
Capítulo 5 - El regreso a casa
Tifa, Eduardo, su tío Michel y, sobre todo, Cloud se preparaban para dirigirse a la antigua casa de Tifa. Aunque esa ya no era su residencia actual, pues se había mudado al cumplir los dieciocho, aquel lugar aún guardaba recuerdos de su infancia... y la clave para encontrar a su padre.En el pasillo de la base, el grupo se reunió antes de partir.
—Oye, Tifa —dijo Cloud con una sonrisa confiada—. Pensaba que, cuando terminemos la misión, podríamos ir a algún lugar... los dos solos.
Tifa lo miró con frialdad.
—Cloud, la razón por la que terminé contigo es porque eres un arrogante. Siempre piensas en ti y nunca en los demás —le respondió tajante antes de apartarse de su lado.
A unos metros de distancia, Eduardo observó la escena con desdén.—Vaya patán —murmuró cruzándose de brazos.—Ni te lo imaginas... Y más considerando que fui su novia por casi tres años —dijo Tifa suspirando.—¿Tres años con ese tipo? Debió de ser difícil soportarlo tanto tiempo.—Al principio no era así, pero cuando ascendió en rango como héroe, todo cambió —explicó ella con un dejo de nostalgia y decepción.—El ego lo corrompió... —comentó Eduardo, sacudiendo la cabeza.—Ni te lo imaginas —repitió Tifa con amargura.El grupo terminó de preparar su equipo. Eduardo tomó lo necesario y se volvió hacia los demás.—Bien, ya tenemos todo. Es hora de actuar. Vamos a hacerle una visita a tu padre.Salieron de su escondite y avanzaron con cautela por la ciudad, procurando no ser detectados. Pero pronto se encontraron con una escena inquietante: soldados del grupo enemigo patrullaban las calles, aterrorizando a la gente y lastimando a los inocentes que se cruzaban en su camino.Eduardo apretó los puños.—Odio ver esto... Me gustaría hacer algo, pero no sé cómo sin poner en riesgo la misión...Michel, el tío de Tifa, dio un paso adelante con determinación.—Ustedes sigan adelante. Yo me encargaré de ellos.Eduardo lo miró sorprendido.—Señor Michel, ¿qué planea hacer?—Les daré el tiempo que necesitan para pasar desapercibidos —respondió Michel con seriedad—. Eduardo, Cloud... cuiden a Tifa.—¡Puedo protegerme sola! No necesito que Cloud me cuide —protestó Tifa, molesta por la orden.—No estamos para discutir, Tifa —replicó Michel antes de salir de su escondite, atrayendo la atención de los soldados enemigos.
—Es nuestra oportunidad —susurró Eduardo a Tifa, indicándole que siguiera avanzando.—P-pero... —Tifa dudó, viendo cómo su tío se sacrificaba por ellos.Eduardo la miró con firmeza.
—Te prometo que lo encontraremos. Palabra de hombre.
Tifa no dijo nada más. Confiaba en Eduardo, así que siguió adelante.
Mientras tanto, los soldados capturaron a Michel.
Lejos del peligro inmediato, el grupo continuó su camino sin mayores problemas, sin saber que alguien entre ellos planeaba traicionarlos.
Unos pasos detrás de Eduardo y Tifa, Cloud esbozó una sonrisa de satisfacción.
—Ya me gané su confianza... Ahora podré guiarlos directamente hasta él... —murmuró para sí mismo, asegurándose de que nadie lo escuchara.Luego, retomó su papel y alcanzó a sus compañeros.—¿Dónde estabas, Cloud? —preguntó Eduardo con cierta desconfianza.—Me estaba reportando con la base, por si necesitamos refuerzos —respondió el rubio con naturalidad.Eduardo lo observó por un momento, pero decidió no insistir.—Bien. Sigamos adelante. No podemos dejar que el sacrificio de Michel sea en vano.El resto del trayecto fue tranquilo, aunque Eduardo y Tifa ignoraban que viajaban con un traidor.Al llegar a otra alcantarilla, Eduardo subió primero para asegurarse de que no hubiera peligro.—Todo despejado —susurró, dándole la señal a los demás para que salieran.Tifa emergió de la alcantarilla y sacudió la cabeza con una mueca de disgusto.
—Necesitaré un baño largo después de esto...
—Totalmente de acuerdo —coincidió Eduardo.
—A mí no me molesta —comentó Cloud con arrogancia—. En una misión, me mantuve sucio a
propósito para evitar ser rastreado.
Ignorando su comentario, el grupo finalmente llegó a la casa del padre de Tifa.Eduardo tomó aire antes de tocar el timbre.
—Esperemos que esté bien... —dijo, mirando de reojo a Tifa.
Ella, sin muchas expectativas, respondió con voz neutra:
—Sí... esperemos.
El sonido del timbre resonó en el interior de la casa. Hubo un breve silencio, hasta que la puerta se abrió lentamente...
Y ahí estaba él.
—Papá... —susurró Tifa, sin saber qué esperar de aquel reencuentro.
La puerta se abrió por completo, revelando a un hombre de mediana edad con el rostro marcado por el cansancio y la preocupación. A pesar del paso de los años, su mirada seguía reflejando la misma calidez de siempre.
—Tifa... —su voz tembló, como si no pudiera creer lo que veía.
—Papá... —murmuró ella, sintiendo cómo su corazón se encogía en su pecho.
Antes de que pudiera reaccionar, su padre la envolvió en un abrazo fuerte y protector. Tifa tardó un momento en corresponderle, pero cuando lo hizo, sintió un alivio que no sabía que necesitaba.
—Gracias a los cielos estás bien —susurró su padre, aferrándose a ella como si temiera que
desapareciera.
Eduardo observó la escena con una leve sonrisa. No quiso interrumpir aquel momento, pero sabían que no podían quedarse allí por mucho tiempo.
—Señor Lockhart —dijo con respeto—, tenemos que hablar. No estamos seguros aquí.
El hombre se separó de su hija con cierta dificultad y asintió.
—Sí... sí, pasen.
El grupo entró y cerró la puerta con cuidado. La casa estaba en relativo orden, pero había señales de que alguien había estado revisándola. Papeles desordenados, muebles movidos... No era un buen augurio.
—¿Han venido por mí? —preguntó el padre de Tifa con seriedad.
—No solo por usted, sino para protegerlo —respondió Eduardo—. Hay personas que lo buscan, y no con buenas intenciones.
—Lo sabemos, papá —intervino Tifa—. No podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Debemos sacarte de la ciudad.
El hombre suspiró y se llevó una mano a la cabeza.
—Lo imaginé... Hace días que me siento vigilado. Intenté mantenerme fuera del radar, pero parece que no funcionó.
—No funcionó —dijo Cloud, cruzado de brazos—. Nos están siguiendo. Y es cuestión de tiempo para que lleguen aquí.
Tifa lo miró con el ceño fruncido. Algo en su tono la incomodó, pero no tenía tiempo para cuestionarlo.
Eduardo se giró hacia el padre de Tifa.
—¿Tiene alguna ruta de escape o un lugar seguro al que podamos llevarlo?
El hombre asintió.
—Hay un viejo túnel subterráneo bajo la casa. Lo usábamos como refugio en caso de emergencia.
—Perfecto. Entonces nos vamos de inmediato.
Pero antes de que pudieran moverse, un ruido seco se escuchó en la puerta principal.
Golpes. Fuertes. Impacientes.
Todos se quedaron en silencio.
—Sabemos que están ahí —dijo una voz al otro lado—. No hagan esto más difícil. Entréguennos a Lockhart y no habrá necesidad de violencia.
Tifa sintió que el miedo la envolvía, pero la mano de Eduardo en su hombro la tranquilizó.
—No vamos a entregarlo —susurró él con determinación.
Cloud sacó su espada y miró a Eduardo.
—Entonces tendremos que pelear.
El padre de Tifa señaló una trampilla en el suelo.
—El túnel está ahí. Si logramos entrar, podremos escapar sin luchar.
—Tifa, tú y tu padre vayan primero —dijo Eduardo, preparándose para el combate—. Nosotros los cubriremos.
—¡No! No voy a dejarte aquí —protestó ella.
—No hay tiempo para discutir. ¡Váyanse! —exclamó él.
Antes de que pudieran reaccionar, la puerta explotó en pedazos y varios soldados enemigos irrumpieron en la casa.
La batalla había comenzado.
CONTINUARÁ
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