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Capítulo 4

Mi tía no podría cocinar peor aunque lo intentará pero es un lindo gesto. En especial cuando estoy teniendo un ataque de pánico y mi estómago está completamente contraído.

No sé de quién es la nota que se encuentra ahora en mi bolsillo. Sé que no pudo haber sido una broma pesada de parte de Neil porque conozco muy bien su letra, que es puntiaguda y demasiado estirada, y tampoco sería capaz de meterse conmigo de aquella forma. Las punzadas de dolor que me recorren el cuerpo son incesantes y me hacen recordar el terrible agujero que tengo en mi memoria.

De alguna forma no puedo dejar de preguntarme si la persona que me golpeó fue quien me dejó la nota. Mi respiración se atora en mi garganta al darme cuenta de que la nota estaba encima de mí cama, por lo que quien fuese el que la dejó sabe dónde vivo y cómo entrar. Si mis llaves han desaparecido tendré que decirle a mi tía que cambie las cerraduras urgentemente y vuelva a pedir el acompañamiento policial.

Luego recuerdo que mi tía es Melissa Maratso y prefiero guardar silencio y dejar que el pánico me consuma lentamente.

La tía Melissa es la hermana menor de mamá y solo la conocía cuando venía esporádicamente a las cenas de fin de año. A mamá no le agradaba para nada el ver a su hermana tomando hasta perder la consciencia en medio del sofá o vomitando sobre sus preciadas begonias, pero papá trataba de explicarle que eran familia y de nada servía que tratase de alejarla. Siempre le sacaba la excusa a mamá de que por lo menos ella había formado una familia, pero que para Melissa solo existían las pequeñas reuniones familiares.

A mi madre nunca le gustaba hablar mucho de su vida antes de conocer a papá y casarse, pero de pequeñas conversaciones que pude escuchar sabía que mis abuelos murieron en un accidente de coche cuando mamá era adolescente y que ella fue quien tuve que hacerse cargo de la tía Mel. De hecho, mamá es la causante de que la tía Mel logrará estudiar enfermería aunque siempre se quejaba de que a duras penas encontraría un trabajo por sus problemas de alcoholismo.

— Pensé que te quedarías en casa de Nelson anoche.

— Se llama Neil, y no. Decidí venirme temprano —Omito el decirle que no recuerdo muy bien el por qué o cómo fue que terminé llegando al apartamento.

Melissa parece una versión mal hecha de mamá, con el cabello negro siempre luciendo sucio y mal cuidado y su labial normalmente manchando sus dientes superiores. Además de aquel molesto olor a whiskey que nunca la abandona, es difícil saber por qué las autoridades creyeron que ella era la mejor opción para cuidarme después del homicidio. Lo más probable es que pensaran que al estar en familia mi paranoia disminuiría y podrían sacarme la información del crimen más fácil.

La verdad es que la mitad del tiempo tengo miedo de que en una de sus borracheras, mientras no estoy en casa, mi tía deje prendido el horno y para cuando llegué el apartamento ya no exista. Una oscura parte dentro de mí que no identificó espera que ella se queme dentro.

— Me cae muy bien Niall ¿Sabías? —Saca un cigarro y lo prende con manos temblorosas— Aunque no entiendo porque nunca lo invitas a venir a casa.

"Es debido a que lo quiero lejos de cualquier infección por tifo que pueda adquirir dentro de esta casa, además de que claramente estás interesada en meterte con chicos que son quince años menores que tú": — Sus padres son muy sobreprotectores, te he dicho. No les agrada que Neil salga de la escuela y no llegué directamente a su casa. Es por la inseguridad en el pueblo.

— Venga ya. Lo que van a causarle es una perdida neuronal tremenda al pobre chico, ya te lo digo —Da otra calada al cigarro y su labial se corre— ¡Inseguridad! Esas son bobadas. Lo que ustedes de adolescentes necesitan es salir y volverse locos ¡Experimentar! Luego viene la universidad y terminan sentados frente a un escritorio mientras mantienen a sus familias y piensan en que debieron suicidarse antes de los finales.

— Tienes que admitir que Bruenna no está diez de diez en cuestión de protección a los ciudadanos.

Melissa hace un ademán de negación y deja su cigarro a medio fumar sobre mi plato de huevos: — Este pueblo es pequeño, niño. Apenas salgas te vas a dar cuenta de que hay mucho más en el mundo que solo notas. Además, no tienes dinero y no eres lindo, vete criándote para ser ayudante de gerencia en un Walmart o Amazon.

Odio hablar con mi tía de mis amigos, la escuela o mi futuro. En simples palabras odio hablar con ella de cualquier cosa. Odio el simple hecho de tener que vivir con ella.

— ¿Qué tal la cita con Patterson?

— Bien. Me ha dado unas pastillas para poder dormir.

— ¿Todavía necesitas el narcótico para la depre o eso ya es pasado? —Su café huele extraño. Estoy seguro de que le ha puesto Vodka. Y todavía no son las nueve.

Me encojo de hombros: — Ella cree que es necesario que siga con las dosis pero le preocupa la idea de que no me este dejado dormir. Estoy seguro que a la próxima tendré uno para la paranoia.

— Ojalá te den uno para facilitar el dinero. Estamos cortos de presupuesto, pequeño. A menos que mi jefe se enamore de mí y terminemos casados, tendremos que vender el apartamento para pagar los medicamentos y la loquera.

— Es una psicóloga —Murmuró. Detestó que la gente asuma erróneamente que me he vuelto loco por lo que pasó con mi familia— Y hay una cafetería que está ofreciendo puestos. Podría ir a trabajar medio tiempo.

Melissa cree que es una buena idea. Me muerdo la lengua para evitar soltarle que si ella dejará de irse a clubes mientras me miente diciendo que son turnos extras del hospital con sus conquistas patéticas que no tienen donde caerse muertos entonces tendríamos fácilmente el dinero. Aprendí después del segundo mes viviendo con ella que discutir era simplemente ver mi poca sensibilidad hecha pedazos por sus comentarios mordaces.

Mi favorito fue cuando me gritó que si no compraba sus cigarros me aplastaría la cabeza contra el lavabo de forma que tuviera otra cosa en común con mis padres. Aunque al día siguiente se disculpó argumentando que estaba ebria y era debido a que no sabía lidiar con la perdida, ya el daño estaba hecho. Y yo me había prometido que nunca más le daría motivos para meterse conmigo.

Soy de los que mantienen el perfil bajo y la boca cerrada. Neil me dice a menudo que eso está mal y que debería aprender a defenderme pero yo creo que es una excelente manera de garantizar mi supervivencia. Puede que Randal y su pandilla se metan conmigo, pero sin darles respuesta se aburren y se van.

Tengo mis puntos límites, claro, pero es muy complicado que alguien me acabe la paciencia y me vean explotando. Suelo pensar que soy como una abeja: Si me dejas tranquilo puedo pasar desapercibido, pero de provocarme con alguien a quien amó, pico. Y varios pinchazos al tiempo provocan la muerte.

— Tengo que ir a al trabajo y hoy vuelvo a las once. Tienes atún y papas en el horno, por si quieres comer algo.

Asiento y me levantó para ir a mi cuarto.

Apenas escuchó que mi tía cierra la puerta es cuando dejó que las lágrimas bajen por mis mejillas y mi ansiedad me consuma totalmente. Me aferró a las sábanas como si pensará que son escudos contra los monstruos de la oscuridad. Pero sé lo inútil que es: Nada puede protegerte de algo que vive solo en tu cabeza.

Agarró el teléfono y marcó con dedos temblorosos el número de Neil. Timbra una, dos, tres veces y su voz se escucha por la otra línea.

— Me estoy volviendo loco. Creo que alguien me está buscando, saben dónde vivo Neil ¡Saben dónde vivo!

— ¿Andy? ¿Qué sucede?

No sé si pienso que hay ruido en el exterior, sonidos que solo yo puedo escuchar y estoy simplemente imaginando. De igual forma solo alimentan mi pánico: — Están buscándome, Neil. Me debe estar viendo, ya debe saber que te estoy llamando ¡No sé qué hacer!

— Andy cálmate, cálmate ¡Respira! —Su grito en la otra línea logra sobrepasar mis sollozos, pero no los calla— Hazlo conmigo: Uno, dos. Uno, dos. Uno, dos —Tomó aire con bocanadas inmensas y me duele el pecho— Más despacio, Andrew. Uno y dos, uno y dos, uno y dos.

Creía que había pasado más de una hora, pero solo fueron treinta minutos. Mi respiración no está agitada y mis lloriqueos al menos son ahora simples hipidos que esperó Neil no pueda denotar a través de la línea. Uno de mis más profundos deseos es que si alguna vez dejamos de ser amigos Neil no le cuente a nadie las toneladas de veces que le he llamado a cualquier hora para que me ayude en mis ataques de pánico.

— Espérame en tu habitación y no le abras a nadie. Llegó a tu apartamento dentro de diez minutos.

Es otra cosa que adoró de mi amigo y que aspiró nunca salga de nuestra relación. No importa el día, la hora o el momento Neil Morales siempre está disponible para mí incluso cuando son tonterías. Y él siempre va a tener que recordarme que nada de lo que tenga que ver conmigo son tonterías.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Estoy acurrucado viendo la pared cuando la puerta se abre y Neil ingresa a mi cuarto. Después de mudarme decidí darle una copia de la llave pese a las advertencias que me hicieron los oficiales de que eso era riesgoso, de que posiblemente el asesino de mi familia me estaba buscando ahora que sabía que estaba vivo y colaborando con la investigación en todo lo que podía; pero la idea de que Neil me quisiera hacer daño es algo que nunca cruzaría mi mente.

Neil es la única persona a quien conozco que estaría dispuesta a mancharse las manos por mantenerme a salvo. Y es por eso que sus padres no me tienen gran aprecio.

Cuando Neil y yo nos hicimos amigos, varios veranos atrás cuando ambos teníamos 13, una chica llamada Rita venía molestándome y esperándome en la misma esquina todos los días para robarme el poco dinero que tenía en los bolsillos. La última vez que lo hizo fue cuando yo iba acompañado por Neil y ella recibió un puñetazo tan fuerte que temí que sus dientes se hubiesen partido.

— No debiste hacer eso —Le reclamé esa noche cuando hablamos, sentados en el alfeizar de su ventana— Tus padres no están para nada contentos.

Neil simplemente se había encogido de hombros y sonreído: — Me han dado una larga charla sobre porque no debo pegarle a las mujeres. ¿Sabes lo que yo les he dicho? Que el género no te excusa de recibir una lección por ser un idiota —No pude evitar sonreír también. No recordaba haber sonreído tan seguido y en tan poco tiempo— Además tú estás afuera incluso cuando tus padres tienen prohibido que abandones la casa una vez llegas ¿No estamos los dos siendo rebeldes sin causa?

No admití ni negué nada. Simplemente me deje querer al primer y único amigo que necesitaba. Y es de las pocas decisiones de las que no me arrepiento.

— Está bien, dime que ha ocurrido.

Me senté sin quitarme la frazada de encima y le mostré a Neil la nota sin abrirla por miedo a que la letra me provocará un nuevo arranca de llanto. Mi amigo la analizó varios minutos y luego me miró, como si esperase que le explicará de dónde venía.

— ¿Te la ha dado Randal? —Preguntó finalmente, y la ausencia de ira en su voz no me pasó desapercibida.

— Claro, porque Randal y yo somos tan buenos amigos que ahora nos mandamos notas secretas. La próxima semana me avisará si podemos ir juntos al baile de graduación.

— ¿Quién te la ha dejado entonces?

A veces su idiotez desespera: — ¡Esa es la razón por la que estoy entrando en pánico! Me desperté está mañana, aquí en mi cuarto con todo el cuerpo doliéndome como si me hubieran pasado un monster truck encima y resulta que eso es lo único que me da una pista de dónde carajos estaba ¡Y tú no pareces alarmado!

— Eso es porque yo te traje a casa anoche.

Le miró con ojos abiertos de par en par: — ¿Qué?

— Yo te traje a casa anoche después de que rodarás escaleras abajo y casi te matarás.

— ¿Caerme por las escaleras? ¡Parece que me hubiese metido en una pelea con alguien profesional en Taekwondo! ¿Desde cuándo tus escaleras tienen puños? —Me levantó la camisa pese a las quejas y reclamos de Neil— ¿Crees que esto me lo hice en una escalera?

— No creo, estaba ahí cuando te caíste. Y haz el favor de bajarte la ropa pervertido.

Bufó por lo bajo y niego con testarudez. Yo no recuerdo haberme caído por una escalera, ni haber salido de su casa.

— Si es así, entonces hay alguien que sabe que vivo aquí y me ha dejado una nota ¡Podría estar en peligro mortal justo ahora!

— No creo que esa nota sea una prueba de algún asesino —Neil la ha dejado plenamente abierta y su visión me causa escalofríos— Consideró que si alguien quisiera matarte no te dejaría notas avisando lo que planea.

— ¿Dónde aprendiste eso? ¿En CSI?

— No entiendo por qué estás tan molesto.

— ¡Porque no recuerdo que pasó anoche!

Finalmente veo la preocupación alzándose en sus ojos y siento que me dirá que algo anda mal, que afirmará que me estoy volviendo loco y que algo muy malo paso anoche mientras estábamos en su casa. Su respuesta decepciona un poco a mi mente pesimista.

— Cuando te despertaste me dijiste que querías ir al baño del segundo piso, entonces te deje ir. No sé muy bien si perdiste la estabilidad, pero rodaste desde el último escalón al primero y tuve que ir a levantarte porque te dolía todo el cuerpo y quería asegurarme de que no te habías partido nada. Luego me dijiste que preferías venir y quedarte con tu tía y yo te traje y luego me fui cuando te quedaste dormido —Neil me pone una mano con cuidado sobre el hombro— Si te hace sentir mejor, podemos ir a la policía a informarles lo de la nota. Posiblemente vuelvan a ponerte un guardia por lo de protección de testigos.

Niego: — No, eso solo le dejaría ver a quien quiera que la puso lo asustado que estoy. Y yo quiero verlo —No entiendo de dónde diablos me sale la valentía en esos momentos, ni comprendo por qué demonios querría tener de frente a la persona que se ha metido dentro de mi casa a dejarme una nota perturbante. Solo lo hago.

Neil tampoco me entiende.

— ¿Qué si tienes razón y es alguien peligroso? Tal vez si es mejor que le cuentes a alguien.

— ¡No! Yo...y-yo ¿Qué si es quien mató a mis padres y a Sara?

— ¡Con mayor razón deberíamos estar hablando con la policía!

— ¿Y dejarlos hacer qué? ¿Decirme que volverán a poner guardias en mi puerta y darme un carro blindado para que me lleven y traigan de cualquier lado? ¡Es inútil! —Suspiró y paso mis manos por mi cabello rubio, poniéndolo de punta— Imagínate lo que podría lograr si esta persona es la que me quitó a mi familia. No puedo darles la información que desean obtener sobre esa noche, pero podría guiarlos a dónde se encuentra.

— ¿Qué si te equivocas? —Empieza Neil— ¿Si solo es una broma? ¿Si en realidad alguien la dejó ahí para burlarse de ti? O peor ¿Qué si es verdad? ¿Qué si ese alguien en verdad desea que lo busques y te hace daño? Tú vida no es un juego.

— La de mi familia tampoco lo era. Si es quien yo pienso y quiere encontrarme, que lo haga. Yo también la estaré observando y cuando se me acerque tendré las pruebas suficientes para hundir a quien esté detrás de la máscara. Voy a hundir a quien esté detrás de esto.

Y luego lo mataré. Pero eso no se lo diré a Neil ni a nadie nunca. Es una promesa llevó dentro desde que me avisaron en el hospital que era huérfano, cuando me dijeron que mi hermanita de cuatro años nunca tendría una familia propia, cuando me dijeron que estaba solo.

Después de saber por qué lo hizo, lo mataré. Y no voy a arrepentirme de ello.

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