Reuniónes y Algo Más Pt III
~N.O~
Mientras disfrutaba de un rico y placentero café, en esta mañana fría y gris. El poco y casi inexistente sol de la mañana arrojaba sus cálidos rayos sobre el tranquilo cafetín de la empresa, creando una atmósfera acogedora mientras los empleados comenzaban su jornada laboral. Sentado en una esquina, Carlos observaba a través de sus lentes de montura delgada el ir y venir de sus compañeros, entre ellos, la siempre radiante Isadora.
— Isa, Isa, Isa. — susurró para sí mismo con una sonrisa irónica —. Siempre en medio de algún drama.
Sus ojos se posaron en ella, unas mesas más allá, charlando animadamente con el nuevo integrante del equipo. Carlos no pudo evitar una leve carcajada al notar el gesto de sorpresa en el rostro de Isadora cuando la otra nueva compañera se unió a la conversación.
— Aquí viene el espectáculo —murmuró entre dientes mientras tomaba un sorbo de su café.
El breve momento de entretenimiento se desvaneció cuando Isadora lo divisó desde lejos y se encaminó hacia él con su típico entusiasmo.
— ¡Hola, guapo! ¿Cómo amanece el día? — saludó con un beso en la mejilla, irradiando energía positiva.
— Hola, belleza. Solo observaba cómo te desenvolvías en tu entorno natural — respondió Carlos con una sonrisa socarrona, sabiendo que la broma no pasaría desapercibida para ella.
Isadora se acomodó en la silla frente a él, depositando su café sobre la mesa con un suspiro.
— Esos nuevos chicos tienen un aire misterioso, ¿no crees? —comentó, inclinándose ligeramente hacia adelante como si estuviera a punto de compartir un secreto.
Carlos arqueó una ceja con curiosidad, jugueteando con el lápiz que descansaba entre sus dedos.
— Y conociéndote como te conozco, ¿ya estás planeando investigarlos? — preguntó con una sonrisa traviesa.
Isadora asintió con complicidad, tomando un sorbo de su café antes de continuar.
— ¡Por supuesto! Pero la otra chica vino y arruinó mi interrogatorio — exclamó con un gesto de frustración.
— Paciencia, rubia. Todo a su debido tiempo. No vaya a ser que descubras algo que preferirías no saber — respondió Carlos con tono enigmático, mientras cambiaba de tema para desviar la atención.
— Hablando de descubrimientos, ¿tienes un poco de tusi? — preguntó con una sonrisa pícara, sabiendo que la rubia siempre tenía alguna reserva de esa hierba.
Carlos asintió con una risa cómplice, aceptando la bolsita que Isadora le tendía.
— Pero, ¿Es enserio?. ¿Vas a consumirlo tan temprano? ¡ Ni siquiera hemos almorzado bebé! — exclamó la rubia como reclamo.
—No mates la emoción, Isa. La diversión apenas comienza, mejor temprano que tarde — bromeó, despidiéndose con un beso en la mejilla antes de salir de la cafetería.
Una vez fuera del bullicio del cafetín, Carlos se aventuró hacia el patio trasero de la empresa, atraído por la promesa de tranquilidad y soledad. Sin embargo, lo que encontró allí fue algo completamente inesperado.
El aroma distintivo de la marihuana y la manzana lo guió hacia un almacén abandonado, donde una figura femenina estaba encendiendo un porro.
El encuentro casual dejó a Carlos momentáneamente sin aliento, mientras contemplaba la belleza y misteriosa aura de la chica. Hasta que esta lo vio y Carlos entró en pánico.
— Hola, soy Andrea — se presentó, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
— H-hola, soy C-Carlos — balbuceó, sintiendo una extraña mezcla de nerviosismo y fascinación.
El intercambio de miradas y palabras dio lugar a una conexión instantánea, mientras compartían historias y experiencias bajo la sombra de aquel almacén abandonado. Carlos se encontró intrigado por la presencia de Andrea, sintiendo una atracción magnética que lo impulsaba a seguir conversando.
— ¿Quieres ir a la discoteca esta noche? Mis amigos irán y sé que también invitaran a más personas así que yo te invito a ti — soltó Carlos, sorprendido por su propia audacia.
— ¿Quieres que vayamos juntos? —respondió Andrea con una sonrisa encantadora, despejando cualquier duda que pudiera tener.
Emocionado por la perspectiva de pasar más tiempo con ella, Carlos asintió con entusiasmo antes de despedirse con un beso en la mejilla y regresar a sus deberes laborales con el corazón latiendo de anticipación.
La jornada laboral transcurrió sin contratiempos, pero su mente no dejaba de divagar hacia Andrea.
Finalmente, llegó la noche y el momento de encontrarse para ir a la discoteca. Salió del trabajo a casa con el corazón acelerado, imaginando el momento en que vería a Andrea salir por la puerta, lista para la noche que tenían por delante. Y sin más llegó a su casa, comenzó a alistarse para dar una buena impresión a la chica.
Para la noche en la discoteca, el moreno quería lucir impecable, así que empezó con unos jeans ajustados Levi's negros, que realzaban sus piernas y le daban ese toque de sexyboy, por sus piernas bien definidas. Para la parte de arriba, optó por una camisa entallada de botones de un color azul, con abertura en el pecho luciendo sus pectorales, y que se le ajusta perfectamente a su torso.
Para mantenerse cómodo y seguro, eligió unos boxers Calvin Klein negros, que son suaves al tacto pero lo suficientemente ajustados como para sentirme seguro toda la noche. Y sus nunca infaltables zapatillas Nike Air Max blancas le completaron el look, dándole ese toque deportivo pero elegante que estaba buscando.
En cuanto al peinado, se aseguró de que su corte de cabello desvanecido estuviera en su mejor forma, con un poco de producto para darle ese aspecto despeinado pero controlado que según el, les gusta a las chicas.
Y para dejar una impresión duradera, roció un poco de su perfume favorito, Bleu de Chanel, antes de salir.
La noche llegó pronto, y Carlos se encontró fuera de la casa de Andrea, esperando con impaciencia su llegada. La promesa de una noche llena de emociones y revelaciones estaba a punto de hacerse realidad, y Carlos no podía evitar sentirse emocionado.
Y entonces, como sacada de un sueño, la vio. Andrea apareció ante sus ojos con un vestido que la hacía resplandecer bajo la luz de la luna. Su belleza lo dejó sin aliento, y por un instante, el mundo entero pareció detenerse. Se acercó a ella, sintiendo cómo el latido de su corazón se aceleraba con cada paso.
— Estás increíble — susurró, incapaz de apartar la mirada de ella. Una sonrisa tímida se dibujó en los labios de andrea, y su mano encontró la de Carlos con sutileza y suavidad.
— Gracias, Carlos. Estoy emocionada por esta noche, tu también estas guapísimo —respondió, con una chispa de emoción en sus ojos.
El moreno tomó su mano con ternura, sintiendo una conexión especial que trascendía las palabras. Juntos, se adentraron en la noche, dispuestos a dejarse llevar por la magia del momento.
~Privilege club~
Anochecía y los chicos comenzaban a llegar al bar uno por uno. Isadora, con su habitual encanto, los recibía como anfitriona, habiendo logrado alquilar el área VIP para la ocasión.
— Bienvenidos, sírvanse un trago y hagan de este lugar su hogar por la noche — dijo Isadora, deslumbrante en un vestido corte sirena, con la espalda descubierta y bordados de lentejuelas en el escote, resaltando su pecho adornado con una gargantilla de brillantina y aretes a juego.
— Estás deslumbrante, Isa — comentó el rubio mientras le daba un beso en la mejilla.
— Gracias por invitarnos, Isa — dijo Sam, expresando su agradecimiento.
— La fiesta es para todos, así que disfruten al máximo — respondió Isa con una sonrisa.
David y Sam se dirigieron directamente a la barra del área VIP.
— ¿Qué te gustaría tomar? — preguntó David a Sam.
— ¿Qué tal si comenzamos con un gin tonic? — sugirió Sam con una sonrisa.
— Está bien, está bien, no me mires así — dijo David mientras llamaba al barman y ordenaba los tragos.
— Hola, dos gin tonics por favor — solicitó David al barman antes de comentar sobre el lugar —. ¿Qué te parece este lugar?
— Siempre tan observador tú — respondió Sam con una risa — Al menos el servicio es bueno.
— Bueno, si no, no estaríamos aquí, ¿verdad? — respondió David con una sonrisa antes de bromear — Además, tienes razón, ¡el barman está guapo!
Samantha y David disfrutaban de la noche y los tragos mientras los demás chicos se iban acercando.
— Hola, chicos — saludó Andrea con un beso en la mejilla —. Les presento a Carlos — dijo tímidamente.
— Mucho gusto, Carlos — dijo Sam con una sonrisa.
— Encantado, Carlos. Trabajas en SF, ¿verdad? — preguntó amigablemente.
— Sí, en el sector 4 — respondió Carlos mientras pedía su trago.
Mientras conversaban, se unieron Isadora y Camila al grupo.
— ¡Hola a todos! Soy Camila — dijo alegremente.
— Ella es la más chismosa de la empresa — bromeó Isadora, provocando risas en el grupo.
— ¡Hey! No es verdad... Bueno, tal vez un poco, ya saben cómo soy — dijo entre risas — Pero igualmente es un gusto conocerlos.
— Igualmente, Camila — respondió con una sonrisa.
— Buenas noches — dijo el castaño al llegar al grupo.
— ¡Mi bombón! Llegaste — exclamó Isadora abrazándolo y dándole un beso en la mejilla.
— Ya te dije, cariño, que en público no — respondió John entre risas mientras Isa le daba un golpecito en el brazo.
— ¡Ay, tonto!
Los chicos estaban disfrutando de la noche. Carlos y Andrea bailaban sin importarles el resto, mientras Samantha conversaba con Camila y Isadora se quedaba con John y David. La rubia había logrado romper el hielo entre los chicos, disipando la tensión que había entre ellos.
— ¿Qué les parece si jugamos algo divertido? — propuso la rubia.
— Tus juegos siempre dan miedo — bromeó John —. ¿Cuánto has bebido y qué has consumido? — preguntó entre risas.
— Solo unos chupitos de tequila y un par de pastillas de éxtasis — respondió entre risas.
— Por mí no hay problema. ¿Qué quieren jugar? — preguntó el rubio.
— Jugaremos a verdad o reto — propuso la rubia.
— ¡Vale! — aceptaron al unísono John y David.
— Empiezo yo. David, ¿eres gay, hetero, bisexual, pansexual, o qué rayos eres? — preguntó entre risas.
— Soy gay — respondió entre carcajadas —. ¿Y ustedes?
— Yo también soy gay, y ella es bisexual — respondió por ambos.
— Pues dejemos que él pregunte ahora — sugirió entre risas.
La noche transcurrió entre risas David se dirigió a la barra por unos tragos para John, Isadora y él, mientras tanto alguien se acercó al grupo desde lejos.
— Mira, John, ahí viene tu amorcito, justo como te dije con su antifaz — señaló la rubia, provocando rubor en John.
El chico se acercó al grupo, saludó a todos y besó a John en los labios antes de conversar con el resto de los chicos. En un momento dado, su teléfono sonó así que se dirigió al baño para contestar, y David regresó y se acercó al grupo con los tragos.
— Tomen chicos, ¿qué me he perdido? — preguntó curioso.
— Nada, llegó el novio de John y llevaba puesto un antifaz, muy retro — explicó Sam mientras bebía de su vaso.
— Ah, ¿y dónde está? — preguntó el rubio.
— Fue al baño, ya regresará — respondió la rubia.
— Sí, en cuanto regrese lo conocerás — agregó.
El celular de John sonó, y al contestarlo, se alejó del grupo por unos minutos antes de regresar con el semblante serio.
— ¿Qué pasó, cariño? — preguntó Isa al notar la expresión de John.
— Nada, se tiene que ir, su papá lo llamó — respondió con tristeza.
Ese Andrés, ya verás cuando lo vea — dijo Isa enojada.
— ¿Andrés? ¿Tu novio se llama Andrés? — preguntó David con nerviosismo.
— Sí, es el hijo del dueño de la empresa. ¿Lo conoces? — respondió Isa con curiosidad.
"No puede ser cierto, no puede ser el mismo Andres" pensó el rubio
— Chicos, debo irme un momento, ya vuelvo — dijo David mientras se alejaba, dejando a Isa y los demás con la intriga en el aire.
— ¿Todo bien? — preguntó Sam preocupada a David.
— Sí, sí, no se preocupen, solo tengo que resolver algo — respondió el rubio, tratando de ocultar su turbación.
— Nos avisas si necesitas algo, ¿vale? — dijo Andrea con una expresión de preocupación.
— Claro, no se preocupen — aseguró el rubio antes de desaparecer entre la multitud.
— ¿Qué creen que le haya pasado? — preguntó Carlos, visiblemente intrigado.
— Dijo que tenía que resolver algo, tal vez sea algo personal — sugirió John, intentando calmar los ánimos.
— Uhmm eso estuvo raro, muchas casualidades juntas — dijo la rubia mientras bebia su trago.
— ¿Que quieres decir? — dijo john con curiosidad.
— No, Nada bebé. Acá yo divagando en mi mente, venga mejor disfrutemos la noche — exclamó la rubia.
"que casualidad que David se sorprendió con el nombre de Andres, ¿Se conocerán?, ¿Que secretos oculta este pibe? " pensó Isadora.
— Bueno, no tiene caso especular, mejor sigamos disfrutando de la noche — propuso Isa, tratando de cambiar el tema.
Mientras tanto, David caminaba por las calles fuera de la discoteca, con la mente llena de pensamientos turbios.
No podía creer que Andrés, el mismo Andrés relacionado con la muerte de Ricardo, estuviera aquí, en esta ciudad, tan cerca de él.
De repente, una voz lo sacó de sus pensamientos.
— ¿David? — dijo la voz.
David sintió un escalofrío recorrer su espalda, al reconocer la voz. Se giró lentamente, encontrándose cara a cara con Andrés. Sentimientos de ira, dolor y rabia inundaron su ser.
— ¡Tú! — exclamó David, con la voz llena de furia y dolor.
— Sí, el mismo — respondió Andrés con una sonrisa cínica —. ¿Cómo te ha ido todo este tiempo?
David estaba paralizado, enfrentando al hombre que creía responsable de la muerte de su
ex-pareja. Las palabras se atascaron en su garganta mientras luchaba por encontrar la manera de expresar todo lo que sentía.
— ¿No me vas a saludar, cariño? — dijo Andrés, burlonamente, quitándose el antifaz y revelando su rostro.
David estaba abrumado por la presencia de Andrés, sin saber qué hacer o decir. La noche se extendía ante ellos, llena de secretos y peligros, y el rubio sabía que su vida estaba a punto de dar un giro inesperado.
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