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26. Razón

Disfruten el capítulo.

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—¿Así que se va?

—Si, mamá. Disculpa que no te hayamos esperado pero encontramos un vuelo disponible para hoy. Teníamos el tiempo justo.

—Si, lo entiendo. Me hubiera gustado despedirme también.

—¿Quieres hablar con ella? Puedo pasarle el celular para que…

—No, no, no. Está bien así. Se irá por unos días —se quedó pensando—. Solo dile que tenga un buen viaje. La estaremos esperando.

—Si, mamá —vió a Kara volver del sanitario—. Te dejó. Regresaré a casa tan pronto suba ella al avión.

—Está bien. Cuídate.

La llamada concluyó. Kara parecía encontrarse de mejor ánimo pues la idea de volver a ver a sus padres parecía mantenerla ilusionada.

—Ya investigue. La sala queda por allá.

—Oh. Muy bien. Queda poco para que anuncien la salida —cargó la mochila de nueva cuenta.

—Si. Oye, por cierto. Hablé con mi mamá.

—¿Ah, si? —se puso tensa—. Y… ¿Qué te dijo? —No estaba segura si quería escucharlo pero no debía ser grosera.

—Dijo que tengas un buen viaje y que le hubiera gustado despedirse.

«Si, supieras que es por ella que decidí tomarme este tiempo fuera», pensó nerviosa.

—Uhm. Si. Agradecele, por favor.

—Lo haré.

Aunque no fueran muchos días, Kara aprovecharía el tiempo para disfrutar de la comodidad que le brinda el calor de su hogar.

***

—¿Te encuentras bien, Victoria? —Daisy volvió de la cocina con un par de platos servidos. Esa tarde después del trabajo habían quedado de verse en casa de la doctora.

—Si, ¿por qué lo preguntas?

—Bueno —Tomó asiento a su costado mientras buscaba el documental que le había dicho—. Por un momento parecías pensativa después de llamarle a tu hija. ¿Valentina está bien?

—Si. Es que… me dijo que su amiga decidió ir a ver a sus padres este fin de semana.

—Ah, Kara ¿cierto? —asintió—. Me alegro por ella. Supongo que después de meses fuera de casa, es normal querer visitarlos.

—Si —expresó pensativa.

—Eso te tiene triste. ¿Qué se fuera?

—No precisamente eso —Meditó en sus palabras—. Es que… creo que ya no se siente cómoda con nosotros. Es todo.

—¿Lo crees así? A lo mejor solo extraña a sus padres —Explicó—. La pobre no lo ha tenido fácil. Primero irse a vivir a otro país y luego el accidente del incendio. Son sucesos que toman su tiempo para procesar en especial a su edad.

—Supongo que ahora entiendo un poco de lo que Valentina sufrió al irse —Se removió incómoda—. ¿Crees que hice mal al hacer que mi hija se fuera por un tiempo?

Encontró un espacio en el mismo sofá—. Hiciste lo que pensaste mejor para ella.

—Lo sé pero me pongo a pensar y sí ella a la larga me echa en cara que la abandone y…

—Victoria, tranquilízate —la tomó de las mejillas, comenzaba a alterarse—. Estás creando una tormenta en un vaso de agua. Lo último que debe de cruzar por tu mente es que pase aquello. A pesar de no ser tu hija te ama como tal.

—Valentina es mi hija.

—Lo sé, lo sé. Perdón. Quiero decir que ya han sufrido lo suficiente como para seguir pensando en cosas del pasado. Ustedes están aquí, reunidas. Han aprendido a amarse y ese lazo se fue y seguirá volviéndose más fuerte con el paso de los años.

—Entiendo —susurró estaba avergonzada por dejar salir un poco de sus frustraciones—. Gracias, Daysi.

—Siempre estaré para ti —dejó un beso fugaz en la comisura de sus labios cosa que tomó por sorpresa a la castaña. Lo hizo sin pensarlo. Para evitar molestias, la doctora se puso de pie y fingió buscar el control remoto, quitando importancia al tema—. Bien. ¿Te parece si vemos el documental que te platique?

Victoria no era tonta, sabía que su amiga seguía conservando aquellos sentimientos de amor por su persona y que pese a todo, intentaba mantenerse al margen como se lo dijo alguna vez para mantener la amistad. No era fácil y no sé lo haría más difícil.

—Claro. Siéntate aquí.

***

Mientras Kara se encontraba lejos del país, Valentina tuvo la buena idea de idear una pequeña fiesta sorpresa para recibirla. Después de pasar casi una tarde convenciendo a su madre para hacer la celebración en el jardín, se apresuró en alistar todos los requerimientos que faltaban antes del día de su llegada. No es que fuera a ser una mega fiesta —pues su madre jamás lo permitiría—, solo tenía contemplado algunos conocidos en común de la universidad que sabía bien la harían pasar una buena tarde a su regreso.

—¿Estás segura que hay comida suficiente para recibir a todos? —observó la recepción del menú que estaba llegando a la casa.

—Cariño, hay suficiente comida para alimentar a todo el vecindario. Relájate.

—Jejeje… si. Es que estoy nerviosa, ¿Qué tal y no le gusta? —se alarmó. Aquel día sería el de su llegada y necesitaba que fuera perfecto.

—Le gustará, créeme. Por cierto, ¿a qué hora vendrán tus amigos?

—Como en una hora, apenas tengo tiempo suficiente de revisar que esté listo todo para antes de ir por Kara —su celular timbró, leyó el mensaje estresandola aún más—. Ay, no.

—Pasa algo.

—Creo que algunos de los que vendrán andan un poco perdidos.

—¿Les enviaste la ubicación?

—Lo hice pero creo que andan un poco perdidos.

—En ese caso, hay que ir por ellos a dónde se encuentren.

—Si, pero también tengo que ir por Kara, ya es un poco tarde, no me dará tiempo de ir por todos.

—Bueno yo podría ir por tus amigos.

—Uhm… —pensó en la propuesta aunque luego de verificar dónde es que se encontraban y que aún faltaban algunas cosas decidió hacerlo de distinta forma.

—Creo, creo que aunque me gustaría ir por ella. Me va a tocar cambiar el plan. Pasaré por nuestros amigos, tengo el tiempo justo para volver y reunir a todos para antes de que vuelvas.

—¿Qué quieres decir?

—Mami, ¿Podrías recogerla por mí?

***

Lo último que pensó a su llegada fue que la castaña sería de las últimas personas en darle la bienvenida, pero ahí estaban, saliendo del estacionamiento del aeropuerto rumbo a casa.

Pero a diferencia de la última vez que se vieron, ambas parecían estar bien aunque levemente temerosas. Por un lado, la rubia se sentía avergonzada por su actitud hostil de las últimas semanas mientras que Victoria parecía tratar de hallar las palabras exactas con las cuales hablarle después de no hacerlo por mucho tiempo.

—¿Cómo están tus padres? —hizo el primer contacto.

—Ah. Ellos están bien. Gracias por preguntar.

—Que bueno —no pareció ser la respuesta propia de ella, así que lo intento una vez más—. Y… ¿Disfrutaste volver a casa?

—Señora Victoria. Podría detener el auto.

A la castaña le tomó por sorpresa la petición. Viendo de reojo a Kara la notó bastante seria así que decidió hacer lo que le pidió orillando a un costado de la carretera.

—¿Qué sucede? —cuestionó intrigada.

—Quiero… pedirle disculpas.

—¿Disculpas? ¿Por qué? —sé sincero—. Más al contrario creo que yo soy la que te debo…

—No, no, no, escuche. Quiero decir —respiró profundo y continúo—. Es difícil de explicar pero mi comportamiento de las últimas semanas no ha sido él correcto con usted. Me ha apoyado mucho al estar aquí y yo simplemente me he portado grosera. Yo lo lamento.

—Esta bien, Kara —la observó fijamente—. Realmente se me complica un poco saber lo que piensas pero ante todo quiero que sepas que siempre podrás contar conmigo. Si necesitas ayuda o solo hablar puedes buscarme, aquí voy a estar para tí —la tomó de las manos—. Sé que es difícil vivir lejos de casa. Toma tiempo acostumbrarse al cambio y es válido sentir nostalgia. Por eso cuando sientas la necesidad, acércate a nosotras para juntas buscar algún tipo de solución.

—Gracias, lo apreció mucho viniendo de usted, señora Victoria.

—Solo Victoria —Pidió. A Kara le tomó por sorpresa.

—¿Qué? ¡No, puedo llamarla así! Es irrespetuoso.

—Te he tomado el suficiente cariño para que te pida tutearme —se acomodó en su asiento—. Estos días que no estuviste en casa me puse a pensar en posibles acciones que pudieron haberte molestado al vivir con nosotras. Soy consciente de que no soy perfecta pero trataré de ser más abierta contigo y Valentina. Disculpa si te ofendí en algún momento.

—No diga eso. Usted no necesita disculparse. No tiene que hacerlo por…

—Lo hago por mi, Kara —dijo sincera—. Quiero estar bien contigo y que todo vuelva a ser como antes de este distanciamiento.

—No se que decir.

—Solo que lo intentaras —sonrió amable. La primera sonrisa en semanas que veía de Victoria. Una que se sintió como el mismo calor de primavera. Lo extrañaba y parecía inaudito que solo bastará un par de días para extrañar verla.

Seguía teniendo miedo a sus sentimientos, pero al menos parte de ella se sentía con la paz necesaria de aceptarlo así. El tiempo sería el encargado de mostrarle el camino a su futuro incierto o al menos aquel dónde deseaba estar rodeada con la gente que más apreciaba. Con la gente que amaba.

—Vayamos a casa.

—Si… Vi-ictoria.

“No fue necesario escucharlo, la promesa de no volver estaba plasmada en tu mirada que fue fácil inferir lo que tú buscabas de mi.

No hubo viento, la calma siempre anunciaba lo destructivo que puede ser la tormenta que me parece inaudito que a pesar de ello una vez más, este cayendo ante tí”.

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Misterios que empiezan a salir a la luz.

Muchos se preguntaban por la edad de Valentina y su madre, he ahí un poco de la respuesta.

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Nos leemos luego.

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