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III

Su sentencia había sido dada y con ello la cárcel le esperaba, Sonic había  terminado siendo culpable así como declararse autor de un terrible ataque de psicosis debido a su estrés post traumático.

Entro a la cárcel de hombres, y las pocas personas que se preocupaban por su genero biológico le miraban con pena, ¿de verdad merecía tal castigo? La enfermera del sitio antes de dejarle marchar a su destino trato de darle algunos consejos.

—No permitas que sepan tu secreto, trat-

—No temo a mi secreto— Interrumpió sin emoción alguna a la hembra.— Si han de enterarse y han de hacerme algo... realmente me da lo mismo,  me da lo mismo si aquí encuentro la tortura o la muerte, me da igual.

La enfermera negó  con la cabeza entre lágrimas, debía ser mentira que con esa mirada pudiese confesar tremendas sandeces.

—No digas eso Sonic, aún  puedes reintegrarte a la sociedad, rehacer tu vida y...

—¿Enamorarme de nuevo? Jaja, usted es una estúpida.

No esperaba más  que la muerte en ese sitio, haría su tarea y buscaría  provocar, eso lo sabía el doctor que le atendió,  aquel zorro ordenaria que se le tuviese especial cuidado, él era el primero en diferir con la sentencia, aquel erizo no debía  ir a la cárcel sino, al psiquiátrico, pero las evaluaciones no fueron concluyentes.

—Pero miren que erizo tan guapo llegó.

— Vaya, si parece que con tocarte te vas a romper.

—Has de ser una mariposita.

Sonic era bienvenido como era de esperarse, presos buscaban humillarle pero eso poco le importaba.

—Adelante— el erizo mostraba su cuerpo revelando su verdad— han de estar hambrientos ¿no? Años sin tocar un cuerpo así.

Los presos miraron confundidos al erizo, ¿Qué  clase de loco o loca se ofrecería como si no valiese nada?

—Muy bien, haré que implores perdón y te arrepientas por tu estupidez.

Uno de ellos tomó del brazo al erizo sin alma, le besuqueo el cuello mientras sus dedos toscos y hambrientos tocaban su intimidad, descubriendo que era real. Sus ojos brillaron como  un niño que ha encontrado en una caja sorpresa su dulce favorito.

Los demás también querían probar y una pelea por ser el primero comenzó.

Sonic desnudo miró como se mataban por su cuerpo, como desesperados como jauria en celo eran capaces de llegar a las últimas  consecuencias.

"Sonic, me encanta tu cuerpo mi amor, eres mío y solo mío"

Recordó esas palabras que cada que hacían el amor Scourge le profesaba posesivo, ahora no estaba ahí para reclamar lo suyo, ahora simplemente sería del más  fuerte.

—Scourge... fuiste el más  débil...



El ganador se planto frente a él,  exhausto pero contento, mirándole de pies a cabeza, le tomó con fuerza y allí mismo, se dispuso a tomarle.

—¿En serio no piensas gritar?

El preso buscaba diversión en ojos llenos de terror pero, no había  nada en aquellos ojos verdes....nada.

—Bueno, peor es nada.

El preso prosiguió a tocarle, a manosearle, a abrirse paso entre esas piernas que no opusieron resistencia, el preso incluso se preguntaba si, esa hembra era real, parecía más, —a su juicio— una muñeca mutilada.

Sonic ni siquiera parpadeaba, miraba el techo iluminado por el foco que ya tenía problemas para generar luz, la luz tintineante hacia que aquel macho sobre ella desapareciera por un segundo y al siguiente estuviera ahí, empezó a ser gracioso, el terror que tenia a la oscuridad y a esos ojos desorbitados que siempre miraban ocultándose en las tinieblas, empezó a ser reconfortante no estar solo que comenzó  a reír entre risas cortadas pero aún  perdidas que el preso dudo seguir.

—¿Qué te pasa? ¿DONDE ESTÁ  LA GRACIA?

Sonic siguió riéndose cada vez más  fuerte.

—¡Cállate  maldita!

Un golpe en la cara no fue suficiente para hacerle callar, otro más menos, un par rompiéndole la nariz apenas y le hicieron cambiar el ritmo de su risa, el macho viéndose burlado decidía matarle:

Puso su manos sobre el cuello de Sonic quien entre lágrimas deseaba ese momento, por fin sería  feliz y por fin dejaría de sufrir, de sentir ese dolor en el pecho, ese hueco en el alma que no le deja ser quien fue, por fin, esos ojos desaparecerían...

Con sus propias manos anima al hombre a intensificar su agarre, con una sonrisa acepta el dolor último  que sentirá y cerrando los ojos con un rostro en paz siente como la vida le abandona.

—¡Aléjate de él!

Los guardias llegaban para separarlos y salvar la vida de Sonic o mejor dicho...arruinarla más de lo que ya era.






■Clínica privada del centro penitenciario

El zorro terminaba de anotar la declaración de su paciente, una que le dejó desconcertado.

—Así  que... en tus propias palabras, querías morir.

—... ...

—Bien, mañana ordenaré  que la cárcel masculina es un peligro para ti y tu integridad como individuo.

El zorro anotaba en una libreta seguramente el pendiente.

—No se mortifique doctor, no me trate como a una damisela en apuros, ¿o usted también sólo me ve como una hembra loca?

El zorro sonrió, le pareció  gracioso, no debía romper el profesionalismo pero, aquel erizo le causaba varias emociones: pena, ira, desesperación y gracia.

—Necesitas ayuda psicológica,  y sigo luchando porque se te considere acto para internarte en una unidad medica psiquiátrica, no aquí, así podrías recuperarte eficientemente.

—Hum... deje de fingir doctor, sé  que le gusto.

El macho de zorro miró seriamente a su paciente, le miró  bien y, aceptaba internamente que, aunque estaba bastante golpeado ahora, no había  visto erizo tan más  hermoso, pero su belleza le recordaba que había  destruído otra, repeliendo cualquier deseo sexual por él.

—No voy a caer en tu jueguito Sonic, será  mejor que esta noche te quedes aquí en observación y mañana de el reporte pertinente para tu reubicación.

—¿Cómo  se llama Doctor?

Preguntó el erizo antes de que el zorro cruzase la puerta.

—Nine, Nine The Fox.

Sonic sonrió,  ladeando la cabeza.

—Sus padres no se rompieron la cabeza ¿verdad? Nine, por sus nueve colas.

—Exactamente, ¿para qué  complicar lo simple?

Ambos se dedicaron una sonrisa, Nine estaba seguro que ese rostro seductor solo buscaba engatusarle y Sonic estaba seguro que, ese doctor un poco más  de tiempo y, lo tendría sobre él.





La noche en un sitio donde el silencio es sepulcral le volvía  loco, no escuchaba más  que sus pensamientos y los recuerdos tormentosos que le provocaban un dolor interminablemente sofocante.

Miraba a la oscura esquina donde se sentía observado, solo, en aquel lugar estaba seguro que, una mirada diabólica cuidaba cada uno de sus movimientos sobre aquella camilla donde yacía esposado.

Como si fuera un fantasma, no podía  ver quien le acechaba, pero unos ojos blancos con rojo no le permitían apartar la mirada de aquella oscuridad.

Agitó los brazos en un intento de soltarse, pero era inútil el agarre era firme, movió las piernas pero aquellas como si pesasen, no respondieron a la orden. Cerró los ojos para dejar de sentir y ver esa mirada pero entonces un terror inexplicable a la oscuridad total le hizo volver a abrirlos.

La noche lluviosa volvía a su mente, aquella oscuridad donde despertó empalado y su esposo agonizante cerca suyo. Su corazón  desbocado de terror provocó lágrimas  y dolor sin poder dejar de revivir esa noche tan tormentosa.

Los días siguientes fueron lo mismo, ya no sólo era no poder dormir por los recuerdos sino, por esa presencia en la densa negrura de la noche, atado sin poder moverse esperaba su recuperación, solo el día era su salvación y ver a ese zorro comenzó  a ser la mejor parte de su día.

—¿Y bien? ¿Ahora hablaremos de tu caso o seguirás coqueteando y evitando el tema?

El zorro era apuesto, comenzaba a agarrarle el gusto, se preguntaba si era posible volverlo loco por él.

—No lo sé... usted dígame.

Nine levantó la mirada de sus apuntes y miró al erizo adoptar una posición provocativa.

—¿Cuantas veces he de decirte que, no se me permite relaciones de ningún índole  romántico o sexual en el trabajo? Siéntate bien y respóndeme ¿Por que permaneces despierto en las noches?

Sonic negó  con la cabeza mientras abría las piernas, mostrando bajo esa bata de hospital su intimidad.

—Vamos Doctor, sé que quiere, sé que le intriga saber que es cogerse a un macho con-

—¡Ni termines la oración!

El doctor estaba harto, ese erizo definitivamente estaba muy mal.

—Sino cooperas en la realización correcta de mi trabajo y en tu recuperación me veré obligado a desertar en tu caso y pedir que alguien más haga esto, y... que sea hembra.

Con  un puchero lleno de molestia hizo que el erizo obedeciera.


Esa noche en particular, pensaba en el zorro, apretaba las piernas deseando sentir mientras se imaginaba al doctor sin tanta ropa encima, se preguntaba si era agresivo en la cama o era un perdedor, se preguntaba si era un romántico o un insípido individuo.

Su lívido estaba por los cielos, y aprovechaba esos momentos para relajar la mente, para dejar de temer a la oscuridad y a los recuerdos, se obligaba a pensar en el doctor, se obligaba a sentir con los pocos recursos que maneatado podría disponer.

—Ahh— suspiraba mientras con fuerza apretaba las piernas— ahh...— gemía intensamente esperando sentir más.

Pero esos ojos, seguían observando, lo han hecho todo el tiempo,  desde que los vio sobre Amy Rose en aquel día sin retorno.




Continuará...

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