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Capítulo 12

No se perdían de vista en ningún momento y ninguno osaba decir algo para romper la atmósfera mágica que se había creado.

Adrien la observó en detalle como de costumbre, admirando todo lo que le parecía hermoso de esa azabache, o sea... ella por completo.

Tikki maulló al extraño y este sonrió moviendo un poco su cabeza para despejarse. Se inclinó para tomar en sus brazos a la felina, comenzando a acariciarla. La gata gustosa hizo notable un prolongado ronroneo dejándose querer por aquel extraño.

-Eres muy hermosa.- susurró el rubio acariciando sus orejas y Marinette parpadeó un par de veces acercándose a ambos por inercia para también darle cariño a su mascota.

-Creo que le agradaste.- habló con dulzura, alzando su vista un momento, volviendo a conectar con las gemas verdes de su asistente.- no se da con cualquier persona.

-Me siento honrado.- musitó y sus manos se cruzaron en una caricia hacia la felina. Una electricidad recorrió desde la punta de sus dedos hasta sus pies.

Marinette sonrió y luego de unos segundos aclaró su garganta quitando su mano al percatarse de la rara sensación.

-Buenas noches.- saludó optando por una postura más formal.- ¿ocurrió algo?.- preguntó con un timbre de preocupación y él estaba embobado mirándola.

-¿Por qué?.- preguntó sin reaccionar aún y ella soltó una risa.

-Adrien, es de noche... y pues está aquí... .- Adrien asentía en cada palabra que ella pronunciaba.- en mi casa.- continuó lentamente esperando alguna respuesta, hasta que él pisó tierra por fin.

-¡Dis-discupe!, ¡debí llamarla y avisarle!.- alzó la voz con evidente nerviosismo. Tikki abrió sus ojos abrumada porque dejaron de acariciarla y miró a su dueña la cual veía a aquel individuo con ternura.- es que como me llegaron a mi, pensé que debía entregárselo en persona... claro que podía esperar hasta el lunes, pero quería verla... ¡di-digo!, ¡necesitaba verla!, ¡me refiero a que debía verla para pasarle...!

-Adrien.- lo interrumpió con una nueva risa y le hizo una seña con su mano.- hace frío aquí afuera... pase.- invitó y el tragó con dificultad.

-No quisiera importunarla...

Ella hizo oídos sordos y jaló de su brazo haciendo que entrara. La gata se bajó de los brazos del rubio yendo hacia la sala con ligereza.

-No me dejes solo... .- le susurró a la felina.- traidora.- agregó sujetando con fuerza la correa de su bolso cruzado.

La joven azabache se había perdido de su campo de visión por unos segundos, en los cuales se tomó la libertad de observar aquella hermosa casa. Era cálida para él y no era por el hecho de que la chimenea estuviese encendida, sino que el ambiente era agradable, las paredes pintadas de un color crema y los muebles daban impresión de ser muy antiguos, pero encajaban a la perfección con el color.

Adrien respiró profundamente, cerrando sus ojos al mismo tiempo para guardar en su memoria el aroma del lugar. Olía a Marinette por todos lados, su perfume... su esencia estaba ahí impregnada y no hacía más que acelerar su corazón, por tan solo imaginar verla despertar por las mañanas en ese lugar.

-Adrien.- oyó su suave voz de repente y al instante se exaltó abriendo los ojos para encontrarla asomada por el borde de la pared que daba a la sala.- no se quede ahí parado. Pase.

Él asintió en silencio y cerró la puerta detrás con cuidado. Mordió su labio con nerviosismo y caminó lentamente un poco perdido en el lugar.

<<Cálmate y no tropieces con nada. Respira, Adrien.>>

Marinette fue hacia la cocina y puso el agua a hervir para hacer café por el frío que hacía afuera. Miró a su asistente parado a un lado de la sala y negó con la cabeza acercándose nuevamente.

Por algún extraño motivo, verlo hizo que su tristeza se desvaneciera un poco, aunque el dolor en su pecho seguía presente.

-Tome asiento.- le habló amable y el joven le hizo caso con algo de torpeza.

-Lamento haber venido sin antes llamarla, es que... me despisté.- rascó su nuca y ella se sentó a su lado a una distancia prudente.

-No hay problema. Después de todo no es como si... estuviera ocupada.- dijo lo último un poco decaída, pero enseguida se repuso despejando su mente de los pensamientos negativos.- bueno, ya dígame a que se debe su visita.

-Cla-claro.- Adrien abrió su bolso y sacó unos sobres blancos con algunos detalles dorados.- esto llegó a mi dirección por la tarde y no pude aguantarme venir a entregárselo.- se los extendió y ella los tomó viéndolos con extrañeza.

-¿Qué es esto?.- cuestionó más para si misma y se fijó que uno de los sobres tenía su nombre escrito en letra cursiva. Lo abrió con cuidado y sacó su contenido leyendo detenidamente.- esto es... no puede ser.- llevó una mano a su boca poniéndose de pie.- es una invitación a un baile.- caminó de un lado a otro sin dejar de leer.- ¡y no a cualquier baile!.- alzó la voz un poco con un tono más emocionado.- ¡es un baile de los ingleses!, ¡Adrien!, ¡esto quiere decir que posiblemente estén interesados en hacer una inversión con nosotros!.- lo miró con un enorme brillo en sus ojos que casi lo derritió.

-Lo sé y todo fue gracias a usted.- respondió con una sonrisa.- si no hubiera presionado a los italianos, ellos no hubieran corrido la voz a los ingleses.

Al oír aquellas palabras, Marinette no pudo evitar emocionarse aún más. Sus ojos se cristalizaron un poco.

-Usted fue quien hizo toda la propuesta... esto es gracias a usted, Adrien.- el rubio miró el suelo un poco apenado.- y se ve reflejado en el simple hecho de que la otra invitación tiene su nombre.- le sonrió mostrándole la otra invitación.- Kim estuvo mucho tiempo intentando hacer negocios con los ingleses.- suspiró tomando asiento nuevamente.- bueno ahora solo nos toca ir y con algo de suerte ellos se voltearan a vernos.

-Imposible que no volteen a verla.- murmuró sin dejar de mirarla.

-¿Cómo?.- él aclaró su garganta rápidamente.

-Que estoy seguro que todo saldrá bien.-  se corrigió.

<<Cuida lo que dices o terminarás sin empleo por andar fantaseando>>

Ambos comenzaron a conversar y ver a la joven expresarse tan relajada no hizo más que él se sintiese cómodo con ella. De conversar sobre el trabajo, pasaron a hablar sobre anécdotas de su infancia.

Se sentían bien... realmente tenían muchas cosas en común. Más de las que cualquiera quisiera que tuviesen.

Las risas se hicieron presente y llenaron aquella casa que estaba casi en soledad antes de la llegada del rubio. Adrien le sacó carcajadas contándole muchas de sus caídas, sobretodo en su adolescencia... y en ese instante guardó en su corazón la imagen de ella, le parecía preciosa y no tenía palabras para describirla.

Hace mucho que Marinette no reía de esa forma, tanto que ni recordaba la sensación de dolor en su estómago.

-El señor Nathaniel de seguro estará muy contento con lo de los ingleses.- agregó en un momento de silencio y ella sonrió forzadamente, cosa que no pasó desapercibido para él.- ¿ocurre algo?

-N-no... son cosas mías.- se excusó la joven haciendo un ademán con la mano, pero Adrien por instinto la tomó en el aire haciendo que ella se volteara a verlo sorprendida.

-No debo meterme... se que solo soy su asistente, pero... no pude evitar ver las copas en la cocina sin usar.- ella miró en esa dirección y posó su mano libre en si frente.

-Dios... que vergüenza con usted, Adrien.- lamentó apenada y le hizo una mueca.

-Usted no merece un desplante así... .- musitó.

<<Ni uno así, ni ninguno...>>

-Es que... ¿le importaría si le contara?.- bajaron sus manos apoyandolas sobre la superficie del sofá y él la miró a los ojos negando levemente para que prosiguiera.- ¿alguna vez... ha sentido que solo usted está remando un bote que es de a dos?

Marinette sintió como si un peso se quitara de sus hombros en cada palabra que soltaba, en cada inseguridad planteaba con quien ya consideraba un... amigo, más que un asistente.

-No se si yo soy el problema... no se que he hecho mal y... .- su voz tembló y el ojiverde acarició el dorso de su mano con cariño.- comencé a trabajar con él y lo apoyé cuando su padre le dejó la presidencia de la empresa. Cuando se quedaba hasta tarde trabajando yo hacía lo mismo para no dejarlo solo... he intentado que salgamos los fines de semana, pero... o se le olvida a lo pospone y ya no se que pensar.- una lagrima cayó por su mejilla y la limpió al instante.

<<No es más que un idiota por no valorarla...>>

-Señorita Marinette... realmente yo no me considero alguien experto en relaciones.- sonrió con pesar por lo que estaba por decir.- pero quizás... debería decirle todo lo que siente y todo lo que me ha dicho... pues a él.- respiró hondo.- yo estoy de acuerdo con lo que me dijo que le aconsejaron sus amigos, pero no le va a servir que yo le diga lo mismo... por eso, quizás deba intentar plantearle todo al señor ketch... Kuterzberg. Mientras más se guardan las cosas... más grande y profunda se hace la herida.

<<Eres un hipócrita... le dices eso y te haces una herida solo por algo que jamás sucederá.>>

Ella analizó sus palabras unos segundos y tragó grueso al darse cuenta que todo ese rato jamás soltó su mano. La quitó con nervios y sonrió con una torpeza que no tenía desde que era adolescente.

-Tiene razón... debería hablarlo con él personalmente y discutirlo como pareja.- se creó un silencio incómodo entre los dos, algo poco usual.

-Creo que ya debo irme.- habló Adrien poniéndose de pie.- usted debe descansar.

Sin tenerlo claro... que él se vaya la entristeció enormemente.

-Claro...

Se levantaron y fueron hacia la salida quedando frente a frente. Adrien posó una de sus manos en su nuca.

-Bueno... nos vemos el lunes.- habló por lo bajo y ella asintió. En ese momento apareció Tikki al sentir la puerta abrirse y el rubio se agachó para acariciarla.- nos vemos pequeña traidora.- musitó lo último con una sonrisa, la cual no pasó por alto la azabache.

Cuando el volvió a ponerse de pie, Marinette tomó aire al mismo tiempo que se acercaba poniéndose en la punta de sus pies, para alcanzar la mejilla de su asistente, depositando un beso profundo en esta.

-Gracias... por escucharme.- agregó al separarse tomando un poco de distancia.

Adrien se paralizó un segundo y llevó por instinto sus dedos a la zona que tocaron esos delicados labios. Se sonrojó sin darse cuenta e intentó guardarse una reacción que podría dejarlo en evidencia con su extraño enamoramiento hacia su jefa, pero ella no lo ayudaba mucho siendo tan dulce.

No dijeron nada más y él salió del lugar. No fue hasta que llegó a la calle y no aguantó soltar un grito enérgico alzando su puño al cielo, volteandose para ver la casa de ella a la distancia con ilusión en sus ojos y una nueva historia para contarle a sus mejores amigos al llegar al departamento.

Por otro lado Marinette estaba apoyada en la puerta de la entrada de su casa, con una sensación extraña en su pecho, incluso un poco sofocante. Una sensación que se obligó a desvanecer.

-¿Qué estás haciendo, Marinette?.- se reprochó a si misma negando con la cabeza.- ¿acaso te volviste loca?, acabas de... quizás que piensa Adrien de ti ahora mismo. Eres una tonta arrebatada.

El maullido de Tikki hizo que reaccionara y se agachó a su altura para acariciarla.

-Te agradó Adrien, ¿cierto?.- le preguntó a la felina y esta solo se seguía acariciando contra su mano.- él es... muy agradable.- repitió soltando un gran suspiro, tratando de ignorar la imagen del rubio que aparecía en su cabeza.

Se dirigió hacia la sala nuevamente para apagar las luces y disponerse a irse a dormir, pero el sonido de su celular llamó su atención. Lo tomó entre sus manos y leyó un mensaje de un número desconocido.

-"Tú novio te es infiel."

Frunció el ceño y llamó al número, pero este lanzó al buzón. Le envió una respuesta, pero no volvió a responder, dejándola ahora con un vacío en el pecho que había llenado antes el rubio.

"Sabes que estás con la persona correcta cuando eres tu mismo y no cambias nada de ti."

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