Ya había cumplido mis 21 años y era la única, entre mis amigas y compañeras, que aún era virgen.

Estaba en mi segundo año de universidad, y me había prometido a mí misma que al cumplir la mayoría de edad, si aún no había aparecido mi príncipe azul, perdería mi virginidad con el primer imbécil que quiera acostarse conmigo.

Y que mejor momento que aprovechar una gran fiesta universitaria, donde habría mucho alcohol, y muchos jóvenes hormonales.

Y allí fuimos con mis dos mejores amigas, Jiwon y Joomi.

Éramos las tres "J", porque a pesar de llamarme Soojin, todos me decían Jin.

Apenas llegamos, empezamos a beber, porque si iba a hacerlo, necesitaría un poco de coraje.

Al poco rato mis amigas ya estaban bailando con sus conquistas de la noche, pero yo seguía junto a la barra, bebiendo lento para no emborracharme, sin nadie en la mira aún.

—¡Jin! ¡Jin!

Escucho que me llaman.

Me giro y veo que alguien junto a mi también se gira.

No reconozco al que me llamó, pero veo que saluda al que está junto a mí con su mano mientras camina hacia él, que al parecer también era Jin.

Este me mira y me sonríe.

—¿Soojin? ¿Kang Soojin?

¡Oh diablos! Pero si era el mismísimo Kim Seokjin, y estaba mucho más guapo de lo que lo recordaba.

—¡Mira, pero si es el ladrón de besos! —dije recordando aquel día.

El otro chico se acercó a él, le robó la botella de soju que Jin tenía en la mano y salió para la pista nuevamente al ver que él hablaba conmigo.

—¿Sigues sin perdonarme verdad?

—Sigo odiándote, si es lo que quieres saber.

—Ok —rio divertido—, lo acepto, aunque ya me he disculpado contigo infinidad de veces.

—No han sido suficientes para mí aún.

—¿Podrías darme una tregua, aunque sea solo por esta noche?

—No, te odio. ¿Es que no lo entiendes?

Hice amague de alejarme y me aferró por el brazo.
—Baila conmigo, aunque me odies... Un tema nada más, por favor.

No tengo idea por qué acepté, pero allí fuimos, al medio de la pista, a bailar casi pegados por el poco lugar que había y casi sin poder escucharnos lo que decíamos por la fuerte música.

Mis amigas al verme me hicieron seña con el pulgar hacia arriba en señal de aprobación. Claro, ellas no sabían que ese era Seokjin, del que les había contado cómo se robó mi primer beso y cuanto lo odiaba por eso, y que si algún día volvía a verlo tomaría venganza.

Deben haber supuesto que era mi conquista de la noche, el elegido para perder mi virginidad.

Reí pensando en eso, nada más lejos de la realidad, lo odiaba, ya me había robado mi primer beso, no dejaría que también se lleve mi virginidad.

Pero, una hora más tarde, estábamos alcoholizados, comiéndonos a besos y terminamos haciéndolo en el primer cuarto libre que encontramos.

No podía quejarme, él había sido gentil, pero igual me maldecía a mí misma por haberlo hecho con él. Por suerte se quedó dormido, así que me vestí a prisa y salí de allí rogando que él no lo recuerde.

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