CAPÍTULO 1
Era un lindo día en Tokio, a pesar del bullicio de esta, la gente se daba un poco de tiempo para disfrutar del tranquilo ambiente que se estaba dando. Unos iban al parque central para un día de campo en compañía de su familia y amigos, pocos solamente en compañía de sus parejas y unos cuantos preferían estar solos; eso sí, todos con el mismo propósito de relajarse y hacer a un lado el estrés de sus muy ajetreadas rutinas diarias.
Todo en ese parque era alegría, niños jugando bajo la atenta mirada de sus padres, chicos poniéndose al día después de tanto tiempo de no verse, parejas demostrándose pequeñas muestras de afecto, en fin.
Pero en medio de esa linda atmosfera había un joven que no se percataba nada de su alrededor, estaba sentado en una solitaria banca, parecía muy sumiso en sus pensamientos, daba la impresión que peleaba consigo mismo, ya que había momentos que hacia algunos gestos de enojo, frustración y arrepentimiento.
Al mirar más de cerca se podría apreciar por su apariencia física que tendría aproximadamente unos 27 o 29 años, tenía una larga cabellera plateada, poseía unos cincelados rasgos faciales (un agradable deleita para la vista de una mujer que lo mirara más de cerca) y por si fuera poco este era dueño de unos hermosos ojos dorados, los cuales sin saber la razón se encontraban opacados.
- ¿Sera buena idea ir? Tal vez ni siquiera me reciba - Pensaba por enésima vez dicho joven - Pero si no lo intento no estaré en paz con esta incertidumbre que cargo en el pecho y tal vez con un poco de suerte pueda arreglar las cosas con ella - Con eso en mente se levantó decidido para emprender camino hacia su nuevo destino, la residencia de la chica - Espero que no sea demasiado tarde - Fue su último pensamiento antes de perderse en la salida del parque.
**************************
El peliplateado detuvo su andar enfrente de unas largas escalinatas, las cuales se dirigían hacia la entrada de lo que parecía ser un templo, este era el lugar en donde vivía la persona a la que venía a visitar con urgencia.
Por un momento la duda lo embargo por completo, algo muy raro en él, ya que no es del tipo de persona indecisa, al contrario, él siempre estaba seguro de sus acciones, pero el asunto que lo trajo hasta aquí provocaba ese cambio en él.
Sacudió su cabeza a modo de ahuyentar esa sensación, así que sin más y tras haber soltar un suspiro comenzó su andar por las escaleras.
Le tomo aproximadamente unos siete minutos subir por ellas, al llegar a la cima se tomó un pequeño descanso, ya que hacer esa actividad era algo agotador de realizar.
- Había olvidado lo cansado que era subir, por eso ella tenía una buena condición -
Siguió su camino con paso lento, observando el lugar iba recordando cada rincón de este; al llegar al fondo por fin observa una casa, la cual estaba algo apartada de las tantas capillas que había.
- No ha cambiado en nada, sigue igual - Al ya estar enfrente de la puerta y dispuesto a tocarla la duda volvió a embargarlo, haciendo que su mano quedara suspendida en el aire - Pero que rayos, ya llegue demasiado lejos para retractarme -
El ojidorado tocó la madera de la puerta con algo de fuerza para que lo escucharan, escuchó una fémina voz decir que aguardara un momento, para unos cuantos minutos después abrieran la puerta.
La persona que lo atendía lo miraba con sorpresa e incredulidad dibujadas en su rostro; hubo un corto e incómodo silencio que empezaba a abrumar al chico.
Estaba a punto de hablar, cuando la persona en la puerta comenzaba a salir poco a poco del asombro para poder ser ella quien tomara la palabra.
- Inu...yasha ¿Realmente eres tú? -
- Hola señora Higurashi, cuanto tiempo sin verla - Respondió el aludido con un saludo en compañía de una pequeña sonrisa nerviosa en su rostro.
- ¿Qué es lo que te trae por aquí? -
Inuyasha se puso un poco desilusionado, tenía la esperanza de que fuera la joven quien lo recibiera, no su madre; así que trato de ocultar su estado de ánimo para responder a la mujer frente a él.
- Busco a su hija para poder hablar con ella -
- Para hablar con ella - El ojidorado pudo notar la indiferencia en su voz tras decir esa frase - ¿No crees que es algo tarde para hacerlo Inuyasha? -
El joven se tensó ante ese comentario, pero trato de no darle importancia.
-Sé que no tengo cara para venir hacerlo, pero realmente necesito hablar con ella, así que le pido por favor la llame -
- Ella no se encuentra aquí -
- Por favor señora, realmente necesito hablar con ella, no me mienta -
- No lo hago Inuyasha, ella realmente no está aquí -
Ante la seriedad de esas palabras, Inuyasha supo que la mujer decía la verdad.
- Bueno, entonces ¿En qué tiempo regresa? Para así venir a esa hora -
- Ella no va a regresar -
- ¿Perdón? -
-Que ella ya no vive aquí, por eso no va a regresar -
Esa noticia dejo asombrado al ojidorado, realmente no espesaba escuchar eso.
- ¿Por...por qué? - Preguntó aun un poco incrédulo.
- No quisiera sonar grosera contigo, pero tu mejor que nadie conoce el motivo -
Inuyasha agachó la cabeza ante lo mencionado, sabía que la mayor tenía toda la razón, él más que nadie era el principal responsable.
Después de unos pocos minutos autocastigándose (Y bajo la atenta mirada de la mujer) levantó la cabeza para continuar con la pequeña conversación.
- ¿Sabe en donde la puedo localizar? -
- ¿Crees que te lo voy a decir? Kagome está mucho mejor ahora, no hay necesidad de que hables con ella -
- Por favor señora, necesito verla -
- Lo siento pero no puedo ayudarte -
- Es que... -
- Inuyasha, te pido por favor que dejes las cosas tal y como están, así que si no es tanta molestia, te pido que te retires-
El ojidorado sabía que no iba a lograr nada ante la negativa de la mujer, así que no teniendo de otra se despidió cordialmente de ella para luego retirarse del lugar.
Una cosa estaba más que seguro, haría hasta lo imposible para localizar a Kagome y así poder hablar con ella.
**************************
Una joven de cabellera azabache iba caminando por las tranquilas calles de Kyoto, llevaba consigo una cesta, la cual estaba llena de víveres que fue a comprar como cada semana desde hace años.
Iba de lo más tranquila hasta que escucho que alguien la llamaba, así que se detuvo un momento para poder averiguar de quien se trataba, giro su cabeza un poco hacia atrás para encontrarse con una de sus primeras amigas desde que se mudó aquí.
La chica venia corriendo lo más rápido que podía, al darle alcance se tomó un par de minutos para recuperar el aliento, para acto seguido colocar sus manos en la cintura, "Oh, Oh" fue el pensamiento de la chica al reconocer muy bien esa pose Y sin dejarse engañar por la sonrisa que la persona frente suyo tenía.
- Hola Shinobu - Saludo la joven a la recién llegada.
- Nada de hola Shinobu ¿Qué haces aquí y además cargando eso? - Preguntó al mismo tiempo que señalaba el cesto.
- Pues vine a realizar las compras de esta semana - Respondió la ojichocolate algo nerviosa por la forma en que le hablaba su amiga.
- ¿Precisamente tú? ¿No había alguien más que las hiciera? -
- No, Tsutako y Giichi han estado muy atareados últimamente en la clínica, así que pensé quitarles un poco de carga viniendo en su lugar, no quería agobiarlos más de lo que están - Al ver que su amiga ojimorada aun la miraba en desacuerdo agregó - Además quería salir a despejarme un rato, me frustra y aburre estar todo el tiempo encerrada en casa - Al finalizar hizo un pequeño mohín de fastidio.
Espero la reacción que tendría su amiga por lo que dijo, después de un corto silencio la vio negar levemente y soltar un suspiro de resignación.
- De acuerdo, pero para la próxima vez que quieras salir llámame y con gusto te acompañare, sabes que no me voy a negar, además sabes que en tu estado debes de guardar algo de reposo - Tras decir esto Shinobu colocó la mano en el abultado vientre de la chica - Y más sabiendo que son dos bebés los que cargas Kagome-chan -
Kagome asintió en respuesta al mismo tiempo que una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro.
- Dos - Pensó la ojichocolate con mucho jubilo, dos pequeños seres que muy pronto estarán entre sus brazos.
La noticia del embarazo maravilló a todos, tanto a su familia como a la de su esposo, especialmente su suegro, quien le empezó a decir a su hijo que él ya daba por hecho que era estéril o algo por el estilo, ya que durante casi más de un año no daba indicio alguno de que su adorada segunda hija (como la llama desde que se casó) quedara encinta.
Claro que ese comentario molesto demasiado a su esposo, por lo que este empezó a pelear con su padre; su cuñado y cuñada ignoraron por completo el show que armaban esos dos para abrazarla y felicitarla por eso.
Giichi trató de parar la discusión haciendo uno que otro comentario sarcástico para que su hermano dejara de pelear, pero este estaba muy enfrascado con su padre que lo ignoró por completo.
Pero eso no quedo ahí, la felicidad aumento al enterarse que iban a ser dos, tanta fue la emoción que su marido al saber la noticia quedo en shock para momentos después desmayarse.
Su padre y sus hermanos estuvieron molestándolo por un buen rato después de eso; Kagome rió suavemente al recordarlo.
- ¿Y esa risa? - Preguntó Shinobu sonriendo.
- Es que recordé algo -
- ¿Se puede saber qué? -
- El día que nos dieron la noticia de que esperaba dos bebés-
- Ah, ya recuerdo, me contaste que esa vez Giyuu-san se desmayó al saberlo -
-Así es, por eso me reí -
- Me hubiera gustado muchísimo estar ahí, así hubiera aprovechado para inmortalizar ese momento tomado una foto, más que nada para molestarlo -
- No te preocupes, tanto los chicos como mi suegro se encargan de eso cada vez que tienen oportunidad -
- Bueno, pero eso no quita el deseo de haber podido presenciar tal escena -
Kagome se rió al oír ese comentario.
- Eres muy mala Shinobu -
- ¿Yo? Si soy un angelito - Respondió la ojimorada con un fingido tono de ofensa, para después reír por lo que dijo, siendo seguida por la azabache.
Al ya estar un poco más tranquilas emprendieron camino a la clínica Tomioka, (No vivía en realidad ahí pero su esposo decidió que era buena idea establecerse en su antiguo hogar desde que ella entró en su último trimestre de embarazo, según él por su bien), claro está que Shinobu no le permitió a la chica cargar, por lo que no le quedo de otra a la futura mamá más que resignarse ante lo que le pedía la pelinegra de puntas moradas.
Mientras caminaban platicaban de cosas triviales como el estado del clima entre otras cosas, así como también hablaron un poco de los bebés, en fin, la plática fue tan amena que ni cuenta se dieron que ya habían llegado a su destino.
- Gracias por la ayuda Shinobu, ya me encargo yo de esto - Habló Kagome con la clara intención de tomar la cesta, pero su amiga no se lo permitió.
- ¿Crees que te voy a dejar cargar de nuevo esta cosa tan pesada? -
- De hecho pensaba que sí, no quisiera abusar de ti -
- De eso nada, esto lo llevare hasta la cocina y quítate esa idea absurda de que abusas de la ayuda que te brindo, a mí me gusta mucho poder ayudarte -
Kagome negó con la cabeza, claro con una sonrisa en su rostro, Shinobu siempre es muy sobreprotectora con ella, eso sí, no le llega ni por asomo a Giyuu, el sí que exagera bastante con eso, sin más ambas procedieron a entrar a la casa.
Pero en ese momento Kagome hubiera deseado retrasar tal acción, ya que en la sala estaban su cuñada y cuñado con los brazos en jarra, con clara evidencia de molestia y preocupación en sus rostros.
- Amiga creo que estas en problemas - Canturreó Shinobu en su oído lo más bajo que pudo para no ser escuchada por los mellizos.
- ¿Tú crees? - Fue la sarcástica respuesta de la ojichocolate hacia su amiga, quien ya se alejaba del lugar para ir a la cocina.
- Es una imprudencia salir sin ni siquiera avisarnos Kagome - La aludida pudo notar que Giichi en verdad estaba molesto, más bien preocupado, ya que eran de las pocas veces que le decían por su nombre completo.
- No nos des este tipo de sustos Kag - Esta vez hablo su cuñada.
- No era mi intención hacerlo, solo quería aligerarles un poco la carga de trabajo -
- Y te lo agradecemos Kag, pero por lo menos pudiste haber dejado un recado para saber exactamente a donde habías ido -
- Realmente lo siento Giichi, olvide hacerlo, no volverá a pasar - Respondió la azabache con un sincero tono de arrepentimiento.
Giichi dibujó una pequeña sonrisa en su rostro, le daba algo de gracia ver a su querida cuñada así, parecía que ella era la menor de los tres y no viceversa.
- Bueno, lo hecho hecho esta, es una suerte que Shinobu-san te haya encontrado en el camino y pudiera ayudarte -
- Estoy de acuerdo con mi hermano Kag, es una suerte que te ayudaran, no hay que olvidar que estas a casi nada de cumplir los nueve meses - Esta vez fue Tsutako la que hablo.
En ese momento Shinobu salía de la cocina para dirigirse a la puerta principal, no sin antes despedirse de ellas; los mellizos le agradecieron la ayuda y la invitaron a comer como muestra de ello, pero la ojimorada desistió, ya que tenía algunas cosas que hacer, por lo que Tsutako la acompaño hasta la puerta dejando a Kagome y Giichi a solas en la sala.
- Muy bien, hay que comenzar a preparar la comida antes de que el viejo loco llegue -
- ¿Puedo ayudar? - Preguntó esperanzada la ojichocolate.
-No creo que sea prudente Kag -
- Por favor Giichi -
El pelinegro trataba de buscar algo que su cuñada pudiera hacer sin tanto esfuerzo, sabía muy bien que si no lo hacia ella iba a estar insistiendo hasta lograr convencerlo.
- De acuerdo, puedes ayudarnos cortando las verduras para el estofado, eso lo puedes hacer sentada sin problema alguno -
- ¿Solo en eso Giichi? - Preguntó algo desilusionada la azabache.
- Solo eso Kag, tómalo o déjalo -
- Está bien, no me queda de otra - Hizo un puchero al terminar la frase.
- Te comportas como una niña Kag, así no aparentas ser la mayor ni la futura mamá de dos bebés -
Tras ese comentario Kagome se hizo la ofendida, le enseño la lengua como una niña pequeña y giro la cabeza para no verlo; segundos después oyó la risa del pelinegro, uniéndosele ella en el proceso.
Tsutako se reunió con ellos unos minutos después en la cocina, mientras los mellizos se encargaban de poner las cosas al fuego, la ojichocolate hacia lo que le había encomendado Giichi, y aunque quiso objetar para ayudar en otra cosa tanto Tsutako como Giichi le dieron un rotundo no como respuesta, alegando que no era necesario ya que con ambos se daban abasto.
En el transcurso de unas dos horas la comida estaba casi lista, así que se disponían a poner la mesa cuando el teléfono de la sala sonó; Kagome se iba a levantar para contestar, pero por dos buenas razones no pudo: 1) Su abultadísimo vientre le impedía colocarse de pie rápidamente y 2) Tsutako no se lo permitió, siendo ella quien tomara la llamada.
- ¿Bueno? - Tsutako guardó silencio un momento para oír a la persona del otro lado de la línea - ¡Hermano! ¿Cómo has estado? -
Kagome al escuchar de quien se trataba su corazón empezó a latir muy rápido de la emoción, hace casi una semana que Giyuu se había ido a un congreso a Osaka y esta era la primera llamada que recibían desde entonces.
Pero parece ser que no era la única emocionada, sus bebés empezaron a moverse vigorosamente dentro de su vientre, haciéndola sonreír en el proceso.
- Vaya, ahora no solo es una sino tres personitas que se alegran mucho por saber algo de Yuu - Habló Giichi, quien empezó a colocar los platos y cubiertos en la mesa.
- Bueno, culpa mía no es, durante todo el embarazo tu hermano nos tiene muy acostumbrados a su presencia, por lo que es normal que nos pongamos así al saber algo de él -
- Eso si no te lo puedo objetar -
Unos momentos después se vio a Tsutako entrar a la cocina con el teléfono aun en la oreja.
- Bien, te la comunico, cuídate mucho - Tras decir esto la ojiazul le pasó el teléfono a Kagome.
- ¿Bueno? -
- ¿Cómo se encuentra la futura mamá más linda del mundo? -
La ojichocolate sonrió al escucharlo, su esposo no era de las personas que expresaran sus emociones con palabras dulces, según lo que le contaron sus cuñados es que antes no era así, que era algo serio, (bueno aun lo seguía siendo) pero desde que empezaron a salir cambio un poco su forma de ser, expresando un poquito más sus emociones lo justamente necesario.
- Ahora muy bien al tener noticias de ti -
- Discúlpame por no haber podido hablar antes, pero no había encontrado un momento para hacerlo -
- No te preocupes por eso, te comprendo muy bien - Claro que lo comprendía, el año pasado le toco a ella estar fuera de su casa casi un mes entero por el mismo motivo, eso es lo que conlleva que ambos sean médicos.
- Te juro que estoy a poco de mandar todo por la borda y regresar a casa -
- Ni siquiera se te ocurra hacerlo Tomioka Giyuu, actúa como el hombre responsable que eres y aunque también deseo mucho que estés aquí, tienes un compromiso que cumplir -
- Lo sé cielo, pero esto me frustra, maldigo el momento en el que le confirme mi asistencia al estúpido de Tsuyoi -
- Debo admitir que Sabito supo muy bien mover las cosas a su favor -
- Se aprovechó de mí, al ver que estaba muy entretenido con tu último ultrasonido e hizo el comentario para que yo aceptara sin rechistar, te juro que ese idiota me las va a pagar -
- Giyuu, más te vale no hacerle nada a Sabito, o ya verás -
- ¿Por qué defiendes a ese idiota? -
- Por el simple hecho que él es quien va atender el parto de tus hijos - Después de una pausa continuo - No puedo creer que lo olvidaras -
Hubo un pequeño silencio en la línea, Kagome pensó que la llamada tal vez se había cortado, cuando de repente escucho a su esposo maldecir seguido de un golpe, la azabache deducía que tal vez este se palmeó la frente.
- ¿Giyuu? -
- Sigo aquí, realmente olvide ese detalle -
- Bueno, es algo que ya no debería de sorprenderme, no eres una persona muy centrada que digamos - Kagome rió tras decir esto.
- Amor no empieces con eso, mejor cambiemos de tema ¿Cómo están los bebés? -
- No han parado de moverse desde el momento que sabíamos que eras tú -
- Como me gustaría estar ahí para poder sentirlos -
- Solo aguante otra semana más Giyuu -
- Presiento que se me va hacer eterna la espera para poder volver a casa -
- Veras que el tiempo pasara en un abrir y cerrar de ojos, y cuando menos te lo esperes ya estarás aquí antes de que nazcan nuestros hijos -
- Eso espero, no quisiera perderme ese momento -
- Yo tampoco -
Estuvieron platicando unos quince minutos más hasta que alguien llamaba al pelinegro desde la puerta de su habitación.
- Lo siento amor, pero tengo que dejarte, el idiota de Tsuyoi me acaba de hablar para prepararnos para la siguiente conferencia -
- No hay problema amor y nada de estarte peleando con Sabito ¿De acuerdo? -
- No prometo nada, pero lo voy a intentar al tratarse de ti -
- Eso espero, cuídate mucho, esperamos con ansias tu regreso -
- También cuídate y nada de estar haciendo esfuerzo innecesarios -
- No te prometo nada - Respondió de manera burlona mientras escuchaba a su marido soltar un ligero suspiro.
- Kagome -
- Está bien, nada de esfuerzos innecesarios -
- Me parece bien, te amo -
- Yo igual -
Al finalizar la frase ambos colgaron el teléfonopara que así cada quien regresara a sus respectivas actividades, pero ambos con un mismo pensamiento "Realmente espero verte lo más pronto posible".
**************************
Lo prometido es deuda mis estimados lectores,les traigo el primer capítulo 😊.
Espero que sea de su total agrado, como lo han sido las demas historias 😉.
Sin más que decir les envió un fuerte y caluroso abrazo 🥰.
Les deseo una maravillosa y excelente mañana🌄/tarde☀️/noche🌙.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro