13. Culpa
Disfruten el capítulo.
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El sonido del claxon alertó la llegada de Valentina y su madre al departamento.
Se asomó por el ventanal verificando que efectivamente se trataban de ellas.
—Okay, Kara. Disfruta el día —expresó para animarse.
Entró al auto sentándose atrás junto a su amiga.
El asiento del copiloto lo ocupaba la madre de Valentina quien permanecía ocupada con una llamada telefónica.
Una vez el chófer colocó la pequeña maleta de la rubia en la cajuela, subió para emprender el viaje a la playa.
—Gracias por invitarme —susurró a Valentina para evitar hacer ruido y causar molestia a su madre con la llamada.
—Gracias a ti por aceptar. Te encantará el lugar.
—Ya lo creo.
Victoria colgó la llamada, dejó el celular en la guantera y de nueva cuenta, se colocó las gafas de sol. Observó por el retrovisor a la jóven y antes de que saludara la otra lo hizo.
—Señora Victoria. Buenos días.
La castaña volteó para verla.
—Hola Rebeca —habló regresando la vista al frente.
—Ah… soy Kara.
—Mamá, se llama Kara.
—Lo sé.
Valentina miró a su amiga levantando los hombros al desconocer porque tenía ese nombre en mente.
La rubia si lo sabía. Al parecer, la mujer no se cansaría de recordarle su pequeño accidente por un buen tiempo. Así que evitaría darle vueltas al asunto.
La señora Victoria le podía llamar como ella quisiera.
…
—¡Qué bellísimo lugar! —expresó al visualizar de cerca la orilla del mar.
Desde que llegó, Kara no había tenido oportunidad de visitar el principal punto turístico de la ciudad. No obstante se encontraba emocionada de al fin estar ahí.
Valentina le explicó un poco de la zona donde estaban. El hotel que tenían detrás fue el primero de muchos en ser construido a partir de la dirección de su madre. No era tan lujoso como los otros que formaban parte de su propiedad. Sin embargo, fue asentado en el lugar con la mejor vista de la ciudad. Motivo por el cual se volvió exclusivo.
Además, guardaba un significado único para Victoria, por lo que al tener más hoteles en la ciudad, esté lo mantenía privado y por ahora, sólo era abierto al público para ocasiones especiales.
Entonces, básicamente era como su segundo hogar.
…
Por más que Valentina quizó mostrarse visualmente atractiva y llamar la atención de la rubia, terminó por desistir. Usó el segundo bañador que compro, la prenda era azul de una sola pieza, tenía dos aberturas en los costados que le señian su figura. Era mucho más cómoda para alguien que tenía pena con enseñar mucha piel.
Pero con Kara la cosa era distinta, no tenía problema con mostrar su cuerpo. De hecho, desde el momento en que supo que viviría cerca del mar lo primero que empacó, fueron sus trajes de baño.
Para la ocasión, optó por uno de dos piezas en color rosa, un bañador de cintura media con diseño floral tropical y cubriendo más arriba, un sujetador de tirantes finos que ataba en la parte de atrás.
—Cariño, pasaré por ustedes más tarde —mencionó Victoria a su hija luego de que regresarán de los vestidores con ropa más ligera.
Kara escuchó lo que dijo y decidió que sería ideal invitar a la mujer a qué las acompañará. Sólo para que viera lo buena amiga que podía llegar a ser.
—No tienes nada que hacer, mami —apoyó en la petición de su amiga—. Anda quédate con nosotras.
Victoria terminó por aceptar.
Se tomó su tiempo para cambiarse y lo hizo con un bañador de cintura alta con diseño liso y un escote cruzado en “v” que dejaba su busto mucho más liviano.
Salió con una bata de tela ligera hacía donde estaban ellas. No tenía intenciones de meterse a nadar justo como lo estaban haciendo las niñas.
En su lugar, prefirió tomarse esa oportunidad para descansar. Se recostó en uno de los camastros que el hotel tenía en la playa, se encontraba debajo de un techo forrado con madera y colgando un par de cortinas plegable.
—¿Tu mamá está bien? —preguntó a Valentina al volver de recorrer nadando el otro extremo de la zona.
—Si, probablemente está cansada. Trabaja mucho en la semana y sólo se toma de vez en cuando un día para relajarse.
—Comprendo —la miró de reojo—. Bueno, es tu turno Val. Será imposible que rompas mi record pero inténtalo —animó a la joven. Valentina asintió y se dispuso a nadar el mismo trayecto que realizó la otra.
Luego de verla en marcha, Kara se quedó sola. Volvió la vista hacía donde la señora se encontraba y después de pensarlo un poco decidió salir para hacerle compañía.
Al llegar notó a la mujer dormida, usaba gafas de sol que la cubrían de los pequeños rayos que se filtraban del techo. Se acercó sólo para quitarle un pequeño cuadernillo (el mismo que tenía aquella vez en su despacho) y pudiera descansar mejor.
Lo tomó observando la portada corrugada de un café obscuro, aparentaba estar desgastado tal vez por el uso. La curiosidad la consumió al querer saber lo que contenía. Sus impulsos se hicieron mayores y atrevidamente se dispuso a abrir una página al azar, leyendo un pequeño fragmento…
—¿Qué estás haciendo? —habló Victoria al sentir la cercanía de la joven y sobre todo la ausencia de su preciada posesión. Kara retrocedió asustada pensando que la había despertado.
—Ah… no, no —se trabó en el habla cuando la vió arrebatarle su cuaderno muy molesta—. Disculpe sólo quería... quitarle el cuaderno. E... es decir, retirárselo para que pudiera descansar mejor.
—¡Y por eso te pusiste a leerlo! —se exaltó de más—. No vuelvas a hacerlo o ¡Te arrepentirás! —masculló furiosa levantándose para ir directo al hotel. Por su parte, Kara se encontraba en shock por lo que ocurrió. Nunca pensó ver a la castaña completamente molesta y por culpa suya.
—No era mi intención. Lo juro —mencionó pero Victoria ya se había ido.
No volvió a saber nada de la señora. Por palabras de Valentina, su madre se sentía un poco cansada y prefería regresar primero a casa. Eso hizo sentir más mal de lo que ya estaba a Kara pues sabía a la perfección que su ausencia se debía a otra cosa.
***
Días después…
—Disfruta de tu viaje, mamá. Mereces descansar unos días de mí —habló sonriente a las mujeres que esperaban la salida de su vuelo.
Victoria bajo la maleta acercándose a su hija y abrazarla—. No digas eso. Eres la pieza más importante en mi vida y hablar de alejarme de ti implica mucho dolor en mi corazón.
—Lo sé, mami —disfrutó de la cercanía entre sus brazos—. Sólo bromeaba —Victoria besó tiernamente su frente, antes de separarse.
—Descuida Valentina. Regresaremos en unos días —la doctora Daysi se despidió de la joven.
—Cuide a mi mamá.
—Lo haré. Te lo prometo.
—¿Irás a casa ahora? —cuestionó su madre.
—No mamá, pasaré a visitar a Kara. Tal parece, no se ha sentido bien desde lo de la playa —aquella información llamó su atención.
…
Tan pronto fue anunciado el vuelo, abordaron el avión.
A la salida del aeropuerto Valentina recibió un mensaje antes de regresar al auto que esperaba por ella.
Mamá: Cuídate cariño. Te quiero.
Valentina: Yo más. Disfruta el viaje, mamá.
—Valentina es una joven responsable, sabrá cuidarse bien —Deysi expresó dándole ánimos a su amiga.
—Lo sé.
—Entonces ¿Qué te preocupa?
—Nada —mintió—, quizá sea sólo cansancio —se colocó los auriculares y reclinó el asiento para dormir.
Pero no consiguió hacerlo, su mente le jugó una mala pasada al recordarle lo ocurrido con la amiga de su hija.
“...
—Ah… no, no —se trabó en el habla cuando la vió arrebatarle su cuaderno muy molesta—. Disculpe sólo quería... quitarle el cuaderno, es decir, retirárselo para que pudiera descansar mejor.
—¡Y por eso te pusiste a leerlo! —se exaltó de más—. No vuelvas a hacerlo o ¡Te arrepentirás!
…”
Abrió los ojos y observó la ventanilla a modo de distracción.
Nunca quizó ser tan grosera con ella. Ahora la culpa por haberla hecho sentir mal la molestaba y ese sentimiento demoraría hasta que consiguiera disculparse en persona.
Leyó el fragmento que la joven alcanzó a mirar.
“Ella no está pidiendo lujos, tampoco salir todos los días.
Ella lo que anhela con todo su corazón es un poco de tu tiempo.
Tiempo que tú y yo sabemos estamos perdiendo y que, por sobre todas las cosas, vale más que todo el oro del mundo”.
—Un tiempo que se perdió por mi culpa... —susurró entre líneas.
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Nos leemos pronto.
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