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Te enseñare a amar

5:15 am

Un nuevo mensaje

Voy saliendo de casa, en un par de horas estaré llegando a la playa.

Escribiendo...

Hola corazón, me alegra que aceptaras mi invitación. Ya tengo veinte minutos de camino. Te amo hermosa.

Enviado.

5:25 am

Un nuevo mensaje

No me digas eso por favor, recuerda mis condiciones.

Escribiendo...

Te amo, te amo, te amo, te amo y te amo.

Enviando.

No volvió a responderme, pero no lo necesito, se perfectamente lo que ella siente.

Llego al pueblo y me dirijo al supermercado para abastecer la alacena, preparar una romántica velada para esta noche y alguna que otra sorpresita más, solo espero que antes de que oscurezca ella no quiera salir corriendo de la casa.

Al llegar, guardo las cosas en su lugar, abro las ventanas y verifico que todo en la casa este como debe. Me dirijo a la parte de atrás de la casa que da hacia la playa, las palmeras y la arena blanca hace que el lugar sea romántico con la privacidad perfecta que la ocasión amerita.

8:00 am

Mensaje recibido

Ya estoy en el pueblo, paso por un aperitivo y sigo hacia allá.

Escribiendo...

Estoy ansioso por tenerte a mi lado. Te amo.

Enviado.

Me pongo a preparar un rico desayuno, una vez listo acomodo la mesa que está en la parte de atrás de la casa, le coloco un mantel, los platos y todo lo necesario.

Escucho un carro acercarse, levanto la vista y sonrió al verla llegar, me voy al estacionamiento para recibirla. Baja del carro un poco dudosa y se acerca a mí, no trae maletas, así que no piensa quedarse.

—Hola hermosa ¿Qué tal el viaje?

—Hola James. Bien, con muchas llamadas.

— ¿Enrique?

Me muestra su teléfono mostrándome la llamada entrante, desvía la llamada y lo apaga.

— ¿Cómo te sientes?

—No suelo ser yo el que deja al otro dormido en la cama para escaparse a ver a otra persona, se siente extraño... pero veme aquí, al encuentro de un hombre que se empeña en conquistar un corazón destrozado.

—Estoy dispuesto a repararlo— la abrazo depositando un beso en su frente y la invito a desayunar.

Mientras comemos, observo el dolor y la tristeza que la consume, hoy la hare olvidar todo ese dolor, le demostrare lo feliz que puede ser y todo lo que yo puedo ofrecerle o por lo menos esas son mis intenciones.

—Gracias por el desayuno.

—Espero que trajeras tu traje de baño.

—Vine para que hablemos, no para bañarme en la playa.

— ¿Y acaso eso no es lo mismo?— menos mal que las miradas no matan— de alguna manera hay que romper el hielo, pero si no quieres será en otra oportunidad.

Pasamos la mañana conversando de cosas cotidianas, entre eso la tienda de pasteles que tiene y como quisiera expandirla y ahí es donde el miserable de su esposo hace de las suyas para hundirla, le reafirmo mi apoyo y le ofrezco que abra su tienda en uno de los hoteles que estoy por inaugurar a finales de este año.

11:30 am

—Ya que tú me hiciste el desayuno, me gustaría hacer para ti el almuerzo.

—Solo si pasas esta noche conmigo.

—No creo que a Enrique le haga gracia que pase la noche fuera de casa.

— ¿A ti te hace gracia que él tenga a otra y sea ella quien se lleve la mejor parte? ¿No me decías anoche que te gustaría hacerle sentir lo mismo que te hace a ti?

Me acerco a ella y con delicadeza levanto su rostro, unas lágrimas salen de sus ojos, los cuales no permito que corran por sus mejillas. Paso un brazo por su cintura trayéndola un poco más a mí y reparto besos por todo su hermoso rostro hasta que solo sus labios me faltan por besar. Separo un poco nuestros rostros, me doy cuenta que tiene sus ojitos cerrados y su respiración acelerada, sus labios entreabiertos me invitan a besarlos y no tardo en corresponderle.

Nuestros besos suben la temperatura, nuestras manos inquietas acarician y exploran el cuerpo del otro, la ropa empieza a estorbar, agarro el dobladillo de su camisa y empiezo a subirla.

—No, no por favor— se aparta de mí.

— ¿Me dejas ayudarte en la cocina?— debió el tema, espero que no quiera salir corriendo de aquí ya mismo.

—Solo siéntate en el banco, si necesito ayuda te la pediré.

Me siento donde me indica mientras la veo caminar por toda la cocina buscando lo que necesita para preparar la comida, mientras mi imaginación vuela al momento de nuestro primer encuentro.

8 meses atrás

—Buenas días Enrique no esperaba verlo por acá hoy.

—Buenos días James. Hoy estoy de aniversario y ¿qué mejor lugar que este para celebrarlo?

—Tiene razón, felicidades. Espero que pueda asistir esta noche a la inauguración del hotel.

—Nos vemos en la noche entonces.

Con eso nos despedimos, cada uno recorriendo su camino. Me dirijo al cafetín y al llegar veo varias mesas ocupadas por los invitados. Saludo algunos y me dirijo a una mesa. Veo a una hermosa chica sentada en la barra conversando muy animada por teléfono.

—Buenos días señor ¿qué desea desayunar?

—Buenos días, me gustaría un café y un emparedado por favor.

—En un momento se lo traigo.

Observo a la chica con interés, intentado reconocerla entre tantas personas que invite. Colocan su pedido frente a ella y empieza a degustarlo con delicadeza, como intentando saborear cada uno de sus ingredientes.

—Le traigo su pedido señor.

—Gracias. Una pregunta ¿Quién es esa hermosa chica de allí?— la señalo con prudencia.

—Se llama Madelen Sumoza.

—Gracias.

Cuando me doy cuenta que esta por marcharse me levanto de mi puesto y paralela a ella camino fuera del cafetín. Mira a los lados sin saber dónde dirigirse, me acerco a ella.

— ¿Puedo ayudarla en algo?

—No gracias. Bueno si, quede con mi esposo en el área de la piscina y no sé por dónde queda.

Su mirada inocente, tierna y pura me recuerda a un bello y hermoso ángel ¿será que en algún momento de camino al cafetín morí? ¿Estoy en el cielo? Al parecer no, al escuchar la palabra "Esposo" sentí llegar al mismísimo infierno.

Le indique como llegar a su lugar de encuentro y me fui a preparar los detalles para la inauguración de esta noche.

El momento había llegado, los invitados, la prensa, socios, mis padres, músicos y todo está listo para empezar con el discurso inaugural. Como siempre los nervios hacen acto de presencia y una breve mirada a mi madre es la mejor medicina, pero otra bella mirada me atrapa invadiendo todo mi ser.

Dejando atrás el protocolo, paso a disfrutar el momento realizando un baile inicial con mi hermosa madre. Después de unos cuantos giros, mamá me deja frente a la hermosa chica tomada de la mano de Enrique, su esposo, ella se ve feliz, enamorada.

Después de unas horas de compartir con los invitados, me alejo un poco de la fiesta, observando desde lejos mi nuevo logro. Veo a alguien pasar hacia la zona alejada de la piscina, al caminar cerca de una farola identifico a la hermosa chica, voy tras ella.

Se detiene de golpe, su rostro refleja dolor e incredulidad, me coloca detrás de ella y veo a Enrique disfrutando de una mujer, coloco mi mano en su hombro mostrándole mi apoyo, mientras unas ganas de romperle la cara me va invadiendo en mi interior. Lagrimas ruedan por sus mejillas y sin más sale de allí sin que su esposo lo note, sorprendido por su reacción la sigo.

— ¿No harás nada al respecto?

— ¿Hacer qué? ¿Gritar? ¿Insultarlo? ¿Decirle a esa mujer lo perra y zorra que es? ¿Armar un escándalo en tu fiesta? ¿Qué beneficio puedo obtener de eso? Ya sabía que algo así pasaría, tenía la esperanza de que solo fuera mi imaginación exagerada, formando ideas sin sentido, pero una vez más me equivoque.

— ¿Ya tu sabias de esto?—esta mujer no es de este mundo.

—Si, ya le había descubierto algunos mensajes— limpia sus lágrimas y respira profundo— nada ha pasado, la vida continua— voltea a verme y me sonríe— vamos a divertirnos.

Sin añadir nada más la sigo a la fiesta, apenas llegamos ella agarra dos Martini y se las toma de un trago cada uno, mientras yo me preparo para esta larga noche.

Presente

Desde esa noche cada vez que Enrique "desaparece", así llama ella el que su esposo este con otras, se comunica conmigo por largas horas, haciendo imposible que no me enamore.

— ¿En qué tanto piensas?

—En el día en que nos conocimos.

Sus ojos se entristecen e intenta ocultarlo, lo impido, levanto su rostro dejando un beso en sus labios.

—Prometo nunca hacerte daño.

—No prometas algo que no sabes si podrás cumplir. Lo mismo prometió él.

—No soy él.

Se suelta de mi agarre y sirve la comida, coloca ambos platos en la mesa y se sienta esperando por mí. Comimos en silencio cada uno absorto en sus pensamientos.

—Me encanta el mar. A pesar de ser enorme, intimidante, con muchos secreto y grandes misterio, es el escenario perfecto para liberar todo lo que tenemos por dentro— volteo hacia ella y tiene el ceño arrugado— ¿acaso nunca lo has hecho?

—No ¿tu si?

—Te mostrare como, ya que no te quieres mojar... lo haremos un poco diferente.

Entro a la casa y busco un balde, después me voy a la orilla y con ayuda del balde hice una montaña de arena inmensa, cuando quede satisfecho por su tamaño entonces doy por concluido mi trabajo

—Ven acá hermosa.

— ¿Qué se supone que debo hacer?

—Imagina que esa montaña es Enrique, golpéalo y dile todas las cosas que te tienes guardado hasta que no puedas más.

— ¿Seguro que eso funciona?

—Te lo aseguro.

Me alejo un poco de ella dándole su espacio, después de unos minutos empieza a darle golpes y a gritar cosas que no logro comprender, me voy a la casa por un par de toallas y agua, después de eso ella quedara sudorosa y cansada.

Cuando ha derrumbado toda la montaña de arena cae arrodillada llorando su frustración, me acerco a ella ofreciéndole el agua y el paño.

— ¿Quieres hablar?

—Estoy cansada James, ya no sé si pueda seguir con esta frustración y la soledad que me embarga. Siempre me esforcé por ser una buena esposa, cocinaba para él, siempre estaba disponible para lo que me necesitaba, deje mi familia para venirme para acá con él, deje a un lado mis sueños, mis metas... pero por más que me esforcé le falle, no pude darle un hijo... desde que nos dijeron esa amarga noticia nuestro matrimonio cambio y se fue derrumbando, no soy suficiente mujer para el— coloca ambas manos en su cara y empieza a llorar con amargura, sacando de ella todo lo que siente.

La abrazo e intento calmarla, poco a poco su llanto va disminuyendo, hasta que solo se queda entre mis brazos mirando el horizonte mientras que una que otra lagrima resbala por su mejilla.

—Tú mereces ser feliz y yo te ofrezco esa felicidad, solo te pido una oportunidad.

Sin decir una palabra se levanta y empieza a quitarse su ropa hasta quedar en ropa interior, me ofrece su mano invitándome a entrar al mar con ella. Me quito la ropa y junto a ella me sumerjo en ese majestuoso mar.

—Quisiera retroceder el tiempo y cambiar mis decisiones, quizás así hoy tu seria mi esposo en vez de él.

—Solo tú puedes hacerlo realidad.

Me abraza dándome un suave y delicado beso, encendiendo en mi interior la pasión descontrolada que solo ella me hace sentir, rodea mi cintura con sus piernas y sin soltarla me voy hasta la orilla donde la acuesto y dejamos que la pasión, la lujuria y el amor hablen por sí solo.

Después de darle rienda suelta a nuestros sentimientos nos quedamos en la arena viendo el hermoso atardecer, mi corazón siente el temor de pasar la noche solo y que quizás este sea la última vez que nos veamos.

—Tengo planeado una cena a la luz de la luna y las velas ¿me concedes el honor?

Enseguida se levanta de la arena y se adentra al mar sacándose la arena pegada a su cuerpo, la imito esperando su respuesta. Sale del mar, se seca y se viste sin decirme nada más.

—Preciosa por favor, solo una cena.

—James ya debo regresar. Lo que siento por ti es hermosamente inexplicable. No creo que sea amor, no creo que eso exista, pero nunca olvidare lo que has hecho por mí. Gracias.

—Madelen no por favor, no te vayas, el amor sí existe.

Deja un beso en mis labios y se marcha, para estar al lado de un hombre que no la valora y la destruye por dentro, pero esto no se quedara así, luchare por su amor sin importar cuanto me cueste y le demostrare a ese cobarde la clase de mujer que perdió.

Le enseñare a Amar

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