Narra Noah 

Caminamos en silencio y tomados de las manos hasta llegar a casa. Pasamos al living y le ofrecí que se sentará en el sillón, mientras buscaba un vaso con agua. 

Ella agradeció el gesto, tomó el vaso y bebió todo el contenido. Seguía callada, sin emitir sonido alguno, entonces entendí que no hablaría del tema. 

Busqué dos mantas y le propuse buscar una película para ver. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro y eso me basto para tomarlo como un sí.

Una vez que nos acomodamos, ella perdió la vista en el televisor. Yo por mi parte, no podía dejar de mirarla. Cada tanto volvía mi mirada al frente, pero me era imposible apartar mis ojos de ella.

La película estaba por terminar y podía notarla más relajada. Cada tanto soltaba alguna que otra risita. Después de todo quien podría resistirse a las terribles criaturas de los minions.

Miré el reloj y era la una de la madrugada. Como si ella lo hubiera notado —Creo que es hora de irme —dijo algo sonrojada.

—¿Estás segura que quieres volver a tu casa?

—Sí, además en unas horas tenemos clases —dijo como si nada, como si el estado en que la había encontrado no era como para preocuparse. ¿qué sucedía con esta chica?

Aunque no quería admitirlo, estaba en lo cierto, en pocas horas teníamos clases, y ambos debíamos descansar. Tomé mis llaves y subimos a la moto. Cuando llegamos, bajó y me entregó el casco. Al hacerlo nuestras manos rozaron y de nuevo esa extraña sensación se apoderó de mí. Ella me miró y, con un poco de timidez, me dio un beso en la mejilla —Gracias, has hecho mucho por mí hoy —y sin darme tiempo a responder desapareció de mi vista. Encendí la moto y volví a casa.

Esa sin dudas fue una de las noches más extrañas de mi vida.

Espero les guste, con amor...

Vi