Narra Elena

Domingo por la mañana, aproveché que mi madre aún dormía y entré a la habitación de Dereck. No me sentía bien con lo que iba a hacer, pero, en verdad, necesitaba dinero para arreglar mis lentes, ya que, con lo que ganaba en la cafetería no me alcanzaba para solventar gastos de ese tipo.

Sin hacer mucho ruido, empecé a revolver las cosas que había allí. La mayoría se encontraban guardadas en cajas que yo misma había acomodado. No era la forma correcta, lo sabía, pero no tenía de otra, y hablar con mi madre era imposible. Luego de un rato, entre tantas cajas, encontré una guitarra vieja que le había obsequiado la abuela. Él amaba la música y todo lo relacionado a ella, sin embargo, a esa guitarra en serio la odió. Jamás la había usado, siempre decía que solo nuestra abuela podía tener tan mal gusto para regalar una así. Sabiendo eso, la tomé junto a otras cosas y salí de allí.

Más tarde llamé a Olivia y le conté lo que había hecho, porque solo ella podía entenderme. Y así fue. No me culpó, al contrario. Ella creía que despegarme de las cosas de Dereck me haría bien, y, además, que era por una buena causa. Antes de cortar la llamada le pregunté si podría hablar con su tía para saber cuánto me costaría el arreglo, y así, tener una idea del dinero que necesitaba. Minutos más tarde cuando obtuve respuesta, publiqué la guitarra y lo demás en una tienda online.

Pasado el mediodía, recibí un mensaje de un desconocido interesado en la guitarra. Por lo que quedamos en que pasaría a verla, pero en vez de pasarle mi dirección, le di la de Olivia y fui hasta allí para esperarlo.

Mientras esperábamos al supuesto comprador, Oli propuso repasar los trabajos que teníamos que entregar la semana siguiente. Al cabo de un rato el timbre sonó y fue mi amiga quien abrió la puerta. Pude ver como su cara se puso pálida en cuestión de segundos.

—¡Noah!, ¿Qué haces aquí? —escuché preguntar.

—Pues... he preguntado por una guitarra y me han dado esta dirección para que pasara a verla — respondió tan confuso al igual que nosotras.

—Ah... eres tú. Sí, pasa. Es aquí —ella le cedió el paso y él entró.

Al ver que se trataba del Noah que yo conocía, del que estoy enamorada desde que tengo uso de razón, pero que es un completo arrogante e imposible para mí, mis manos comenzaron a sudar.

Intenté que los nervios no me jugaran una mala pasada, de lo contrario, sería más torpe de lo normal, pero, en el momento que nuestras miradas se encontraron, éstos, se multiplicaron.

Sin decir nada, le alcancé la guitarra, él la tomó y la observó durante unos minutos.

—Está como nueva, ¿seguro la vendes a ese precio? Una de éstas y, en este estado vale mucho más —preguntó algo desconfiado.

—Sí, eso es todo lo que pido por ella. —me limité a decir. Estaba empezando a enojarme. Conocía a Noah y a los de su clase. Ya me imaginaba todo lo que podía llegar a pensar.

Sin decir más, me hizo entrega del dinero, por lo que cerramos trato y se fue con la guitarra. Una vez que estuvimos solas, Oli me miró atónita mientras que yo, sin decir una palabra, dejé salir todo el aire de mis pulmones. Ese chico podía, con tal solo una mirada, revolucionar todo mi ser.

Lunes por la tarde, acompañada de Olivia y Martina, dejé mis lentes en la óptica y el martes por la mañana, cuando los retiré, observé que habían quedado como nuevos. Volver a clases con el tema resuelto era un alivio para mí, y también para mis amigas, porque a pesar que me habían ayudado toda la semana y en ningún momento se quejaron, el solo hecho de ayudarme las atrasaba a ellas, y luego me sentía culpable por ello.

Todo volvía a la normalidad... o eso pensé.

Holaa! les dejo otro capítulo, espero que les guste! 

Gracias por leer ❤