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Anestesia

Narra Dereck

Cuando la brisa del viento tocó mi cara, solté todo el aire que contenía y, las lágrimas comenzaron a brotar sin siquiera poder controlarlas. Revivir todo aquello era doloroso para mí, sin embargo, lo único que podía sentir en ese instante era culpa e indignación conmigo mismo. Fue la vida de mi hermana la que corrío peligro por mi cobardía, por mi falta de empatía, por mirar hacia un costado. Y aunque sabía mis razones, y no me arrepentía de haber cuidado de la familia que ahora tenía, sentía que le había fallado como hermano, como hombre, como familia.

El timbre de mi celular comenzó a sonar. Lo tomé del bolsillo, miré la pantalla, era Laura, por lo que limpié mi rostro, respiré hondo y contesté.

—Hola

—Amor, ¿Cómo te ha ido? ¿has hablado con ella? —las palabras no salían de mi boca. Tragué grueso e intenté buscar algo que me distrajera para no llorar —Ven a casa amor, aquí te esperamos.

—Gracias —susurré. Agradecido que Laura me conociera tanto como para darse cuenta cuando las cosas iban mal, guardé el teléfono y subí al auto.

El viaje no fue largo, de hecho, nos estábamos alojando en el pueblo vecino, mi padre, Laura, mi hijo, Nate y yo, pero mi mente estaba desconectada de toda realidad, de todo presente... estaba en el pasado, por lo que esos veinte minutos me parecieron una eternidad. Al llegar, ella se encontraba sentada en uno de los escalones. Cuando mis ojos hicieron contacto con los suyos me dedicó una sonrisa conciliadora y abrió sus brazos. Sin dudarlo, la envolví con los míos y la traje contra mi pecho.

—Tranquilo amor, es mucho que asimilar. Ya verás, solo dale tiempo.

El resto de la semana, todos, nos dedicamos a cerrar el tema de mi madre, ya que pronto iría a juicio y luego se sabría el dictamen del juez. Todos, incluida Elena, quien estaba al tanto gracias a Catherine, habíamos decidido que lo mejor para nosotros era que fuera a un lugar de rehabilitación y acompañamiento psicológico. Los abogados dijeron que tendrían en cuenta nuestra petición pero que la última palabra la tendría el juez.

Lunes por la mañana mientras me encontraba cambiando a Dylan, Nate me alcanzó mi celular. Era Noah. Miré a mi amigo algo asombrado y atendí.

—¿Lo dices en serio? —pregunté sin creerlo.

—Sí, si te parece envíame un mensaje con la dirección y estaremos allí dentro de una hora

—¡Oh Noah! Eso es genial... ¡Gracias! Ahora mismo te paso la dirección.

Corte la llamada sin poder contener la felicidad que sentía. Era tanta, que abracé a mi amigo y unas lágrimas cayeron sobre mis mejillas, pero no me importaban. Era de felicidad.

—Sabes que me pone feliz verte así, ¿pero se puede saber el por qué?

—Elena quiere conocer a Dylan —él me miró asombrado.

—¡Hermano eso es un gran paso!

—Lo sé, lo sé.

Inmediatamente llamé a Laura. A los pocos minutos apareció en casa y corrí a abrazarla. Todo iba sucediendo como ella me decía una y otra vez, solo era cuestión de tiempo.

Una hora más tarde, el timbre sonó. Al levantarme, observé mis manos, las cuales estaban completamente mojadas del mismo nerviosismo. Caminé despacio hacia la puerta, y cuando abrí, el cuerpo de Noah se encontraba antes que el de mi hermana, ya que ella esperaba bajo las escaleras por la silla de ruedas. Ella me observó durante unos segundos sin decir nada, entonces, su novio fue quien rompió el silencio.

—Esperamos no llegar en mal momento —dijo al verme.

—¡Oh no, no! Deja que te ayude —entre ambos levantamos la silla y la dejamos frente a la puerta

Elena dudó unos segundos hasta que, muy lentamente entró observando todo a su paso. Al llegar a la sala, Laura y Nate esperaban con una agradable sonrisa. Intercambiaron unas palabras, en su mayoría con Noah, hasta que nuestro padre entró con Dylan. El rostro de mi hermana se iluminó casi al instante de verlo. Sin cruzar palabra alguna con papá, tomó a mi hijo en sus brazos y comenzó a llorar. Lo observó detenidamente hasta que volteó su rostro hacia Noah, haciéndole saber que podía acercarse a verlo. Él se acercó, y cuando estuvo cerca de ambos besó a Elena sobre su sien.

—Tú vales la pena por todo lo que he pasado pequeñin —al oír eso, Laura fue la primera en largar un sollozo, luego lo hizo mi padre, quien la miraba con cautela porque él y todos los presentes ahí, sabíamos que recuperarla a ella nos tomaría tiempo.

El día pasó tan rápido que casi no nos dimos cuenta que ya había caído la noche. Mi hermana jamás se separó de mi hijo. Incluso en los momentos que hubo que alimentarlo o cambiarlo se ofreció a hacerlo.

Elena sonreía y eso, era un poco de anestesia para el dolor que sentía por haberle causado tanto daño.

Antes de irse, justo cuando me encontraba hablando con papá en la sala mientras el resto se encontraba en el patio, ella apareció frente a nosotros.

—Leni —susurré al verla. Ella se acercó a ambos y por unos segundos solo nos miró fijamente.

—Quiero hablar con ustedes —ambos asentimos —Esto no significa que los he perdonado, me hicieron daño, ambos me abandonaron —papá comenzó a llorar —me dejaron a la deriva con la mujer a la cual yo llamaba madre y lo único que hizo este último tiempo fue lastimarme, golpearme, humillarme, culparme de cosas que no hice. Soy consciente que ambos tuvieron sus razones, sé también que si no te hubieras ido Dylan quizás no estaría acá, y es por eso, por él que voy a hacer todo lo posible por pasar de página. No sé cuánto tiempo me lleve, pero sé que voy a lograrlo porque no quiero perderme nada de mi sobrino.

—Hija —dijo nuestro padre con los labios temblorosos —eres tan fuerte mi niña. Déjame abrazarte por favor.

Elena no respondió nada y mi padre se acercó a ella. Al ver que no movía su silla, tomó eso como un sí, y la envolvió en sus brazos. Lloró aún más fuerte con ella, y en ese momento me sentí peor aún, porque sabía cuánto le había costado a mi padre haber estado lejos de ella. Segundos después, él abrió uno de sus brazos y me incluyó al momento. Ambos la abrazamos y nos quedamos así unos minutos más hasta que fue ella quien rompió el contacto con nosotros y se fue de la sala. Quise seguirla, sin embargo, papá me frenó.

—Dale su espacio Dereck. Tiene mucho que procesar.

Esa noche, al despedirnos, Laura y ella quedaron en verse durante la semana para pasear con Dylan.

Dos semanas después, ver a Elena por la casa paseando a Dylan ya se estaba siendo algo normal. Aunque con el resto la relación era todavía algo cortante, con mi hijo y Laura era de lo mejor.

Viernes por la tarde, mientras me encontraba guardando algunas cosas porque ya debíamos volver a nuestra casa, el teléfono sonó. A nuestra madre la habían trasladado a un centro de rehabilitación, y podíamos verla dentro de un mes. Cuando ya hubiera recibido algo de asistencia, para comprobar si había algún cambio en ella. Corté la llamada y luego llamé a Catherine quien era la que le comunicaba todo a Elena.

Despedirnos de mi hermana fue peor que mentirle que había muerto, porque cuando apenas empezaba a recuperarla, las obligaciones de mi vida me hacían separarme de ella. Papá estaba igual de destruido que yo, nadie quería dejarla, pero por un lado nos reconfortaba saber que pronto se mudarían cerca de nosotros por la Universidad.

El último abrazo estuvo de cargado de sentimientos que ninguno de los dos se atrevió a decir, sin embargo, lo sentimos y eso logró hacernos entender muchas cosas.

Bueno aquí el antepenúltimo capítulo, solo dos más y llegamos a su fin! Gracias por todo el amor que le dan, la verdad que me llena el alma!

¿Qué piensan ustedes de la reacción de Lena?

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