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El comienzo del fin V

Narra Olivia

Corrí tras Elena pero fue en vano. Sabía cómo se sentía, por su forma de actuar ante la situación. Estaba destruída, pude verlo en sus ojos cuando me miró, todo en su interior había terminado por romperse.

Volví a la fiesta, busqué mi bolso y tomé mi celular. Comencé a llamarla, y nada. No contestaba.


Mientras seguía intentando, apareció John junto a Nate, Noah y todos los demás.
Intentó decirme algo, cosa que no lo dejé. Sabía que la forma de actuar de Noah no era su responsabilidad, aún así, no podía creer que nadie lo hubiera hecho entrar en razón. ¡Lo hizo en su cara!

—Tú ni tú vuelvan a dirigirme la palabra... ¿Cómo pudiste Noah? ¿Qué te hizo ella? ¡Dime! —grité empujándolo, y salí de allí.

En el trayecto a mi casa, llamé a mis padres. Los necesitaba, por lo que decidimos encontrarnos en casa ya que ellos habían salido a cenar fuera. Al llegar, ambos me abrazaron y pidieron que me tranquilizara. Fuimos a la cocina y les narré lo sucedido en la fiesta.

— Por favor, necesito que vayamos hasta su casa, algo malo pasa. Lo presiento. Sé que es así, porque de lo contrario ella hubiera contestado mis llamadas —les pedí de nuevo, por favor que me llevaran, a lo cual mi padre enseguida asintió. Subimos al coche y nos fuimos. Aparcó en la entrada, los tres mirábamos por las ventanillas del auto, todo estaba a oscuras. 

 Mi estómago se contrajo de tal forma que sin pensarlo bajé corriendo hasta la puerta y empecé a gritar su nombre. Mis padres al verme así, se acercaron y comenzaron a llamarla también, mi madre golpeaba la puerta y mi padre buscaba una entrada alternativa.

Cuando nos dimos por vencidos, la puerta apenas se abrió. Antes que alguno pudiera reaccionar para frenarme, empujé la puerta para abrirla por completo. Al hacerlo, me encontré con su madre.

—¿Dónde está Elena? —pregunté, tan fuera de mí que, si hubiera sido otra persona me sentiría culpable, pero esa mujer había perdido mi respeto hacía mucho tiempo. El recuerdo de la primera vez que Lena había ido a mi casa llorando pidiéndome ayuda, invadió mis pensamientos. Preguntó si podía quedarse conmigo, cosa que mis padres aceptaron y ese día me contó lo que padecía con su madre, después del accidente, en ese entonces, era la única que sabía toda la verdad.

—Contesta Irina —dijo mi madre.

—Yo... yo... no sé lo que hice —susurró ahogándose con sus propias palabras. Los tres la miramos sin comprender a qué se refería, hasta que miró en dirección a las escaleras. Mi padre, por instinto prendió la linterna de su celular para dar luz a aquel lugar que se encontraba en plena oscuridad.

—¿Qué has hecho mujer? —exclamó mi padre. El cuerpo de Elena yacía sobre el último escalón totalmente inconsciente.

Corrí hacia ella, me arrodillé y la tomé en mis brazos.

—¡Papá!—grité —haz algo papá.

—Espera hija, debe venir emergencias. Nosotros no podemos hacer nada aún.

—No papá, van a tardar mucho. Llevémosla nosotros.

Mi padre, algo dudoso, se acercó y la tomó en sus brazos. Salimos de la casa dejando a Irina ahí, totalmente sola y atónita. Subimos al coche y emprendimos viaje hacia el hospital, mientras mi madre se comunicaba para dar aviso de su llegada. Gracias a mi tío que era doctor, conocíamos al personal médico y se nos hacía más fácil obtener una respuesta rápida.

—Tienes que aguantar, resiste por favor — le repetía una y otra vez mientras acariciaba su rostro.

Diez minutos más tarde, los doctores la ingresaron para comenzar a hacerle estudios y verificar su estado de salud.

Otro doctor nos pidió que le narráramos lo sucedido y decidió que lo mejor era informar a la policía.

—Lo lamento, pero en estos casos es lo correcto. No puede quedar así, su cuerpo está muy lastimado y, además, encontramos heridas viejas. Si esto no se informa, no sé hasta dónde llegará —dijo al ver nuestras caras.

—Entendemos doctor. Haga lo que tenga que hacer —susurramos.

Agentes de la policía llegaron al rato, todo se iba dando a su paso. Preguntas de acá, preguntas de allá... una tras otra y muchas repetitivas.

Luego de dos horas, las más largas de mi vida, una enfermera salió y nos dijo que pronto vendría el doctor Fernández a darnos el parte médico. Los tres asentimos y le dimos las gracias.

Una vez que el Doctor nos informó sobre el estado de Lena, mi corazón volvió en sí, el miedo de perderla desapareció y me aferré a la parte buena de todo esto, como mi amiga siempre lo hacía.

Sin muchas ganas, volvimos a casa a descansar. El Doctor insistió en que quedarnos ahí no iba a ser de ayuda, y en cierta parte tenía razón. Descansar era lo necesario para enfrentar lo que nos esperaría al día siguiente.

Me dí una ducha, me coloqué el pijama y antes de acostarme revisé mi celular. Tenía veintisiete llamadas de John, trece de Noah y otras más del resto de los chicos, sin contar los mensajes. Ignoré todo y me fui a dormir.

No era el momento para hablar con ellos, no ahora... no así. Debía esperar, todo era tan incierto que lograba asustarme. Solo tenía una cosa clara en mi cabeza: No abandonaría a Elena por nada del mundo...

Perdón por tardarme tanto en actualizar!! Ya volví!!!
Aclaración: los tres capítulos suceden en simultáneo, espero que puedan imaginarse toda la situación!!!
Los/as leo!

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