Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3. Vacío


Disfruten el capítulo.

______________________________

—Tu hija tiene razón. Necesitas salir y conocer gente. Tal vez, podrías encontrar a alguien con quien pasarla bien.

La castaña se removió incómoda del sofá, prefirió posar la vista a un costado de ella observando una figurilla de mármol sobre el mueble. Eso, hasta animarse a hablar.

—Daysi, eres mi doctora y amiga, aprecio siempre tus consejos o recomendaciones, pero no está vez. No necesito de nada y de nadie para "ser feliz". Estoy bien ahora, tengo a Valentina y no podría aceptar a alguien más en mi vida.

—Comprendo, solo digo que podrías disfrutar más, salir y divertirte.

—Ya no somos colegialas para andar de fiesta, Daysi.

—Difiero, seguimos siendo jóvenes. Tenemos una vida por delante. Además, eres hermosa e inteligente cualquier persona se enamoraría de tí. 

Daysi acarició la mano de su amiga. En el fondo siempre sintió empatía por ella. No obstante, por la relación con su esposa se veía obligada a aceptar su lugar como amiga y doctora.

—No digas locuras, no esperarás que me case otra vez.

—No, claro que no. Sería un paso muy grande —dejó el bolígrafo y cuaderno sobre la mesita—, lo que quiero decir es que debes de pensar otra vez en tí, tus sentimientos, ¡Vaya en tú propia felicidad!

—Soy feliz con lo que tengo, Daysi. Mi hija está de regreso, no tengo problemas con la administración, e seguido el tratamiento al pie de la letra. Eso es suficiente para mí.

—Por supuesto Vicky, pero...

—Daysi, no quiero seguir con esta conversación, te pido no volvamos a tocar el tema —se mostró molesta.

—Esta bien —separó la mano de su amiga.

Victoria se levantó del enorme sillón donde generalmente se recostaba para su terapia—. Creo que es todo por hoy. Disculpa pero es momento de volver a la oficina.

—Como desees, Vicky. 

Menudo día, pensaba Victoria. Tanto su hija como su amiga se habían puesto de acuerdo para hacerle ver que su vida necesitaba de alguien más para ser completamente feliz. ¡Qué fastidio! pensaba mientras conducía por la costa en dirección a la administración del hotel central.

De algo si estaba segura y es que su Valentina ya no era una niña a la que podía proteger siempre, ella ya había crecido, muy pronto se iría a la universidad y aunque le encantó que su hija siguiera el negocio de la familia por deseo propio, ella ya se encontraba en edad para formar su propia felicidad.

No cabía de la emoción, pero eso sólo significaba que se tuvieran (si así lo decidía) que separar.

A pesar de todo, deseaba verla feliz.

—Lucero, que nadie me moleste —habló hacia su asistente, una vez visto llegar se acercó a ella para darle los pendientes de la tarde.

—Como usted diga.

La chica apenas cumplía 24 años y ya esperaba un bebé. Pensándolo con más detenimiento, muy pronto debía estar viendo quién suplirá a su mano derecha mientras se encuentre en gestación.

Tenía muchas cosas que resolver.

Para la tarde se sentó a discutir con Lucero lo referente a la fiesta de su hija que el siguiente viernes se llevaría a cabo y que estaba segura, a Valentina le encantará. 

—Necesito que revises si tenemos alguna vacante administrativa en la que mi hija se pueda desenvolver.

—Si, porsupuesto.

—No quiero nada del otro mundo, ella pronto estará en la universidad y no quisiera que se estresara de más.

—La noto entusiasmada.

Ella sonrió. —Nada me pone más feliz que mi hija. Y saber que le gusta el mismo trabajo que a mí —hojeo los papeles en su escritorio y dió un vistazo a su reloj que indicaba la hora de salida —Ya es tarde, será mejor que nos retiremos.

—Claro, Señora.

—Te encargo lo que te dije para antes de su fiesta a la cual, también estas invitada.

—Gracias por la invitación Señora Victoria. Pero ese día tengo revisión médica y me dió permiso de asistír por la tarde.

—Oh, claro. No te preocupes, cuídate. Nos vemos mañana —tomó su maletín y se retiró de la oficina.

***

El viernes llegó y tal como lo planeó todo estaba listo. Una noche atrás Victoria le reveló a su hija sobre la pequeña sorpresa que planeo como bienvenida. La chica se sorprendió y quedó maravillada por lo que la esperaba al siguiente día.

Las personas más allegadas a su familia serían partícipes del evento, lo cual la ponía contenta debido a que tenía tiempo de no verlos.

Victoria revisó su reloj. Era momento de salir de la bañera y monitorear que todo estuviera en orden.

Tomó una de las batas blancas envolviendo su desnudez, caminó de vuelta a la habitación y una vez ahí, se despojó de lo que la abrigaba para luego en suaves masajes colocar loción sobre todo su cuerpo.

Apreciaba su figura por el espejo del tocador. Le gustaba cuidarse y a pesar de los años, seguía conservando una piel tersa. Su complexión delgada apenas con algunas desproporciones y marcas que por el trabajo y su situación antigua, fueron inevitables surgir.

Suspiró al envolverse de leves recuerdos, no hacia bien llenarse de pensamientos del pasado. Prefirió cepillar sus rizos en un intento de no desesperarse al deshacer los nudos que encontraba en su paso.

Finalmente, luego de vestirse, hizo uso de los últimos retoques en su rostro. Un poco de rimel que le daba cierta profundidad a sus ojos color chocolate y el labial carmesí sobre sus labios.

Sonrió emocionada por el presente día, mostrando los encantadores hoyuelos marcados en sus mejillas.

Estaba preparada.

Bajó para atender a los primeros invitados, mientras su hija se alistaba.

Una hora más tarde, Valentina salió al jardín trasero de la casa donde todos aguardaban por su llegada.

Recibieron a la joven en medio de una ola de aplausos. La primera en acercarse y felicitarle fue Victoria. Envuelta en un manto de felicidad le brindó unas palabras expresando la dicha de tenerla de regreso. Su pequeña hija.

—Mamá, ya no soy una bebé —se quejó cuando le apretó la mejilla.

—Para mi siempre serás mi bebé —dejó un beso en su nariz—. Estas hermosa.

Se ruborizó. —Gracias mamá, lo saqué de tí —haciendo sonreír a Victoria.

Caminaron saludando a los invitados, muchos de ellos amigos cercanos, que disfrutaban de los aperitivos ofrecidos por los meseros.

—Bienvenida, hija —susurró para Valentina.

—Gracias, mamá —la abrazó a la altura de la cintura reflejando su felicidad y emoción porque tenía a la mejor madre del mundo.

—Y ¿Para mí no hay un abrazo? —una voz se incorporó a la conversación de las mujeres.

—¡Abuelo! —mencionó Valentina al escuchar al hombre llegar.

—Oh, mi Valentinita —como solía decirle—. Miráte, ¿En dónde se quedó mi pequeña nietecita? —la chica sonrió y se dejó abrazar por su abuelito, no esperaba verlo ahí.

Él, al igual que su madre, eran las personas que más adoraba sobre la Tierra y pese a las diferencias entre ellos, apreciaba que su madre le permitiera estar presente. 

El señor soltó a su nieta y observó a su nuera quien tenía tiempo sin ver. A diferencia de Valentina ella no se emocionó como lo hizo la menor. Retrocedió unos pasos hacia las escaleras, se disculpó y fue de vuelta a la casa.

En ese momento, su amiga y doctora Daysi había llegado y presenció lo sucedido.

—Descuiden. Yo me encargo —mencionó al señor y a Valentina caminando a paso veloz para alcanzarla.

La castaña entró al despacho. Se sentó en el sofá mientras sacaba del mueble un cigarrillo.

Dejó que el humo del tabaco alejara los recuerdos que traían de vuelta a su único y primer amor.

La mujer que la hizo soñar, vivir sin límites la vida, su inspiración, con la que comenzaba a formar su familia. Aquella persona especial que la hizo feliz por mucho tiempo y sobre todo, la quién hizo elevarse tan alto para dejarla caer sola.

—¿Porqué no estás aquí con tu familia, Elena? —susurró conteniendo el nudo en la garganta—. Tan poco te importamos y por eso te fuiste —habló, pero en su intento por odiarla, no lo logro.

A pesar del tiempo, aún aguardaba por ella.

El sonido de la puerta, la hizo volver a la realidad, dió otra calada al cigarrillo solo para distraer su mente.

—¡Hey, Vicky! —se acercó con cautela hasta su amiga—. ¿Cómo estas? —preguntó Daysi. Se puso de cuclillas para verla mejor, le retiró el cigarro de la mano no tardando en refunfuñar Victoria por su atrevida acción.

—Bien, es sólo que... No creí que su presencia me afectara tanto.

—Es su abuelo después de todo, no podías prohibirle que viniera.

—Lo sé.

—Quiero que me digas ¿Qué sientes? —era obvio que tarde o temprano se enfrentaría a estas incómodas situaciones trayendo como consecuencia algún desorden emocional. Esperaba que Victoria supiera afrontarlo y sobrellevar.

—Verlo aquí, me trajo recuerdos de ella. Siento el corazón vacío… —la volteó a ver—, ya no quiero sentir esto.

—No reprimas tus recuerdos, te hacen ser quién eres. Dime... ¿La extrañas? ¿Quisieras verla otra vez?

—La odio, por haberme dejado sola eh irse.

—No, no la odias.

—¿Como estás tan segura? —preguntó a Daysi apuntó de llorar.

—Por que lo veo en tus ojos, a pesar de los años la sigues amando. Es algo con lo que… nadie puede luchar. Pero estoy segura que con el tiempo lograrás superarlo.

—No sé si lo logre. Tampoco sé, si volveré a querer o amar a alguien que no sea ella.

Daysi acarició su mejilla.

—Por favor... —la doctora se levantó para tomar ambas manos de su amiga quién apenas la veía—. No te cierres al amor. Hay muchas personas dispuestas a darlo todo por ti.

—Jaa… ¿De qué hablas?

Supo que era la única oportunidad que tendría para hablar y no titubeó más.

—Estoy hablando de mí, Victoria. Tú… me gustas.

"…

Aún en el tiempo y la distancia, mi mente sigue aguardando por tí.

Podré dejar atrás las tardes de invierno, las caminatas nocturnas, el calor de tus manos sobre mi piel.

Pero en mi corazón, siempre estarás tu.

…"

*suspiro*

______________________________

Comenten, den LIKE y Compartan.

Nos leemos luego.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro