Capítulo 1
Si hay algo que caracteriza a cada persona es que a pesar de que compartamos similitudes, todos somos un mundo nuevo y distinto de otro.
Mientras que algunos son más privilegiados, otros deben esforzarse el doble para subsistir en la sociedad que vivimos.
Adrien, un joven de veinticinco años, era el claro ejemplo de eso.
-¿Cuándo podré volver a la escuela?.- preguntó el niño rubio de ojos azules asomado por el borde del sillón.
Adrien se encontraba en la cocina, dejó su acción por unos segundos tras oír esa interrogante y luego sirvió en dos platos lo que estaba preparando, dejándolos sobre la mesa.
-Ven a comer.- habló abriendo una silla y el pequeño se bajó del sofá yendo hacia su encuentro.
-¿Por qué no me quieres decir?.- insistió el niño haciendo un puchero, y el de ojos verdes se sentó frente a él.
-Lo siento Félix. Aun no lo sé... pero te prometo que será pronto, ¿Está bien?
-¿Es por qué no tienes trabajo?.- preguntó por lo bajo y el mayor hizo una mueca.
-No te preocupes... ya veré como solucionar eso, por ahora procura leer los libros que ya tienes y yo te ayudaré si no sabes algo.- respondió alzando su mano para así acariciar suavemente el cabello del rubio más pequeño.
-¿La señora de lentes vendrá otra vez por mi?.- preguntó viéndolo con miedo en sus ojos.- dijo que tenías que conseguir un trabajo o me llevaría.
-Ella no te llevará a ningún lado, ¿bueno?.- le sonrió gratamente y el menor comenzó a degustar la comida.-luego de comer te irás a acostar.
-Está bien.- respondió el pequeño tomando ahora el vaso de jugo.
¤¤¤
Al día siguiente, Adrien se levantó temprano y despertó al pequeño rubio suavemente.
-Félix, es hora de despertar.- susurró peinando su cabello con sus dedos y este se desperezó un poco arrugando el entrecejo.
-Pero es temprano.- respondió abrazándose más a la almohada y el ojiverde sonrió.
-Entonces iré yo solo a comer el desayuno.- agregó y el menor abrió sus ojos de golpe.
-¡Comida!.- exclamó a lo que su contrario soltó una sonora carcajada.
-Levántate.- agregó nuevamente y este asintió.
Luego de un pequeño desayuno, el infante fue al sofá donde tuvo la intención de encender el televisor, pero este no respondía.
-La tele no enciende.- habló por lo alto, captando así la atención de Adrien, el cual miró desde la cocina extrañado para luego abrir el refrigerador y darse cuenta que este estaba apagado también.
-Demonios... nos cortaron la luz.- suspiró cansado por unos segundos, pero rápidamente su expresión por una mas alegre.- ¡Félix!.- llamó y en menos de tres segundos el pequeño rubio estaba a su lado viéndolo atento.
-¿Si?.- preguntó tiernamente.
-Hablé con la vecina por la mañana y ella te cuidará por unas horas mientras yo voy al centro a hacer unos trámites.
-¿Vas a buscar trabajo?.-preguntó jugando con sus manos un poco.
-Exacto.- lo tomó en brazos viéndolo detenidamente.- yo iré a buscar trabajo, pero tu tienes que portarte bien mientras no estoy, ¿bueno?
-Está bien... .- musitó el pequeño con unas finas lágrimas en sus ojos.- pero no te vayas por mucho tiempo como mamá.
Las últimas palabras, llenaron de tristeza al joven Agreste y negó con la cabeza repetidas veces.
-Claro que no. Sabes que yo siempre estoy contigo.- respondió al instante.- sólo serán unas cuantas horas, lo prometo.- le extendió su meñique y este lo estrechó fuertemente sonriendo.
-Está bien.- lo bajó de sus brazos y el niño corrió rápidamente hacia la habitación.
-¡Alista tus cosas!.- gritó antes de que desapareciera de su vista.
-¡Si!.- oyó su respuesta desde la cocina y rió.
Luego de dejar al pequeño Félix en cuidado de la vecina, Adrien se dirigió al centro con una carpeta llena de curriculums, vestido con un traje sencillo, ligeramente peinado y un bolso cruzado color azul oscuro.
-Por favor señora, le aseguro que necesita a alguien como yo. No la defraudaré, puedo hacer lo que usted me pida... ¡pu-uedo barrer incluso!.- tomó la escoba que había a un lado comenzó así la acción, pero la mujer lo detuvo.
-No necesito un hombre, necesito una mujer.- respondió severamente.
-Le prometo que no tendrá quejas de mi.- juntó sus manos agachando levemente la cabeza, pero eso no le serviría de nada. La mujer ya lo había empujado fuera de la tienda cerrandole la puerta en la cara, haciendo que su carpeta de cayera al suelo.
-¡Ya dije que no!.- exclamó desde dentro.- ¡y no vuelva!
Adrien soltó un pesado suspiro y apretó sus puños a ambos lados conteniendo sus emociones, pero aun así habló luego de tomar sus papeles del suelo comenzando a sacudirlos con cuidado.
-¡Pues bueno!, ¡no es el mejor local que hay!, ¡señora machista!.- se dio media vuelta, pero el sonido de la puerta lo hizo girar.
-¡¿Que dijiste?!.- vio a un corpulento hombre de cabello negro y ojos cafés llenos de furia.
-¡¿Qui-quien y-yo?!.- preguntó nervioso apuntándose a sí mismo.- no se d-de que me habla... .- sonrió de la misma forma rascando su nuca.- me está confundiendo con un joven que se acaba de ir... ¡como yo!.- se echó a correr como si no tuviese un mañana y el hombre lo persiguió detrás.
Cuando logró perderlo, se sentó un momento en una banca para recuperar el aliento y miró hacia el cielo contemplandolo por unos instantes.
-Por favor, solo un empleo digno... nada mas pido.- habló casi en un susurro para después mirar el suelo.
Se levantó algo desganado, pero rápidamente cambió su expresión por una sonrisa, intentando así ver lo positivo de toda su situación.
Luego de recorrer gran parte del centro buscando algún trabajo (y siendo rechazado), decidió ir al bar de su mejor amigo, si había alguien que pudiera oírlo sin juzgar, ese sería sin duda Nino Lahiffe
Abrió la puerta del oscuro lugar, iluminado con luz cálida y adornado con mesas de madera, se acercó a la barra donde se encontraba el moreno limpiando unas copas con un paño.
-Hey viejo.- saludó dejando un momento su acción para juntar sus manos mientras el rubio tomaba asiento frente a él.- ¿que te trae por aquí?.- preguntó a la vez que Adrien se desplomaba sobre la mesa suspirando pesadamente.
-El desempleo.- respondió haciendo un puchero y luego se irguió.
-¿Aún nada?.- cuestionó preocupado volviendo a su anterior acción.
-Nadie quiere darme una oportunidad... o necesitan una señorita o simplemente me cierran la puerta en la cara.
-Pero si estas buscando un empleo donde la gente cree que le irá mejor a una chica, es normal que no te acepten.- respondió haciendo una mueca.- ¿por qué no buscas algo relacionado con tu título?, por algo estudiaste.
-Eso ya lo sé, pero necesito un trabajo de medio tiempo por ahora. Necesito cuidar a Félix, estar ahí presente... no quiero que esté solo.- se explicó con las manos.
-No sirve de nada que quieras cuidarlo si no tienen un techo donde vivir. Me dijiste además que la asistente social ha ido a visitarte constantemente.
-Se lo quieren llevar y si no encuentro algo pronto, me alejarán de él.- cubrió su rostro con ambas manos en un acto de frustración.- además, hoy me cortaron la luz y antes de salir me di cuenta que también el agua... Con las deudas que tenemos no tardarán en querer embargar la casa y la comida ya se está acabando.- cerró los ojos un momento y Nino lo observó entristecido, pero rápidamente de agachó sacando su billetera de debajo de la mesa.
-Ten.- sacó un poco de dinero tomando la mano de su amigo y depositando así los billetes.- no es mucho, pero son algunos ahorros que te servirán más a ti.- Adrien parpadeó un par de veces para luego negar con la cabeza e intentar devolvérselo.
-No, no puedo aceptarlo Nino. Es tu dinero y...
-Y tu eres mi amigo.-lo interrumpió.- me has ayudado en otras ocasiones y ahora es mi turno.- le sonrió haciendo que cerrara su puño.- además, ese enano es mas importante, ¿no?
Se quedaron unos minutos en silencio. Adrien analizó su situación rápidamente y después de un dilema interno al final aceptó.
-Te prometo que te lo devolveré lo antes posible.
-No hay porque, hermano.- le extendió su puño y el rubio ya tenía sus ojos levemente cristalizados, lo abrazó por sobre la barra fuertemente, haciendo que casi soltará la copa en sus manos.- Adrien, esta copa vale más de lo que te presté.- habló sobre su hombro y soltaron una carcajada.
-Lo siento, lo siento.-se disculpó a la vez que se separaban.
-Bueno, si quieres puedo hablar con el dueño y explicarle tu situación, para que te de trabajo de medio tiempo aquí en el bar...
-¿Harías eso?.- preguntó con un enorme brillo en sus ojos.
-¿Lo dudas?.- cuestionó alzando una ceja.
-¡Si pudiera te besaría!.- exclamó poniéndose de pie.
-Ya calmate, idiota.- alzó sus manos soltando una carcajada y Adrien miró su reloj de mano abriendo más sus ojos.
-Ya es muy tarde.- musitó.- debo volver con Félix.
-Saludalo de mi parte.- agregó el moreno y este ya se dirigía a la salida.
-¡Claro!, ¡gracias otra vez!.- exclamó emocionado caminando de espaldas.- ¡de verdad te debo una!... Más bien te debo dos, pero...
-¡Adrien!.- lo interrumpió.- ya vete.
-¡S-si!.- respondió soltando una risa, sin duda su amigo lo había alegrado bastante.- ¡nos vemos!
-¡Adrien!, ¡cuidado con... ! .- se cubrió sus ojos.- con la puerta.- completó más bajo aguantando una risa a la vez que negaba con la cabeza.
-¡Es-estoy bien!.- sonrió abriendo ahora y hablándole a la puerta.- no es la primera vez que me haces lo mismo.- frunció el ceño y luego salió.- ¡Adios, Nino!
-¡Ya largate!.- exclamó el moreno antes de que se perdiera de su campo de visión.
Adrien salió rápidamente del local emprendiendo camino a su hogar, pero una disputa en un callejón llamó su atención, habían tres sujetos discutiendo y eso llevó a que la situación se intensificará a los golpes.
Dos de los sujetos golpeaban a uno y como era de esperarse, Adrien no se quedaría de brazos cruzados ante tal acto injusto.
-¡Hey!, ¡dejenlo!.- exclamó llamando la atención de los presentes.
-¡Tu no te metas niñato!.- respondió uno mientras el otro sujetaba al hombre golpeado desde el cuello.
Adrien dejó rápidamente su carpeta en el suelo junto a su bolso y el corpulento hombre sacó un cuchillo acercándose amenazante.
-Mejor vete si no quieres problemas.- lo apuntó sonriendo con malicia y en vez de retroceder, fijó su vista en la víctima, sintiendo muy dentro suyo la impotencia y rabia.
Al ver que el rubio no retrocedía lo atacó, pero este rápidamente se defendió esquivandolo, pateando así su muñeca haciendo que soltara la navaja.
-Hijo de puta.- escupió tomando su mano por el dolor y le lanzó un golpe, cosa que el rubio también esquivó, pero lo que no estaba previsto era que el otro atacante se había dado la vuelta y empujandolo por la espalda, dándole un fuerte golpe en esta.
-A ver si ahora aprendes a no entrometerte donde no te llaman, héroe.- lo empujó nuevamente ahora haciéndolo caer.
Adrien se volteó en el suelo justo cuando el maleante le propinó un golpe en la mandíbula, pero antes que volviera a hacerlo el sonido de unas patrullas los alarmó.
-¡Vamonos!, ¡corre!.- le dijo uno al otro.
-¡Pero la paga!.- exclamó el otro.
-¡Luego la recuperamos!.- respondió ya dirigiéndose a la salida del callejón.
El ojiverde un poco aturdido, parpadeó un par de veces intentando enfocar al sujeto, pero este traía una capucha y le arrojó una pequeña bolsa al rostro.
-Toma, un regalo para ti. Imbécil.- fue lo ultimo que dijo antes de irse por completo y Adrien confundido tomó el objeto analizandolo, pero no se dio cuenta que en menos de un minuto tenía cuatro armas apuntandole.
-¡Alto ahí!. Quédese quieto y ponga las manos a la vista sobre su cabeza.- la voz imponente de un policía llegó a sus oídos y rápidamente acudió a su orden confundido.
El policía tomó bruscamente la bolsa que tenía en la mano, examinándola.
-Estas arrestado, llevenselo.- dictó al instante y lo tomaron esposandolo.
-¡Es-espere, yo no hice nada. Eso no es mío!.- exclamó poniéndo resistencia.
-Si, claro. Todos dicen eso.- respondió el superior pasando de él, examinando el lugar.- tienes derecho a guardar silencio, todo lo que diga...
-¡Yo no hice nada!, ¡sueltenme!, ¡pregúntenle al chico de ahí...! .- se volteó a ver y no había nadie, el sujeto que habían golpeado no estaba.
Lo metieron a la patrulla rápidamente, para llevarlo a la estación.
¤¤¤
Pasaron tres días en los cuales el joven de cabellera dorada estuvo cautivo en prisión.
Sentado en la fría superficie de concreto, miraba sus manos detenidamente con la cabeza gacha, pensando en que no llegaría nunca el día que pudiera irse y volver con ese pequeño niño que lo necesitaba más que nunca ahora. Estaba preocupado hasta no poder mas y no tenía como contactarse con nadie para preguntar por él.
-Hey, princeso.- habló uno de los guardias, golpeando la reja con su bastón.- tienes audiencia ahora.- rápidamente alzó la cabeza poniéndose de pie y lo esposaron enseguida para guiarlo a la sala correspondiente.
Cuando ya estaban todos en su sitio, habían hecho todos los papeleos y le habían otorgado un abogado público que pudiera defenderlo, de algo que no había hecho. Nombraron el número del caso, leyendo todo su expediente y la juez hizo acto de presencia.
Todos se pusieron de pie y volvieron a tomar asiento luego de que ella lo hiciera.
-Bien.- habló la mujer acomodando sus gafas.- ¿sabe por qué está aquí señor... .- miró la hoja.- Agreste?
-Si, señora.... di-digo señorita... jueza... e-eh.- los nervios acudieron a él y se golpeó mentalmente por su estado.-pero yo no hice nada de lo que se me acusa... y-yo...
-Cabe recalcar que usted se encontraba con posesión de sustancias ilícitas. Ese es el motivo de su arresto.
-Pero yo no hice nada, escuche... yo no uso drogas, ni nada por el estilo.- se alteró un poco sintiendo la impotencia en su pecho.- soy una persona honrada, que busca empleo como cualquier otra de una forma digna. Jamás he hecho algo fuera de la ley antes, yo lo único que quiero es volver a casa con mi hermano pequeño.
-Sus huellas están en la evidencia y también una cantidad de dinero en sus pertenencias... bastante comprometedora.- habló nuevamente.
-Ese dinero me lo prestó un amigo, lo necesitaba para pagar mi casa... Se lo juro por lo que más quiera.- juntó sus manos frente a él .- yo no tengo nada que ver.
Luego de un largo juicio donde volvieron a leerse los testimonios dados y revisando las pruebas recolectadas. La juez terminó de dar su veredicto.
-Por todas las evidencias en su contra y a favor. Se ha determinado que usted quedará en libertad condicional, pero que por ningún motivo puede salir del país. Deberá pagar una multa de aproximadamente 75.000 € en un tiempo estimado de un año y que a pesar de ser juzgado como inocente, sus huellas están implicadas en las pruebas, por lo tanto, los cargos no pueden ser eliminados del todo de su expediente.
-¡Adrien!.- la voz de un niño hizo a todos girar y casi por instinto el rubio hizo lo mismo divisando en la entrada al menor de ojos azules.
El niño corrió rápidamente ignorando a los guardias y cruzando la pequeña puerta de madera que los separaba. Adrien lo envolvió en sus brazos aún con las esposas en sus muñecas.
-Te extrañé mucho.- musitó apretandolo fuertemente.
-Adrien, no volviste.- respondió el infante separándose un poco de él.- la señora de lentes volvió y me llevó a una casa fea con más niños. Dijiste que no te irías como mamá.
-Lo siento mucho.- respondió formando una fina línea en sus labios.- pero te prometo que te sacaré de ahí lo antes posible.
-Pero quiero ir contigo... En nuestra casa.- hizo un puchero y sus ojos comenzaron a cristalizarse.
-Sólo será temporal, ¿si?.- le sonrió para darle más ánimo, cosa que ni el mismo tenía en esos momentos.
La jueza los miró a la distancia, sintiendo muy dentro de ella tristeza por aquella escena.
-Félix, ya tenemos que irnos.- la mujer de lentes apareció a un lado del niño y lo tomó del brazo alejandolo del rubio mayor.
Miró a Adrien detenidamente sin decir una palabra más.
-Por favor cuidelo.- pidió casi suplicante cuando hizo contacto con la mujer y ella solo asintió.
-¡Adrien!, ¡no quiero irme!.- exclamó el niño siendo jalado por la mayor.
-Tranquilo... No será por mucho.- habló por lo bajo sonriendo a penas, hasta que la gran puerta se cerró.
Subió su mano a su rostro para cubrirlo por las inminentes lágrimas que se habían asomado por sus ojos.
"Todos tenemos un motivo por el cual luchar y jamas rendirnos."
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