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14. Tiempo

Siento la demora.

Disfruten el capítulo.

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Encendió la vela aromática que amablemente Valentina le trajo para armonizar su habitación y levantarle el estado de ánimo. 

Kara no era de las chicas que se afligen con facilidad, su carácter despreocupado y a la vez rebelde le han permitido ignorar problemas que no fueran propios de ella.

Por eso, cuando aquella mujer se molestó, se sintió extraña por tomarse muy a pecho las palabras que le dijo.

Si, había cometido un error al leer algo que no le pertenecía, al intentar compensar sus errores del pasado en un acto bueno salió perjudicando la escasa relación que debería existir como amiga de su hija. Se disculpó por ello. Pero, dada las circunstancias, un simple "lo lamento" no consiguió resolver la situación con la señora Victoria.

Pensó que si descansaba un tiempo de esa experiencia su mente la dejaría tranquila pero... ¿Porqué seguía importándole mucho?

Necesitaba tomarse un tiempo y ordenar sus ideas. La distancia siempre ayuda a encontrar soluciones a los problemas.

No, Kara no quería obtener una solución. Ella simplemente deseaba disolver el asunto y seguir con su vida.

Así lo haría.

—¡Hey! Tierra llamando a Kara —expresó Valentina quien esperaba respuesta a la pregunta que le hizo momentos atrás.

—¿Qué? —dijó sorprendida, al notar que se había perdido en sus pensamientos—. ¿Dijiste algo?

Su amiga la miró confundida. Tenía unas cuantas horas de estar en el departamento de Kara, ambas veían una película para pasar el rato en un intento por mejorar el estado de salud que falsamente informo a Valentina.

—Dije que si querías ver alguna otra película.

—No, estoy bien con esta.

—Bueno, es que… ya terminó, hace un buen rato.

—A… —respondió incrédula. Observó el control remoto y lo tomó para pausar los créditos—. Claro.

—De verdad ¿Estás bien? —se sentía preocupada. Su amiga generalmente es más enérgica que lo que mostraba en ese momento.

Kara se enfoco en el televisor, decidió apagarlo y tomar un silencioso respiro para volver en sí.

—Estoy bien —sonrió, un poco más de la cuenta o lo suficiente para tranquilizar a su compañía—. Tal vez sólo este agotada. Ya es muy tarde.

—Cierto —Valentina observó su reloj y efectivamente marcaban cerca de las diez de la noche—. Creo que abuse de tu tiempo.

—Para nada, sabes que eres bienvenida cuando gustes. Pero ya deberías regresar, tu madre de seguro estará preocupada.

—No, descuida. Mi mamá está de viaje, regresara en una semana.

—Entiendo —se levantó del sofá para llevar los vasos y tazón al fregadero. La señora Victoria al igual que ella, se tomaba un tiempo y eso era bueno, pensó.

Le daba otra perspectiva al problema, no vería a la mujer en un buen rato y le ayudaría a olvidarse de lo que la tuvo así en primera instancia.

Sonrió con mejor ánimo.

***

Días después

Valentina tenía planeado que aquella larga y exageradamente mejor semana, la pasaría como en el internado con su amiga de arriba a abajo.

Pero la realidad fue que a diferencia de aquellos días. Ahora tenía deberes que cumplir, los turnos en la escuela no ayudaban, mientras Kara estudiaba en las mañanas, ella debía ir como aprendiz en uno de los hoteles bajo el mandato de su ahora jefa Lucy (La que desde que inicio se mostró muy rigurosa y estricta con cada orden acatada).

No era diferente por las tardes, mientras Kara se encontraba libre de tiempo para disfrutarlo por ahí, ahora era el turno de Valentina en cumplir con las clases asignadas para esos horarios.

Entonces, ¿Cómo conseguiría acercarse más a Kara si parecía que el universo las quería tener separadas?

A menos hasta que así lo decidiera alguna fuerza exterior.

O un corto circuito.

***

Las manecillas sonaban levemente entre cada segundo medido sobre el muro de la habitación. A pesar de que el tráfico abundaba en el boulevard era difícil para Kara sentirlo por sobremanera.

Sus sueños la acompañaban aquella noche, que gracias a rechazar la invitación de sus compañeros de curso evitó gastar de sus ahorros para sobrevivir lo que restaba de la media semana. Le gustaba salir y divertirse como cualquier joven de su edad, aunque prefiriera hacer algo más que eso, también resultaba divertido y era una buena forma de conocer a los demás.

Al menos eso quería creer.

De regreso a sus sueños, el paisaje se tornaba especial. El mar era compañero en el pequeño viaje que emergía de su fantasía mental. Desde donde se hallaba alcanzaba a visualizar el horizonte que se perdía entre el cielo y el agua. La nula franja entre dos colores que gracias a la calidez del sol en descenso, esté los combinaba a la perfección hasta convertirlos en el reflejo del otro.

Se veía lindo y era afortunada al estar ahí para presenciarlo.

Que importaba que estuviera sola.

O casi sola, porque alguien más estaba ahí, junto a ella.

Esa persona de igual manera, observaba expectante el espectáculo que ofrecía la puesta del sol, hasta fusionar en un telón de anochecer.

Kara no pudo seguir observando al frente porque sus sentidos se posaron en su acompañante.

Raro, pero lo encontraba aún más atrayente que lo que en un principio la cautivó. No podía ver con claridad pero, parecía ser alguien de mayor altura pues apenas su rostro se situaba al nivel de sus hombros. Con una postura tan firme e inquebrantable, le provocaba cierto grado de respeto y a su vez admiración. Pero no era lo único, si se concentraba mejor pareciera notar algo más que esas características.

Ella, porque era una mujer. Parecía disfrutar de lo mismo, a un nivel más allá de lo impensado. Algo que provocó en la joven un sentimiento de añoranza.

Fue cuando lo vió, el destello que se desgloso frente a sus ojos, fue mejor que la misma vista del mar, mejor que la expectativa de una puesta de sol, algo que creyó ordinario y común se hizo presente de forma mágica dejándola maravillada.

Algo tan simple, pero a la vez tan misterioso.

Una sonrisa.

De pronto ya no parecía la misma mujer del inicio. Su sonrisa que era adornado con dos pequeños hoyuelos la cuativo, ese pequeño y diminuto gesto la hizo brillar más que un lucero, más que el infinito cielo estrellado que adornaba la noche al término del día. Está, lo opacaba todo.

Sintió su corazón latir con bravia.

—Kara…

Lo escuchaba con lejanía y pensó se trataba de esa misteriosa mujer llamándola.

—Hey…

Un sonido apenas audible pero intenso que pedía ser atendido.

—Despierta…

No impensable, porque sería olvidarla y no lo deseaba.

Volvió la vista a la mujer de la hermosa sonrisa, pero está se discipo al igual que el mar, la noche, todo fue cubierto por un manto gris hasta volverlo turbio.

—¡Hey, Kara! ¡Despierta! —gritaba desesperado uno de sus vecinos de al lado luego de forzar la puerta para ingresar.

Algo que comenzó por un fallo en la red eléctrica, se convirtió en un conato de incendio, poniendo en alerta a todo el edificio esa madrugada.

Las llamas iniciaron al costado, justo donde se encontraban departamentos vacíos haciéndolo difícil de inferir, para cuando se dieron cuenta el fuego ya invadía más espacio. Algunos que se percataron de lo sucedido corrieron a alertar a los demás para evacuar lo más pronto posible el lugar.

La columna de humo que invadió todo el edificio provocó que algunos quedarán inconscientes, entre ellos Kara.

Todo pasaba rápido y era difícil determinar la gravedad del asunto. Como pudo él consiguió cargar a la rubia y trató de llegar al acceso principal. Descendió del segundo piso, sin importar que estuviera semivestido pues lo único que valía más que eso era su vida misma y la de la chica.

Las escaleras seguían intactas pero ya podía sentirse el calor de cerca. Logró salir con ayuda de otra inquilina más que venía bajando también. 

Todos fueron auxiliados de inmediato por personas que llegaron en apoyo. Pronto los médicos y bomberos arribaron al lugar para brindar ayuda a los afectados y apagar el fuego que consumía gran parte del edificio.

La rubia abrió los ojos, lo primero que vió fueron las persianas de la ventanilla. En medio de estás la silueta de una mujer se hizo presente.

¿La mujer de mis sueños? Pensó de inmediato, aunque un tanto confundida. Sus dudas fueron esclarecidas al enfocar mejor la vista.

—Kara ¡Despertaste! —se abalanzó a ella con emoción.

—¿Qué sucedió? —estaba mareada. Se sentía agotada a pesar de haber dormido muchas horas.

—No hables —la interrumpió. Se trataba de Valentina.

—¿Qué? —observó a su alrededor confundida—. ¿Dónde estoy?

—Estamos en el hospital.

—¿Porqué?

Valentina le tomó la mano y comenzó a explicarle lo sucedido. Aún para ella resultaba difícil asimilar lo ocurrido, luego de escuchar las noticias en la página de la universidad, salió de inmediato al hospital donde fueron llevados algunos a causa del incendio. Le dió gusto saber que Kara se encontraba a salvo y que pronto se pondría bien.

—¿Todo el edificio se incendio? —preguntó horrorizada.

—Si. Para cuándo los bomberos arribaron, el fuego alcanzo gran parte —se tomó un tiempo para hablar—. Según los reportes, la estructura quedo inhabilitable, es probable que derrumben el lugar.

La rubia se sorprendió ante lo escuchado. Sonaba ilógico que algo como eso ocurriera en la vida real. Un incendio poniéndola al borde de la muerte.

Es atemorizante.

—Yo… —luego de unos minutos cayó en cuenta de lo que vendría ahora. Sus pertenencias, documentación, todo quedó consumido por las llamas—, no sé que haré.

—Hey, Kara. Tranquilízate —intervinó su amiga—. No estás sola en esto.

—Pero Valentina no sé como... —intentaba no quebrarse, resultando difícil.

Le tomó la mano con fuerza—. Te apoyaré. 

—… —la vió confundida.

—Vivirás conmigo en la casa.

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Estoy de vuelta, siempre surgen cosas que absorben mi tiempo pero vamos que está historia ya esta tomando forma.

Kara tendrá un nuevo inicio y veamos de que forma.

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Nos leemos luego.

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