—¿Te encuentras bien, mamá?

Dijo el chico de cabello platino y ojos azules, igual a su padre cuando era adolescente, pero en versión mayor, lo que él nunca llego a hacer.

¿De quién les hablo? Pues nada más y nada menos que del hijo y hermoso fruto entre Elsa y Jack, cuando ella supo que estaba embarazada tan joven no supo qué hacer, su hermano lo aceptó y Nayeli no la dejó de lado nunca.

Cuando el pequeño Derek nació, ella lo había vuelto a ver, pero no pudo hablarle como la última vez, ahora con casi ochenta y un años, Elsa está cansada de la vida y de esperar casi sesenta y cuatro años para poder morir e ir al cielo con el amor de su vida, pero no importaba. ella sabía que había llegado el momento.

—Nada, cariño —lo miró, era idéntico a él—. ¿Alguna vez te conté la historia de tú padre y yo?

—Sólo una vez —suspiró—. Pero no quisiste terminar porque empezaste a llorar.

—Pues tráeme el libro que se llama «Te esperaré en el cielo», está en la biblioteca principal.

—¿Segura quieres que vaya hasta allí?

Ella sólo asintió.

Cuando su hijo se fue, ella puso en marcha su plan, caminando a paso de tortuga y su bastón fue hasta el escritorio y se sentó, tomó una pluma y una hoja, empezó a escribir.

«Amor de mí vida, lee ese libro cada noche y día, verás que el amor de verdad existe.
¿Sabes quien de verdad lo escribió? No fue la mujer de la que te conté, fuí yo corazón, sí, tu vieja y pesada madre.
¿Sabes qué cuenta? La historia de tú padre y mía, cuenta todo tal cuál pasó, muchas personas que lo leen creen que sólo fue parte de la imaginación de aquella mujer, pero yo que sé la verdad, esa historia cuenta la adolescencia de dos chicos que sufrieron por amor, y se separaron, pero te aseguro que se unirán de nuevo en unos momentos.

Cuando leas esto, capaz ya estaré allí arriba con tú padre, Jack. Ojalá leas el libro y seas tan feliz como yo lo fuí junto a él y no diré sólo un pequeño tiempo, si no hasta que la muerte nos separe, aunque en verdad la muerte solo separa cuerpos, no almas. Te amo, hijo mío, tu padre y yo te cuidaremos en el cielo, y cuando llegue el momento te estaremos esperando allí, adiós, mi amor.
Te amo...

Atentamente: Mamá.»

Cuando Elsa terminó de escribir la carta para su hijo se levantó y subió las escaleras, abrió la puerta de su habitación y en la mesita de luz junto a su hermosa cadena que aun llevaba y seguía tan bella y hermosa como la primera vez que la vió cuando él se la dió, la dejó en éste junto con la nota, se acostó en la cama, cerró los ojos y por ultima vez habló: «ojalá me sigas esperando.»

Cuando Derek llegó a casa no vió a su madre en ninguna parte de la casa por abajo, preocupado con el libro en mano subió las escaleras y entró a su habitación para ver solamente su cuerpo muerto.

Suspiró triste y llorando se acercó a ella, besó su mejilla y después vió la cadena y abajo la carta, sentándose en la punta de la cama, tomó la carta y la leyó en susurro cosa que sólo él escuchara las hermosas palabras que su madre le dejaba.

Cuando la terminó de leer miró el libro y sonrió, tomó la cadena y la abrió para ver la foto de sus padres a la edad de diecisiete sonriendo como si fuera la primera vez en la vida en la que de verdad estuvieran enamorados y así fue como cada vez a la noche leía la historia de amor y se la contó a su esposa, a sus hijos, a sus nietos y así sucesivamente...

Cuando había muerto, Elsa llegó al cielo, pero como un ángel desorientado y joven, tenía devuelta diecisiete, era de verdad raro.

Miraba a todos lados como buscándolo y cuando vió su hermosa melena algo le impidió ir por él.

—Espera pequeña.

Él la miró, era el gran señor según todos decían.

—Lo siento.

—Ten —le colocó una aurora en su cabeza y la miró—. Ahora vé por él —sonrió, dejando el paso a Elsa.

Ella corrió hasta donde se encontraba, le tapó los ojos y le besó el cuello. Él se soltó y la miró sonriendo y la besó para después separarse y hablarle.

—Al fin has venido conmigo.

Y ella solamente respondió:

—Me dijiste que me esperarías en el cielo... pues aquí estoy...