4. La venganza que no resultó.
4.
La venganza que no resultó.
...
No jode la vida. Ella sigue su paso, sin importarle lo que sea que pase.
No joden los recuerdos. Ellos solo existen para que sepamos porque somos quienes somos.
Tomando esto en cuenta, llegue a la conclusión de que joden los personas.
—¿Qué hacemos aquí?—. Venganza mi amigo.
Venganza.
—Te invitaré lo que quieras… Siempre y cuando molestes a la chica pelirroja de ese café.
2 horas. Dos jodidas horas en el sol de la mañana, con un letrero solo porque me creí una estupidez. Aún puedo sentir las quemaduras en mi rostro, y los regaños de mamá por ellas, también las chicas que me abrumaron con preguntas aquí y allá.
En mi defensa ella fue muy convincente.
Maldita Grezlii.
—¡¿Enserio?!—. Kyle casi dio un salto en su lugar emocionado.
—Siempre y cuando la irrites, yo invito todo—. Espero te prepares zanahoria.
Este chico irrita hasta por respirar, será muy increíble, o lo que digan en la universidad, pero en la familia sabemos qué tipo de persona inquieta e impaciente es Kyle Broise Harris.
—¿Ella te hizo algo?—. Justo ahora está confundido.
Y cuando está así, me hace preguntas hasta por lo codos.
—Digamos que si.
—¿Es por eso que estamos parados frente al café de la tía Claris?—. Frunció más el ceño mientras se puso frente a mí.
Evite su mirada.
—En efecto.
—¿Seguro? No me digas que sigues molestó por su nariz roja—. Soltó una risa burlona.
Me aguante las ganas de darle un golpe y negué un par de veces con la cabeza.
—No estoy molestó. Solo creo severamente en que “Quién la hace la paga”.
—En conclusión “Estás molestó”—. Acomodo su cabello rubio, y luego me clavo sus ojos verdes.
—No estoy molestó Kyle.
—¡Estas molesto! Una chica te ha molestado ¡Estas molesto!—. Ya me estoy arrepintiendo de todo esto.
En cuando empezó a dar vueltas a mi alrededor mientras decía las mismas palabras, supe que mi plan sería un éxito.
Solo debía aguantar las ganas de golpear a este chico hasta que cruzáramos la calle.
—Algo más Kyle.
—Dime Adams—. Volteó para prestarme atención.
—Nada de decir mi nombre a esa chica ¿Esta bien?—. Será muy idiota, pero sé que puedo confiar en él. —Tampoco mis apellidos.
—Anotado sargento.
—¿Listo?
—¡Comida gratis! Ahí te voy.
(…)
Al parecer hoy Grezlii no está vistiendo su uniforme. Lo he notado en cuando Kyle y yo hemos entrado en el café, el lugar está casi vacío, y la persona más despreciable que conozco está con una gran sonrisa fingida hasta el otro lado el café.
—¡Aquí! ¡Aquí!—. Insistió el rubio al sentarse cerca de la ventana.
La misma ventana donde me senté la primera vez que vine, todo debido a la tía Claris.
Si ella no hubiera insistido en mi ayuda el día que buscaba nuevas zonas para puestos locales, estoy seguro que mi vida sería más fácil. Sin la zanahoria de por allá. Sin necesitar una venganza tan absurda como está.
—¿Es esa chica?—. Y si, acaba de apoyarse en la mesa y susurrar como niño pequeño.
—Si… Baja la voz.
—¿Cómo dijiste que se llama?
Sonreí de lado antes de hablar, si yo me queme en el sol, también puedo cambiar tu nombre.
—No sonrías así… Que siento que me puedo enamorar de un hombre—. Le mostré el dedo del medio y gane una sonrisa de su parte.
—Dile Grezlii.
—¡SEÑORITA GRIZLII!—. Si no llamó la atención de la zanahoria, al menos si lo hizo de todos en el café.
Nos ganamos la mirada de todo el mundo, y eso que llevamos tan solo unos minutos. Algunas incluido chicos ya no la apartaron. Ya podrán imaginar todos los desastres que he soportado por tenerlo como mejor amigo, pero, no me arrepiento de nada.
—¡No me llamo así!—. Puedo sentirlo, ella está viniendo.
Puedo sentir los pasos de una pelirroja de 1:60 justo detrás de nosotros. Y las señas demasiado evidentes de Kyle solo me lo confirman.
—¡Grizlii!—. Está apunto de actuar.
Lo puedo ver en su sonrisa.
—¡Hola! Mi nombre es Grece Lee, pero puedes llamarme Grece, ¿Cómo te llamas?
La zanahoria miro a mi mejor amigo dedicándole una sonrisa, él parecía más que nada confundido.
—Kyle—. Menciona el rubio tomando la mano de Grezlii, y entre cerrando los ojos cuando me miró.
—Es un gusto Kyle—. Le dedicó una sonrisa amistosa.
Las cosas cambiaron cuando me miró, cuando sus ojos verdes se encontraron con los míos. Su mirada oscureció, su sonrisa se convirtió en una línea recta, tampoco eres la mejor posibilidad que he visto maldita zanahoria.
—Hola.
—¿Deseas algo de nuestro menú? Tenemos incluso nuevos pasteles, el de fresa y vainilla con relleno de chocolate está muy bueno—. Cuando sonríe tanto, es difícil saber si lo hace enserio.
Además… Me acaba de ignorar.
—Tráeme uno de cada uno… No ¿Sabes qué?—. Ambos se vieron por unos segundos, luego Kyle le susurró algo a Grezlii. —¡Yo invito los postres!
Maldito idiota.
Tenías que irritarla a ella. No a mí.
Maldición.
—¿Un americano para ti?—. Asentí viendo como se alejaba.
—Te voy a matar Kyle.
—¡La voy a molestar! Ya verás, nadie se mete con mi hombre.
—No me diga así—. Masajee mis sienes tratando de calmarme.
—Tú sígueme.
El rubio se enderezó, y sin importarle nada fue directo hacia la barra frente a la caja, yo le seguí hasta llegar donde la chica castaña que tuve que remplazar la semana pasada, que parecía odiar el mundo.
Y algo más, no veía a Grezlii por ningún lado.
—Siéntate aquí cariño.
—El homicidio es ilegal, y yo aprecio mi libertad—. Murmuré mi frase favorita.
Y ¿Por qué favorita? Porque ha evitado que me deshaga de este idiota cada dos segundos.
—¿Quieren algo?—. Vaya, creí que esa chica iba a fingir que no existimos.
—Ya nos está atendiendo Grizlii…
—Grece, el nombre de la pelirroja es Grece—. Corrigió intimidando a mi mejor amigo.
—No recuerdo habértelo preguntado—. El único que se puede meter con él, soy yo.
Me gane una mirada furiosa de la chica.
—No sé, y no me interesa saber quién eres… Pero si no quieres un golpe en tu rostro de niño rico, más te vale no molestar a Grece.
—¿Es una amenaza?—. Vaya, he venido dos veces y el personal ya me detesta.
Quisiera decir que es un nuevo récord, pero estaría mintiendo.
—Tómalo como quieras.
—Ya déjalo hombre—. Suplico Kyle, quién lucía asustado ante la chica.
—¡Tengo listas las órdenes de la mesa…! ¡¿Qué hacen aquí?!
Grezlii acaba de aparecer. La chica castaña gruño antes de avanzar hacia ella, y lanzarme una última mirada asesina.
—Atiende a estos dos… Yo me hago cargo de estos pedidos.
—¡Pero Cherry…
—Solo hazlo Grece—. No se ha podido negar, no me sorprende.
Suspiro antes de colocarse frente a nosotros, viendo únicamente a mi amigo. Ignorando mi presencia, con tanta naturalidad que me pareció molestó.
—No me has dicho que vas a tomar.
—Te lo diré, muy rápido y sólo una vez ¿Entendido?—. Grezlii frunció el ceño, e incluso sacó su libreta, sabiendo que el rubio hablaba muy enserio.
—Estoy lista.
—Quierouncafeconcremaylechedescremadoconunacucharadaextradeazucartreshielosenterosyunaservilletadobladaenfornadepato.
Lo sabía, mi amigo no me iba a decepcionar.
—¿Ves?—. Esta presumiendo ahora mismo. Pero lo dejaré pasar.
—Eres un idiota—. Murmuré con una pequeña sonrisa, que cubrí con mi mano.
—Wow ¡Es increíble que puedas tomar algo como eso!—. Mierda
Los halagos son la debilidad de este idiota. Técnicamente es tan sociable, que incluso los insultos los escucha como se le da la gana. Pero los halagos, esto va a ir mal.
—El pedido es tan interés como yo.
—Estoy de acuerdo, las personas (tos) aburridas (tos) son las únicas (tos) que piden bebidas monótonas (tos) y sin sabor.
Por dios, se perfectamente que se refiere a mi.
—Quiero lo mismo que él.
—¡¿Ehh?!—. Maldito Kyle, al menos finge que no estás sorprendido.
(…)
No sé que quise demostrar, pero es más que claro que no lo he logrado.
—¡Esta mierda sabe horrible!—. Tome lo más rápido que pude la servilleta en forma de pato, y me deshice de lo poco que había tomado de esa bebida.
—¿De qué hablas?—. Kyle sorbió de nuevo, está vez dejando la barra para ir a sentarse a una mesa de extraños.
Cuando volteé para enfrentarme con la zanahoria una pequeña sonrisa estaba en sus labios. Entonces así se ve cuando sonríe de verdad.
No está mal.
—Probar cosas nuevas no es lo tuyo.
—Estoy seguro que has sido tú… La mía sabe mal por tu culpa.
—No te creas tan importante.
Acomodo su camisa corta con manga larga de color verde claro, también ató su cabello rojo sin despegarme la mirada.
—¿Quién mira intensamente ahora?
Mierda.
—Enserio eres una zanahoria—. Talvez cambiar el tema no sirva con mi maestra de teatro, pero Grezlii parece un objetivo más fácil.
—No me llames así… Me llamo Grece Lee Carter.
—Grezlii—. Dije apoyando mis codos en la barra, y apartando el horrible café.
Sabía que no podía ni preparar uno bueno.
—G R E C E… Grece—. Vaya, sabe deletrear.
—Grezlii
—Grece Lee—. Me corrigió mientras me partía en dos.
Al menos con sus ojos verdes.
—Di lo que quieras… Pero tengo una pregunta para ti.
—No eres mi tipo—. Por su expresión de asco, esa no era su pregunta.
Ya decía yo.
—No es eso… Tampoco eres el mío—. Me miró de arriba abajo.
—Di de una vez tu pregunta—. Ya me tengo que llevar a ese idiota, una vez lo deje solo y me llamo al día siguiente diciendo que se había perdido.
Lo encontramos en la cuidad vecina, en la casa de unos desconocidos.
—Tu nombre…
—No entiendo.
—Si vas a venir aquí a cada rato… Al menos dime tu nombre.
No creí que eso le interesará.
Esta chica es extraña.
—No te importa.
—No, no me importa y es irrelevante. Pero no puedo llamarte por lo que eres en mi lugar de trabajo.
Vaya, lo admito, ha sido una buena respuesta.
—No quiero decírtelo.
Además eso me va a causar problemas, pero no tienes porque saberlo.
—Esta bien—. Bajo sus hombros restándole importancia. —Puedo averiguarlo sola.
—¿Ah sí?—. Oh Grece Lee, eso es demasiado difícil.
—Se que no me crees. Pero la siguiente vez que vengas aquí, yo ya sabré tu nombre.
—Si, si. Ya quiero ver eso—. Incluso en la universidad uso mi segundo nombre, y el apellido de mi mamá.
Nadie además de mi familia sabe mi nombre.
Más que nada porque la última que supieron quien era, todo termino en nosotros fuera de la cuidad de mis abuelos, y más o menos 3 intercambios.
No fue lindo.
—¿Qué si lo consigo?—. Me ha tomado por sorpresa.
Esta bastante decidida.
Y luce curiosamente interesante cuando quiere algo.
—Te daré lo que quieras.
Se que no lo vas a conseguir Grezlii.
—Acepto—. Extendió su mano, y ante el impulso de ignorarla, simplemente la sujeté.
—Es un trato.
¿Sientes el Dejá vu?
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