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Capítulo 5

Neil se quedó conmigo el Sábado hasta que estuvo seguro de que no prendería en llamas a la primera persona que tocara mi timbre, además de que su madre lo había llamado para avisarle que tenía práctica en el club de debate. Sé lo mucho que odia ese club y las personas que normalmente asisten, pero se verá bien en su hoja de aplicación para la universidad y por eso lo tolera.

— Llámame si sucede algo ¿Está bien? —Repitió más de cinco veces antes de que pudiese sacarlo de mi apartamento.

El resto del día me lo pase viendo episodios viejos de "That '70s Show" y arreglando la casa, en especial el cuarto de mi tía que parecía consumido por un torbellino de medias, comida, latas y varios condones usados en la papelera. Si dejábamos pasar un día más este lugar se convertiría en un nido de ratas y lo que menos se me antojaba era encontrar una en mi desayuno del día siguiente.

Tenía que admitir que el vivir con la tía Melissa me había enseñado a cómo mantenerme y a realizar oficios varios. Mamá pasaba la mayor parte de su tiempo limpiando alrededor de la casa debido a que papá, cuando no estaba viajando, traía varios compañeros de trabajo para cenar y ellos eran fanáticos de pretender ser algo que no eran: La familia ideal, el matrimonio perfecto, la casa más limpia, el hijo supremamente educado, en fin; la manía de mamá podría rivalizar con la de la doctora Patterson y era una de las razones por las cuales nunca me dejaba ayudar en la casa.

Su sobreprotección era intolerable. No podía salir a menos que fuera para ir de la escuela a la casa, tenía que quedarme adentro y no me estaba permitido ir a la casa de ningún amigo, que por obvias razones no tenía, porque según ella el mundo era un lugar peligroso en dónde solo ella era capaz de protegerme. Su obsesión tan enfermiza por mantenerme encerrado en casa disminuyó después de una discusión con papá que produjo la regularización de las normas; fue por eso que venir a vivir con Melissa resultaba tan surrealista.

Mientras que en mi casa me sentía ahogado, ahora en este pequeño apartamento quería que alguien me arrojará una soga. No sabría decir bien si era para usarla de forma que lograra ahorcarme o para aferrarme a ella y salir del hueco.

Posiblemente las dos.

Al final del día mi aseo al lugar había resultado satisfactorio y me había distraído lo suficiente para no pensar tan seguido en la nota de mi acosador, aunque las palabras seguían llegando a mi mente y de igual forma mantuve un destornillador en mi bolsillo trasero por si a alguien se le ocurría entrar usando la ventana. Analizando la situación con cabeza fría, me daba cuenta la razón que tenía Neil.

¡Yo no podía enfrentarme a un asesino! Si es que la persona de la nota era quien había matado a mi familia, entonces yo no tenía ningún tipo de oportunidad contra él. Y de ser una broma pesada de alguien externo, darle importancia sería ganarme muchas más burlas y apodos. De igual forma no ganaba nada y siempre perdía todo.

Pero por algún extraño motivo, cada vez que mis ojos repasaban las líneas no podía evitar sentir un burbujeo que me revolvía el estómago, las extremidades me hormigueaban y el deseo de encontrar y aplastarle la cabeza a su escritor era tan fuerte que parecía embriagarme.

Y aun así yo no era un Bruce Wayne que se enfrentaba a los villanos. Era Andrew Oliver Jefferson, tenía diecisiete años y el poco coraje de encontrarme cara a cara con la persona que me dejó la nota solo me empujaba a cerrar las puertas y ventanas para mantenerme oculto.

Había algo que Randal y mi papá tenían en común: Ambos sabían lo patético que era.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Cuando llego a la escuela el Lunes, todo el mundo parece sorpresivamente callado. Tardo unos momentos en darme cuenta de que es debido a que la camioneta Renault de Piers no está en su lugar habitual del estacionamiento de la escuela.

Pese a que Randal y su pandilla no son definitivamente ningún tipo de mentes intelectuales que podrían descubrir la cura del cáncer, jamás faltaban a clase. Sus ganancias consistían en robarles el dinero a niños de 13 años que fueran más bajitos y no pudiesen defenderse, además de conseguir varias chicas, y en el caso de Malcom chicos, con los cuales solo los pasillos oscuros sabían hasta dónde llegaban a meterles mano.

— ¿Tienes la tarea de Historia?

— Empiezo a pensar que solo me quieres por mi cerebro —Le murmuró a Neil mientras sacó mi consulta de la maleta.

Él sonríe y noto que varias chicas voltean a verle y alguna que otra se sonroja.

— Es impresionante como, incluso cuando todos saben que estas fuera del radar, sigas haciéndome ver cual mono a tú lado cada que hay nenas presentes —Azotó mi casillero y los dos emprendemos nuestro camino al salón de la señora Kepler, quien nos da Cálculo— Debería ser ilegal, te digo. ¡Ilegal!

— No te estoy bajando el radar con las chicas. Además, ¿De dónde te sale ahora la necesidad de tener novia?

Ambos siempre nos sentamos en las sillas de la parte media del salón dado que son las que pasan desapercibidas por nuestros profesores cuando están en mitad de una cátedra. Sacó el pesado libro y lo pongo contra el escritorio, esperando que Neil cambié abruptamente el tema, pero no lo hace.

— ¡No puede ser! ¡No puede ser! Te gusta alguien.

— ¡Claro que no!

— Te estás poniendo rojo, eso es un sí —Ocultó la cara tras el libro y maldigo lo mucho que puede conocerme el chico a mi lado— ¿Quién es?

Gruñó: — No te interesa.

— ¿Es Darcy? ¿Johanna? ¿Violet? —Neil anota cada vez más nombres en su cuaderno y me desespera lo insistente que puede volverse cuando algo le importa— ¿Te has besado con ella? No ¡¿Ya cogieron?!

— No a todas las opciones y en especial a tus dos preguntas —La vergüenza me consume de adentro afuera y lo que menos deseó es que alguno de los alumnos que están entrando al aula escuchen algo e inicien rumores falsos sobre mí en una cuenta de Instagram. Otra vez— Si tanto quieres saberlo, ella ni siquiera me habla.

— ¿Me vas a poner adivinanzas? Soy tu mejor amigo, puedes decirme.

Me pasó una mano por el enmarañado cabello marrón y gimo. Neil suele ser muy persistente cuando quiere sacar información, en especial conmigo, pero no pienso darle el gusto está vez; no sé por qué demonios lo he reservado, pero Hannah es la única chica que me ha llamado la atención lo suficiente para sentir calor cuando nuestras miradas se cruzan y quiero que siga siendo un secreto por un tanto más de tiempo, que mi amor imposible por ella sea solo mío para no tener a mi mejor amigo comentándome las millones de razones por las cuales no funcionaría.

De alguna forma siento que si mi crush por Hannah se queda conmigo mis esperanzas de que ella se fije en mí no son tan lejanas.

— No es tan importante.

Neil bufa: — Si no fuera tan importante entonces deberías contármelo. Yo te he dicho lo de Patrick, incluso cuando esa cosa no iba a servir y ¡Te mostré los mensajes que me mandaba Malcom! Había un pack involucrado en esa situación.

Tengo escalofríos al recordar la imagen del pequeño amigo de Malcom en la pantalla: — Y agradezco tu confianza en mí, Neil, pero no diré nada —Sus ojos azules me miran con reproche, como si fuera obligación mía decirle quien me gusta. Aunque debería enojarme, no puedo hacerlo y una pizca de remordimiento me golpea la consciencia debido a que sé las muchas veces en las que él me ha dicho cosas que nadie más ha oído. Después de todo, yo fui la primera persona en saber que era gay— Te lo contaré pronto ¿Está bien?

Abre la boca de seguro para reclamar pero la señora Kepler entra al aula y las clases comienzan. Sin embargo me dedica su típica miradita de "Esto no ha acabado" y no puedo evitar encogerme de hombros. De alguna manera graciosa, me encanta el poder que tengo para que Neil siempre esté interesado en mí.

Las clases transcurren con la mayor normalidad vista en décadas y yo lo atribuyo a que la pandilla de Randal no está presente para generar el pánico en los pasillos. Neil sigue mirándome cómo si de esa forma fuera a revelarle mi enamoramiento por Hannah, y he decidido dejarle pistas al respecto durante la aburrida clase de Biología pero es ahí cuando me llama el sub director.

Ir a la oficina de Kraken no es una de las actividades favoritas de nadie dado que solo tienes que hacerlo cuando tu situación es de expulsión o sanción. Además de qué normalmente huele a queso, tiene las ventanas siempre cerradas y el calor interior provoca que los deseos de quitarte la ropa aumenten. No sé si pretende hablarme de mi promedio que ha disminuido considerablemente, aunque no lo suficiente para hacerme perder el curso, o si pretende darme una de esas tantas charlas motivacionales y vacías acerca de cómo mi vida mejorará y que tome todo lo que me ha sucedido por una experiencia que me ha forjado como persona.

Pero entonces veo al agente de policía que se encuentra sentado en la oficina.

— Buenas tardes —Susurró mientras le observo ponerse de pie.

— Buenas tardes, Andrew —Saluda cordialmente la señora mientras me extiende una mano— Soy la oficial Patricia Williams, del condado. ¿Puedes tomar asiento?

Me dejó caer en el sofá que decora la oficina del sub director Kraken pero toda mi atención está fija en los ojos negros de la oficial Williams. La he visto una o dos veces cuando me he quedado esperando con Neil a que su padre abandone el despacho de la comisaría, pero nunca antes había tenido la oportunidad de hablarle. No es quien está a cargo de los homicidios de mi familia y si la hubiesen puesto al mando sé que no me lo harían saber durante horas escolares.

¿Podría ser...que el asesino apareciese? Neil no hubiese contado lo de la nota nunca debido a que su lealtad por mí se lo prohíbe...pero aún. ¿Lo habría hecho de pensar que me pondría en peligro? ¿Es por eso que estaba tan insistente hoy? ¿Acaso quería que yo le diera señales de algo antes de que la policía viniera a hablar conmigo?

— Andrew ¿Dónde estabas la noche del viernes ocho de octubre?

La pregunta me da una idea de que puede haberles dicho mi amigo si es que abrió la boca. Me aclaró la garganta: — En casa de un amigo.

— ¿Hasta qué hora?

— Probablemente hasta las seis —Pienso en si decir acerca de mi laguna de memoria. "No" me aconseja una voz en mi cabeza "¿No crees que te harás ver menos creíble de esa manera? Estabas dormido." — No sé con exactitud. Me quedé dormido y él me llevó a mi apartamento.

La oficial Williams asiente. Su cabello negro oscuro junto a su piel morena me hace recordar a una secretaria de mi papá que venía a menudo a la casa, la mujer con la que mamá pensaba que la engañaba.

— Andrew, ¿Cuándo fue la última vez que viste a William Groove?

Estoy tan acostumbrado a oírlo ser llamado Billy que apenas recuerdo su nombre de pila: — El viernes durante la escuela. Somos compañeros en varias clases.

— ¿Hablaste con él aquel día? ¿Te comentó algo?

— Billy y yo no somos exactamente cercanos —Miró al sub director Kraken y luego a la oficial Williams— ¿Pasa algo?

La oficial Williams mira al sub director y acomoda la placa que tiene en su impecable uniforme. Sus ojos negros escudriñan mi rostro como si pretendiese encontrar que le miento en algo, cualquier cosa. Después de minutos en silencio, se sienta frente a mí y habla.

— El señor Groove no volvió a su casa la noche del Viernes. Sus padres no tienen la menor idea de dónde puede estar.

— Deberían preguntarle a Piers Stewart, Randal Woltron y Malcom Myers —Sugiero— Ellos se la pasan mucho tiempo rondando en las calles.

— Eso pensábamos, señor Jefferson, hasta que los padres de los señores Stewart, Woltron y Myers vinieron a la comisaría para avisar también esas desapariciones.

Miró a la oficial Williams y frunzo el ceño. ¿Yo qué tenía que ver con que Randal y sus amigos hayan querido irse? No éramos amigos, por lo tanto no sabía dónde estaban. ¿Estarían interrogando así a todo el mundo?

— Yo no sé dónde están —Murmuró— No somos amigos.

— Sería muy sorprendente para mí el que William Groove fuese amigo de alguien que le gritó a mitad de un pasillo el que se encargaría de no dejar rastro de su cuerpo cuándo acabará con él. De hecho ¿No es curioso que cuatro días posteriores a su comentario el joven Groove no aparezca? ¿Tuviste una pelea con él? ¿Algún altercado?

— ¿Qué? —Yo no había dicho eso. ¿Cuándo podría yo haber amenazado a Billy sin resultar herido? ¿Por qué diablos querría yo amenazar a Billy? No tenía deseos suicidas.

La oficial Williams se levanta y me ofrece una dura mirada. Yo no aparto los ojos de los suyos y siento que mi corazón se descontrola e intenta salirse por mi boca; miró al sub director esperando una ayuda de su parte, pero está concentrado en el cuadro de caballo que cuelga de su pared.

— Necesito que me acompañe a la comisaría.

— Yo no hice nada —Mi respiración se entrecorta y las manos me sudan— Yo no lastime a la pandilla de Randal ¡Lo juro! Y-y-yo no he h-h-hecho nada.

— Eso tendremos que averiguarlo —La señora Williams me acerca la mano y me pone de pie— Vámonos.

Me arrastra por el pasillo mientras escucha mis protestas de no querer ir pero ella parece oídos sordos. Miró desesperado a todos los salones y entonces recuerdo las pastillas que tengo dentro de la maleta que está en el salón de Biología y que podrían ser mi única oportunidad de informar a Neil para que me dejen salir.

— Consumo varios medicamentos que son urgentes para mi depresión —Me agarró de un casillero y logró mantenerme quieto bajo la mirada de Williams— Tengo que ir por ellos.

— Alguien puede llevártelos a la comisaría, de igual manera solo queremos hacerte una preguntas.

— ¡No se puede, mierda! —"Amenázala" Me aconseja mi consciencia, esa molesta voz que algunas veces debo reprimir para no dejar salir comentarios ofensivos que puedan meterme en problemas— Si por alguna razón los medios de comunicación se enterasen que una oficial de policía le negó sus medicamentos para la depresión a un niño que mañana puede terminar intentando un suicido por una recaída ¿Quién quedaría mal? ¿A quién le quitarían el puesto?

Williams me observa pensativa y decide acompañarme a la puerta del salón para que saque mis cosas y podamos irnos. Con afán abrimos la puerta y todos los ojos de la clase miran atentamente como prácticamente corro a dónde está Neil, quien ve a Williams en la puerta y luego tiene los ojos como platos y está pálido.

Mis manos tiemblan y se me caen algunos libros, pero a duras penas Neil y yo podemos meterlos en la maleta. Los cuchicheos del aula son tan fuertes que mi cabeza parecer explotar y la boca se me ha secado por completo; estoy nervioso porque el libro de Cálculo ha salido a volar, pero unas manos frías me lo entregan y ayudan a meter en la maleta.

Pertenecen a Hannah Mirian, quien me observa dudosa y comparte un semblante parecido al de Neil. Juró que si no fuera porque estoy a punto de ser llevado para un interrogatorio, saltaría de alegría al prestarme ella atención y demostrarme que le importo.

Abandono el salón dándole a Neil una última mirada de ruego para que salga a toda prisa, incluso dejándole las llaves del auto para que pueda llegar más rápido.

Entramos al auto de la oficial y ella arranca, conmigo sentado en la parte trasera mientras abrazo mi maleta y pienso en la supuesta amenaza que lancé contra Billy ¿Fue verdad? ¿En serio lo dije? ¿Era aquello lo que le había puesto tan pálido el día lunes? Movía mis pies con pánico desenfrenado y mis ejercicios de respiración a duras penas lograban controlar el que no me desmayase.

Abrí la maleta para sacar la botella de agua que siempre llevaba conmigo y darle unos buenos tragos. Lo que encontré adentro al hurgar despertó en mí un sentimiento que yo no era miedo, como el sábado por la mañana, pero una rabia fuerte y enfermiza que se colaba por mis huesos.

La nota era más extensa que la anterior y cada palabra me ponía los pelos en punta a la vez que mordía la punta de mi lengua para no gritar y proclamar bestialidades sobre quién la había escrito.

"Ya no existen y si eres cuidadoso, jamás los encontraran. Tengo la manera de culparte por todo y no estoy seguro de que quieras ir a la cárcel ¿Me equivoco? Todos saben lo de hacer desaparecer a Billy, no deberías haber dicho eso pero ¡Gracias, Andy! Me has ayudado bastante.

La primera en morir fue tu hermana, por si querías saber. Yo lo hice y no te afanes, a duras penas y sintió algo mientras le abría la cabeza usando un martillo. Creo que a tu mamá le dolió más ¿Apostamos? Solo gritó una vez, pero a tú padre no debió importarle demasiado para nunca llegar en su ayuda.

¿Te digo algo? Quiero que me encuentres. Sé que no le mostrarás esto a la policía, pero si lo haces no tiene caso dado que nunca podrán encontrarme. Pero yo a ti sí, y siempre estaré aguardando a cuando te sientas seguro para regresar; es por esto que deseó que juguemos algo.

Las reglas son sencillas: Si tú descubres quién soy, me entregaré a la policía personalmente y nunca volveré por ti. Pero si yo logró demostrarte que somos iguales y al final terminas necesitándome, entonces tendrás que aguantarme por mucho, mucho tiempo. ¿No es genial? ¡Ambos ganamos algo! Otra condición básica, polluelo: El trato no aplica si le hablas a la poli.

Dependiendo de qué tan bien tengas cerrada la boca me encargaré de que la siguiente cara en aparecer en los cartones de leche no sea Hannah o Neil. Tú decides quien sigue.

Te estoy observando."

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