Capítulo 15
—Habrán personas importantes y realmente no cuento con que Kim nos consiga a los ingleses para que inviertan. — Marinette tomó un sorbo de su café viendo ligeramente a su izquierda.
—Usted más que la administrativa, parece la presidenta de la empresa. — soltó Adrien provocando que la mirada oceánica de ella se conectara con la suya. — hace de todo, incluso cosas que no le corresponden. Debería tener más mérito.
—Solo intento...
—No.— la interrumpió sin dejar de mirarla. — no me diga que intenta ayudar solamente, porque he visto que incluso hace parte del trabajo del señor Kuterzberg. Eso y que consiguió a los italianos con una propuesta arriesgada, la cual le correspondía al señor Kim diseñar bien desde un principio.
Marinette perdió el aire un segundo y con algo de nervios bajó la taza de café, apoyándola lo más suave posible en el pequeño plato.
—Merece más de lo que cualquiera en la empresa y todos lo saben. El señor Couffaine, Rosita y todas las secretarías son conscientes de todo lo que usted trabaja.
—Adrien, por favor no siga. — sus mejillas se pusieron algo rojas y él sacudió su mente al percatarse lo serio que se había puesto.
—Discúlpeme... No fue mi intención...
—Gracias. — le sonrió.— de verdad se lo agradezco.
No es que ella esperara que alguien destacara las cosas que hacía y mucho menos que le dieran mérito por algo, pero que su asistente se lo dijera la hizo extrañamente feliz. Sabía que podía contar con Adrien y eso sin duda la hacía sentir tranquila.
Luego de hablar del esperado baile y también sobre el trabajo que les esperaba en la semana, entraron en confianza y Adrien se desenvolvió con más soltura.
Le encantaba verla reír por algo que dijera. Le encantaba cuando sus labios se curvaban en una sonrisa y sus ojos le seguían a la par para demostrar lo plena que estaba, también como tocaba su nariz de vez en cuando como un tic nervioso al momento de prestar atención. Le encantaba la suavidad de voz, era como si lo acariciara con recato al filtrarse cada nota en sus oídos.
Se sentía tan libre con ella... Tan él mismo, que le daba miedo entregarse por completo a lo que estaba sintiendo. Sabía que si lo hacía sufriría terriblemente, pero otra parte de él le decía que debía arriesgarse.
—¿Entonces por qué nunca ejerció lo que estudió antes?
—Yo... En relidad tuve algunos problemas, así que trabajaba de medio tiempo en supermercados o cafeterías como estas, a veces heladerías. — miró la taza entre sus manos con algo de nostalgia y luego sonrió bebiendo un sorbo.
—¿No se arrepiente? — negó con la cabeza casi al instante.
—La verdad es que... Bueno ya sabe que tengo un hermano. El de la fotografía. — ella asintió en silencio. — mi madre falleció cuando yo estaba estudiando en la universidad. Siendo sincero... — sonrió con tristeza, sintiendo un nudo en su garganta. — fue un golpe muy duro. Solo éramos, mi madre, mi hermano y yo. Así que todo se complicó... Félix estaba muy pequeño y tuve que administrar todo mi tiempo para estar para él y poder acabar la carrera.
Adrien miraba hacia su costado y Marinette no apartaba la vista de todo él, sintiendo una presión horrible en su pecho al verlo de esa manera tan desolada.
—A veces pensaba que fue bueno que todo ocurriera cuando él era pequeño, ya que así no la extrañaría tanto... — rió ligeramente, pero sonó más a un quejido cargado de dolor.
<< Dios... Debe extrañarla mucho. >>
— Pero no contaba con que mi pequeño hermano tuviera una muy buena memoria. — tomó la cuchara y comenzó a jugar con ella a modo de distracción. — él la recuerda incluso mejor que yo mismo me atrevería a decir.
—Se oye como un niño muy especial.— Adrien por primera vez alzó la vista y le sonrió con sinceridad.
—Oh, claro que lo es y no lo digo solo porque es mi hermano.
<<De eso no me cabe la menor duda. Es un encanto de niño. >>
—Le gusta leer de todo y cuando tiene algo que decir no hay manera de hacerlo callar.— rió audiblemente. — la verdad temo haber hecho que madurara demasiado rápido para la edad que tiene.
—Estoy segura que él no piensa eso.— tomó su mano sobre la mesa por inercia. — hizo todo lo que podía porque salieran adelante y estoy segura que también lo ha hecho muy feliz. Adrien, lo hizo bien... Todo está bien. Estoy segura que su madre estaría orgullosa de usted.
Adrien tragó saliva y sintió que sus ojos comenzaban a picar ligeramente. Tomó con ambas manos la de ella y besó sus nudillos sin pensar, apoyando luego su frente en ella sobre la mesa para ocultar su rostro.
—¿De verdad eso cree?, ¿en serio lo hice bien? — susurró y Marinette apretó más su mano.
—De eso no me cabe la menor duda.
Adrien sentía mucha culpa y las palabras que le regaló Marinette le quitaron un peso de encima que ni siquiera podía imaginar. Todo el tiempo que trabajaba se cuestionaba si hacía las cosas bien, si su madre estaría de acuerdo con todo... Pensaba en Félix, en si lo odiaría por permitir que estuviera en esa casa hogar lejos de él. Era una tormenta que parecía no tener fin, pero por un momento la azabache hizo que un rayo de luz se filtrara por las nubes.
—Gracias...
—No tiene que agradecerme nada a mi. No he hecho nada...
—Confió en mi a pesar de mis papeles. Fue la primera persona que me dio una oportunidad, y estaré agradecido de por vida con usted.
Esas simples palabras le quitaron el aliento. Una calidez inundó su pecho, incluso a ella misma le dieron ganas de llorar.
—Por favor, no siga o terminaré llorando aquí. — dijo con gracia pasando el dorso de su otra mano por sus mejillas.
Se vieron unos segundos en complicidad. Conectaron como pocas personas lo logran, sabían que podían estar el uno para el otro, sin importar nada.
—Bueno, ya hemos hablado mucho de mi. — dijo el de cabellos rubios. — no pude evitar oír lo que hablaba con el sastre Fu.
—Oh, si. Bueno... ¿Cómo comienzo? — hizo una mueca intentando organizar sus pensamientos. — pues... Mi madre es nacida en China y mi padre es Francés. Ellos se enamoraron cuando mi madre vino a París en una gira de estudios y luego de eso no se separaron más. Nací un año después de que se casaran. — jugó un poco con la servilleta a su lado. — mi infancia en la escuela fue un poco difícil, pero Luka estaba ahí siempre.
—Entonces son amigos desde hace mucho.
—Si. Incluso fuimos a la misma universidad... También ahí conocí a Kagami y nos hicimos mejores amigas. — sonrió al recordar viejos tiempos con sus mejores amigos.
—¿Y al señor Nathaniel? — la expresión de Marinette cambió al oír su nombre.
—Nos conocimos en una fiesta. Era mi último semestre de universidad. Salimos unos meses y luego él fue a terminar sus estudios a Alemania por un año. Cuando volvió me pidió que fuéramos novios oficialmente, y así... Ahora llevamos dos años juntos. — comió un bocadillo que habían pedido para después sacudir sus manos.
—¿Y es feliz? — su pregunta la atrapó volando bajo. Marinette miró hacia la derecha y apretó sus labios.
—Creo que las relaciones son difíciles, pero de eso va... Todo en algún momento termina arreglandose mientras pongamos de nuestra parte.
<<Está mintiendo... >>
—La verdad, creo que no basta solo con que una persona reme un barco que es de a dos. — Marinette meditó fugazmente y suspiró.
—Quiero mucho a Nathaniel. — soltó sin previo aviso, y sin darse cuenta que aquello estrujó inevitablemente a Adrien. — pero me siento muy insegura últimamente.
—La última vez que hablamos sobre algo así, usted estaba muy mal.
—Me llegó un mensaje hace unos días de un número desconocido — se sinceró. — uno donde decía que Nathaniel estaba con alguien más. —aquella confesión dejó a Adrien consternado, sinceramente no se lo esperaba. — y aquí viene mi cuestionamiento interno. ¿Debería dudar o ignorar el mensaje, confiando en mi novio?
—¿Habló esto con él? —Marinette suspiró y presionó sus labios.
—No le hablé sobre el mensaje, pero si le planteé el tema... Le pedí que fuera sincero conmigo, y que si estaba con alguien más que me lo dijera. Pero se molestó mucho, aunque creo que por una parte es normal.
—Sinceramente, pienso que debe sentirse bien con usted misma primero que nada. Si él la ama, entenderá como se siente y le dará todo el espacio que necesite.
—Lo sé... Realmente lo sé. Pero me duele pensar en la posibilidad de haber fallado en nuestra relación.
—No siempre las personas aprecian lo que tienen. Si usted fuera mi novia, haría que cada día valiera la pena vivirlo.
—Gracias, Adrien. Siempre sabe que decir para hacerme sentir bien.
§§§
—Uff~ que elegancia la de Francia. — soltó Nino al ver como su mejor amigo se acomodaba el saco del traje hecho a su medida. — pareciera que verás a la reina de Inglaterra.
—Más o menos eso. — respondió su camarada, peinando su cabello con sus dedos. — ¿la corbata está bien? — preguntó apuntando su pecho con ambas manos y el moreno se puso de pie frente a él observándola.
—Si, solo hay un pequeño detalle. — hizo una mueca.
—¿Qué?, ¿qué tengo? — cuestionó alarmado y el barman le dio un ligero golpe en la mejilla con sus dedos.
—Que te saques la máscara de Halloween. — bromeó y el rubio lo miró con molestia.
—Muy gracioso. — caminó hacia el pasillo del departamento para tomar su abrigo el perchero.
—¿No me dirás a donde vas tan alegante a esta hora de la noche?
—Nino, te dije hace como dos semanas que habría un baile con unos posibles inversionistas ingleses. — el moreno abrió la boca asintiendo lentamente.
—Oh, ya recuerdo. Ese baile de ricos, al que fuiste exclusivamente invitado con tu bello ángel guardián. — lo molestó un poco, haciendo que se sonrojara.
—Ya basta, no le digas así por favor.
—¡Pero si es cierto! — Adrien tomó su frente avergonzado y la puerta principal se abrió dejando a la vista a Alya.
—Llegué, pequeños. —anunció la chica al cerrar la puerta a sus espaldas. Se encontró con Adrien en el pasillo. — hola, renacuajo. — le sonrió besando su mejilla y este correspondió enseguida.
—Hola, Aly. ¿Qué tal el trabajo? —ella suspiró.
—Ni preguntes. — este guardó silencio captando su señal. — pero veamos que tenemos aquí. ¿Hoy es esa fiesta no? — Adrien asintió.— que te vaya hermosamente y no te dejes intimidar por esas billeteras con patas. —animó y el rubio soltó una risa.
—Gracias, al menos tu si recuerdas las cosas que digo. — dijo lo suficientemente alto para que su mejor amigo lo oyera.
—¡Oh vamos!, ¡si lo recordé! — se quejó el Lahiffe desde la sala y Alya soltó una risa.
—¿Cómo llegarás a ese lugar?
—Sobre eso...
—No me digas que irás en bus con este traje, te pueden asaltar.
—Tranquila, pedí un taxi. Ya debe estar abajo... —miró la hora en su celular y abrió sus ojos con sorpresa. — ¡ahora mismo!, ¡voy tarde, voy tarde y la señorita Marinette matará! —se exaltó y tomó sus cosas rápidamente despidiéndose de sus amigos.
Cuando Adrien llegó a su destino, le pagó al taxista y revisó que todo estuviera en orden.
Caminó lentamente por la acera viendo los números de las casas, para encontrar la correcta. Sus ojos iban y venían por todo el vecindario, el cual era de lujo en pocas palabras. Mas que casas... Eran mansiones.
—Que desperdicio de dinero. — susurró para si mismo.
Divisó a un señor parado frente a un gran portón, traía un traje negro impecable, acompañado de unos guantes blancos y un auricular en su oreja. Cualquiera diría que parecía un espía por la forma de actuar.
Unas mujeres jóvenes, con vestidos elegantes le entregaron unas invitaciones muy familiares para el rubio.
—Esta debe ser. — a paso seguro se acercó al sujeto. — disculpe... ¿Aquí es el baile inglés? —preguntó con la voz dudosa. Él guardia lo inspeccionó de pies a cabeza y con voz seria habló.
—Su invitación, señor. — pidió con cortesía.
<<¿Señor?, me sentí viejo... Ahora entiendo porque el señor Couffaine prefiere que le diga solo Luka. >>
—Adrien, está bien para mí. — dijo con simpatía desconsertando al sujeto por su actuar. — la tengo aquí...— tomó su chaqueta y buscó en todos los bolsillos, palideciendo gradualmente al no encontrarla. — la puse aquí... Estoy seguro. — buscó ahora en los bolsillos de su traje con angustia.
—Lo siento, pero sin invitación no puedo dejarlo entrar.
—E-espere... Si tengo invitación, debo tenerla... —buscó en su memoria, repasando la última vez que vio aquella tarjeta. — maldición, se me quedó sobre la mesa. — concluyó y el guardia lo miró algo incrédulo.
—Esa excusa no me la trago, señor.
—Adrien. — corrigió soltando un suspiro a la vez que peinaba su cabello hacia atrás por la impotencia que sentía consigo mismo.— solo Adrien, por favor.
<<¿Cómo pude olvidar la invitación?, soy un idiota... >>
—Bien, "solo Adrien"
—Amigo, escucha... Yo debo entrar a este lugar porque mi trabajo está en juego, junto la confianza de mi jefa. ¿Podrías hacer una excepción solo esta vez? —pidió juntando ambas manos frente suyo casi en una súplica.
—Sin invitación no puede ingresar.— respondió intransigente, mientras que el rubio bufó aún más angustiado.
—¿Ahora que hago?— musitó tando un poco de aire al mirar ligeramente hacia el cielo.
El guardia, al ver al joven tan afligido se tocó el corazón recordando algunos eventos desalentadores de su vida pasada.
—Se-señor... Digo, solo Adrien. — llamó y de mirada verdosa volteó a verlo al instante. — tenemos un listado de algunas personas que asistirán a este evento... Quizás si me da su nombre y apellido, pueda buscarlo y hacer una excepción. — aclaró su garganta y el rubio sonrió tomándolo de los hombros.
—¿En serio? — el sujeto asintió algo incómodo por la efusiva alegría demostrada. — te deberé una.
—Bien... — se apartó y tomó una tablet. — ¿nombre completo?
—Adrien Agreste...
Sin lograr acabar con lo que diría, el guardia se congeló y observó al rubio nuevamente, tragando grueso.
—Diculpeme... Y-yo no sabia que usted era... Adelante. Está en la lista. — hizo una reverencia de lo más extraña para Adrien, quien feliz por la afirmación de estar en la lista, se adentró al lugar.
—No hay problema, amigo. Gracias por buscar. — golpeó ligeramente su hombro regalándole una sonrisa.
<<Bien, ahora toca buscar a mi ángel de la guarda. >>
"Buscar una respuesta a veces puede cansar, por eso es mejor dejar que las cosas sigan su curso y aparezcan cuando deban aparecer.
La paciencia es una virtud."
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