Cuándo la verdad ahoga
Narra Noah
Llegamos a la casa de mi madre y a los pocos minutos, el timbre sonó. Ella me indicó que esperara en su despacho y así lo hice. Fui hasta allí, y me apoyé sobre el sillón, quedando así, de espaldas a la puerta.
Cinco minutos después, entró acompañada de un chico y un hombre que, supuse, eran Dereck y Javier. Ambos traían consigo unas caras bastantes demacradas, como si lo que estaban cargando comenzara a pasarles factura. Por último, entró Nate, quién me tendió su mano y con gusto le devolví el gesto.
Luego de presentarnos, tomamos asiento y escuchamos atentos como iban a proceder de ahí en adelante.
Una vez dicho todo, el hombre amagó a levantarse de la silla.
—¿Por qué no volvió por ella? —pregunté, dejándolo totalmente desconcertado. Él me miró y volvió a acomodarse.
—Yo... yo no lo sé, fueron muchas cosas. Todo era muy difícil para mí, mi mujer... mis hijos...
—¡No tiene excusa maldición! El hecho que haya formado una nueva familia, no quita que se preocupe también por sus otros hijos. Usted conocía bien a su ex mujer, aún así, no volvió, no los buscó, ni se preocupó, hasta que uno de ellos se acercó a pedirle ayuda.
—¡Jamás pensé que Irina podía llegar a tanto! —exclamó.
—Pero aún cuando su hijo le dijo, no hizo nada por Elena. Ella pudo haber pasado por lo mismo y no lo sabemos —dije, golpeando la pared. El solo hecho de pensar a Elena en una situación tan desagradable me revolvía el estómago.
—Lo siento tanto.
—Yo lamento que usted haya sido tan cobarde.
—¡Noah! —exclamó mi madre.
—Noah nada mamá, ¿sabes las veces que la he visto golpeada? ¿las veces que lloró por su hermano? Ella cree que todo fue su culpa, así que no me voy a callar. La voy a defender de todo y de todos.
Nate se acercó y apoyó una de sus manos en mi hombro. Sin decir una palabra, lo miré y volví a mirar a mi madre.
El silencio se instaló en la sala y nadie dijo más nada.
*
Elena había despertado por la noche, eso nos dijo el médico cuando llegamos con Olivia. Desde entonces nos encontrábamos esperando para poder verla. Los médicos habían decidido hacerle una serie de estudios para descartar alguna otra secuela debido a los golpes recibidos y a la caída que había tenido y aunque nadie insinuó nada, sabía que luego de lo que su hermano había contado, estaban descartando otro tipo de cosa.
Una hora después, el Doctor Fernández nos avisó que ya estaba en su habitación, por si deseábamos pasar a verla. Ambos asentimos y comenzamos a caminar por el pasillo.
—¡Tranquilo! —dijo Oli al notarme indeciso en la puerta.
—¿Y si no quiere verme?
—Eso no lo sabrás hasta que pases.
Ella tomó la iniciativa y entró primero. Respiré hondo, tratando así de tomar valor y entré. Cerré la puerta detrás de mí y caminé hasta llegar a la par de Olivia.
Ella nos miró por unos minutos y a ninguno nos salían las palabras. Al observarla, pude ver los golpes que había recibido en la cara, sin contar el yeso que cubría toda su pierna derecha y los vendajes que tenía sobre el resto del cuerpo. Solo una persona muy desalmada podía hacer algo como eso.
—Hola Ele —dijo su amiga —¿Cómo te encuentras?
—Hola, estoy... estoy como puedo... —contestó apartando la mirada de nosotros.
—Si quieres estar sola lo entenderemos.
Los dos esperamos por unos segundos su respuesta, aunque el tiempo se nos hizo eterno. Temíamos que nos alejara, que no se dejara ayudar.
—No me molesta que estén aquí, pueden quedarse —miré a Oli y le dediqué una sonrisa a medias. Era un gran paso que no nos esperábamos —tan solo, no hablen ni me pregunten sobre eso.
Enseguida entendimos a que se refería con "eso".
—Tranquila, solo queremos estar contigo —dije intentando incluirme en la conversación. Necesitaba que ella supiera que estaba ahí, que estaba dispuesto a ayudarla y acompañarla en todo.
—Bien... entonces quédense.
Pasamos el día con ella hasta que terminó el horario de visita. Ambos habíamos ofrecido quedarnos, pero no quiso, por lo que, respetando su postura, cada uno se fue a su casa.
El resto de la semana no fue muy distinto, íbamos a la escuela y al salir de allí, nos dirigíamos directamente al hospital.
Sábado por la mañana pasé por Oli, y luego por John, quien decidió sumarse a la visita. Al llegar, nos anunciamos en recepción y pasamos a la sala.
—Hey —dijo al vernos entrar. Se la veía mucho mejor que los días anteriores.
—¡Amiga! —exclamó Olivia abalanzándose sobre ella.
—¿Cómo has pasado la noche? —pregunté mientras John se acercó algo tímido.
—Hola Lena, espero que no te moleste que haya venido.
—Claro que no me molesta, además ya debes saberlo todo...
Los tres nos miramos y enseguida cambiamos de tema. Oli comenzó a contarle algo gracioso que le había pasado en la óptica de su tía y eso persuadió un poco los pensamientos de Lena.
Rato después, entró la enfermera y nos pidió que saliéramos de la sala un momento. Le hizo los controles rutinarios y se fue, por lo que volvimos a entrar.
—¿Pasó algo? —su semblante había cambiado por completo.
—Anoche tuve un sueño bastante raro.
—¿Qué soñaste?
—Soñé con Dereck —al oír eso, mi cuerpo se tensó por completo —parecía tan real. Estaba justo ahí —señaló la punta de la cama —y me pedía perdón por no haber regresado.
Nadie dijo nada y ella comenzó a reír.
—Tranquilos, supongo que me estoy volviendo loca... tendrían que haber visto sus caras.
Por alguna extraña razón, los tres habíamos reaccionado de la misma forma, por lo que no se fijó solo en mí. De lo contrario, me habría delatado solo. El resto del día hablamos de cosas triviales, poco a poco ella hablaba más, pero solo dejaba que se acercase Olivia. Eso un poco en el fondo me dolía, quería ser de ayuda para ella, pero todo era cuestión de tiempo.
Al despedirnos, caminé por el pasillo casi perdido en mis pensamientos. Debía decirle la verdad a Olivia, necesitaba que ella supiera. Al subir al auto, ella me miró.
—¿Ocurre algo Noah?, estás algo ido.
—Sí, debo hablar contigo.
Ya nos acercamos al final!!! ¿Qué piensan que sucederá con éste par? ¿Dejara Lena que Noah vuelva a acercarse?
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