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9. inspiración

Capítulo 9

Jace Broket Adams

Inspiración.

Algo que te generé ganas de levantar el lápiz, y plasmar lo que sea que se te vino a la cabeza. Aún cuando pasaste noches, días e incluso madrugadas queriendo dejarlo todo.

Sigo sin entender nada. Sigo exactamente en lo mismo que vino a mi cabeza en el momento que la profesora Hope dijo las géneros escogidos.

Pensando lo mismo cuando mencionó que solo habría uno. Y que ese para colmo era "El Romance". La historia fugaz entre dos almas que preferían morir juntas, que una vida larga separadas.

Usualmente tenía ideas para todo, mi cabeza comenzaba a trabajar antes, durante, y luego. Estallaba una vez sabía de qué tendría que crear algo, y entonces fue la primera vez que me quedé en blanco.

Y mierda, eso me aterró.

-Sigo en lo mismo.

-Porque sigues pensando que no vas poder-. La tía Claris llevo la tasa de café a su boca, también dejó sonar Got It in you en la pequeña radio que mamá le había regalado, y que conservaba como si fuera una reliquia.

De alguna forma si lo era.

-Es que no puedo... No sé cómo.

-Entonces descúbrelo ¡Arriésgate! Cuando los Adams queremos algo, persistimos. Pregunta a tu papá.

-Eso lo sé... Pero ¿Cómo se supone que cree una obra? Que cree un guion de algo donde estoy perdido.

La tía Claris se quedó en silencio unos segundos. Solo enfriando su café viendo hacia la ventana.

Estábamos en uno de los departamentos del hotel que había comprado el año pasado sin que nadie supiera, ni siquiera mi mamá y eso que ella le contaba todo. Y que se convertiría en un lugar muy "Nuestro".

Con además, una de las mejores vistas de la ciudad.

-No puedes empujar una puerta que está cerrada-. Soltó, lo que me hizo fruncir el ceño y observar la humeante taza blanca.

-¿Qué se supone que signifique eso?-. Golpeó con sus dedos mi frente.

-Cuando no sabes algo vas y lo aprendes... El amor no es muy diferente Jace. Sal, descubre, experimenta. Cuando menos lo esperes tendrás una historia en tu cabeza que quieres contar.

-Mi maestra de teatro dijo algo similar-. Sonreí de lado y me gane una mirada molesta.

Aún así insistí en mantener mi sonrisa.

-Pues algo de razón debe tener. Pobre, la admiro por aguantar a un niño insoportable como tú.

-Yo también te quiero.

-Si aja... Ahora dime más de Grece ¿Lo descubrió?

-Lo sabe todo-. Suspiré. -No todo, pero sí quien soy, por lo tanto no tardará en descubrir quién eres tú.

-Ya veo... Ella es una buena chica Jace, no seas tan grosero con ella.

-No lo estoy siendo. Sin embargo considero que es odiosa-. Murmuré lo último.

-Te conozco mocoso. Se que puedes ser un idiota.

-¡Oye!-. Me queje y ella empezó a reír.

Su risa es de las más hermosas. Mi papá y la tía Claris, son tan iguales, y tan diferentes a la vez.

-¿Es normal quedarse en blanco?-. Me aterra lo sincero que puedo llegar a ser con ella.

Al fin sujeté el café que me había preparado, que hace rato había posaba sobre la pequeña mesa frente a nosotros, esperaba que ahora si se hubieran enfriado del todo.

Me envolvió el sabor dulce. El olor a un café que era totalmente natural, y no tan procesado que había perdido el sabor original casi por completo.

-Es normal cariño... Pero hay algo más, así que dime.

-¿Y si no logro hacer sentir algo? El amor es algo más complicado que el miedo, y la tristeza ¿Y sino transmito lo que quiero?

-Puedes ser un tonto ¿Sabes?-. Sonrió. Una pequeña sonrisa que me calentó el corazón. -¿Dónde está el mocoso que defendía a cualquiera que lo necesitará? Que vivía sin miedos. Sin dudas y sin arrepentimientos. Porque puedo asegurarte que él, no estaría preocupado por una estupidez así. Estaría más ansioso por saber que no está dispuesto a intentarlo.

Le sostuve la mirada, pensando.

-Bien lo haré-. Fui firmé, porque sabía que ella tenía razón.

Siempre la tenía.

-Ese es mi sobrino favorito. Pero no le digas a Ginger, o Jay, o a ninguno de mis otros sobrinos.

Terminé por incorporarme y tomar asiento a su lado. Me recosté en su hombro.

Escuché su corazón latir lento. Miré su cabello negro caer a su espalda y perderse entre el sofá. Cuando sus ojos azules y los míos se toparon sonreí, porque me sentía en casa, me sentía como si no hubiera un mejor lugar en el mundo donde quisiera estar.

-¿Ya te resignaste con los hombres?-. Esa pregunta rompió el momento, e hizo que me ganará un golpe bastante más fuerte de lo normal.

-Estoy bien así. Además tengo muchos hombres, como tú, Jay, Kyle, Filip.

-Si lo sé... Eso no me quita la idea de que quiero verte volar. Y formar tu propia familia.

-Esa decisión me pertenece Jace... Es algo mío, que nadie me puede quitar.

-Los abuelos ya lo han intentado-. Aún recuerdo cuando la abuela Dennis llegó con un joven a una de las cenas familiares. Era talvez uno o dos años mayor, tenía una sonrisa brillante y un cabello castaño.

Nada especial.

Nada que lo hiciera merecer a la mujer que consideraba mi segunda madre.

Mi tía terminó por ignorarlo, y mi papá le pidió que se marchara muy amablemente. Los abuelos recibieron un buen sermón de parte de papá, y la tía Claris evito un par de invitaciones a su casa.

-Y no les resultó-. Parecía victoriosa ante eso.

-¿Irás a casa hoy?

-Pasaré por allá mañana... Te juro que quiero un trago.

-Se supone que no deberías decirle algo así a tu sobrino.

-Si aja... Deberías recriminar cuando no estés tan jodido Jace.

-Tu as raison.

Lleve ambas tazas a la pequeña cocina del lugar, al final bebí todo mi café de un sorbo.

-Tu parles très bien cette langue.

-Oui je le sais déjà ¿Nos vamos?-. Pregunté con una sonrisa y ella se incorporó.

-Por supuesto.

(...)

La cuidad era el caos vuelto un lugar. Las calles repletas de coches, el tráfico en su peor punto, y las personas perdidas en sus problemas. Sin importarle los demás.

La tía Claris subió los vidrios y encendió el reproductor, dejando What Am I y subiendo tanto el volumen que todo a nuestro alrededor desapareció.

Así lo sentí al menos.

Cantamos juntos la letra. Comenzando suave hasta que nos olvidamos de todo y de todos, entonces parecíamos dos locos sudados, con el cabello negro revuelto y con mucho calor. Con las ventanas empañadas, y las ganas de vivir al límite.

-Lo único que quiero es que alguna vez seas así con alguien-. Soltó, y me tomo desprevenido.

Porque no sabía que responder.

-Ya lo soy contigo.

-No me refiero a eso Jace... Alguien que ames, y alguien que no sea de tu familia-. Sonrió de lado

-También que no me pase por 21 años.

-Eres un idiota-. Si, lo soy.

-Voy a la cafetería...

-Oye ¿Por qué pasas por allá tanto tiempo? No sabía que te había gustado tanto.

-Me gusta... Pero no es eso.

Terminé por contarle lo sucedido hace unas semanas, o más bien a lo que había accedido para que Grece no revelará mi nombre.

-Eso me recuerda a tus padres-. Negó un par de veces.

-¿Mis papás?

-Aja ¿Sabes cómo se conocieron?

-Claro que lo sé... Es su historia favorita de toda la vida. La propuesta, los dos meses, mi papá siendo un romántico de lo peor, mi mamá sin querer aceptar que se había enamorado.

-Pues yo ya veo material para tu obra-. Sonrió un poco y no comprendí de que hablaba.

-¿Quieres que cuente la historia de mis papás?-. Negó y empezó a reír muy fuerte.

-No es eso.

-¿Entonces?-. Alce una ceja.

-Cuando lo entiendas vienes y gritas "I don't believe that it's true".

-¿No creo que sea real?

-Si, pero en ingles-. Rodé los ojos, por su chiste de mal gusto.

-Aquí me bajo-. El viaje fue rápido.

-¿Paso por ti? ¿O llegas solo a tu casa?-. Me guiño un ojo y yo le ignoré.

-Volveré solo... No quiero interrumpir más tu ocupada vida.

-Eres un idiota.

(...)

Me quedé unos minutos solo viendo desde afuera. Por alguna razón un latido extraño invadió mi pecho, solo uno, que jamás nombré y que olvide al seguir y cruzar la puerta.

-¡Bienveni-

Se cortó al verme y su sonrisa desapareció. Pero prefiero eso a ver una de sus tantas muecas con falta de personalidad.

Le sostuve la mirada unos segundos que parecieron horas, y luego solo busque la misma mesa frente a la ventana, sin mencionar palabra. La primera vez que me senté ahí, tuve la sensación de que podría devorar el mundo de una mordida.

Y talvez así era.

Aún tengo esa impresión.

-¿Lo mismo de siempre?-. Volteé pero no respondí sino tiempo después.

-No quiero nada... Solo vine a responder tus preguntas-. Entre cerró los ojos, pero al saber que hablaba enserio hizo un tipo de señal hacia la castaña del mostrador y se sentó al otro lado de mi mesa.

-¿Puedo empezar?-. Pregunto con cautela, y trate de ponerle un poco más de atención.

Vi el lunar debajo de su ojo izquierdo, su cabello rojizo un poco más ondulado que el resto de los días. Algunos cabellos desordenados, también note las dos iris que me observaban con precaución.

-No veo porque no-. Me encogí de hombros.

-¿La señorita Claris es la hermana de Jayce?-. Asentí lento y ella sonrió.

Supuse que ya lo había descubierto.

-Es su única hermana, y por eso se que cambió su apellido nadie la conoce por ser de su familia.

Abrí la boca, y pude leer un "¿Por qué?" Que nunca llegó a mis oídos.

-Ya veo... ¿Enot llegó a sentir algo más que amistad por Alan?-. Me tomo por sorpresa, pero la pregunta no era tan complicada.

-El amor puede ser de muchas maneras Grezlii, al menos es lo que creo. Mi mamá quería al tío Alan, pero si él no cambio lo que sentía, si tuvo tanto tiempo, ¿Por qué lo haría? Eran como líneas paralelas ¿Entiendes? Siempre cerca...

-Nunca juntas-. Terminó por mí.

Y el latido de antes se llevó mi atención. Creo que necesito ir al médico. Mejor no le digo a papá o se pondrá como loco, ni hablar de mamá.

-Bueno... Terminemos con esto por hoy.

-¿Crees que ha Enot le tomo mucho tiempo aceptar lo que sentía?-. Se inclinó sobre la mesa con sus ojos verdes grisáceos expectantes.

Por un momento me recordó a Ginger.

-Creo que le tomo lo justo... Somos diferentes personas Grece, por lo tanto pensamos, sentimos y procesamos de maneras distintas. A nuestros tiempos.

Agregue algo más en mi cabeza que no fui capaz de pronunciar en voz alta; Y es que el viaje más maravilloso, no es encontrarle sentido a todo con un ¿Por qué? O "y si" sino cuando trabajas y te encuentras ti mismo. Cuando descubre que sientes, por lo tanto que es lo que quieres.

-Me voy-. Me incorporé y antes de huir.

Porque mi mente dejo de estar en blanco... Y ahora fue está la idea que me aterró.

Grece me sujetó.

-Gracias-. La miré, y me quede ahí un minuto solo memorizando el rostro de la persona más odiosa en el mundo.

-Hasta la próxima zanahoria.









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