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5. Conclusiones estúpidas

5.

Conclusiones estúpidas.

Y si un día me extrañas, no olvides buscarme en las estrellas, desde allí, puede que yo ya te esté esperando.

Acabo de llegar a lo que sería, o la más grande estupidez en mi vida, he incluso el  descubrimiento más importante de está.

Llámenme idiota, loca, o hasta una zanahoria incompetente. Pero creo que gane la apuesta, y no solo eso, ojala fuera solo eso.

¡Mierda!

¿Estoy loca cierto? No pude ser cierto no puede ser. Él no puede ser…

Sip, estoy loca.

Muy loca.

Bastante desquiciada.

Al menos puedo decir que me he olvidado de todos los problemas de la semana, solo por lo que acabo de descubrir (Más bien suponer).

Supe desde el momento en que asegure descubrir su nombre, que no iba a poder sola, ¡Por dios! Estudio por las noches, leo cuando puedo y trabajo el resto del tiempo, no tengo una vida social normal.

Por lo que concluí por mero razonamiento, que pedirle ayuda a Charlie sería lo mejor. Ese chico es la definición de “Extrovertido” con todas las letras de la palabra, además que bien podría ser el mejor investigador privado si se lo propusiera.

Será una genial idea pensé, lo descubrirá antes de que el pelinegro vuelva, antes de que ese idiota vuelva a irrumpir en mi trabajo, Charlie ya sabrá su nombre, su apellido, donde estudia y hasta si quiere mascotas.

Yo que sé.

Y al recibir una llamada de su parte, exactamente 6 días luego de pedirle que revelará quién es por mi. Lo sabe, me dijo su nombre, y por eso, por esas simples 4 letras, 5 si incluimos que me dijo la inicial de su supuesto apellido, arme teorías estúpidas, lo más absurdo que se te pueda ocurrir.

Sin embargo, llegue a una conclusión.

Recostada sobre la cama busque de nuevo en YouTube el vídeo de una de las últimas entrevistas a Jayce Adams, uno de los escritores más famosos en el país, reproduciendo la pregunta número 4 y subiendo el volumen de mi teléfono.

—Sabemos que los nombres de sus hijos no han salido a la luz, pero ¿Es cierto que el nombre de su segundo hijo está inspirado en 4 personas, que además de estar en su libro, de verdad existen?

—Es cierto…— admitió mi escritor favorito. —Mi amada esposa me dejó nombrar a nuestro hijo mayor, pero, cuando supimos que tendríamos otro bebé, quisimos hacerlo algo más especial. Así que unimos las iniciales de mi hermana. Alan, el mejor amigo de mi esposa. El nombre del amor de mi vida, y mi nombre.

—¡Es increíble! ¿Y considera algún día presentar a sus hijos al mundo del espectáculo?

Pause el vídeo, volviendo a mi libreta de literatura, donde el las últimas clases junto a algunos  garabatos había anotado el nombre que Charlie recién me había dicho, en una llamada de duro 3 minutos, pero me tendría muchas horas despierta.

¿Es una estupidez cierto?

J= Jayce.

Solo es una Locura.

A=Alan

Estoy delirando.

C= Clara

Siempre he pensado que el nombre de la señorita Claris es similar a la hermana de Jayce. Además de que ella y él, comparten ciertos rasgos. Otra más de mis tonterías.

Concéntrate Grece Carter.

E=Enot

J A C E  A

A=Adams

J A C E  A D A M S

Definitivamente estoy loca. Ese idiota no puede ser el hijo de mi escritor favorito.

No puede serlo… ¿Cierto?

(…)

Estoy muerta.

No he dormido nada, a penas y me puedo mantener en pie.

—¿Seguro estás bien?—. No lo estoy Cherry.

Y trabajar aún así, no si me muestra fuerte o como una total incompetente.

Mierda.

—Que si lo estoy.

—Deja que yo siga con las órdenes—. Trato de arrebatarme mi libreta de órdenes pero la detuve.

—Nop—. Si me dejas sola con mi cabeza, no haré más que pensar en estupideces. —Yo puedo.

Quiero preguntarle.

Pero seguro se burla de mi, seguro me dice algo estúpido como zanahoria incompetente.

Le gusta mucho esa palabra.

Ahhhhhh, deja eso Grece.

No pienses en él.

No pienses en él.

—¿Solo el café simple, y algo de tarta?—. Sonreí como pude.

Seguro todos aquí piensan que estoy mal de la cabeza por mi sonrisa desquiciada. Por poco pude colocarme el uniforme y atar mi cabello.

—Si, gracias señorita Grece.

Por el lado bueno tenía a los clientes de esa mañana, personas agradables que más que parecer repugnadas ante mi aspecto, me preguntaron en varios ocasiones si necesitaba un descanso.

—Café y algo de tarta.

—¿Para ti o para la clienta preocupada de allá?—. Le sonreí falsamente.

—Es un pedido Cherry… ¿Te hago una pregunta?—. Me recosté sobre la barra, viendo a Cherry empezar con el café. —Claro, solo si quieres respón…

—Habla Carter.

—Si crees estar segura de… No sé cualquier cosa—. Jugué con las pajillas de la barra. —Pero también no sabes de qué estás hablando ¿Será malo tratar de confirmar tus sospechas?

—No entendí una palabra de lo que has dicho Grece—. Hizo ese gesto con la boca de “No te entiendo ni un poco” que siempre me saca una sonrisa.

Suspiré.

Estoy confundida. No sé que debo hacer, no sé si hablar o tratar de comprobar mis sospechas sea una buena idea.

—¿Por qué la vida es tan complicada?

—Eso no lo sé, pero… Si hay algo, algo que te preocupa. Y sientes que debes resolverlo ¡Hazlo! La vida se acaba y no suele dar segundas oportunidades.

—Te amo ¿Sabes?—. Resopló y puso el pedido frente a mí.

—Si lo haces… Y por eso mismo irás a atender a ese idiota que recién entro.

—¿Ah? ¿De qué estás hablando…

No estoy lista.

Joderrrr

(…)

Pasos lentos y seguros.

Pasos lentos y seguros.

—Casi fue un buen día.

Comentario de mierda que debes ignorar.

No le mires, no le mires.

Haz como si no existiera.

Toma su orden. Y vete.

—¿Vas a pedir lo mismo?—. Murmuré cubriendo mi rostro con mi libreta de pedidos.

—Talvez pruebe algo diferente—. Indagó, y pude imaginarlo ojeando el menú.

—¡Ja! Eso no es lo tuyo—. Mierda, se me salió lo que pensaba. No sé porque me preocupo si ya lo había dicho antes.

—No recuerdo haberte preguntado además… Debes mirarle a los ojos cuando hablas con alguien… ¿O no te enseñaron modales?

Mantener la calma con alguien como él es difícil. Me hace estallar, la paz se pierde y termina por enredarse en sus palabras.

—¡Tu pareces ser el único que no tiene modales!—. No carajo.

No quería verlo. Porque la idea de que se parece mucho a Jayce ya no se va de mi mente. Y ese no es el mayor de los problemas, que ya no pude apartar la mirada si lo es.

Sus ojos me están mirando de mala gana, su cabello no está arreglado, y sin embargo luce como me imaginé a Jayce, tierno, dulce y despeinado.

Pero en él.

Viste bien, una camisa color negro manga larga, un reloj que seguro vale mi salario de meses, pantalones de mezclilla color marrón. Su rostro es igual de lindo que la primera vez que lo vi.

Mi corazón latió, no por él, sino porque sentía estar viendo al personaje que me salvo tantas veces frente a mí… Y no sé si la sensación es hermosa.

O nostálgica.

—Vaya ¿A caso estás de mal humor?

—No te importa eso—. Conteste por inercia.

—No, no me importa en lo absoluto. Lo que pase contigo es irrelevante, pero me da curiosidad.

Apreté la libreta en mis manos sin dejar de fruncir el ceño.

¿Por qué siempre termino enredada con este sujeto? Y más ahora que es la última persona en el mundo que me quisiera topar.

—¿Qué te da curiosidad?—. Pregunte de mala gana.

—Si lo has descubierto—. Me miro con una sonrisa que me resultó molesta. —Apuesto a que no, eres demasiado tonta…— murmuró volviendo al menú.

No muchas cosas me molestan.

Creo que incluso puedo hacer una lista de ellas.

Ya saben, ese tipo que te hacen perder los estribos, e incluso actuar por impulso.

Y entonces, la primera de ellas, llevaría tu nombre:

—¡Jace Adams!—. Volqué mis ojos, como si hubiera dicho lo primero que se me ocurrió.

Pero cuando volví a verlo.

Me paralice en mi lugar, quede esperando que se riera en cuando las palabras abandonaron mi boca.

Que suelte un comentario irónico.

Que me diga incompetente y se burle.

Pero para mi jodida suerte, él muestra sorpresa genuina.

No. Más que eso.

Aparta el menú, y mis ojos se encuentran con los suyos.

Parece asustado, petrificado.

Su mirada se oscurece, su boca se abre un poco. Mi corazón no deja de latir, podría hasta salirse de mi pecho.

Lo he arruinado todo.

Y ese mismo sentimiento me hace sentir culpable, más que nada porque él parece asustado, y en las ocasiones donde nos hemos topado, jamás he visto más que su cara sería, y esa mirada desinteresada.

—Mierda—. Murmura, me asusto en cuanto mira ambos lados, y se pone de pie.

Quiero decir algo.

Calmar mis nervios y decirle que estoy loca, que no haga mucho caso a lo que digo.

Pero… La oportunidad no se presenta. La primavera está llegando, de los árboles frotan nuevas generaciones, nuevas oportunidades, talvez incluso…

—Ven conmigo—. No respondí

Posibilidades.

Y aquel tacto al envolver sus dedos en mi muñeca no me toma por sorpresa, no del todo al menos, mire alrededor y todo parecía ir lento, algo está mal y se pueden sentir en el ambiente, en mis latidos rápidos, en su tacto tembloroso.

Busque a Cherry con la mirada, y en cuanto me encuentro con sus ojos no logro decir nada, todo porque ya he abandonado el café, y sólo algo se cruza en mi cabeza.

Creo, que la vida da muchas vueltas…

Estoy perdida y lo sé.

—Entra—. Dice el pelinegro que no tengo ganas de llamar idiota ahora.

No pienso dos veces y me adentro en el auto, justo en el asiento de copiloto, y por alguna extraña razón, talvez por la calor del momento, no me invade ningún tipo de inseguridad por estar sola con un chico que apenas conozco, talvez porque estoy ocupada pensando en demasiadas cosas a la vez.

El silencio ataca el pequeño espacio que él y yo compartimos, en cuanto las puertas se cierran. No hay nada, no hay nadie que me pueda salvar ahora.

No puedo pensar con claridad, hay mucho ruido. Mi corazón desenfrenado es uno de los principales, las voces que me están llamando tonta también hablan demasiado fuerte. Y no puedo contradecir verdades.

—Y-yo…

La persona a mi lado me toma por sorpresa, golpea el volanteo con tanta fuerza que me hace callar al instante, provoca que la bocina de este se dispare un par de veces, eso no hizo más que asustarme a muerte.

¿Estaré segura?

No me siento segura ahora mismo.

Quiero salir de aquí. Admito que tengo un poco de miedo.

—¿Cómo lo has descubierto?—. Murmura y se recuesta en el lugar que antes golpeaba.

Luce cansado, luce como alguien a quien le acaban de joder la vida y no sabe si se va a recuperar.

—Creí qu-que estaba loca—. Murmuró, y me arrepiento porque me ve como si quisiera que desapareciera.

—No debías saber eso… Tú, no debiste descubrirlo ¡No tienes una jodida idea de todo lo que he hecho para ocultarlo!

—Eres tal y como lo imaginé, por eso me pareciste tan… —Busco una palabra recordando la primera vez que lo vi. —Irreal

Ya he perdido la cabeza, como para emocionarme, cuando hace nada podría haber muerto de un ataque al corazón.

—Siento que no entiendes la gravedad de la situación Grece. Acabas de joder todo…

Dijo mi nombre bien.

Lo peor es que ha sonado demasiado bien.

No. Lo peor es que piense eso en está situación.

—¡Eres el hijo de mi escritor favorito! ¿Sabes lo emocionante que es eso?

—Es horrible—. Corrige al incorporar su cuerpo.

—Yo no diré nada—. Se cumplir promesas, y aunque esta sea la conversación más increíble que he tenido…

Se que no debe ser fácil para él.

—Talvez me llames idiota por lo que estoy a punto de mencionar…—. Ya hago eso. —Pero no confío ni un poco en ti.

Eso dolió.

Sentí que enterraron uno daga en mi pecho, dieran un giro y la retiraron.

Pero supongo que en su situación tampoco lo haría, después de todo, somos dos completos extraños.

—Juro que no diré nada—. Levanté mi mano derecha, tratando de hacer sería la promesa.

—Las personas nunca hacen algo solo porque si Grece, buscan beneficiarse con ello la mayoría de las veces—. Y creí que yo estaba jodida.

Siento que hay algo que no me está contando, pero, tampoco creo tener el derecho de preguntar… Me molesta

—¿Y si respondes mis preguntas?—. Se queda en silencio, viéndome fijo.

—Si sabes que existen navegadores de Internet para eso ¿No?

Te lo llevas o te lo mando diosito.

—No me refiero a eso—. Lo miro de mala manera. Y por un segundo olvidó que es hijo de alguien importante, además de eso, para mí, sigue siendo el mismo idiota.

—¿Entonces? Más vale arreglemos esto, no quiero llamar a mi hermano—. Despeina su cabello negro por la frustración.

Y admito que conocer a otro hijo de Jayce me parece tentativo, pero deshecho la idea.

Para ahorrar problemas.

—Si respondes todas las preguntas que me dejó el libro de tu papá, te juro que no diré nada—. Lo observó, tratando de encontrar algo en su rostro que desde hace rato volvió a la normalidad.

—3 al día.

—¿Eh?—. Toma mi mano que ni siquiera extendí para que la estrechará.

—Solo puedes hacer 3 preguntas, y responderé lo que considere que puedes saber, no más de eso Grezlii.

Lo confieso, se me escapo una sonrisa en cuanto escuche de nuevo su “Grezlii” que, comparado con su Grece, de alguien bastante asustado, me parece mejor.

—Bien, tenemos un trato Adams—. Sonrió y a él parece no gustarle que lo llame así.

—Dime Broket Miller… Ese nombre es peligroso.

Obró la boca. Miller, Enot Miller. Pero decido tragarme mi emoción y sólo asentir de manera exagerada.

—Si, si ¿Puedo empezar ahora con las preguntas?—. Responde volteando los ojos.

—Estoy cansado Grezlii, así que por hoy solo te dejare preguntar algo, y sólo si luego me dejas también preguntar algo—. No me parece, pero de igual manera acepto.

Entre cerrando los ojos, porque hace nada dijo que no le importaba ni un poco nada de mi.

—Las personas del libro ¿Existen?—. Ahogo un gritó en cuanto se la respuesta.

En cuanto lo escucho atentamente no puedo evitar contener la emoción. ¡Ellos existen!

Nota de autor: Nos atrasamos pero aquí está.

Por fin el nombre.

Y sip. Se llama Jace Broket Adams

Yo lo pronunció (Yiz o Yice) pero dile como quieras.

Okey adiós.

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