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Conociendo una parte de él

Narra Lena


Por la noche me había costado conciliar el sueño. Mis sentimientos estaban alborotados y mi corazón lleno de vida... nada malo podía suceder de ahora en adelante pensé, pero la vida no siempre era justa.

Derek vuelve, Derek por favor... te necesito


Tú eres la culpable de todo Elena

Desperté de un sobresalto, lágrimas comenzaron a brotar y un sentimiento de culpa se apoderó de mí. Salí de la cama para tomar una ducha ya que mi cuerpo estaba completamente sudado y mi cabeza parecía estar a punto de explotar. El agua calmaría todos mis miedos, siempre lo hacía.
Luego de bañarme intenté dormir, pero me fue imposible hacerlo. Decidí tomar un libro y sentarme cerca de la ventana, el sol comenzaba a salir y era hermoso poder contemplar aquel acto.
Cerca de las ocho sonó mi celular. Era Noah. Parecía una chiquilla dando pequeños brincos con una enorme sonrisa en mi cara. Solo él podía alegrarme el día, la semana, mi vida entera. Contesté la llamada y esperé a que hablara.

 
—Hola Lena, ¿tienes planes?, porque pensé que podíamos desayunar y luego almorzar juntos —la idea que me incluyera en planes por más pequeños que fueran me hacía sentir la chica más feliz del mundo.

 
—Hola Noah, sí. Claro que quiero —contesté —pasa por mí en media hora.

 
—Perfecto, te veo en media hora... Muero por verte Lena —cada palabra que decía me hacía sentir en las nubes, tan enamorada y a la vez con una marea de confusión enorme.

 
—Yo... yo también muero por verte —y mis mejillas se tiñeron de color rojo carmesí, aunque él no pudiera verme.

 
Media hora después me encontraba en la esquina de siempre esperándolo. En ese momento recordé cuando me preguntó porque tenía que dejarme a media cuadra y no en la puerta de mi casa. Le contesté que mi madre era muy especial con el tema "chicos" y quería decirle si solo se convertía en algo serio. Le mentí, claro que sí. No me animé a decirle la verdad. A ella no le importaba que hacía o dejaba de hacer con mi vida y eso me dolía en lo más profundo de mi ser.
El ruido de un vehículo me sacó de mis pensamientos. Era él. Ahí estaba, frente a mí con esa sonrisa hermosa que iluminaba mi vida desde hacía unos días y me daba una fuerza inexplicable. Corrí hacia él y me lancé a sus brazos.

 
—Con esto confirmo que también me has extrañado —dijo mientras seguíamos abrazados.

 
—Así es, te extrañé y mucho Noah —era cierto. Ya no imaginaba mis días sin él.

 
Subimos al coche y tomó una de mis manos, mientras con la otra conducía. La necesidad de sentirnos era imposible de ocultar.
Al llegar a su casa, nos recibió una mujer morena de edad un poco avanzada con una delicada sonrisa. Era la persona encargada de la limpieza.

 
—Hola Rosa, ella es Elena. Elena ella es rosa —dijo Noah y ambas nos acercamos. Para mi sorpresa aquella mujer me tomó entre sus brazos y me abrazó.

 
—Es un placer conocerte Elena, he escuchado mucho sobre ti jovencita —dijo mirándome y luego dirigió su mirada a Noah. Por la forma en que ambos se miraron supe que se tenían un cariño especial. Aquella mujer no era una empleada más, sino alguien importante en la vida del chico que tanto amaba.

 
—También es un gusto para mi conocerla, y espero que sean cosas buenas —contesté riendo, mientras los tres pasamos a la cocina.

 
Allí, Rosa nos preparó un rico y abundante desayuno, en el cual nos acompañó luego de insistirle que se quedará.
Mientras desayunábamos, anécdotas iban y venían. Nuestras risas resonaban en ese lugar y era muy divertido ver como las mejillas de Noah se tornaban coloradas cuando había algo que lo avergonzaba. Yo los miraba y pensaba en cómo me gustaría poder presentárselo a mi madre y estar de esta forma, tan relajados y riendo, pero era algo imposible. Al menos por ahora.
Cuando terminamos nos retiramos de la cocina para dejar a Rosa seguir con sus labores. Fuimos a la sala donde habíamos estado aquel día que me encontró en la plaza y Noah abrió la puerta de un gran mueble para sacar de allí una caja.

 
—¿Te gustaría verlas? —preguntó algo sonrojado

 
—Claro que sí, al menos que tú no quieras —contesté y él solo sonrió.

 
—Después de todo lo que has escuchado de mí, nada de acá hará que salgas huyendo —dijo haciendo referencia al contenido de la caja.

 
Y así pasamos toda la mañana, hablando, riendo, perdiéndonos entre besos y abrazos mientras mirábamos fotografías de él y su familia

Espero que les guste!!! Con mucho amor! Vi💕

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