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7. Rechazo

Disfruten el capítulo.

____________________

“…

Años atrás

El aroma de un café recién preparado era todo lo que necesitaba para preparar su día.

Luego de que la última gota del líquido estuviera vertida en su taza, la tomó para regresar a la oficina donde se prepararía para revisar los expedientes de sus siguientes pacientes.

Hasta ahora, no había tenido inconveniente con ninguno de ellos y eso era de mucha ayuda, porque podía atender a más gente con sus tratamientos.

—A… ¿Doctora? —expresó su secretaria al verla llegar.

—Si

—Unas personas solicitan hablar con usted.

—¿Tienen agendada una cita?

—No, aún no. Llegaron así.

—Entonces pídeles que registren, las atenderé apenas termine con los demás —caminó al fondo del pasillo para comenzar con el paciente del día.

Justo estaba por abrir la puerta cuando la voz de una mujer la detuvo.

—¿Usted es la Doctora Daysi?

—Es usted ¿Alan Blue? —revisó su expediente, claramente identificó que no se trataba de él, con la fotografía del paciente.

—No, Doctora. Pero necesito que me ayude.

—Disculpe, le dije a mi secretaria que agendará su cita —tomó el picaporte para girarlo e ingresar—. Espere su turno...

La mujer le sujetó la mano obligándola a voltear. Cuando lo hizo lo que vio la dejo sin aliento.

Esa mujer era hermosa, su cabello castaño bajaba en definidas líneas cobrizas sobre sus hombros. Un poco más alta que ella, tal vez por los tacones que usaba. Su rostro estaba pálido quizá de no haber dormido por días, Sus ojos color almendra no diferían de su apariencia, la veían expectantes y preocupados.

¿Quién era esa mujer? ¿Y Porqué pedía la atendiera con tanta urgencia?

—Por favor, Doctora. Ayúdeme.

Suspiró resignada, no era ético saltarse el protocolo pero la mujer se veía desesperada.

Esta bien, la ayudaré...

Victoria, mi nombre es Victoria Gates.

…”

La castaña respiró hondo antes de abrir la puerta.

Ya conocía la sala como la palma de su mano, tantos recuerdos la acompañaron a lo largo de años luego de la serie de tratamientos a los que fue sometida y en los que participó para dejar atrás su antigua vida.

No era la primera vez que visitaba ese consultorio y aún así se sentía como si lo fuera.

Prefirió no hacer esperar más a su amiga e ingreso. Lo hizo con cautela solo por si Daysi se encontraba leyendo algo importante. Ella siempre tenía mucha documentación consigo, parecía que nunca dejaba de estudiar y eso era bueno, porque demostraba cuan entregada era por su trabajo.

Avanzó hasta el sofá donde suele relajarse para sus terapias, dándose cuenta que no había nadie en la habitación.

Dejó su bolso a un costado, para intentar relajar su ya nervioso corazón.

Pensaba en intentar decirle con mucha sutileza que a pesar de estar agradecida por sus sentimientos no se veía capaz de aceptarlos, no es que no pudiera sino porque no se sentía con la fortaleza de tomar una segunda vez el cariño y amor de alguien que no fuera ella misma o su hija.

Su corazón ya había tenido la oportunidad de amar con todas las fuerzas a una mujer tiempo atrás, Elena. Y luego de eso, cerró por completo aquel espacio pues aunque sabía jamas regresaría esperaba que al menos siguiera conservando lo bueno que tuvo de ella.

Aunque no lo mereciera.

Quería seguir pensando un poco más sobre eso, hasta que sintió unas manos posarse en sus hombros, por instinto, las sujetó creyendo ilusamente que se trataría de su ex esposa, pero la imagen que vió en el reflejo del cristal negó lo contrario.

—Llegaste antes —Daysi habló con calma, seguía detrás de Victoria sintiendo la calidez de sus manos.

—Si, quería hablar contigo.

La Doctora tomó asiento a su lado, por ahora no era necesario tanto formalismo, así que dejó la libreta a un lado.

—Te escucho.

Tomó aire para hablar, no debía complicarse con muchas palabras solo tenía que decirle lo fundamental y necesario, pero sin ser grosera.

—Me vas a decir que no quieres nada conmigo ¿Cierto?

—Yo… —eso había sido muy rápido, quizá el demorarse en hablar tradujo lo que su rostro ya de por sí, indicaba.

—Te entiendo —acarició con sutileza sus manos—, y me disculpó por haber actuado precipitadamente, aún tienes mucho que pensar, soy conciente que necesitas tiempo para ti antes de pensar en alguien más. 

Las mujeres se quedaron observando, aunque a la doctora le hubiese encantado acercarse un poco más hasta cortar la línea entre ambas, decidió no hacerlo.

—Gracias por comprenderlo, Daysi. Yo... Te quiero y lo que menos deseo es convertir esto en algo incómodo.

—Comprendo, Victoria —acarició su mejilla—. Tómate el tiempo necesario para aclarar tus sentimientos —se levantó del sofá, tomó una de sus carpetas y caminó a la puerta—. Creo que te veré en la siguiente sesión.

Salió del lugar, y sólo entonces Victoria pudo respirar con alivió.

***

—Entiendo, mamá. Te veo en la noche. Te quiero.

—Fin de la llamada.

—¿Era tu madre? —preguntó Kara mientras probaba las papas fritas de su combo de amburguesa.

—Si... —observó el teléfono—, creo que había olvidado cuan ocupada es —su semblante entristeció, y Kara lo notó.

—Hey, tú mamá es una mujer muy importante. Pero aún con tantas cosas rondando su cabeza, tú eres su prioridad.

—Lo sé.

—¿Entonces? —habló extrañada.

—Lo digo por ella, siento que no es feliz aún con lo que ha logrado. Ella intenta ocultarlo de mí, pero puedo notarlo en su mirada, ese vacío en su vida. 

La rubia la observó un momento, no se sentía cómoda hablar de esas cosas porque simplemente eran difíciles de traducir por alguien que tambien sentía ese mismo vacío.

Si, aún era joven para creer que el amor no se hizo para ella ¿Porqué todas sus relaciones jamás lograron llenar ese vacío que sentía? Por supuesto su familia ocupaba un enorme espacio en su corazón, pero el otro lado que faltaba, no entendía que hacía falta para completarlo.

Ambas salieron del local, Valentina la llevo a conocer la que pronto sería su universidad. Estaban tan entusiasmadas porque esa tarde se notificaron las listas para asignar los grupos en la facultad.

Rogaron a cualquier fuerza que las acompañaba, les concediera ser compañeras en el mismo salón.

Claro que a veces no importaba eso.

—¡Noooo!

—Es una pena —Kara acarició su espalda en señal de ánimos.

Las listas asignaron sus nombres a distintas clases y lo peor de todo es que ni siquiera podrían coincidir en algún momento. Valentina debía asistir en las tardes teniendo las mañanas libres y Kara estaría en clases en las mañanas teniendo las tardes libres.

Dos turnos completamente distintos.

—Tranquila, al menos tenemos los fines de semana para nosotras —volvió a repetir la rubia para serenar la mirada afligida de su amiga.

—Si, creo que tienes razón.

Regresaron al dormitorio de Kara, aunque le hubiera encantado seguir con ella, debía de volver a casa para terminar con los pendientes que su madre pidió completara.

—Tranquila Val, ya no estés triste.

—Si, no importa. Al menos solo será este semestre, luego de eso podemos solicitar un cambio, como lo dijiste.

—Exacto amiga.

Más entusiasmada, se dejó llevar con el abrazo de despedida de la rubia y ya un poco mejor, decidió tomar iniciativa para invitarla a salir.

—Hey, creo que deberíamos de celebrar al menos que estamos en la misma universidad.

—Esa es la Valentina que me agrada oír.

Las chicas pactaron para el siguiente fin de semana a algún lugar en ir a bailar.

Una vez irse del departamento, regresó a la casa con una sonrisa más grande, que sus deseos de que ya fuera ese día.

Sería una salida interesante.

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Nos leemos luego.

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