68. NO PUEDES DEJARME.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Isaías 55
8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Sonreí plácidamente al escuchar esa noticia.
—entonces, ¿Que estamos esperando? —pregunto —encargate del traslado.
—si señor —dice con una gran sonrisa —sus deseos son órdenes.
Dicho esto, Duncan se dio la vuelta y se apresuró a encargarse de todos los procedimientos.
Dos días después.
Nos encontramos en uno de los hospitales más avanzados, en donde la ciencia está por los cielos, aquí se pueden lograr cosas que tú ni siquiera te alcanzas a imaginar, es simplemente único.
Todo está saliendo como lo teníamos planeado, apenas Linda despierte, todos creerán que fue que ella lo olvido por si misma.
También tuve que agregar otro pequeño detalle, tuve que hacer que borrarán a Elizabeth.
Pues veran...
Él doctor reviso su disco duro y si recuerda a Elizabeth, no podrá olvidar a Deimond.
Tendré que asegurarme de que Deimond se quede con aquella niña, porque después de este procedimiento, Linda no la recordara más.
En el país donde me encuentro es un lugar que da un ambiente de tristeza por el clima de la época.
Está lloviendo.
Pero llueve de una manera lenta, las gotas ruedan por los cristales de las ventanas, mientras yo espero a que los doctores comiencen a proceder.
Pero no tengo todo el día, ni la paciencia, si tardan, me veré en la molestia de hablar.
—¡Dios mío! —escucho exclamar detrás de mí.
Doy la vuelta y me encuentro con una señora la cual camina acompañada de una joven.
—ojalá que esto sí funcione y que mi hijo pueda recuperar la memoria —le dice a la chica.
—yo sé que si —responde ella mientras se pierden en el siguiente pasillo.
«Vaya, vaya, vaya».
Sonrió con ironía.
Yo queriendo borrarle parte de la memoria a mi hija y esa señora quiere que su hijo la recupere.
«Asi es la vida».
«Unos quieren vivir, otros quieren morir».
«Unas quieren ser lisas, otras quieren ser crespas».
«Unos quieren ser blancos y otros salen al sol para broncearse».
«Siempre es lo mismo».
«Nadie está conforme con lo que tiene».
Siempre se quiere lo que está fuera de nuestro alcance, o lo que otro tiene.
—señor Montreal —me llaman.
Volteo a ver y me encuentro con él doctor a cargo del procedimiento de Linda.
—acompañeme.
Lo sigo.
Llegamos a su despacho y tomo el lugar que el me indica.
—ya está todo listo para el procedimiento —me informa —solo necesitamos que usted firme la autorización.
Me entrega una hoja.
La leo y dice que yo autorizo la intervención cerebral y que si algo sale mal los doctores no se responsabilizan.
Sin pensarlo dos veces tomo el bolígrafo para firmar.
Cabe aclarar que si algo sale mal, los doctores a cargo pagarán con su vida, pero no sé los diré ahora.
—¿Está seguro de esto? —pregunta apenas voy a escribir mi nombre.
Suelto el bolígrafo y lo miro fijamente.
—totalmente seguro —respondo sin titubear. —¿Por qué?.
—porque algo podría salir mal, además la chica podría no despertar ya que es un procedimiento fuerte y aparte de ello, ella no cuenta con una muy buena salud y está muy débil.
Le dedicó mi mejor mirada, antes de tomar el bolígrafo nuevamente y está vez sí firmar.
—haganlo de una buena vez —hablo lentamente pero de manera amenazante —no tengo todo el tiempo para estar esperando.
—si...si señor —le tiembla la voz.
Me encanta ver cómo el miedo logra grandes cosas.
Hace que la gente muchas veces se te postre a los pies y te ruegue por algo que tú nunca vas a hacer.
O que yo nunca haría.
Por ejemplo.
Perdonarle la vida a un traidor.
Me pongo de pie y salgo para el pasillo sin decir más, el doctor también lo hace, pero este se va para donde tienen a Linda para comenzar con el procedimiento.
Por cierto este procedimiento le puede dejar secuelas a mi hija como la vez pasada, así que tengo que asegurarme de que no vea a Morgan, ni a Elizabeth, porque comenzará a sufrir de dolor de cabeza entre otras cosas y corre el riesgo de recordar.
Camino por los pasillos del hospital hasta llegar a uno de las ventanas, me quedo ahí parado viendo el agua correr.
Veo como afuera las personas corren con sus paraguas y esquivan los autos que pasan a toda velocidad.
—Fares —se me hizo escuchar la voz de mi amada Alice llamándome.
Pero es imposible, ella está en Dubai, me la llevé conmigo a unas vacaciones, luego me fui con la excusa de que tenía un trabajo pendiente que Jak me había encargado, pero que volvería pronto para seguir con nuestras vacaciones.
Estoy tan enamorado de ella, que hasta escucho su voz en cualquier lado.
Ahora solo me falta que también la vea.
—¡Fares! —nuevamente escucho su voz, es solo que está vez es más fuerte.
Me giro para ver e increíblemente Alice está aquí.
¿Como llegó?.
Ni idea.
Trae un vestido que la hace ver más y más hermosa de lo que es, su cabello está suelto haciendo que su rostro se vea mucho más tierno y delicado.
Pero sus hermosos ojos están cristalizados.
Eso solo significa que estoy en problemas.
—¿Que haces aquí? —es lo primero que pregunto en un hilo de voz sin salir de mi asombro.
—¡¿Creiste que no iba a enterarme?! —pregunta de vuelta con la voz quebrada.
—¿Quien te lo dijo?.
Que yo sepa, todo estaba bajo control.
—Mibsan me lo dijo.
«Traidor».
«¿Por qué no me lo imaginé?».
«Si con él nunca se sabe que esperar».
—¡¡¿Cómo te atreves a hacerle esto a tu propia hija?!! —pregunta con lágrimas y dolor en su voz —¡¡No ves que esto le puede estar costando la vida!!.
Intento acercarme para consolarla, pero ella niega con la cabeza y se aleja.
—solo quiero ayudarla a olvidarse de ese desgraciado.
—¿Y si no despierta?.
—yo sé que si, de lo contrario...
—¿Mataras a todos los médicos?.
Yo asiento.
—¿Y crees que con eso resucitará?.
Niego con la cabeza.
No me atrevo a hablar porque temo hacerla enojar más.
—¿Por qué no la dejas ser feliz de una buena vez al lado de la persona que ama? —me pregunta —¿Por qué tienes que ser tan egoísta?.
Sigo guardando silencio.
—que yo sepa mi padre jamás se metió en nuestra relación.
—es que lo nuestro es diferente. —le aclaro.
—¡Es lo mismo! —me dice —tambien es amor.
Definitivamente Alice no me entiende.
—¡¡Ahora...—levanta la voz —te ordenó que detengas el procedimiento!!.
—no puedo hacer eso —le digo.
Lágrimas ruedan por sus mejillas en abundancia.
—definitivamente eres un monstruo —murmura.
Eso sí que dolió.
—ni siquiera te importa la integridad de tu misma hija, —continua diciendo —esta bien, sino quieres intervenir ese proceso, será como tú quieras, pero de ahora en adelante olvídate de que tienes esposa, haz de cuenta que me morí.
Lo dijo con tanta decisión que sentí mucho miedo de perderla.
Se dio media vuelta y comenzó a irse.
Por un momento pensé que me rogaría por la vida de Linda pero no lo hizo.
—¡Alice! —la llamó.
Pero ella no responde.
—¡Alice! —la vuelvo a llamar.
Pero ella sigue caminando como si nada.
Corro a alcanzarla.
—no puedes hacerme esto —le digo desesperado —nuestro destino es estar juntos.
Ella sigue caminando y ya no hay rastro de sus lágrimas.
—pues si Deimond y Linda no tienen destino, nosotros tampoco —dice como si nada.
Como si yo no le importará en lo más mínimo.
—Alice mi amor —la tomo del brazo —¿Como puedes comparar nuestro amor de tantos años, con algo tan liviano como lo de ellos?.
Hago que se gire quedando frente a mi y me acerco con la intención de besar sus labios.
De repente siento mi mejilla arder.
Es cuando me doy cuenta de que Alice me acaba de abofetear enfrente de todos los presentes.
—¡¡No te atrevas a besarme!! —me grita safandose de mi agarre —¡¡Ni tocarme tampoco!!, ¡¡De ahora en adelante no somos nada!!, ¡¡Quiero el divorcio!!.
Eso sí que me mato.
—no Alice —le suplico —por favor.
Siento como los ojos me comienzan a arder y sin importarme mi dignidad y orgullo de hombre, me arrodillo frente a ella ante la atenta mirada de muchos.
—no puedes dejarme. —la voz se me quiebra.
—claro que puedo.
Trata de irse pero yo me aferro a su vestido.
—¡¡Suéltame!! —me ordena.
No puedo dejarla ir.
—nunca —digo aferrándome más.
Sé que estoy dando lástima, pero que más puedo hacer.
Es mi esposa y no voy a permitirme perderla una vez más.
Me ha costado mucho recuperarla.
—sino quieres qué te deje —dice ella —ya sabes que hacer.
No quería ceder.
De verdad que no quería que me manipulará.
Pero era eso.
O no verla nunca más.
Sé que si quiere puede desaparecer para siempre de mi vista y no sé qué sería de mi vida sin ella.
Alice es mi todo.
Por lo visto a mí amada Alice no le importa mis ruegos, ni siquiera mis lágrimas.
—esta bien —cedo a mi mucho pesar.
Mis planes se han ido al suelo, y todo por una mujer.
Definitivamente una mujer tiene demasiado poder sobre un hombre.
Yo por Alice soy capaz de hacer lo que sea.
Incluso creo que le daría mi niña a Deimond, el sujeto que más mal me cae en esta vida.
Me pongo de pie secando mis lágrimas y me dirijo a donde están haciendo el procedimiento.
Alice me sigue.
—te das cuenta cariño —dice pasando su mano sobre mi hombro —no era tan difícil ceder.
No le respondo nada.
—yo no quería llegar a estos extremos —sigue diciendo —pero tú no me dejas otra opción, es de la única manera que terminas cediendo.
—solo lo hago porque te amo demasiado —me detengo frente a la habitación donde está Linda —y no me puedo dar el gusto de perderte.
Tocó a la puerta.
Después de unos cuantos segundos la puerta se abre.
—necesito que cancelen todo —le digo al doctor que abre la puerta.
—lo sentimos —me dice —pero ya hemos comenzado.
Miró a Alice y la mirada que ella me da hace que tema lo peor.
—¡¡Parenlo todo!! —les ordeno.
—pe...—intenta decir el doctor.
Pero con una sola mirada, hago que se calle.
Él doctor vuelve a entrar y yo fijo mi mirada en Alice.
—¿Algo más? —pregunto.
—si —responde —deseo que vuelvas a Linda al mismo hospital de donde la sacaste en los Ángeles California, antes de que despierte.
—¿Estás segura de que va a despertar? —pregunto.
Ella me mira firmemente.
—completamente segura —responde sin dudar.
Es así como todos mis planes se terminaron yendo al caño.
No me queda de otra que ceder a sus deseos, ya que no puedo darme el lujo de perderla, la amo demasiado y solo quiero estar a su lado el tiempo que me reste de vida.
Narra Deimond:
Día siguiente.
—Dios mío —digo con la voz quebrada —solo tu conoces mi situación y eres el único que puede ayudarme.
Ya han pasado cuatro días.
Cuatro días en los que no he sabido nada de Linda.
Cuatro días en los que lo único que he hecho es clamar por misericordia a Dios.
Solo quiero verla, mi único anhelo es estar a su lado para siempre, pero tristemente él señor Fares no entiende eso.
Ahora en estos momentos me encuentro en el templo ayunando y clamando por mi condición.
De pronto siento un leve toque en mi hombro.
Levanto mi cabeza del altar y miro quién es.
Es Elisa, la hermana de Erick.
—hola —me saluda con una media sonrisa.
Tomo mi pañuelo y seco mi rostro que está empapado en lágrimas.
—hola —contesto —¿Deseas algo? —pregunto.
Me siento tan mal que no creo que pueda mantener una conversación larga con ella, solo anhelo hablar con Dios y llorar en su presencia, es el único que me puede ayudar.
—eh...—dice lamiendo sus labios y se queda pensando.
—¿Si? —la insto para que termine de hablar.
—yo... —vuelve a quedarse en silencio —yo quería preguntar por... Por Fa...
Suspiro con impaciencia.
No sé, ¿Por qué le cuesta tanto terminar la palabra?.
—¿Quería preguntar por quién? —pregunto con cansancio.
—yo quería saber, ¿Cómo estás? —dijo al fin.
—como me ves —respondo —y la verdad en este momento solo quiero estar a solas con Dios, así que si me permites y eres tan amable podrías...
—¿Sabe algo de Fabricio? —me interrumpe.
—¿Fabricio? —la miro confundido.
—si el chico J3 —me dice como si yo no supiera quién es.
—¿Para que quieres saber? —pregunto.
Inmediatamente veo como sus mejillas se comienzan a tornar de color rosa.
Algo me dice que está chica tiene un rollo con Fabricio y dónde le halla dado lugar, este no ha desperdiciado el tiempo.
Conozco a Fabricio desde hace mucho y sé que él es igual de sinvergüenza o peor de lo que yo era.
Yo siempre les dejaba clara las intenciones mías a las chicas, pero Fabricio puede llegar a ilusionarlas.
Al ver que Elisa no responde mi pregunta.
Me pongo de pie y pongo una mano sobre su hombro.
—ten cuidado con Fabricio —le digo —él no es un chico de fiar.
—yo no tengo nada que ver con él —se apresura a decir.
—entonces, ¿Por qué lo preguntas?.
—porque es un alma y no ha venido a los cultos —responde.
No sé porque, pero siento que me está mintiendo.
—pues no tengo ni la menor idea de él —respondo antes de volver a arrodillarme en el altar.
Horas después.
Caminaba alrededor del templo, mientras seguía orando a Dios.
Por un momento sentía que Dios se había olvidado de mí y que no me estaba escuchando.
Era como si estuviera hablando solo, porque no veía la respuesta de Dios.
Mi teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón.
Lo miré y he aquí una llamada de Jak.
Me apresuré a salir del templo para contestar.
—hola —contesté.
—Deimond, trajeron a Linda de vuelta a donde estaba —me informa.
No les puedo describir la felicidad tan grande que comencé a sentir
Parecía como si el corazón quisiera salirse.
—¡¡Gracias Dios!!, ¡¡Gracias!! —comence a decir.
Dios había respondido a mi oración.
—voy para allá —le digo a Jak antes de colgar.
Oró encomendando mi vida en oración y la vida de Linda y me voy en busca de mi coche.
Una hora más tarde.
Llegó al hospital y corro en dirección a la habitación en donde tenían a Linda.
Subo al ascensor y oprimo el número del piso.
Espero impacientemente a que este suba rápido.
Finalmente se abren las puertas y la primera persona que me encuentro es al señor Fares.
Me quedo estático, esperando el momento en que se abalanza sobre mi y me daña todo lo que se llama cara.
Pero eso nunca pasó.
Al instante llegó a su lado la señora Alice.
—hola Deimond —saludaron a la misma vez.
Que la señora Alice me salude es normal, pero quede súper sorprendido de que lo hiciera el señor Fares.
—¿Como estás? —pregunta ella.
—bien —me limito a decir.
Ella carrapea la garganta.
—lamento lo de la vez pasada —dice el señor Fares —me temo que fui un poco duro contigo, espero que puedas perdonarme.
Esto si que parecía un sueño.
¿Fares me está pidiendo perdón?.
No me la creo.
Lo miré fijamente para saber si era genuino, entonces me di cuenta de que era algo forzado.
Posiblemente la señora Alice se lo pidió.
—esta bien —es todo lo que supe decir.
—nosotros vamos a salir un momento —dice la señora Alice pasando por mi lado hacia el ascensor en compañía de Fares.
Espero a que él ascensor se cierre y salgo corriendo hacia la habitación de Linda.
En la puerta me encuentro con Emily la cual sonríe mientras tiene sus ojos cristalizados.
—¡¡Linda despertó!! —es lo primero que me dice dándome la bienvenida.
Entro y efectivamente ahí está Linda teniendo una agradable conversación con Jak, como si nada hubiera pasado, como sino hubiera estado al borde de la muerte.
No le doy tiempo a reaccionar, corró hacia ella y la estrecho en mis brazos.
La abrazo con todas mis fuerzas como sino hubiera un mañana.
Ella deja que la abracé, pero no corresponde a mi abrazo.
Finalmente la dejo de abrazar y tomo sus manos entre las mias mirándola con una sonrisa.
—¿Como te sientes? —pregunto.
Ella me mira incómoda y aparta sus manos de las mías, mientras frunce su ceño.
—¿Quién eres? —pregunta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro