escritorio para ayudar a su amiga, porque parecía que estaba con algo atorado en su garganta que no la dejaba en paz. —si quieres salimos a hablar un momento.

—N-no... Es que... Adrien, ¿quisieras salir conmigo?

—Creo que eso acabo de decirte. —agregó confundido a lo que ella soltó todo el aire que contenía y fijó sus grandes ojos azules en esos tiernos verdes que no la dejaban tranquila.

—No me refiero a literal ahora mismo salir. Yo estoy hablando de salir en una cita.

—Claro, te dije que podíamos ponernos de acuerdo luego y...

—No, Adrien. No me estás entendiendo. —movió su cabeza repetidas veces de un lado a otro y se abrazó a sí misma. —lo que quiero decir es que tu... Me gustas. Y y-yo...

¿Eh? ¿Cómo? ¿Qué fue lo que acaba de decir? ¿Le gusta a Rose? ¿Cómo es siquiera posible? Ella misma le dijo que estaba en una relación con una chica, todo ese tiempo pensó que a ella sólo le interesaban las chicas... Pero entonces todo... Todos esos gestos eran porque se sentía ansiosa de hablar con él.

Lo admitía, se sentía estúpido. Fue confiado en lo que Rose le dijo y asumió cosas por ella, pero es que no podía imaginar algo más cuando él andaba por las nubes pensando en su jefa día y noche. Ahora se sentía tan desconsiderado con su amiga, porque hace mucho había notado su nerviosismo, pero pensó que era sólo porque era más tímida de lo normal.

—Rose...

—¡No me digas una respuesta ahora! ¡P-piénsalo! —y ella se esfumó del lugar en un abrir y cerrar se ojos.

—¿Qué acaba de pasar?

"La vida es el maestro más molesto y repugnante que te encontrarás alguna vez, y es que te pone pruebas a diario para asegurarse si estás calificado en seguir bajo su enseñanza."

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