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El amor es actuado

Capítulo 7

El amor es actuado

Brandon

No sé por qué había bebido tanto, a mi mente había incómodos recuerdos de cada etiqueta diferente que traian todas las botellas que terminaban vacías en mis manos. Una tras otra, llegó el punto en el que mi garganta dejo de arder, incluso deje de sentir sabor porque quizás mis papilas gustativas se habían desmayado por tanto alcohol.

¿Qué más recuerdo? Oh, qué vergüenza. Baile sobre una mesa y por supuesto, sin camisa. Había tanta gente que no recuerdo muy bien que me motivo a hacerlo..., ya recordé, Freddy mismo me hizo subir y bailar junto a él, el mismo abrió mi camisa y me hizo imitar sus movimientos Maldición! Nunca más volveré a beber.

Odiaba la resaca y sabía que en cuanto abriera mis ojos yo tendría una horrible resaca de esas que no te permiten ni respirar ¡Freddy! ¿Dónde estaba ese idiota? No recuerdo más nada, recuerdo que dimos tumbos por la playa y él se metió en el agua y... ¡Ay Dios! Si desaparece o se lo comió un tiburón, yo seré el principal sospechoso.

Toque la cama con mi mano hasta que sentí algo cálido, suave y era un..., una...

—Me duele la cabeza, mejor otro día —murmuro.

Abrí mis ojos de golpe y encogí mi cuerpo bajo la manta. Estaba desnudo, los dos estábamos desnudos.

—¡Freddy! —le grité tan fuerte como pude.

Él hizo una mueca —¡Ah! No grites, tengo un puto tambor en la cabeza.

Me quedé en la esquina cubriendo lo más que podía. Tal vez me había acostado con un hombre por primera vez ¡Mierda! No recordaba nada, quería pegarme en la cabeza con algo y así remover todo ahí dentro, quizás eso ayudé.

Me miró con los ojos entre cerrados y la cara arrugada por el sol que entraba por la ventana detrás de nosotros.

—¿Qué tienes? —pregunto, su voz estaba ronca.

Trague, ¿cómo le explicó?

—Estoy desnudo —comence.

Con eso el solito debería entender. Miró, debajo de la manta, sin ningún tipo de vergüenza, era un pervertido.

—Ah, yo también —se estiró en la cama—. Por eso estaba tan fresquito.

Era más idiota de lo que pensaba.

—¡Freddy! —volví a gritar.

Mi garganta dolía tanto. El restregó sus ojos y se quedó quieto después de cinco minutos, abrió mucho los ojos y volvió a mirar bajo la manta. Palidecio más de lo que normalmente ya era, incluso sus labios se volvieron blancos de la impresión. Trago y aclaro su garganta, intentaba decir algo, pero las palabras no le salían.

—¿Nos...? —se quedó sin palabras.

—¿Tuvimos...? —yo tampoco podía hablar.

¡Que vergüenza!

—¿Follamos? —solto demasiado alto.

Tome la almohada y se la lance a la cara ¿Por qué lo decía de ese modo?

—¿Por qué eres tan vulgar? —lo volví a golpear, esa vez lo esquivo con sus brazos—. Enfermo, me violaste.

—Oh, tu a mi —me quito la almohada y me golpeo con ella.

Lo empuje con mis piernas para que saliera de mi cama con ese cuerpo palido y frío que tenía.

—¿Yo? Jamás me acostaría contigo.

El cayó fuera de la cama, pero se llevó la manta con el. Estaba todo expuesto, agarre la almohada y me cubrí con ella. Hiciéramos lo que fuera no iba a mostrame por ahí como el lo hacía.

—Y yo... —se quedó pensativo y mordió su labio—. Bueno la verdad es que yo borracho no razono mucho, quizas si ¡Así que es tu culpa!

Vine aquí a buscar a alguien especial y acabe acostándome con el.

—¿Que? Yo soy...

Me interrumpió —No me vengas con que eres hetero porque no recuerdo ni la mitad de las cosas, pero si tú confesión en la poscina.

Le di una patada —¡Eres un pervertido!

Le iba a decir que yo era virgen ¡Virgen! Por muy borracho que estuviera no sería capaz de intentar algo con el. Lo intente sobrio con muchas personas y siempre me sentía intimidado. Ni siquiera me atrevía a decirle a nadie.

—¡Bueno ya! —se levantó y me lanzo la almohada en la cara.

—¡Vístete! —cubri mi cara.

Miró su miembro —Ay por favor, a saber que hiciste con el.

Le lance la manta de regreso —Te voy a...

—Solo hay una manera de saber si realmente sucedió algo —me interrumpió.

Tome aire —¿Cuál?

Quizás alguien en la fiesta nos vio salir o decir algo que pudiera ayudarnos a recordar si al llegar aquí nuestra intención fue tener sexo o no lo sé. Dudaba de que uno de los dos lo hubiese propuesto. Al menos a mí se me hacía muy difícil provocar algo así, de solo pensarlo mi corazón se me quería salir del pecho.

¡Un infarto! Dios por favor, si. Eso ahora seria la solución a todos mis problemas. Al menos no moriría virgen.

—¿Te duele? —pregunto él.

Me senté rápidamente, incluso salte en la cama —No me duele.

Eso me hacía sentir incluso mejor. Freddy en cambio hizo un puchero.

—Oh, mierda —cubrio su rostro—. Eso significa que si me duele soy el pasivo ¡No quiero ser el pasivo!

—¡Ya sientate! —tire de su brazo.

Se sentó en la cama y...

—¡Ah! —lanzo un grito de dolor.

¡Carajo! ¿Que le hice que pudo doler tanto?

Tome sus hombros y lo agite —¿Te duele mucho? Quizás debamos ver si te desgarro o ir al hospital, oh dios, no pienso explicar que pasó.

Limpio una lágrima —No, fue que me dió un calambre, el culo no me duele.

Lo empuje fuera de la cama otra vez —¡Deja de ser tan vulgar!

—¡Perdón! —alzo las manos a modo rendicion—. Mi ano está bien.

—¡Freddy!

Era un cerdo.

Estaba descartado el sexo entre los dos, al menos queríamos creer que no pasó nada aunque me intentaba romper la cabeza para recordar en que momento terminamos desnudos en la misma cama. Bueno, dormíamos juntos, solo había que resolver el por que estábamos desnudos. Por más que lo pensará me era imposible recordar con exactitud que pasó después de que nos metieramos en la playa.

—Tengo arena en el culo —salio de la ducha quejándose—. No me la habrás clavado tu, pero está arena se mete en lugares que asustan.

No dejaría de recordar eso, cada comentario que hacía tenia que ver con el hecho de que despertaramos desnudos. Me termine mi café, no tenía estómago para desayunar algo más que no fuera café.

—Ay, que calor —se volvió a quejar.

Tal vez había tanto calor anoche que decidimos dormir desnudos. Uno borracho toma malas decisiones, pero no, en Australia las noches eran frescas aunque las tardes muy calurosas.

Termino de secar su cabello con la toalla dejandolo de puntas y despeinado. Se quitó la toalla y comenzó a buscar entre su ropa ¿Por qué se desnudaba tan fácil?

Mire la curva de su esposa, la anchura de sus hombros y la tinta negra de sus brazos. No lo sé, tal vez si me acosté con el, tenía buen cuerpo y eso de ahí... Cerré mis ojos, solo debería dejar de pensar.

Tomo mi taza de café y le dió un sorbo —Oye deja el drama, cualquiera tiene un desliz y es entendible.

—¿Perdona?

Mostró los músculos de sus brazos —Soy un caramelito.

Por supuesto que no me acosté con el, estaba más seguro ahora. No me acostaría con alguien tan idiota. Me levanté para tirar el café, no me gustaba compartir tasa.

—Quizas tu intentaste algo conmigo —solte burlón.

Me miró de arriba a bajo y se encogió de hombros —Quizas.

Deje la taza a un lado —Es mejor que avancemos un poco o no llegaremos al sitio raro ese de la montaña roja.

No quería continuar con el tema de conversación, así que me senté detrás del volante. El ocupo el sitio a mi lado y como siempre no se puso cinturón de seguridad.

—¿Me estás evitando? —se inclino hacia mi.

—Ponte el cinturón —le pedí encendiendo la caravana.

Pellizco mi mejilla —Eres tan tierno churri.

«Y tu un imbécil.»

—Hablame de ti —pedi, no quería que tocará el otro tema.

—Cierto, no debes tener sexo con alguien que no conoces.

¡Maldicion! Ojalá lo olvidara pronto. El era el heterosexual y no parecía tan molesto como yo por lo sucedido. Algunos eran tan raros.

Al final me escucho y hablo un poco de el durante el trayecto, cosas tontas, porque todo lo que salía de su boca eran puras tonterías.

—En la escuela me decían el chino, en realidad nací en Corea aunque nunca eh ido ni conozco el idioma, pero como era moda adoptar uno con los ojos chinos —solto burlón—. Mi papá es uno de esos tipos de negocios que parecen mafiosos y mi mamá era cantante, canta fatal, eso explica que ya no lo sea. Soy hijo único, gracias a Dios no siguieron con la moda.

—¿Sabes algo de tus padres biológicos? —pregunte por curiosidad.

Hizo una mueca —Ojala no llueva.

Había cambiado el tema de conversación. No insistí, no tenía que conocer tanto. Hace unos días menciono algo extraño, lo dijo justo cuando nos encontrábamos en Sidney, menciono que en su caso Nemo estaría buscando a su papá, quizas el estaba buscando a sus padres biológicos y esa era la razón de sus viajes. Aunque no lo parecía y si eso era, pues no tenía ningún pista sobre ellos, ví sus fotografías y lo escuche por horas hablar de sus viajes, ha recorrido miedo mundo, claramente no lo hace buscando a sus padres.

Son coreanos y el nunca ha pisado corea. El chisme podía conmigo, pero decidí no indagar más en la vida de alguien que después de unos días no volvería a ver otra vez en mi vida. Eso era lo mejor.

—¿Hablame de tus viajes? —pedi.

Era su tema de conversación favorito y tenia mucho que decir. Aunque no le interesará tanto ya no me acostumbraba al silencio, aunque era algo que antes apreciaba ahora sí no escuchaba su voz por más de un minuto era que estaba con la boca llena de comida o se había quedado dormido.

Sus ojos brillaban cuando hacía esas locas historias, aparecía una enorme sonrisa en su boca y sus manos se movían mucho. Todo lo contaba como si lo estuviera viviendo otra vez.

Ya casi cuando caía la tarde decidimos estacionar e ir en busca de comida, por desgracia no teníamos mucho espacio para almacenar alimentos, aunque era aburrido ir de compras en cada parada era lo mejor si queríamos tener algo de comer siempre.

El masajeo mis hombros mientras caminaba —Debiste dejarme conducir al menos unas horas e ir a la cama.

—Manejas muy mal —le recordé—. Dormir contigo detrás del volante es casi imposible.

Metí algunas cosas necesarias en la cesta, el tomo unas galletas, era lo único que elegía, el resto no le importaba mucho.

—Tengo una idea —me rodeo con su brazo—. Tengamos una cita.

La cajera no entendia nada y aún así nos miró extraño ¿Así sería? Si tenía una pareja nos mirarian de esta manera. Era incómodo.

—¿Una cita? —pague todas las cosas—. Creo que aún estás ebrio.

—Oye, es una gran idea —me dió una palmadita en la espalda—. Si no has tenido buenas citas es porque no sabes ligar.

Tome las bolsas —Si he tenido.

Jamás he tenido una cita que me complaciera por completo.

—¿Entonces que haces aquí en el medio de Australia buscando el amor?

Cómo odiaba que hubiese leído mi diario, fue tan tonta esa idea, ¿quien se iba a otro país a buscar el amor? El era aún más tonto por querer ayudarme con eso.

—Es porque con las mujeres no encajaba y todos los hombres buscan sexo —me justifique.

—No todos —por su tono de voz parecía dudar de su propio respuesta.

—¿Que hay de ti?

A pesar de que era tarde las calles eran algo concurridas a esa hora, iluminadas y llenas de olores.

—Yo si, pero el cuarenta por ciento de los hombres no solo está buscando sexo..., treinta —corrigio al final.

Me gire hacía el —Bien, acepto la cita, pero cómprame un helado —señale el puesto junto a nosotros.

Se cruzó de brazos —¿Lo haces solo por el helado?

Imite su posición —Si quieren sexo mínimo debo sacar un helado.

Sonrió —Buen punto, ¿sabor?

—Vainilla.

—Dos chocolate por favor —pidio.

—Oye, dije vainilla.

—Y una vainilla por favor —continuo—. Son dos para mí, como crees que mantengo los músculos.

«Idiota.»

Su idea de cita era muy diferente a la mía que estaba acostumbrado a sentarme en un elegante sitio y charlar mientras bebía café o probaba algún sabor diferente de tarta. El prefería caminar, observar y hablar de lo primero que le pasaba por la cabeza.

Se movía muy de prisa, tanto que se me hacía difícil seguirle el paso y por momentos se volvía perezoso, me rodeaba con su brazo y charlaba despacio señalando algunos lugares y comparándolos con otros que ya conocía.

No era tan malo como imaginé que podía ser una cita con el.

—¿Tienes sexo en la primera cita? —pregunto con al boca llena.

Sonreí —¿Tienes curiosidad?

Abrió su boca sorprendido —Estas aprendiendo a estar relajado, me gusta.

Ni siquiera yo lo había notado y si, estaba algo relajado en comparación con el primer día. Tal vez decirlo en voz alta aunque sea con el me hacía sentir mejor.

—Oye, me tienes que hacer un regaló —me informo—. Forma parte de una primera cita.

Paso su lengua por sus dedos llenos de azúcar, ¿por qué hacía eso? Claro, como un niño pequeño había tirado su servilleta, tome la mía y limpie la comisura de sus labios.

—¿Que quieres?

Rodó los ojos —No seas idiota, tienes que sorprenderme.

—¿Cómo voy a saber lo que te gusta?

Tomo mi mano —Ven, tu solo observame.

Solté su mano instintivamente, nos encontrábamos en un lugar demasiado público para ser dos hombres tomados de la mano. El me miró algo extraño.

—¿Que te pasa?

—No me tomes de la mano —mire a mi alrededor.

En la tienda nos miraron raro y solo me lanzo el brazo por los hombros como siempre hacía, en un lugar como este sería aún peor, estábamos en la calle.

Se cruzó de brazos —¿Conoces alguna de estas personas a las que le pueda importar si me tomas o no de la mano?

—Estoy seguro que no —respondi, ocultando mi mano en mi bolsillo.

—Entonces ven acá churri, si quieres llegar a algo con alguien, rompe el hielo con un poco de contacto físico —me dió un apretón en el pecho.

—Freddy —aprete mis dientes.

Empezó a reír —Es broma, pero si dame la mano o te dejare en medio de nuestra cita.

Bien, igual el tenía razón y aquí no conocía a nadie al que le debiera una explicación.

Pase mucho tiempo observandolo, intentando descifrar que podria gustarle y me detuve junto a cada cosa que miro por más de unos segundos, pero no se me hacían lo suficientemente especial. Solo una cosa a la que miro diferente y era tan simple que incluso senti vergüenza después de que lo compre, así que solo lo guarde en mi bolso. Debía buscar algo mejor.

—Cierra los ojos y gira —pidio detrás de mi.

Cerré los ojos y lo hice —¿Ahora que está haciendo?

Cuando abrí los ojos tenía un pequeño ramo con cuatro rosas rojas, eran muy lindas y mis favoritas aunque el no lo supiera aún. Adoraba las rosas, aunque nunca nadie me hubiese regalado unas antes si eran las que siempre yo regalaba o compraba para mí mismo.

Quizás un poco básico, porque a la mayoría le gustaban las rosas, pero mi madre siempre tenía rosas en casa y eran flores con cierto carácter.

—¿Esto también es necesario? —se estaba tomando la cita muy en serio.

Dejo de sonreír —Es solo para que sepas lo que se siente cuando te regalan flores, ¿las quieres o se las dejo a alguien más?

Le quite las flores —Si son para mí entonces solo damelas. Gracias.

Dramático, solo había hecho una pregunta. Ahora me sentía mal porque yo aún no le había regalado nada. Tome el libro en mi bolso y se lo pase, ni siquiera tenía un lazo o algo, era solo un libro.

—Toma, ya se que es cutre, pero no sabía que mas regalar —me justifique—. Además es difícil saber cuándo no dices una palabra.

Aunque el me había regalado flores sin saber, ahora me sentía peor por justificar mi regalo. Se había quedado mirando la portada por mucho tiempo y volvía a tener esa expresión en su cara, la razón por la que lo compre es que veía al resto de las cosas con la típica sonrisa que siempre le pone a todo, no había nada especial. Su mirada brillo con ese libro y sentí que había algo de nostalgia.

—Es de una autora asiática que a viajado por el mundo...

Me interrumpió —Lo se, me he leído sus libros.

La señora que me lo vendio no tenía más datos, lo más probable es que sea una edición pirata, eso solo empeoraba mi regalo, quizas el era fan, le gustaba viajar al igual que ella.

Me recargue algo incómodo en una pierna, ¿no diría nada más?

—No me digas que ya tienes ese libro —quizas era eso.

—No, me encanta —volvio a sonreír—. Es un gran regalo para nuestra primera cita.

Se acercó a mí y tomándome de la nuca dejo un beso en la comisura de mis labios. Me sentí agitado, porque eso estuvo muy cerca de ser un beso real. No dije ni una palabra más, en el fondo no quería arruinarlo.

Tomo las bolsas de la compra de mis manos —Ya es demasiado tarde, vamos a por comida rápida y a la cama.

Se había sentido incómodo también.

—Por supuesto.

Dormir era la mejor opción. Aunque después de comer el sigio con su actitud de siempre yo no me pude mantener igual, sentía esa incómoda presión en el pecho y un poco de comodidad al estar a su lado. Demasiado cómodo se sentia. Quizás por eso siempre falle, nunca me sentí tan cómodo con mis citas como ahora, siempre intentaba ser perfecto, encajar y ahora solo era yo con alguien que no aparentaba ser una persona diferente.

Cuando nos acostamos en la cama me siguió atormentando esa sensación. El dormía plácidamente y yo no podía cerrara mis ojos hasta que se acercó a mi y todo volvió a suceder.

Los latidos.

La corriente.

El calor.

¿Esto también forma parte de la cita falsa? No, el estaba demasiado dormido, casi roncando. Solo se había hecho un ovillo a mi lado y sus dedos estaban tocando mi pecho por accidente. Me gire hacía el para tenerlo frente a mi y solo cerre mis ojos cuando ya había capturado cada expresión de su cara.

¿Cuántos días quedaban? Australia era tan bonita que ya no me quería ir.

—Oye despierta —me agitó.

Restregue mis ojos —¿Que hora es?

El estaba sonriendo —Ves que si puedes dormir mientras yo manejo.

Mire afuera, ¿donde estábamos?

—¿Manejaste de madrugada?

—Queria finalizar la cita con una gran sorpresa así que levanta tu culo de la cama y sube al techo conmigo.

—¿A dónde?

El salió de la caravana y yo lo seguí.

—No abras los ojos —me cubrió con su mano.

—¿Quieres que me mate? —me queje.

—Yo te ayudó.

Subimos las pequeñas escaleras hasta el techo de la caravana, cumplí e hice todo eso con los ojos cerrados. Lo sentí suave arriba y cuando abrí los ojos me di cuenta que había subido una manta y cojines. Manejo en la madrugada hasta aquí sin que yo despertara e hizo esto solo.

—Mira al frente —pidio.

¡Mierda!

—Es..., roja.

Desde donde estábamos ya se lograba ver esa enorme montaña roja de la que hablaba el y mencionaban en las guías de viaje, aún no estábamos cerca, pero ahí estaba y el sol saliendo de detrás de ella la hacía verse incluso más hermosa. Habíamos llegado, estábamos justo a la mitad de nuestro recorrido y era fantástico. Me cubrió con la manta y se sento a mi lado.

—El amanecer más hermoso que verás en tu vida —menciono.

Tenía razón —Tienes razón.

NO TUVE TIEMPO DE CORREGIR ESTE  CAPITULO se que debe tener algunos errores porque lo escribí con un ojo cerrado del sueño que cargaba en este cuerpo así que mas tarde lo arreglo. No quería que se quedarán sin la actualización de hoy.

Espero les guste, me dejan saber en comentarios. Se que ya quieren beso, pero confíen en el proceso, la trama de este libro es extensa, tiene subidas y bajadas, tiene momentos en los que irán muy a prisa (con un propósito) y otros en los que se tomará más tiempo. Así que disfruten, cometen, voten y sígueme en Instagram @paloma_escritora
Las amoooo

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