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|Te esperaré en el Cielo| Capítulo IV

«Todo había salido mal y todo por mí culpa.»

Se decía Elsa siempre que se recordaba qué había pasado cuando despertó aquella vez en el hospital, cuando se enteró de que había estado en coma cuatro meses y Jack se había drogado y había querido suicidarse más de tres veces sólo porqué ella no estaba viva, o mejor dicho que se encontraba sometida a un largo sueño que no se sabría si terminaría algún día.

Jack no tenía por qué hacerlo y menos por ella, porque no valía la pena.

Cuando su hermano le contó cada detalle de lo que pasó, de todo lo que Jack había hecho por ella todos estos meses que había pasado dormida sin saber del mundo, como sus amigos se preocuparon, como su novio iba cada día después del colegio a verla y evitaba que le sacaran el cable que le daba oxígeno para seguir «viva».

La depresión en Elsa entró, era obvio que tanto no soportaría, que su novio o su ex novio o ahora novio muerto hicieran tanto por ella y sin dar nada a cambio era único, nadie nunca había hecho eso por ella.

Lo que cambió en la vida de Elsa fue convivir con su hermano, él le habló tanto de cómo pudo haber sido uno de los más estúpidos hermanos del mundo al dejarla sola y culparla por lo que había pasado cuando ella nació.

Era el día de su entierro, Nayeli nunca se había enojado con Elsa por lo que pasó para ella era imposible enojarse con el amor de la vida de su hijo, aunque ahora estuviera muerto y tan sólo por querer o pensar que su amada moriría junto a él.

Nada era culpa de Elsa, decían Tadashi y Nayeli pero ella aun así se la pasaba llorando pensando que era todo lo contrario, sabiendo que era en parte su culpa por haber hecho o qué hizo, aunque aun recordaba cada momento vivido junto a él, en su primer cumpleaños juntos, en su primera fiesta juntos, en su primera vez en la playa juntos y se recordaba perfectamente aquel día en el que todo parecía perfecto aunque se volvió gris, el día que él la llevo a la cabaña para confesarle su amor y regalarle el dije.

Estaba sentada en la parte trasera del auto estacionado, estaban en el cementerio, Elsa no quería salir, no quería ver cómo el cadáver de el amor de su vida era enterrado tres metros bajo tierra, no quería, ella quería que él estuviera a su lado ahora mismo abrazándola o besándola con esos hermosos labios que él solamente tenía, definitivamente Elsa nunca dejaría de estar enamorada de él.

Vestida con un vestido negro hasta las rodillas con un bordado arriba, unos tacones negros y un saco negro de tipo chaqueta. Bajó Elsa del auto ya había sido hora de ir a buscar a sus amigos

Hiccup y Kristoff la querían consolar, y Mérida quería que ella se desahogara a su lado pero nadie lograría que el dolor que se hayaba en su corazón se fuera de la nada y menos si él ahora no estaba aquí.

Cuando la ceremonia terminó todos caminaron lentamente hasta su auto, aunque la única que esperó a que se vaciara fue Elsa. Cuando tuvo la oportunidad se acercó y se arrodilló alado de la tierra húmeda por la llovizna y por estar recién puesta.

Solamente suspiró y miró la flor que tenía en su mano, la última de el ramo de flores que Jack le había regalado la última vez que había ido a verla al hospital, el mismo día en el que ella vivió y él murió.

Miró cada pétalo detallado y después la puso alado de la piedra en la que detallaba:

«Jackson Overland Frost. 1994 – 2011»

Elsa miró el cielo y juró que lo extrañaría pero sobre todo amaría por el resto de su vida, dejó la flor con las demás que habían puesto en ese lugar y se levantó para tomar camino al auto que estaba estacionado mirando a la salida donde su hermano adentro la esperaba para ir a la pequeña reunión que se haría en honor a Jack en la casa de Nayeli.

Al entrar su hermano la miró y besó su frente a su oído se acercó y susurró...

—Él te estará cuidando y amando sobre todo allí arriba.

Después de alejarse Tadashi, encendió el auto y empezó a conducir hasta la casa de Nayeli, al llegar se bajaron y miraron a todos lados, no era una de esas fiestas anuales, sino que era una triste en la que veníamos a despedirnos de una persona muy importante para muchos.

Cuando entró se paró alado de Mérida y ahí se quedó, con muchas ganas de llorar pero de que nadie la viera a la vez, con muchas ganas de estar muerta y poder permanecer a su lado, o de que simplemente todo esto no hubiera sucedido nunca.

A la mitad de la reunión Elsa ya no resistía más, necesitaba irse para llorar sola y en paz, alejada de los demás que sólo la miraban de pies a cabeza como si le echaran la culpa o supieran toda la historia.

Se dirigió a donde estaba su hermano y le hablo

—Iré a casa, estoy muy cansada.

—¿Quieres que te lleve?

—No, tranquilo, estaré bien —sonrió y besó su mejilla para después irse.

Salió de la casa y se sacó los tacones, el contacto de sus pies con el suelo frío le dió unos raros escalofríos y sonrió, empezó a caminar hasta su casa, se encontraba a unas cuadras de la que era casa de Jack.

Al llegar a casa, entró y los tacones alado de la puerta dejó, caminó a la cocina, el refrigerador abrió y sacó la jarra con jugo adentro, tomó un vaso de la alacena y se sirvió algo de jugo de naranja, cuando ya lo tenía, volvió a guardar la jarra y tomó su camino hasta su habitación, abrió la puerta y dejo el vaso en la mesita de luz.

Se sacó el vestido y la chaqueta, buscó entre sus cajones su pijama de pantalón largo y playera corta, no hacía ni frió ni calor, pero ella era rara y prefería ponerse algo de invierno y de verano. Cuando lo encontró se lo puso y se acostó en la cama, sacó de adentro de la blusa la cadena y abrió el dije encontrándose con la foto de ellos dos.

A los minutos las lagrimas no dejaban de salir y tampoco las podía parar era imposible, lo amaba tanto y no entendía cómo alguien como él pudo dar la vida por alguien como ella, pero bueno muchos dirían que fue el amor que él le tuvo y ella a él, pero nadie nunca sabrá la verdadera razón.

Cuando ya había pasado dos horas desde que se había dormido llorando Elsa sintió que alguien la intentaba abrazar por el hombro, al principio pensó que era Tadashi y sólo le dijo unas palabras:

—Quiero dormir, no molestes.

Dijo y al no recibir respuesta entre abrió los ojos y se giró a mirarlo, pero sus ojos se terminaron de abrir cuando lo vió, era él pero no como una persona, si no como un ángel, con alas en su espalda, esas blancas, enormes emplumadas alas y solamente una tela que tapaba su parte de abajo, su cabello era hermoso, las lagrimas ya se habían empezado a salir, él solo la miraba al igual que ella

—Tú... —Elsa intento decir, pero él la interrumpió."

—Te esperare en el cielo, mi amor... —y selló el trato con su último beso y regalándole un fruto dentro de su vientre que sería su futura familia aunque él no estuviera.

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