Capítulo 17. Dime
AVISO: Este capítulo contiene lemon.
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Bulma se perdía en la mirada de Vegeta, que no paraba de contemplarla. Para ella siempre era difícil saber qué era lo que él pensaba, cuando, para el subinspector, era mucho más sencillo.
–Vegeta–susurró ella con dificultad. No podía elevar su voz por culpa de sus gritos de auxilio.
Él se levantó de la silla para sentarse en la cama, al lado de ella. Contemplaba su sonrisa, como si nada hubiera ocurrido, pero su rostro con marcas de su sufrimiento le recordaban que fue la peor pesadilla.
–¿Cómo te encuentras? –preguntó él con un tono suave. No era común que él mostrara un comportamiento similar como lo hacía en ese momento pero, pensar en que podía haberla perdido, le hacía verse de una forma inusual.
–Ahora bien–contestó ella mientras intentaba sentarse en la cama, bajo la atenta mirada de él. –¿Me salvaste? –
–Sí–contestó él acariciando el rostro de la joven, que, ella, sin dudarlo agarró su mano para sentir mejor su caricia–. Has tenido mucha suerte de que alguien te oyese gritar. –
Bulma se sorprendió ante la información. Recordaba como aquel hombre la pedía gritar, pues nadie la oiría.
–Pensé que nadie podía escucharme... al menos eso fue lo que él me dijo–Vegeta sintió una horrible sensación cuando lo nombró–. Tenía mucho miedo...–
La peliazul lo abrazó y él no la rechazó. La envolvió entre sus brazos y dejó que hundiera su cabeza sobre su cuello.
–Fue mi culpa, Bulma–ella se separó para mirarlo a los ojos.
–Claro que no, Vegeta–negó ella mientras le tomaba del rostro para mirarle directamente a los ojos–. No quiero que pienses eso porque no es verdad. –
Él se separó un poco de ella, haciendo que el contacto entre ambos se rompiera.
–Si hubiera esperado a que entrases en casa nada de esto habría pasado–Bulma no podía dejar de mirar con preocupación al hombre que amaba, el cual se auto culpaba de lo ocurrido–. No quiero imaginarme lo que hubiera ocurrido si no hubiese llegado en ese momento. –
Bulma contemplaba a Vegeta que se martirizaba con el recuerdo. Ella agarró su mano de nuevo, haciendo que él la contemplase nuevamente a los ojos.
–¿Tan importante soy para ti? –preguntó ella con los ojos brillantes, que conseguían solapar sus ojeras.
–Eres consciente de que me importa tu seguridad y...–
–No–ella le interrumpió mientras su corazón latía con fuerza–. No me refiero a eso, Vegeta. –
Él la contemplaba, perdiéndose en sus ojos azules, sus mejillas sonrojadas y su leve sonrisa. No hacían falta palabras para saber a lo que ella se refería.
–Sabes que te quiero como algo más que a un amigo–Vegeta recordó la conversación por la que ambos discutieron. El motivo por el que él la dejó sola–. Necesito saber... dime que sientes por mí y no me digas que amor de hermanos–ella le contemplaba con confianza y serenidad–, porque no me lo creeré. –
–Deberías, Bulma–él soltó su mano e intentó apartar la mirada de ella–. No puede existir una relación como la que quieres entre nosotros. –
–No quiero seguir viviendo en un mundo en el que somos amigos–se quejó ella que le tomó del rostro y le obligó a mirarlo–. Nadie te amará como lo hago yo, Vegeta. –
–¿Insinúas que Gina no me ama? –Bulma se alejó de él y llevó sus manos a los mechones de su cabello, nerviosa ante la pregunta–. ¿Qué me ocultas? –
Bulma vivió en la incertidumbre de que decirle a Vegeta, pero ahora sabía que hacer. Ella no podía mentirle al hombre que amaba. No podía dejar que viviese en una horrible mentira y si él necesitaba ayuda después de conocer la verdad, ella estaría a su lado como la última vez. Nunca lo dejaría solo.
–Vegeta–el prestó atención a la adolescente que estaba nerviosa–. Gina te engaña con Broly. –
–¿Qué? –Vegeta abrió los ojos ante la sorpresa, aunque, por dentro, no sentía dolor.
Observaba a la joven con la mirada perdida y jugueteando nerviosa con los mechones de su cabello.
–Los sorprendí en el laboratorio de la comisaría–recordó Bulma con cierto dolor–. Me pidió que no te dijera nada. –
Ante la respuesta, Vegeta apretó los puños debido a la rabia que le embriagaba. Sabía qué hacía bien en desconfiar de Gina, después de todo él nunca imaginaba que Bulma tuviera la capacidad de inventar algo así para manipularlo contra su pareja.
–Vegeta–el hombre se giró hacia la adolescente, encontrándola a escasos centímetros de su rostro–. Yo... yo necesito saber algo. –
El tragó saliva, perdiéndose en sus joviales facciones.
–¿Qué sentiste cuando nos besamos? –preguntó sin vacile, haciendo que él se pusiera nervioso ante la pregunta y el acercamiento.
–Déjalo, Bulma–pidió él, separándose de ella.
Bulma no estaba dispuesta a sentir un nuevo rechazo de su parte. Sabía que él sentía algo, aunque él intentase negarlo. Recordaba perfectamente como la agarró cuando se besaron.
–No voy a dejarlo, Vegeta–insistió ella volviendo a aproximarse a él–. Sólo lo haré cuando sienta que no tengo posibilidad alguna contigo, pero ahora siento que no es así. –
Su mano acarició delicadamente la mano de Vegeta, el cual no la apartó, mientras sus miradas se intercambiaban y las palabras de ella se clavaban en su cabeza.
–Dime que no me quieres–susurró ella de forma que fuera audible para él–. Dime que me correspondiste a aquel beso por pena, porque no sabías lo que estabas haciendo–él tragó saliva escuchándola–. Dime que cuando me viste con el vestido que me regalaste no me querías hacer el amor–el hombre recordó a la joven con la hermosa prenda rojiza y como hacía mover su falda cada paso que daba–. Dime que me sigues viendo como una niña y dime que me quieres como se le quiere a una hermana. –
Vegeta permanecía en silencio, embrujado por sus palabras e intensa mirada.
–Pero dime que no volverás a besarme–repitió ella acariciando ahora su rostro–. Porque cuando tú me digas todo esto yo no volveré a verte más, ya que es la única forma que tengo para olvidarte. –
Vegeta quedó enmudecido por las palabras de Bulma, que acariciaba su rostro con suavidad. Cada frase se clavaba en su mente como puñales mientras la contemplaba esperando por una respuesta.
¿Qué podía contestarla? Por mucho que quisiera negarse, aquel beso que compartieron era muy diferentes a todos los que se daba con Gina. Ahora ya no podía verla como a la hermana pequeña que siempre dijo y mucho menos como a una niña, porque si recordaba aquel vestido que llevaba el día de la fiesta no podía dejar de pensar en las ideas que por su mente pasaron, en las cuales todas tenían la finalidad de ella desnuda bajo su cuerpo.
Tal vez de todo aquello lo más importante era lo que más le costaba admitir y era que la quería y no deseaba perderla. La necesitaba en su vida y no la imaginaba lejos de él.
Perdiéndose en el hechizo de sus palabras, en la belleza de sus ojos y en su lujurioso pensamiento, decidió romper el espacio que molestamente les separaba. La tomó por la cintura, acercándole a él y besándola con pasión.
Bulma cerró los ojos, correspondiendo con la misma necesidad al caluroso beso, mientras rodeaba su cuello. Sentía su mente nublarse por el deseo que se había adueñado de la habitación.
Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo, haciendo que la nube de calor golpeara con fuerza dentro de ella.
–Vegeta, por favor–pidió ella una vez se separó–. Quiero que me hagas el amor. –
–Bulma...–su voz sonó negativa. No sabía si era la mejor idea, pero ella le interrumpió.
–Siempre quise que fueras tú–susurró ella acariciando su rostro–. Hazme el amor, por favor. –
Vegeta se perdió en su mirada mientras repetía, en su cabeza, su petición. Bulma tomó la iniciativa en ese instante y volvió a reclamar sus labios. Él la tomó con fuerza de la cintura, tumbándola de nuevo sobre la cama y colocándose encima de su cuerpo, cubierto únicamente por la chaqueta que él le puso y la ropa interior bajo ella.
Se separó de sus labios, creando un sendero de besos por su mandíbula, por la longitud de su cuello hasta llegar por la zona de su descubierto escote. Con rapidez le desabotonó la chaqueta, para luego quitársela y lanzarla hacia un lado de la habitación. Ella gimió al sentir la lengua de Vegeta lamer su cuerpo. Había soñado muchas veces con aquella situación y ninguna fue tan excitante como la misma realidad.
Las enormes manos del hombre atraparon los pechos cubiertos de la adolescente. Masajeó ambos con suma delicadeza, perdiéndose en el placentero sonido que de ella emanaba ante las atenciones que le brindaba. Deseaba probarla y saborearla, por lo que se deshizo de su sujetador, dejando ante su mirada su cuerpo medio expuesto.
Su lengua pasó por la circunferencia de su areola izquierda, mientras una de sus manos se hizo presa de su pecho derecho, el cual agarraba con firmeza, amasándolos en círculos. Bulma arañó sus brazos mientras estiraba su cuello y repetía su nombre entre dulces gemidos. Vegeta contemplaba el placer en su rostro mientras se saciaba, excitado por ver en ella el placer del que él ya era preso.
Su otra mano, la cual estaba en su cadera, bajó hasta su pelvis, acariciando la cubierta entrada de la adolescente con delicadeza. Ella dejó escapar un gemido más elevado que los anteriores ante el contacto. Sus miradas se cruzaron. Se mordió el labio contemplando al hombre lamer su pecho izquierdo y jugando con el derecho, mientras que su intimidad empezaba a tener nuevas atenciones con la yema de sus dedos que rozaban por encima de la braga.
Vegeta desnudó por completo a Bulma, dejándola completamente expuesta a él. Le vio separar sus labios de su pezón, para subir hasta su rostro depositando besos y mordiscos por su cuello, hasta llegar a sus labios y reclamarlos con ansias. Él notó que su entrada se encontraba húmeda, por lo que no dudó en introducir uno de sus dedos en su interior, haciendo que su gemido resonara en su garganta. Una ola de calor había invadido todo el cuerpo de la chica, que se agarraba a su espalda y brazos, los cuales arañaba cuando sentía más elevado el placer.
Dejó escapar un pequeño chillido al sentir un segundo dedo en su interior. Se agarró con fuerza a él mientras que, Vegeta, rompía el beso que los unía. Se acercó a su cuello y empezó a atenderlo, dejando pequeñas marcas por él. Podía escuchar a la perfección sus gemidos mientras la oía gemir su nombre, acompañado de un "no pares". No era consciente de que sería tan excitante acostarse con la que siempre vio como una amiga.
–Te quiero, Vegeta–susurró ella, embriagada por el placer.
Vegeta se separó de su cuello y sacó los dedos que había introducido dentro de ella. La contempló con deseo, viendo la dulzura y la lujuria mezclada en su azulada mirada. Sonrió de medio lado, con malicia y necesidad.
Se separó un poco de ella. Abrió sus piernas y se colocó a la altura de su entrada ante la atenta mirada de Bulma, que dejó salir un gemido de placer al sentir la lengua de Vegeta lamer su mojada entrada.
Bulma se agarró a la almohada en la que reposaba su cabeza, mientras sentía la lengua de Vegeta lamer e introducirse en su intimidad. Sintió a esta moverse en su interior de arriba abajo y en círculos. Ella no podía reprimir sus gemidos, en los que no paraba de nombrarle. Sus manos se habían posado en sus muslos, quemándola con su calor, mientras que ella cerraba los ojos, para poder sentir mejor todo lo que él la brindaba.
Él se separó cuando sintió que ya estaba lista para él. Alzó la mirada hacia ella, que se mantenía con los ojos cerrados y con la respiración agitada. Sonrió al ver que había conseguido excitarla, pues era lo único que quería conseguir.
Vegeta empezó a desnudarse con rapidez, mientas que Bulma abría los ojos con pesadez. Estudió su cuerpo que siempre le pareció perfecto. Él era un hombre muy musculado, y con la ropa se le podía apreciar, pero desnudo era casi como un Dios.
Su rostro se tiñó de rojo al ver al hombre completamente desnudo. Nunca había visto a ningún hombre así. Él se dio cuenta de su estado y sonrió para calmarla. Volvió a colocarse encima de ella, separando sus piernas mientras se posicionaba, haciendo que ambas partes íntimas chocasen y dejasen que saliera un gemido de los dos.
–Tranquila–susurró en su oído. Sentía su cuerpo temblar bajo el suyo–. No te dolerá. –
–Es mi primera vez–le recordó ella.
–Haré todo lo posible para que no te duela–Bulma lo miró a los ojos sonrojada–. No sería capaz de dañarte. –
Ella asintió, confiando en él. Sintió su respiración chocar contra su piel. Ambos cuerpos ardían y se reclamaban con necesidad. Sentía que iba a empezar, pero ella le paró un momento, llamando su atención por su gesto.
–¿No vas a ponerte nada? –preguntó sonrojada. No pensaba que la primera vez sería sin ningún tipo de protección.
–No tengo nada–contestó él mientras le daba un pequeño beso en el cuello–. Gina toma la píldora y por eso no tengo preservativos. Confía en mí, Bulma. –
Ella le miró nerviosa y él sonrió para calmarla. Suspiró y asintió. Sabía perfectamente que él no estaba interesado por el momento en tener hijos y que ella no tenía una edad perfecta para pensar en maternidad, así que confió en sus palabras.
–Quiero sentirte dentro, Vegeta–susurró con cierto erotismo, que logró provocar al hombre–. Hazlo ya. –
Vegeta contempló una última vez el cuerpo que reposaba debajo del suyo. Siempre la vio como una niña y en ese momento la contemplaba como una mujer.
La tomó de las caderas y, con cuidado, empezó a entrar dentro de ella. Bulma se agarró a él, mientras gritaba de dolor. Sentía que su interior ardía por culpa de la intromisión. Cerró los ojos a causa de aquella dura molestia.
Pudo escuchar un suspiro de alivio por su parte. Vegeta, antes de comenzar a moverse, esperó unos segundos para que ella se acostumbrase a él, hasta que, poco a poco, comenzó a mecerse sobre ella. Podía escuchar sus quejidos mientras entraba y salía de ella despacio. Intentaba distraer aquel dolor regalándola caricias y besos por su cuello y su rostro.
Él apreció como una pequeña lágrima se había escapado de su ojo derecho, a causa del dolor. Empezó a tocarla para que sintiera placer, haciendo que una de sus manos acariciase su clítoris. Bulma se agarró a su cuerpo, arqueando su espalda mientras dejaba salir un gemido. En ese momento, él empezó a aumentar el ritmo de sus embestidas embriagado de aquella sensual imagen que le estaba brindando.
Bulma consiguió acostumbrarse al miembro de Vegeta y pudo seguir su ritmo. Sus frentes chocaban y sus alientos se mezclaban. Enredó sus piernas en su cintura mientras él profundizaba con sus rápidas embestidas. Dejó de tocar su botón de placer para agarrarla por el trasero. Se colocó de rodillas en la cama, con ella sobre su cuerpo, subiendo y bajando mientras rompían su espacio con un beso.
Ella subió sus manos, enredándolas en su cabello, mientras él apretaba sus dedos contra sus glúteos, dejando la marca de ellos en su piel. El pecho de ella chocaba con el de él, encontrando más excitante aquella situación.
La adolescente se ocultó en su cuello, mordiéndolo con erotismo mientras subía y bajaba sobre él. Él no perdía detalle de su cuerpo, acariciándolo con sus manos mientras la embestía sin descanso. La sentía temblar sobre él y sabía que pronto su orgasmo se escucharía. Bulma le agarró del cuello, mientras alejaba su rostro de él, tirando de su cabello haciendo que echase la cabeza hacia atrás mientras elevaba sus gemidos.
Una corriente atravesó toda su espalda y bajó de nuevo por su vientre, hasta acabar en su intimidad. Su garganta empezó a vibrar y sus labios dejaron escapar lo que tanto deseaba gritar. El nombre de su amante en el orgasmo más perfecto que él pudo escuchar.
Él embistió con fuerza mientras ella aún le sostenía del cabello. Él también dejó liberar su orgasmo, haciendo que su semilla se esparciera en el interior de Bulma. Con la respiración entrecortada y las miradas cruzadas, entrelazaron sus manos.
Vegeta depositó a la chica sobre la cama, separándose de su cuerpo y colocándose a su lado. Ella se tumbó en su pecho, mientras él se encarga de cubrir la desnudez de ambos con las sábanas cuando el frío les ganó.
–¿Cuál es tu idea para no tener un Vegeta Junior? –preguntó ella con ironía.
–¿Nunca te dieron clases de sexualidad? –cuestionó con la misma ironía–. ¿Nunca hablaste de la pastilla del día después? –
Ella sintió sus caricias. Aún no podía creer que su sueño se hiciera realidad.
–Vegeta–él prestó toda su atención a la joven que tenía entre sus brazos, la cual dibujaba círculos en su desnudo pecho–, ¿qué ocurrirá ahora? –
–No lo sé–contestó con total sinceridad.
–¿No lo sabes? –cuestionó preocupada. Él intentó calmarla con sus atenciones, acariciando con la yema de sus dedos su espalda desnuda.
–Sólo sé que esta no será la última vez que te tenga desnuda en mi cama–ella sonrió al escucharle–, sé que lo mío con Gina terminará y también sé que tu padre tendrá instintos asesinos cuando se entere de lo que ha ocurrido entre nosotros. –
–Me da igual lo que piense mi padre–se sinceró ella mientras seguía jugando en el pecho del hombre–. Y estoy de acuerdo de que esta no será la última vez que esté desnuda en tu cama, porque tú también estarás a mi entera disposición. –
Él no pudo evitar sonreír ladino al escuchar unas palabras que parecían sonar amenazantes, cuando realmente le excitaban. Ambos volvieron a compartir un rato de caricias suaves y besos pasionales, hasta que se vieron rendidos por el sueño.
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~Nephim
*Just Tonight92 (fanfiction)
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