Clases para dos
Capítulo 11
Clases para dos
Freddy
Iba a empezar a rezar después de esto, porque no era simple casualidad que un hombre virgen con cuerpo de Dios del Olimpo estuviera en mi cama y me hubiese regalado los mejores orgasmos de mi vida. Ese hombre era Brandon, alias el churri.
Me costaba un poco imaginarme en el acto con él, no porque me desagrade la idea, todo lo contrario, pensar en ello hacía palpitar mi corazón y otras partes, pero no sabía cómo debía tratar a un hombre virgen y menos a uno con una idea del romance muy elevada. Para mí el romance existía, pero jamás lo vinculé con las relaciones sexuales; sin embargo, seguramente esto era lo que todos esperaban para su primera vez, algo romántico y tierno.
Temía que pidiera aburrirlo, porque sí, era virgen, pero muy activo o quizás le hiciera daño. Había que prepararse para esto si quería alcanzar las expectativas que pudiera tener en esa rubia cabecita.
—Tengo una idea —solté mientras Brandon conducía.
Había que avanzar si queríamos llegar a la reserva, no podíamos quedarnos en la cama todo el día.
—¿Ahora qué se te ocurrió? Me pone nervioso todo lo que pasa por tu cabeza —confeso.
Sonreí y pellizqué tu mejilla —Veamos porno gay.
¡Mierda! Me moví bruscamente por la carretera antes de recuperar el control y luego tenía el descaro de decir que yo conducía mal. Al menos este susto me hizo ponerme el cinturón de seguridad en menos de cinco segundos.
—¿Necesitas ver porno gay para estar conmigo? —alzo una ceja, algo confundido.
Pensé un poco —Quizás no exactamente como lo puedes estar pensando, pero quiero saber que te gusta para hacerlo bien, teniendo en cuenta que sería como la primera vez para ambos.
Él mordió su labio —Ya he visto porno gay..., no es la gran cosa.
—Bien, pero yo quiero verla —me crucé de brazos.
—Creí que habías dicho que esperaríamos —me recordó, pero no fue del todo así.
Alce una ceja —Tú dijiste, yo acepte y no significa que lo hagamos, solo lo veremos.
Él hizo una mueca —Freddy no somos inmortales, normalmente ya estamos jadeando con solo besos, es probable que pase.
Tenía razón, quizás la situación nos animará a pecar un poquito en la noche, a sacudir la cama y despertar a los canguros. Era una idea muy atractiva, provocarlo al punto de que me pida que lo alivie, cosa que nunca me dejaba hacer. Él se enfocaba en darme miles de atenciones, pero nunca me dejaba devolverlo.
En mi mente podrían ocurrir un millón de cosas.
Sonreí —No lo creo, pero deberíamos comprar condones y lubricante en la próxima... ¡Maldición!
Volvió a perder el control del volante —Lo siento, me distraje.
—¡Nos vas a matar! —lo regañé.
Lo que le faltaba, morir virgen.
Al llegar a la primera parada de descanso que encontramos nos preparamos para salir, pasaríamos aquí la noche, así que después de limpiar un poco y vestirnos decentes..., bueno me quedé esperando con un cigarrillo en la puerta solo porque Brandon aún no estaba listo.
Mire la hora —Churri, vamos a comprar condones, no a conocer a mis padres, ya sal.
—Ya estoy.
Salió con lentes de sol oscuros a pesar de que ya caía la noche, un sombrero y una bufanda que cubría su cuello y parte de su boca, era caluroso afuera y dentro de la caravana aún más, así que no veía lógico que usará eso.
—¿Por qué te tapas tanto la cara? —me crucé de brazos —quítate todo eso, te vas a cocinar al vapor con tanta cosa.
Intenté quitarle el sombrero, pero él lo impidió
—No..., —volvió a acomodarlo—, me da vergüenza ir a comprar esas cosas.
—No seas tonto, yo he ido a comprar todo el tiempo — intenté calmarlo.
Hizo una mueca —¿Condones y lubricante?
Lo pensé un poco mejor, nunca había ido a comprar las dos cosas juntas y mucho menos en compañía de otro hombre. A quien quiero engañar aún me avergonzaba comprarlos y lo agregaba a la lista de compras de Eros siempre que podía.
—No, eso no.
Él mordió su labio nervioso —¿No puedes ir solo tú?
—Por supuesto que no —era un insulto—. Follamos los dos y vamos los dos.
El tomo aire —Bien, vámonos, hagamos esto rápido.
Sonreí —Bien, pero, ¿me prestas una bufanda y otro par de gafas?
Caminamos cubiertos como si se tratara de dos superestrellas que podían ser reconocidos al dar un paso afuera. La verdad es que esto de ocultar tu cara daba un poco de valor y al llegar a la tienda no me sentí tan incómodo como espere. Por supuesto la señora nos miró como si fuéramos a asaltarla nada más entrar, gafas de sol cuando ya estaba cayendo el sol, bufanda con este calor, sinceramente parecíamos idiotas.
Nos acercamos, Brandon sujetado bien la bufanda y yo con una pequeña sonrisa tímida.
—Él está buscando una cosa —Lo empujé hacia delante.
—Yo quiero... —tartamudeo un poco.
La mujer se inclinó —En que los puedo ayudar —su acento era muy malo.
El hecho de que nos entendiera solo empeoraba un poco más cosas.
—Queríamos una caja de... —él no conseguía soltarlo.
Ella lo miraba algo impaciente.
Tome aire —¡Condones y lubricante! —le puse fin a esto—. Queremos una caja de condones y lubricante..., por favor y gracias.
Sentía mis mejillas ardiendo, el vapor se extendía por toda mi cara, pero estaba seguro de que no podía está más rojo que Brandon. Él parecía un tomate, sus orejas estaban tan rojas que parecían está quemándose.
Aclaro su garganta —Dos cajas..., por favor.
Retuve aire en mis pulmones
¿Dos cajas?
¿Se vengaría de mí a caso por esto?
¿Por qué iba a necesitar dos cajas?
Tenía miedo.
—Me va a doler, ¿puede poner dos lubricantes también? Se lo agradecería muchísimo —pedí con la voz temblorosa.
El pellizco mi brazo, al parecer había vuelto a decir alguna burrada. En mi defensa los nervios me estaban.
Salimos de la tienda tan tiesos que fue difícil caminar. Nos quitamos el disfraz de incógnito que llevábamos y tomamos un poco de aire.
—No estuvo tan mal —mentí.
Me giré cuando escuché su carcajada, si cara estaba roja y reía como nunca antes.
—Debiste ver tu cara —se burló de mí.
—¿La mía? Si aún tienes las orejas rojas —cubrí sus orejas con mis manos—, y calientes.
No había muchas personas en la calle, las que estaban, parecían distraídas en otra cosa, ya era tarde y los Australianos tenían la costumbre de terminar temprano sus días.
Observó a nuestro alrededor y acunando mis mejillas dejo un beso en mis labios, ¿se había sentido valiente? Él no era de hacer estas cosas.
Aclaro su garganta y estiro su camisa —¿Comemos algo y nos vamos a la cama?
Sonreí —Por supuesto, churri, tenemos una clase.
No esperaba que hoy pasará mucho más de lo que ya había pasado entre nosotros o quizás ni eso, pero había que estar preparado en caso de que las clases funcionarán mucho mejor de lo que esperaba. No podía dejar de sentirme nervioso y durante nuestra comida no dejaba de decir tonterías. Nos encontrábamos en un bonito restaurante que él había elegido, por supuesto elegante, con linda decoración y una atención un tanto anticuada, de esos que sirven pocas porciones de comida, como si alimentarán a hormigas, nada que ver con mis elecciones de puestos de comida rápida y grasienta. Yo y Brandon éramos muy diferentes, él y yo veíamos la vida de manera diferente y quizás por eso era que recibir una mirada de él hacía que mi corazón latiera de prisa. Entrar tantas cosas buenas y oportunidades de otros hombres más a su nivel que recibió él estaba aquí, escuchando mis tonterías y riendo.
Siempre negaba con la cabeza al reír, seguramente no aceptando lo que decía, pero igual le daba gracia. Era curioso, a mí todo de él me sumergía en una especie de admiración casi mortal, podía verlo por horas y escucharlo.
—Me daré una ducha —dijo al llegar a la caravana.
—Bien churri.
Nótese mi romance. Tome algunas velas, no eran las más bonitas, pero tampoco quería provocar un incendio, solo ambientar el lugar. Prepare la cama, la decore y puse la laptop lista para nuestra clase.
Él salió envuelto en una toalla, se sorprendió un poco al verme en la cama cubierto de la cintura para abajo. Sí, era un romántico un poco pervertido.
—¿Estás sin nada de ropa? —pregunto con una sonrisa.
—Si y tú también deberías estarlo —mire la toalla que sujetaba en sus caderas.
Él la dejó en el suelo y se unió conmigo en la cama, me tomo de la mejilla y beso mis labios con algo de ternura. Adoraba como si mirada azul se oscurecía en estos momentos.
—¿Pusiste los condones en la cama? —tomo uno de los cuadritos plateados que estaban debajo de él.
Me encogí de hombros —Bueno, no teníamos pétalos de rosas.
Soltó una carcajada —Me encanta, es bastante...
—¿Innovador?
—Sí —acaricio mi cabello—. ¿Empezamos?
Trague —Sí.
Comencé a buscar algunos vídeos, algo ligero para empezar, tampoco es que pudiéramos compararnos con actores porno.
—¿Estás seguro de que quieres verlo? —pregunto él nuevamente—. Muchas veces no es agradable.
—Ya tú lo has visto antes —le recordé.
Yo era el que no había visto nunca en mi vida como era el sexo entre hombres, tenía una idea, por supuesto, pero quería más detalles. No quería lanzarme y hacer algo mal.
—Sí, justo por eso lo digo..., puede ser, impactante, a veces —explico.
—Ven churri, perdí la virginidad a los dieciséis, te aseguro que estoy curado de espanto.
—Bien.
Él recostó su cabeza en mi brazo y empezamos lo que sería un corto vídeo, empezó normal, como siempre empieza un vídeo de esos, cinco minutos después pasamos de los «Ah» a los ¡Ah!
—¡Lo va a matar! —me cubrí con la manta hasta la nariz.
¿Dónde estaba su columna? No era de goma, es debía doler.
Brandon hizo una mueca —Joder, apágalo.
Sí, definitivamente, esto no era para nosotros. Lo apagué y me sentí mucho más tranquilo. Yo no haría eso, quería mantener sana mi columna. Ahora me sentía mucho más preocupado, quizás lo aburra.
—Se ve demasiado... —no sabía qué decir.
—Poco realista —finalizo por mí—. Forzado, solo quieren atraer público, te apuesto lo que sea que no lo disfrutaron.
—Pues como el porno en general ¿Te calentó? —aun así tenía curiosidad.
Los hombres no podíamos encenderlo, ambos estábamos bastante normales.
Negó con la cabeza —¿Y a ti?
—Me dolió el culo y yo no hice nada —confesé.
—Vulgar —me dio un pequeño golpe en el pecho—. No me sentí molesto porque lo que hemos hecho hasta ahora me ha gustado, lo hemos disfrutado los dos y si quiero ir más allá pero...
—¿Por qué nunca me dejas ser yo quien te dé placer a ti? —lo interrumpí.
Él se resistía cuando intentaba probar algo. Quizás por eso no llegábamos a nada más.
—Yo... —se quedó en silencio, en busca de una respuesta lógica.
—O lo haces todo tú solo, por eso sentí que debía ver esto para saber cómo tratarte, tal vez sería bueno si me dices tú mismo que te gustaría que te hiciera.
Él suspiró —Tengo miedo de asustarte, de que no te guste y que termines esto.
—Yo no...
—Yo era gay, nunca me gustaron las mujeres lo suficiente como para querer ir a la cama con ellas, pero a ti sí y seguro fue algo que te gustó —explico.
Oh, maldición. Él estaba muy equivocado en cuanto a esto.
—No es curiosidad lo que tengo, no es algo que voy a saciar contigo para luego irme. Ya decidido que me gustas y es deseo lo que tengo, un vicio, y quiero complacerte churri —bese sus nudillos—. Esto no se trata de solo sexo, obvio, estamos en el medio de Australia, solos y queremos pasarla bien, pero no se trata de sexo, es un vínculo y los disfrutaré porque es contigo, no porque seas un hombre o una mujer, es porque eres tú.
Él no me miró, evito hacerlo —¿Qué quieres hacer?
Sonreí —¿En serio?
Rodó los ojos —No lo diré dos veces.
—Tu boca se siente muy bien, me preguntó si yo podría hacer lo mismo —lo había intentado y nunca me dejó.
Puse mi mano en su pecho y sentí sus latidos, estaba muy ansioso. Le quité la manta y me subí a horcajadas sobre él, si tenía permiso lo aprovecharía. Él se sentó, apretó mi trasero y beso mi clavícula.
—Haz lo que quieras —acepto.
Estaba tan excitado solo por escucharlo decir eso, había dejado el «yo manos» atrás. Tome si mentón con fuerza, con la misma rudeza que él me trataba y mordisquee sus labios, pase mi lengua por ellos y lo empuje a la cama. No hice nada que fuera nuevo hasta el momento, lo trate como él me trataba, mordí su pecho, tire de su pezón con mis dientes causando que soltará un gruñido, calme el ardor con mi lengua y descendí por su abdomen dejando una línea de besos hasta su cadera, dónde volví a morder.
El jadeo —Tal vez me tatué el abdomen.
Pase mi mano por su polla —Jamás, me gusta tu piel limpia.
Nunca había hecho esto, la mire con curiosidad antes de acercarla a mis labios, pase mi lengua por el tronco y él suspiró con sus ojos fijos en mí. Estaba nervioso.
Mordí el interior de su muslo y volví a darle atención a su sexo, lo froté contra mi labio, bese y...
—Ah —él gimió gustoso.
Era grande, así que no pude tomarlo todo, lo intente varias veces más usando mi mano hasta que vi como sus piernas se tensaban. Me gustaba la reacción que provocaba. Brandon tenía un animal hambriento dentro de él.
Levantó sus caderas y yo tomé la mayor parte de su miembro, él se sentó en la cama, tomo un puñado de mi cabello y me animo a aumentar el ritmo, hasta que se detuvo. Soltó un gruñido y me intento quitar, cosa que no le permito.
—Ah, maldición —tiro de mi cabello—. Cariño.
Tome aire y relamió mis labios —Eso estuvo.
Acunó mi mejilla —Tus ojos, están llenos de lágrimas.
Lo tome de la garganta y lo bese —Tranquilo churri, así estarás tú en un momento.
Al final no fue una noche perdida después de todo. Habíamos aclarado unos cuantos puntos y teníamos más confianza en lo que hacíamos o permitamos hacer.
En la mañana Brandon estaba dormido en el asiento mientras yo conducía. Había sido una larga noche, pero se estaba perdiendo las vistas, de Urulu-Kata tjuta el centro espiritual de Australia, me estacioné a un lado de la carretera y lo desperté removiendo su hombro.
—¿Qué tienes? —su voz estaba ronca.
—Hagamos una foto, aquí se ve mejor la montaña roja que tanto te impresionó —señale afuera.
Él abrió los ojos —Es muy..., ¿una foto conmigo? ¿Juntos?
Tome al cámara y le quite el cinturón de seguridad —Claro, te he tomado muchas, pero no tenemos casi ninguna juntos.
Bajamos de la caravana y acomodamos la cámara en el trípode, era lo mejor para tomar una linda foto. Al principio él metió sus manos en los bolsillos de sus deportivos, estaba demasiado lejos de mi, así que lo abrace por la cintura y apoye mi cabeza contra la suya. Él me rodeó con su brazo e inclino la cabeza mostrando una sonrisa.
—Mucho mejor —dije al verla.
—Intentemos una más —pidió.
—Bien —volví a poner la cámara y regresé con él.
Fue radio cuando me rodeo con sus brazos y plato un beso en mi boca. Tire de su camisa para mantenerlo junto a mi, adoraba esos labios. Nos separamos mucho después de que la foto fuera tomada.
Él me miró a los ojos —Te estuve esperando..., mucho tiempo.
Acune si mejilla —¿Valió la pena o...?
Asintió —Por supuesto que lo vale.
Nunca antes me había sentido tan alterado con una confesión y eso que había escuchado muchas. No podía dejar de sonreír incluso cuando continuamos con nuestro camino.
Al llegar a la reserva lo primero que pregunto Brandon era si los coalas eran animales agresivos, me avergonzaba. Por supuesto que no lo eran y esa fue la respuesta que recibió.
Pasamos por la zona, tomamos aún más fotos y recibimos todas las instrucciones necesarias para ver a estos animales.
—Pues no se ven tan lindo como en fotos —susurro él una vez estuvimos dentro de sí hábitat—. Mira ese de ahí tienen mocos.
Le di un codazo en la costilla —Silencio.
—La mayoría de esos animales han sido rescatados de incendios forestales, cazadores que intentaron sacarlos de su hábitat y algunos incluso fueron vendidos como mascotas.
—¿Quién quiere un bicho tan feo?
Cubrí mi cara —Por dios.
Él siempre era negativo, hoy se estaba pasando.
La encargada continuó con su paseo —Les agradecemos que colaboren con nosotros y compartan un día con estos animales, la mayoría de ellos estaban acostumbrados al hombre, así que no suponen un problema que estén aquí, por favor trátenlos con respeto y cuidado.
¡Ya quiero mi coala! Me fascinaba estar tan cerca de estos animales, no tenían nada de agresivos.
Brandon se cubrió la nariz —Apestan.
Alce una ceja —Estás junto a su mierda, Brandon.
Hizo una mueca —No me gustan.
Lo mejor era ignorarlo y continuar con el recorrido.
—¿Quiere sujetarlo? —le ofrecieron a él.
¡¿Por qué a él?! Lo tomo con una cara de asco, alejándolo de su cuerpo lo más que podía, miró directo a sus ojos y negó con la cabeza.
—En los ojos más inocentes está el peligro —me paso al peludito.
—Ay, por favor —lo acuné en mis brazos—. ¿Qué podría hacer? Mira deja hasta que le toque la pancita.
—Señor, los coalas odian que...
—¡Ah!
Diez minutos después estábamos en la enfermería del santuario.
—¿Qué aprendiste hoy? —pregunto él después de que nos dejaron solo.
Vi la venda en mi brazo —Que le caigo mal a los coalas.
—Exacto..., no, eso no —cubrió su cara—. Aunque sean tiernos, son salvajes, tienes que mirarlos de lejos, frente a la televisión, por ejemplo.
Lo miré mal —Fue tu culpa, le sembraste el odio y me mordió a mi.
Esa era la explicación más lógica.
Brandon rodó los ojos —Dolió..., cariño mío.
Me empecé a reír a carcajadas. La herida no dolía lo suficiente como para acabar con mi humor y él llamándome de esa manera.
—¿Qué te hace gracia?
—Es que es muy raro que me digas cariño, no pareces el mismo Brandon que escribía en su diario cuanto me detestaba.
—Ya no te diré nada y aún te detesto, solo soy educado.
Me reí más fuerte —Claro, pero si me gusta que seas tierno, aunque aún no me acostumbro a qué un hombre me llame así.
Se cruzó de brazos —¿Cómo quieres que te diga? Para ti es fácil decirme churri.
Mordí mi labio y lo mire de arriba abajo —Me sale natural, tú puedes decirme cariño, mi amor o dios del Olimpo.
Él acompañó mi risa —Creo que me quedo con mi amor, eso me gusta.
Tome sus manos —Cuando lleguemos a Perth me gustaría tener una cita contigo.
—Tiene que ser en Perth, aún falta bastante para llegar.
—Sí, justo ahí tiene que ser.
—¿Se trata de alguna de tus sorpresas?
—Tal vez.
BUENOS DÍAS aquí está e capitulo de hoy, espero lo disfrutarán me dejan saber en los comentarios.
Si quieres apoyarme y te gustan mis libros déjame tu voto, comparte y sígueme en Instagram @paloma_escritora
Si apoyas mi contenido le estás ayudando a llegar a más personas. GRACIAS
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro