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Capítulo 32

Dos pares de azules no dejaban de verse fijamente, uno de ellos cargaba una enorme culpa en su brillo opaco y agonizante, mientras que los otros estaban calmados y pacientes.

—Te queda bien ese corte. —la rubia fue quien rompió el silencio, tomando el suficiente coraje para dedicarle esas palabras a quien consideraba una gran amiga.

—Gracias. —susurró con una media sonrisa, comenzando a doblar la servilleta frente a ella. —Chloe, debo volver a la oficina despues de...

—Lo sé, siento quitarte parte de tu tiempo, es sólo que Luka me dijo que ya habías vuelto y yo no quise... Es que... —las palabras no salían con claridad.

Chloe era una mujer centrada y muy segura cuando de hablar se trataba, tenía un don desde su uso de razón, y las únicas veces que fallaba era cuando era consiente de que algo había hecho mal.

—Quería hablar contigo hace mucho, pero como te fuiste de vacaciones... Sabes que me gusta hablar las cosas importantes en persona. Estoy divagando. —suspiró algo frustrada, tomando al mismo tiempo su cabeza con ambas manos. —Marinette, te fallé como amiga y no sabes lo mucho que me arrepiento de haber sido participe en algo que te estaba lastimando. Perdóname, de verdad perdóname. —tomó una de sus manos sobre la mesa de la cafetería donde se encontraban, con sus ojos casi desbordando lágrimas. —fui una tonta... Creí que te estaría haciendo un favor y a Luka, aunque fue muy estúpido, inmaduro e irracional de mi parte.

Perdonarla era algo que anhelaba en lo más profundo de su corazón, pero era algo complejo y sería difícil sentir la misma confianza de antes.

Tiempo. Esa era la respuesta.

—Sabes que no soy una persona rencorosa, pero muy a pesar de que mi relación con Nath estuviera pendiendo de un hilo, no quita el hecho de que me traicionaras de alguna manera y créeme que dolió.

—Entiendo que la única responsable de que nuestra amistad esté rota soy yo, y me apena mucho.

—No quiero armar una tormenta sobre un vaso de agua, pero creo que el tiempo es la mejor opción para nosotras, Chloe. —Le dio un apretón en la mano antes de soltarla y con algo de tristeza se levantó. —Luka está fuera de esto. —Chloe asintió limpiando una lágrima escurridiza por su mejilla. —Cuidate.

—No quería traicionarte, es sólo que lo amo con todo mi corazón y quería que fuera feliz aunque fuera sin mi.

—Lo sé, pero yo no creo en el amor que se sacrifica. Para mí el amor acompaña, escucha y aprecia.

¿De qué sirve el sacrificio de tu amor si no escuchas al que consideras tu compañero primero?

Chloe tendría mucho en que pensar luego de esa pequeña charla con Marinette y no cabía duda en que jamás dejaría de sorprenderla.

°°°

Su cabello rojizo cubría casi la mitad de su rostro, hace mucho que no iba a recortarlo, sus ojos turquesa estaban perdidos en el vacío de la oficina. Nathaniel, probablemente, estuvo casi toda la mañana de manera ausente, perdido en sus pensamientos y planeado una forma de acercarse a la mujer que había perdido, cosa que poco le serviría a estas alturas y lo sabía.

Todo se estaba acumulando hasta su cuello, por un lado Alix no dejaba de hostigarlo y lo tentaba a recaer en un mundo que había decidido dejar atrás. Era consciente de que ella es alguien que debe alejar de su vida para volver a centrarse en lo que realmente aprecia y posee. Por otro lado; se sentía como un insecto en medio del bosque, sin saber hacia dónde ir y mucho menos donde resguardarse por la noche, su empresa tenía algunos problemas que no estaba del todo seguro como resolver, y aunque Marinette le dio opciones antes de irse a Shanghai, no quería llamar a su hermano y de ese modo revelar que no fue capaz de sacar a flote su patrimonio, se las arreglaría solo como acostumbraba desde que tenía memoria.

Durante los dos meses en que su ex novia estuvo de vacaciones, logró acercarse un poco más a sus empleados y también aprendió a trabajar muy bien con Adrien, quien a pesar de mostrarse serio la mayoría de las veces, no dejaba de ser amable y cumplir con más obligaciones de las que debería. Adrien Agreste tenía el visto bueno por Nathaniel.

—¿Debo darle tiempo? —murmuró.

Es increíble como de la noche a la mañana extrañas lo más insignificante de una persona, como su perfume se impregna en tu ropa o como su voz calma tus inquietudes. Nathaniel se había golpeado (mentalmente) con un fierro en el pecho en más de una ocasión, dolía y quemaba en lo más profundo, y es que ansiaba ver su sonrisa aunque fuera de lejos, añoraba ver sus ojos azules llenos de ilusión al comer un dulce u oír lo melodiosa que era su risa por las mañanas cuando le hacía cosquillas.

Extrañaba cosas que posiblemente no tendría otra vez con ella y, no quería aceptarlo.

Cuando ya no tienes algo al alcance es mucho más fácil extrañarlo y querer recuperarlo, casi como la niñez, no sabemos lo grandioso que es no tener preocupaciones sobre nuestra vida hasta que llegamos a ser adultos, donde las cuentas, las relaciones y los gastos más básicos te golpean abruptamente.

Marinette lo amó tanto o igual que él en algún momento, eso quiere decir que... ¿Aún podía amarlo? ¿aún tendrían oportunidad de reconstruir su relación? ¿Aún hay tiempo para perdonar? ¿Aún tenía esperanza?

—Nathaniel. —parpadeó varias veces antes de entrar en razón, y es que oyó la voz de la mujer que estaba en sus más profundos pensamientos. —¿estás bien?

—¿Qué?

—Golpeé y no respondiste, así que entré porque necesito que firmes estos documentos. —dejó una carpeta sobre su escritorio. —Hola por cierto, ayer no pude verte porque estabas en una reunión. Estuve toda la mañana revisando... ¿Me estás oyendo?

—Si, claro que si... Es sólo que te ves muy linda.

—Nath... —Marinette frunció ligeramente el ceño y cruzó sus brazos tomando un poco de aire.

—¿Crees que podamos hablar? —cuestionó casi en una súplica poniéndose de pie. —necesito que hablemos. Han pasado dos meses, y yo realmente te he extrañado mucho, Nette. He intentado dejar de pensar en nosotros y en lo que pasó. He intentado dejar de pensar en ti, pero me es imposible.

—No, no empieces. Todo está claro entre los dos y ahora mismo te pido que no mezclemos las cosas, lo que tuvimos déjalo fuera de la empresa y centrémonos en nuestro trabajo como profesionales que somos.

—Pero, Nette...

Él rodeó lo suficientemente rápido el escritorio para que la distancia fuera más cercana, sus manos nerviosas alcanzaron las de ella en un intento desesperado para no dejar ir el tema tan fácilmente, sobretodo a ella quien evidentemente ya quería marcharse.

—Sé que no merezco otra oportunidad y que todo fue culpa mía, pero te extraño demasiado y me es muy difícil verte sin querer abrazarte o besarte. Muy arrogante y egoístamente quiero pedirte una oportunidad... Quiero pedirte perdón.

—Por favor no hagas esto. —sus azules bajaron al suelo y una fina capa de lágrimas los empañó. —te pido que esta vez realmente pienses en mí y en como me haces sentir al decirme estas cosas. No es fácil y mucho menos sencillo. No puedo verte y no ver a Alix junto a ti en esa mañana, en donde yo también estuve, en donde yo también compartí recuerdos junto a ti. No hay vuelta atrás en esto, así que te suplico que no me hagas retroceder en este proceso y te mantengas a raya, Nathaniel.

—Nette...

—Firma esos papeles y... No sé, manda a tu secretaria para que me los haga llegar. —limpió su rostro. —no fuerces esto si me necesitas como administradora. —aprovechando la confusión del pelirrojo, se retiró eficazmente.

Era sofocante y doloroso. Sentir sus cálidas manos sostenerla era una tortura llena de culpa por la noche que había pasado junto a Adrien.

Marinette estaba al borde de un abismo y se cuestionaba en cosa de segundos si era buena idea comenzar una relación tan pronto, quizás necesitaba más tiempo para pensar en ella, quizás necesitaba algo más de soledad amorosa, quizás aún no superaba del todo a Nathaniel, quizás... No debía arrastrar a Adrien si aún tenía heridas abiertas.

Sentimientos encontrados aparecieron con unas pocas palabras de su ex novio.

Marinette podía ser una mujer muy audaz y madura, pero se equivocaba como cualquiera y también dudaba, es sólo que su duda tenía que ver más con Adrien que Nathaniel.

Entró a su oficina y frente a ella esos ojos verdes la esperaban sonrientes. Una extraña ola de calor se centró en su pecho, desapareciendo todo sentimiento de malestar y, respirando con calma, cerró la puerta con seguro.

Adrien observó su silueta embelesado como de costumbre, sobretodo cuando ella rodeó su escritorio y tomó su rostro con ambas manos.

—¿T-tengo algo en la cara?

Nevioso por como ella lo miraba, se paralizó esperando alguna respuesta a su interrogante y tentado a tocarla con sus dedos, sucumbió a sus deseos arrastrando la silla hacia atrás para hacerla caer en su regazo.

Un gran sonrojo se pintó en las mejillas de la azabache, quien ahogó un grito en su garganta por la impresión. Su corazón golpeteaba con fuerza, al igual que su respiración se volvía más pesada y agónica, deseaba tanto unir sus labios como en la mañana antes de llegar a la oficina.

—Es muy cruel, señorita Marinette. —Adrien no pudo más que unir su frente a la de ella y respirar su aroma profundamente, resistiendose lo más que podía. —la mañana fue una tortura contenerme, luego en la hora de almuerzo rechaza mi invitación a comer, para que ahora se tome estas atribuciones que nublan mi juicio.

—No lo había visto de ese modo. —sonrió en breve rozando sus labios. —además, creí haberte dicho que me llamarás por mí nombre.

—Eso es correcto, pero estamos en la oficina y no puedo faltarle el respeto a mi jefa.

—¿Aunque tú jefa quiera que le faltes un poco el respeto?

—Podría hacer una excepción por un instante. —ella deslizó su dedo índice lentamente sobre los labios de su asistente. —¿pudo firmar los papeles?

—Si... O más bien, dejé los documentos en manos de Nathaniel.

—¿Ocurrió algo? —Adrien tomó una distancia corta para verla a los ojos. —tu voz se puso algo tensa.

—Me pidió una oportunidad para enmendar su error y si te soy sincera... me afectaron un poco las cosas que me dijo.

—¿Y cuál fue tu respuesta?

—¿A qué? —ella alzó una ceja con algo de incredulidad. —Adrien Agreste, estoy a punto de besarte. ¿Cúal crees que fue mi respuesta?

Touché.

¿Crees que estoy haciendo las cosas bien? —sin darse cuenta sus dedos comenzaron a acomodar el cuello de su camisa con calma. —me refiero a que no es que haya pasado mucho tiempo desde que terminó mi relación con Nath y ya estoy con alguien más... ¿Es correcto?

—Soy un firme creyente de que debes hacer lo que te hace feliz.

—Me hace feliz estar así contigo. Tu me haces feliz, Adrien. Es sólo que no quiero lastimarte al precipitarme.

—Aún podemos hacer las cosas bien, puedo mudarme como te comenté e ir poco a poco con lo nuestro.

Mmh, está bien. —murmuró. —pero aún no. Al menos tómate tu tiempo para hacerlo.

—¿Crees que quiero alejarme de ti? —rio por lo bajo comenzando a acariciar su cabello hacia atrás. —me cuesta hacerme la idea incluso, aunque sé que es lo mejor si queremos que esto funcione de verdad.

El sonido de la puerta los alarmó, sobretodo cuando intentaron girar el pomo.

—¿Marinette? ¿Estás ahí?

—¡Es Luka! —susurró en un grito, abriendo sus azules ampliamente antes de ponerse de pie. —Es...  Es... ¿Qué hago?

—¿Abrir?

—A-abrir, cla-claro. Eso es precisamente lo que iba a hacer. —Adrien contuvo una carcajada al verla tan nerviosa, y es que pocas veces podía deleitarse con tal escena.

Al ver que su jefa no lograba reaccionar del todo, se levantó con calma y abrió la puerta.

—Que raro, la puerta se cerró sola. —comentó mirando el pomo con los azules curiosos de Luka puestos en él. —es peligroso en caso de emergencia.

—Eso es justo lo que iba a decir. No me robes el trabajo, Agreste. —bromeó golpeando levemente su hombro.

—Imposible, ¿cierto, señorita Marinette?

El rostro de la chica estaba completamente rojo y casi no lograba respirar.

—¿Cómo?

—¿Estás bien, renacuajo? Tu cara está muy roja. —Marinette miró a Adrien, quien asintió lentamente detrás de su mejor amigo, y así mismo ella imitó su acción.

—¡Si! ¡Estoy perfectamente bien! ¡Aquí no pasa absolutamente nada! ¡No es como si estuviéramos haciendo algo indebido, ni nada por el estilo! —el rubio no pudo evitar golpear su frente con la palma de la mano. —B-bueno... ¿Me buscabas? —cambió rápidamente de tema y Luka algo confundido se acercó a ella para verla de cerca.

Los azules de él la estudiaron críticamente. Ella era demasiado evidente, algo le ocurría pero no estaba seguro con que tenía que ver.

—Ya revisé la obra del inglés y todo está en orden. —se irguió golpeando su nariz suavemente. —No sé si estás al tanto, pero necesito que autorices la compra de los implementos de seguridad para la nueva inversión con Gabriel Agreste.

—¿Él invertirá con nosotros?

—Efectivamente, ayer se reunió con nuestro "respetable" presidente y el señor Grosvernor. Al parecer algo le llamó la atención de la empresa, ya que a última hora se contactó con Mylène para hablar con Nathaniel.

—He de suponer que esto lo supiste antes por tu secretaria. —alzó una ceja optando por fin por una postura más seria y recompuesta.

—¿Qué comes que adivinas? —rio con gracia. —los chismes aquí vuelan.

—¿Se puede? —una cuarta voz se hizo presente y todo voltearon hacia la puerta, donde una risueña rubia los veía con algo de pena.

—¿Sucedió algo Rose? —cuestionó Luka, pero ella rápidamente negó con la cabeza.

—No, señor Couffaine. Es que venía a dejarle algo a Adrien. —respondió viendo los ojos verdes de su compañero ligeramente hacia arriba por la diferencia de estatura.

—¿A mí? —el rubio se señaló a sí mismo.

—Es que como no fuiste a comer te traje una merienda.

—No debiste molestarte, Rosie.

—¡No es molestia! —sonrió. —somos amigos después de todo. —le entregó una bolsa de papel y con el mismo entusiasmo dio un paso hacia atrás. —debo volver a mi puesto. Con permiso. —hizo una pequeña seña para retirarse. —señorita Marinette, que gusto verla nuevamente por aquí.

Sin decir nada más la chica salió, dejando a un curioso Luka y una Marinette un tanto celosa detrás.

—Bien, creo que eso era todo. —carraspeó aguantando una carcajada por el rostro completamente avergonzado de su amigo. —Yo me retiro. Nos vemos luego renacuajo y Adrien, que disfrutes tu merienda.

El pelinegro también salió de la oficina en breve y Adrien con algo de confusión por el tono burlón que usó, se giró encontrándose con el rostro completamente serio de su novia.

—¿Ocurre algo? —ella cruzó sus brazos y alzó una ceja.

—No lo sé, preguntemosle a "Rosie" si ocurre algo o mejor yo misma le digo que puede... ¿Me estás oyendo?

Adrien cerró la puerta con seguro nuevamente y se acercó a ella con una sonrisa imposible de borrar en su rostro.

—Nunca pensé que te vería celosa por mi.

—¿Quién está celosa? —bufó exasperada dispuesta a marcharse, pero él la alcanzó por la cintura acorralandola contra su escritorio. —Adrien, estamos en la oficina.

—Rosie es mi amiga y tu eres mi novia.

—No sé a qué viene esa aclaración. —rodó los ojos intentando soltarse de su agarre.

—Que nada de lo que te imagines sobre ella y yo es posible. A ella le van las chicas.

Una bofetada mental le cayó a Marinette en el rostro y extrañamente una sensación de vergüenza se apoderó de ella.

—E-eso está bien... Tampoco es como si yo imaginara algo o que... Como sea, yo no estoy...

Sin pensarlo dos veces, Adrien besó sus labios como quería hacerlo desde que llegaron a trabajar.

—Debemos seguir con el trabajo, señorita Marinette.

"Es mejor dudar y equivocarnos en vez de soñar y no arriesgarnos."

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