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En el Limbo

Capítulo 22

En el limbo

Brandon

Lo había extrañado demasiado, sentir su cuerpo desnudo era demasiado bueno, cálido y duro, ese olor me traía muchos recuerdos. Podía pasar horas besándolo sin importar nada más, sus labios y cada pedazo de su cuerpo se volvía una adicción que deseaba mantener por mucho tiempo.

Adoraba su manera de besarme, tan desesperado, mordisqueando mis labios hasta dejarlos cosquilleando, su lengua cálida recorriendo mi cuello y sus manos tomándome con rudeza para mantenerme cerca de él.

El sofá sería testigo de todo lo que le haría, mientras solo quería seguir sintiendo sus caricias.

Jadeo contra mis labios cuando toque su erección, acaricié la punta mientras él se balanceaba sobre mí.

—Tienes mucha ropa —se quejó.

Estaba completamente vestido, aunque él había abierto mi camisa. Freddy tenía la piel brillante y tensa, ¿cómo pude ignorar por tanto tiempo esto?

Claramente, no estaba orgulloso de mí por haber caído, pero no importa, solo soy un hombre frente a lo que más deseo.

Suspiré —Deberías hacer algo al respecto.

Él relamió sus labios —Pensé que el que daba las órdenes eras tú, extraño eso.

Sonreí —¿Extrañas que te ordene? Que heterosexual más raro eres.

Él soltó una carcajada —Lo sé, contigo, es diferente, me gusta complacerte.

Acaricié sus labios con mi pulgar, él abrió su boca y lo toco con la lengua. Una sonrisa pícara se formó en su cara, era un adivino, porque por su mirada me di cuenta de que había descubierto cuál era mi deseo, aun así, él esperaba una orden.

—Quiero tu boca —pedí.

Tomo mi mandíbula y me hizo levantar la mirada —Qué cruel, me tienes aquí desnudo y quieres que sea yo quien te dé mi boca, definitivamente eres malo con tus invitados.

—Pensé que podrías tener hambre.

Él soltó una carcajada —Mucha.

Me gustaba su risa y me gustaba la facilidad con la que yo lograba reír cuando estaba con él. Cerré mis ojos cuando se arrodilló frente a mis piernas. Su lengua acarició mi abdomen hasta que libero mi erección y luego lo sentí saborear todo el largo de mi miembro, lo hacía con gusto, gimiendo cuando lo tenía en su boca, hundiendo sus dedos en mis muslos y tiro de mí hacía él Tuve que ver mientras lo hacía, pero eso lo volvía incluso más adictivo de los que ya era.

Tire de su cabello e hice que me viera a cara.

Él relamió sus labios —¿No te gusta? Yo lo extrañé.

Me incliné para besar sus labios, tenía un toque salado en ellos. Lo acerque a mí y lo empuje al sofá con brusquedad.

—Necesitas clases —mentí.

Había estado demasiado bien, tanto que debía detenerlo o acabaría demasiado rápido.

Me quite la camisa y me coloque entre sus piernas. Él se tensó cuando bese sus muslos, mordí en interior de estos y lamí cada parte de su sexo antes de atraparlo con mi boca. El jadeo, se arqueó y sujeto mi cabeza para controlar los movimientos. Fije mi mirada, cuando acerque un dedo a su entrada sus mejillas se pusieron rojas, entre y tomo una brusca bocanada de aire. Fue suficiente para qué se dejará ir, sus espasmos y el clímax fue muy grande. Cerro los ojos y se quedó unos segundos tomando aire.

—Continuemos, señor Kang —susurré en su oído.

—Churri yo... —apenas podía hablar.

Le di la vuelta apoyándolo al respaldo del sofá. Flote mi erección contra él y usando sus propios fluidos prepare la entrada para mí, estaba algo tenso, pero funcionaria. Cuando comencé a empujar él ahogó un gruñido

—¿Estás bien? —me detuve.

Asintió —Muy bien.

Continúe entonces, sujetándome con fuerza de su cuello y cadera, soltó un doloroso gemido cuándo estuve dentro de él y fue tan delicioso que no tarde mucho para embestir con fuerza.

—Esto es... —no podía concentrarme—. Cariño..., Freddy.

Tomo aire —Sigue —hablo con los dientes apretados.

Él ni siquiera lo estaba disfrutando y si yo me sentía en las nubes era porque estaba demasiado apretado. Me dejé llevar porque estaba acostumbrado a hombres que ya llevaban mucho tiempo haciendo esto y que estaban listos a él le estaba haciendo daño.

Salí de su cuerpo y lo abracé por la espalda.

—No estás bien —señalé—. Tus piernas están temblando.

—Oh, mierda —se quejó—. ¡Dolió! ¿Por qué dolió? Las últimas veces que tuvimos sexo no dolió así.

Me reí y luego caí en cuenta —Freddy, ¿has tenido sexo con otro hombre después de mí?

—¡Claro que no, idiota! —me grito—. Cuántas veces te tengo que decir que soy Brandon-sexual, solo me acosté con mujeres, no me gustan los otros hombres.

Bese su hombro —Por eso esto estaba tan estrecho.

Rodó los ojos —¿Ahora se supone que el profesional del sexo eres tú?

Metí mi miembro entre sus muslos —Sí, hagamos algo diferente.

Él miró entre sus piernas con curiosidad, me moví usando sus muslos apretados para recibir placer mientras lo volvía a tocar. Ya estaba duro otra vez. Ahora sí, disfrutaba y gemía gustoso a la par mía. Giró el rostro en busca de mi boca y sus besos fueron tiernos, muy diferentes al resto de los hombres con los que había tenido sexo, ellos solo buscaban llegar al orgasmo, no se concentraban en besos. Tome su rostro y también bese sus labios, si mandíbula y me encendí en mi cuello ahogando ahí mis gemidos. Nos dejamos ir a la vez, agotados y sedientos.

—Deberíamos ir a la cama —sugirió.

Apoye mi frente en su hombro —¿Quieres continuar?

Negó con la cabeza —Me duele el culo.

—¡Freddy!

—Perdón, el ano —corrigió—. Digo que...

—Yo podría —sugerí un poco temeroso.

Sonrió —Yo iba a proponer ir a dormir, porque claramente no puedo irme solo a esta hora y con las piernas temblando, ya sabes que soy un caramelito, pero si quieres que me meta en...

—Freddy, sin vulgaridad —le advertí.

Mordió su labio —Lo haré con gusto churri.

Se había tomado muy en serio eso de que lo haría con gusto, llegó un momento en que perdí la noción del tiempo, solo vi que comenzó a amanecer cuando se dejó caer en la cama a mi lado con el torso sudoroso y la respiración agitada. Él a veces se ponía en un plan sumiso que me encantaba, le gustaba complacer, mostrarse de manera sensual, pero adoraba cuando tomaba esa actitud posesiva que no lograba controlar, por mucho que me esforzará, era como una guerra entre ambos, una que está vez yo pedí.

Me dolía el cuerpo y necesitábamos una ducha, pero no podía moverme ni siquiera un poco.

—Te limpiaré —beso mi mejilla y peino mi cabello.

Escuché la ducha, fue breve, después sentí como pasaba una toalla húmeda por mi cuerpo y se acostaba en la cama a mi lado. Me rodeo con su brazo dejándome descansar en su pecho, mientas acariciaba mi espalda.

—Te amo Brandon —susurro o eso creí escuchar.

Pensé que solo había dormido un rato, pero cuando abrí mis ojos ya era medio día y él no estaba en la cama. Me envolví con la manta y salí de la habitación para buscarlo, seguramente estaba en la cocina devorando algo, yo también tenía hambre.

—¿Freddy? —no estaba.

Había una bota en la mesa, junto a un empaque de comida rápida.

«Esta no está tan buena como las hamburguesas de Australia, pero debes comer. Tómate la tarde, nos vemos en la noche, si me fui antes es porque estoy muy adolorido, un león me mordió el trasero.»

—¿Le hice tanto daño? —seguí leyendo.

«Es broma, tengo trabajo que hacer, nos vemos churri.»

Me senté en una silla frente a la comida y la nota.

—¿Que rayos hice? —arrugue la nota y la lance a un lado.

Esto no debería volver a convertirse en algo más profundo, solo había sido una noche de sexo como cualquier otra.

Me había dado un ataque de ansiedad, de esos que te ponen a limpiar hasta las esquinas más complicada, si esas que solo limpias una vez al año porque tu mamá no las ve cuando visita. Después de mi ataquito y de dejar la casa como los baños del Vaticano, me vestí con un traje rosa claro y salí de casa para ir a trabajar. Ni siquiera uno de mis trajes favoritos le subía el ánimo, cuando llegue ya el sitio estaba casi lleno y Vi a Freddy en la barra riendo con un grupo de mujeres, aunque tuve que pasar cerca de él no dije ni la más mínima palabra y solo me encerré en la oficina.

Muy bien, quizás él entendió que lo que sucedió no fue nada, seguía en su tontería con otras mujeres. Me senté tranquilo sin saber muy bien que hacer porque nada de lo que el me estaba dando creí que podría funcionar en este caso, pero podría investigar por mis medios, quizás hacer algunas llamadas.

La puerta se abrió de golpe —¿Dónde está el hombre más caliente de este sitio?

Lo miré por encima de mis lentes —No lo sé, pregúntale a las mujeres con las que estabas.

¿Por qué dije eso? ¡No, maldición! Soy un idiota.

Se sentó en la mesa —¿Esos son celos?

—Claro que no —solté un bufido y fingir que leía.

Me quito los lentes —Me alegra, porque eran muy molestas, al parecer le gustaron mis bailes, pero yo les dije que estaban reservados para mi personita especial, esa a la que perfore toda la noche y toda la mañana, o sea tú, Brandon, alias el hombre más caliente del mundo.

Me reí —¿Bailes reservados? Trabajas en un club en dónde mueves el culo para ciento de mujeres a diario.

—No a diario, hoy tengo el día libre —se justificó—. Si te molesta puedes ir a verme después de que termines aquí.

—No me importa, ¿por qué debería? —le quite los lentes y me los volví a colocar.

—Por lo de ayer —no respondí y él insistió—. No dirás nada.

—Solo fue sexo —aseguré.

El coloco su mano en su pecho e hizo una mueca —Oh, churri, eso sí que me dolió.

—Como sea, estoy trabajando si tienes algo que decir solo dilo o déjame solo, me desconcentras y ni siquiera ayudas —me queje.

—Oye, soy tu jefe, más respeto —me regaño, aunque no sonara muy serio.

—Cierto, no debimos acostamos, más razones para qué ignoramos lo que pasó.

Ser dramático era mi pasión.

—¿Cómo está tu culo? —pregunto.

Ser idiota era su pasión.

—¡Freddy! —le grité.

Comenzó a reír a carcajadas —Muy bien, churri, te dejaré, solo para que trabajes, pero volveré.

Se inclinó y me robó un beso en los labios.

—No vuelvas a...

Tomo mi mentón —¿Besarte? No pidas cosas que no quieres que sucedan, como lo de ayer, pediste y ahora yo con gusto te daré.

¿Qué carajos había dicho? Me sentí amenazado, agobiado y mil cosas más, al parecer había cometido un grave error con este loco.

Sabía que no se quedaría así, el era un manipulador malvado, solo había que ver cómo se comportó ayer. Pensando en eso, no me he contactado con Max, el suele enviar un mensaje a diario, quizás Kevin tenía razón, espero que no, mi vida no necesita de más drama.

Tocaron a la puesta y el chico que atiende en la barra entro con una copa de vino.

—El señor Freddy me dijo que estaba algo cansado y que le gusta el vino —la dejo sobre la mesa—. Es el mejor del lugar, si necesita algo más puede decirme.

El nos había gusto ¡Qué vergüenza!

Forcé una sonrisa —Está bien, te avisaré y muchas gracias.

El solo asintió con una sonrisa tímida y se marchó. Al menos era considerado después de haberme usado toda la noche, mis piernas aún dolían y ni hablar de mi trasero, aún sentía el ardor de sus dientes. Era una bestia.

Le di un trago a la copa y continué trabajando, no llevaba ni media hora cuando me empecé a sentir muy cansado, mis ojos pesaban demasiado y creí que podía quedarme dormido aquí. Necesitan refrescarme un poco, camine por el pequeño despacho para despejar la mente un poco.

¿Por qué estaba tan cansado?

Caí en el sillón echando a un lado, cinco minutos no hacen daño.

—¿Que carajos...? —bostece.

Lo único que conseguí a ver fueron dos pares de botas negras frente a mí.

Había sido horrible. Sentía que me había movido al menos por unos minutos y luego caí en una suave cama, estaba consciente de todo, aunque no entendía la mayoría de las cosas que estaban sucediendo y mi cuerpo no tenía fuerza alguna para moverse. Poco a poco fue recuperando mi fuerza, abrí mis ojos y mire a mi alrededor, era una habitación grande decorado en tonos negros y marrones, las cortinas estaban cerradas, pero ya se podía ver un poco de claridad.

¡Estaba amaneciendo!

¿Cuánto tiempo había dormido?

¿Dónde estoy?

Mire a mi lado en la cama y lo encuentre desnudó de cintura para arriba, acurrucado a mi brazo. Lo empujé a un lado.

—¡Freddy! —le grité—. ¿Qué sucedió?

El se estiró en la cama —Un hotel, deja de gritar.

—¿Por qué estoy aquí? —lo empuje para que se despertara.

Soltó un bostezo—Yo te traje.

Sentí una punzada en mi cabeza y tuve que volver a tumbarme —Me drogaste.

Asintió —Fueron gotas infantiles para dormir, eres débil.

—¡¿Qué?!

¿La gente le daba eso a los niños?

—Bueno, usé todo el frasco..., dos frascos, era de mora, ¿te gustó?

Tome aire —Dame una buena razón o te voy a demandar.

Me rodeo con su barco y dejando un beso en la comisura de mis labios se acostó en mi pecho.

—Solo quería dormir contigo —respondió.

—¿Por qué estamos desnudos? —lo iba a matar.

Sonrió —Se siente bien así, además tu traje se veía algo incómodo.

¡Pervertido!

Solté un largo suspiró —Esto es secuestro, Freddy.

Abrió sus ojos algo hinchados —Leí en tu diario algo de que deseabas un amor que te secuestrara y te sacará de la tierra, bueno este hotel se llama Limbo, sé que no suena romántico, pero es lo más lejos de la tierra que pude encontrar, además una eternidad en el Limbo así no estaría mal, ¿cierto?

Me había dejado sin palabras. Era un estúpido loco.

—Freddy, no lo dije de manera literal ¡Era una expresión!

Me miró mal —Ya te advertí que no pidas cosas que realmente nos quieres, porque me lo tomaré todo muy en serio —beso mi pecho—. Cómo eso que dijiste anoche.

Alcé una ceja —¿Qué dije anoche?

Mostró una sonrisa juguetona y tomando si teléfono celular me mostró un vídeo, estábamos en un taxi y el iba a mi lado, pensé que no había estado conciente en todo el viaje, pero estaba hablando.

—¿Dónde estamos? —pregunte en el vídeo.

—Te llevaré a descansar —me respondió Freddy.

De pronto me gire, tome su mentón y pase mi lengua por sus labios —Yo no quiero descansar, quiere que me rompas el...

El cubrió mi boca rápidamente y empezó a reír —Lo siento, está algo ebrio.

Ahí acaba el vídeo. No me lo podía creer, yo era incapaz de hablar así.

Se sentó en la cama con las piernas cruzadas —No te hice nada, por supuesto, no tengo sexo con personas que no están conscientes y mi idea solo era dormir, pero pase mucha vergüenza con el pobre chófer, deberías compensarme.

—¿Compensarte? —le lancé una almohada—. ¡Debería matarte!

El empezó a reír mientras yo salía de la cama y tomaba mi ropa, la cual estaba mal doblada en una silla.

—¿No te pareció romántico? —pregunto desde la cama.

Imite su sonrisa burlona —Ve a terapia, ¡estás loco!

Esperaba cualquier cosa de él, pero un secuestro nunca pasó por mi mente. Me vestí tan rápido como pude y salí de la habitación antes de que el terminará de vestirse. Al igual que la habitación, el resto del sitio era moderno y elegante, decorado con tonos tierras y un brillante piso de mármol, ¿cuánto había gastado? La habitación no se veía nada barata, eso no me importa ahora.

Su supuesto gesto romántico lo hacía ver aún más loco de lo que ya era. Llegué al ascensor y antes de que las puertas se cerrarán el entró.

—Deberíamos ir a desayunar, me muero de hambre y no sé si cenaste —sugirió.

No había cenado nada y tenía mucha hambre ahora que lo mencionaba, pero también tenía un orgullo que no me permitiría aceptar nada de él.

—Estoy bien, tomaré un taxi e iré a casa después de ponerte una demanda —anuncié muy seguro de mí.

El volvió a reír —Eres tan lindo, pediré que te hagan unos cupcakes, en Australia comiste uno que te gustaron mucho y escuché que el repostero de lugar es de Australia, quizás tengan el mismo toque.

Lo miré mal —¿A caso recuerdas todo?

Levantó su mentón orgulloso —Ya te dije que las cosas que valen la pena recordar siempre se van a quedar aquí, aquí y aquí —toco su cabeza, su pecho y su entrepierna.

Rodé los ojos —Poético, casi me enamoró.

Tomo mi brazo y se acercó a mí—Ya lo estás.

—Freddy necesito que entiendas que...

No logré decir nada más, atrapó mi nuca y unió nuestros labios. Mi espalda chocó con las paredes del ascensor, su rodilla hizo presión en mi entrepierna y si mano rodeo mi cuello. Si beso fue feroz, mordió mi labio y con su lengua calmo el dolor que había dejado. Respondí al beso atrapando sus caderas y apretádolo contra mí, pero el mi cabeza estaba el temor de que las puertas se abrieran y fuéramos descubiertos, sería mii incómodo.

Se separó de mi con la respiración agitada —Fue muy difícil dormir contigo desnudo y no poder tocarte, estuve duro toda la noche.

Lo empujé cuando vi que habíamos llegado a la planta baja, las puertas se abrieron y un hombre de cabello blanco y una mirada  demasiado penetrante y sería nos observó detenidamente. Sus labios eran una línea fina cuando repasó en mi aspecto y luego mostró una expresión de sorpresa cuando vio a Freddy.

—Freddy —lo conocía.

—Papá —soltó él con entusiasmo.

¿Por qué me pasaban estás cosas a mi?

¿Quien quiere un secuestrador como Freddy?
Déjame saber en comentarios, recuerda votar y sígueme en Instagram @paloma_escritora.

Les aviso que no sé si la próxima semana pueda actualizar, ya que estaré ocupada por asuntos familiares. Lo intentaré al menos algunos días.
Besos y gracias por leer ❤️

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