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60. ¡¡EN LA CARA NO!!

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Hebreos 10
30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.





De repente la puerta se abre haciendo que me sobresalte.

Volteo a ver y es Mibsan.

Abro mis labios para saludarlo pero este no me da tiempo de nada, se acerca a mi con pasos largos y sin mediar palabra me hace abrir la boca, me mete los dedos en ella.

Trato de apartarme de él, pero no me lo permite y usa de su fuerza para inclinar mi cabeza en el lavado.

Es ahí cuando comienzo a vomitar en contra de mi voluntad y a votar hasta lo que no me he comido.

Lo primero que vomité fueron las pastillas, ni siquiera se alcanzaron a deshacer.

Cuando termine de vomitar, Mibsan se dió por satisfecho y me soltó.

Yo me sostuve del lavado mientras seguía tosiendo, entre tanto él se lavaba las manos.

Me lavo el rostro eliminando toda suciedad y sin decir nada salgo del baño ante la atenta mirada de Mibsan y me siento en la cama.

Él me sigue y se para frente a mi mirandome de pies a cabeza con los brazos cruzados.

Yo levanto mi mirada a él y no logro descifrar su mirada.

Me mira con rabia pero a la vez lo hace con amor y la vez puedo ver...

Dejó de mirarlo cuando su mirada se encuentra con la mía.

Sé que es loco pero la verdad es que su mirada por veces tiende a ser bastante perturbadora.

—eres un desquiciado loco —digo en voz baja.

Él sonríe con ironía y se señala a él mismo.

—¿Yo?.

—si, tu —respondo.

Él empuña sus manos.

—aquí la única loca desquiciada eres tú Linda.

Lo miro sin comprender.

—¿De que hablas?, tu fuiste él que me atacó, ¿Es que acaso no sabes diferenciar entre tu propia familia?.

Por poco y veo salir llamas de sus ojos.

Es entonces cuando noto que está fuertemente armado.

Me da igual, pero recuerdo un documental que ví en dónde hablaban de personas como él y decían que estas personas se vuelven tan malvadas a tal punto que no les importa ni siquiera matar su propia familia.

—¡¿Que más querías que hiciera?! —pregunta molesto —estuviste a punto de suicidarte.

—yo no me iba a matar —le aclaro —yo solo quería descansar.

Mibsan ríe con ganas, aunque esa risa no le llega a los ojos.

—como si en el infierno se pudiera descansar —comenta.

Paso las manos por mi cabeza con desesperación, sintiendo lo mojado que aún está mi cabello.

—es enserio, —le digo —yo no me iba a matar.

Él niega con la cabeza y se acerca a mi, se inclina hasta quedar a mi altura.

—si te hubieras tomado todas esas pastillas no hubieras vuelto a despertar, esa droga es muy fuerte. —me explica con voz dulce.

El Mibsan con mirada siniestra acaba de desaparecer, ahora solo está un hermano tierno y preocupado.

Se acerca más a mi y me envuelve en sus brazos, es ahí cuando me vuelvo a quebrar.

—se la llevaron —digo sin alientos —ella se fue voluntariamente.

Él me abraza con mucha más fuerza.

Yo comienzo a llorar sintiendo como aquel dolor que sentía en mi corazón hace un momento atrás, ahora es mucho más fuerte.

—no, —contesta él —ella no se fue voluntariamente, la manipularon para que lo hiciera.

—¡Que! —exclamo soltandome de sus brazos.

Me pongo de pie exaltada en ira.

No me espere que Deimond fuera a llegar a tanto con tal de quitarme a mi bebita.

—¡¿Estás diciendo que Deimond fue él que le hizo creer un poco de basura, para que ella se fuera con él?!.

Él se pone de pie también.

Yo mientras tanto camino alrededor de la habitación tratando de controlar la terrible rabia que tengo.

Es tanta la ira que siento la sangre de mis venas caliente.

Por un momento pensé que Deimond valía la pena pero solo es una basu...

—no fue Deimond. —me dice Mibsan.

—¡Entonces ¿Quien?!.

«¿Quien más pudo haber si...»

—fue el pastor.

Ahora no siento que me echan un baldado de agua congelada, sino cubitos de hielo.

—¡Que! —exclamo sin poder creerlo.

Me es casi imposible creer que York haría algo así, es inconcebible.

—así como lo oyes.

Sacó su teléfono y me dejó oír la conversación que York ayer tuvo con Elizabeth.

Jamás se me pasó por la cabeza que York me fuera a clavar un puñal por la espalda.

Siempre lo tuve en un gran grado de honra.

Antes mis ojos era un hombre intachable.

Pero ahora se me partía el corazón más de lo que estaba al escuchar el llanto de mi hija cuando él le dice que solo es una carga y que me va a hacer infeliz entre otras cosas.

Nunca pensé que fuera a sentir tanta rabia y desprecio por York después de que lo aprecie tanto, pero el acaba de tocar la niña de mis ojos.

—¿Ahora entiendes porque te dije que no me agrada? —pregunta.

—lo quiero matar —susurro.

—¿Que dijiste?.

«¡Dios mio!».

«¿Que es lo que acabo de decir?».

—nada, nada —me apresuro a responder.

—ajá, si —dice Mibsan ríendo. —¿Quieres hablar con él y solucionar este problema?.

«Este problema ya no tiene solución».

—no, —niego con la cabeza —no hay nada que solucionar, solo quiero estar con mi bebita.

Horas después.

Como si mis deseos fueran órdenes, ahora me encuentro sentada en "mi avión" dijo Mibsan, mientras poco a poco veo como se queda atrás este lugar.

Decidí irme para siempre y volver a los Angeles California.

Ahora lo único que quiero es estar cerca de mi bebé y no tener nada que ver con cualquiera que quiera hacerle daño.

El día que me case lo haré con una persona que ame a Elizabeth como a su propia hija y no la vea como una carga o estorbo entre nosotros.

Aunque difícilmente encuentre una persona así.

Por ahora los únicos que la quieren así, es Jak y Deimond.

Así que posiblemente me quede sola.

O bueno hasta que Emily muera, entonces me casare con Jak.

Es broma.

Es broma.

Escasamente logro a aguantar su genio ahora, como para ser capaz de aguantarlo las 24 horas del día y los 365 días del año.

Eso solo se lo aguanta Emily.

Día siguiente.

Abro mis ojos y me encuentro acostada en mi habitación de los Angeles California aquí en mi mansión sombría.

Me paro de la cama y veo que todo está como lo deje cuando Duncan me saco de aquí.

Por cierto no he vuelto a saber de Duncan y creo que por ahora es lo mejor, aunque sé que él me sigue vigilando desde las sombras.

«Ojalá Dios tenga de él misericordia».

Me arrodilló e inclino mi cabeza en la cama.

Comienzo a pedirle perdón a Dios por la locura que estuve a punto de cometer ayer.

De no ser por Mibsan ya fuera mujer muerta.

Horas después.

—¡Mami! —Elizabeth baja las escaleras corriendo y se tira en mis brazos —¡Viniste!.

Me encuentro en la mansión de Jak, vine a ver a mi niña.

—si —digo abrazándola con todas mis fuerzas. —ya sé porque te fuiste y quiero que sepas que jamás me casaré con alguien que no te quiera a ti también.

Emily baja las escaleras lentamente mientras nos mira con una gran sonrisa.

Trae un vestido cuya tela es importada, de esas telas que valen muchos millones, el cual la hace ver mucho más hermosa de lo que ya es.

¿Les he dicho que Jak la consiente demasiado?.

La trata como si fuera una diosa.

Dejó de mirarla no sea que al final me de envidia y sigo concentrada en mi abrazo con Elizabeth.

Cuando dejamos de abrazarnos, noto que está llorando, pero es de felicidad.

—¿Te volverás a vivir conmigo aquí en los Angeles California? —pregunto esperanzada.

Si dice que no, lo entenderé aunque me duela.

Seguramente me venga a vivir para acá.

Ella asiente con la cabeza.

—por supuesto que si —responde —pero con la condición de que no vuelvas a hablar con ese pastor.

—okey —digo volviendo a abrazarla —no volveré a hablar con él.

En estos momentos me siento la mamá más feliz del mundo.

Y pensar que ayer tenía ganas de morirme.

Después de solucionar todo con mi Elizabeth, ella se fue a jugar en el jardín y quedamos solo Emily y yo.

Le doy un abrazo.

—hasta que por fin te das cuenta de mi existencia —comenta.

—lo siento —dejo de abrazarla —es que mi hija es primero.

—lo sé —camina y se sienta en un gran mueble.

Yo hago lo mismo.

Comenzamos a hablar de todo un poquito, ella me cuenta como Jak la consiente e incluso me molesta con Deimond.

Yo también le cuento algunas cosas y nos reímos.

Pero entre todas esas palabras dijo algo que llamo mi atención y que a la vez me pareció muy justo.

—Jak no piensa dejar pasar por alto lo de York —me dice —ni Deimond tampoco aunque parezca que no le presté atención y ni hablar de tu hermano Mibsan, creo que él lo va a matar si es que ya no lo hizo y le ahorro trabajo a los otros.

Decido no ponerle cuidado a eso.

La verdad es que con solo escuchar el nombre de York, ya siento mucho malestar, así que prefiero cambiar de tema.

Seguimos hablando de cualquier cosa cuando llegó una de las muchas empleadas que le hacen el oficio a Emily y la mantienen como a una reina.

Está llegó a avisarle de que tenía visita.

Yo no le preste mucha atención hasta que ví a la visita.

Era nada más y nada menos que Fabricio.

¿Se acuerdan que yo tengo con él una cuentica pendiente?.

Pues aunque soy cristiana no se la pienso pasar por alto.

Tengo que darle una lección, porque de lo contrario terminará haciéndole bromas de este o peor calibre a las personas.

«Alguien tiene que enseñarle a respetar».

—¡Hola Emily! —saluda él animadamente.

Pero apenas me ve, esa sonrisita se borra de sus labios.

—ho...hola Linda —su voz titubea.

—¡Hola Fabricio! —me pongo de pie y él da dos pasos hacia atrás.

Es tanto el miedo que me tiene, que hasta puedo olerlo.

—no se te vaya a olvidar que eres evangélica —habla con voz temblorosa.

—por supuesto que no se me ha olvidado —sonrío ampliamente —por eso me aseguraré de que quedes con vida.

Dicho esto, sin darle tiempo a nada me abalanzó sobre él, lo derribo al suelo y comienzo a darle la lección de su vida.

—¡¡En la cara no!!, ¡¡En la cara no!! —grita mientras se cubre con los brazos.

No le pongo cuidado y sigo dándole.

—¡Debes de aprender a no bromear con la vida, como lo hiciste! —le grito sin soltarlo.

—¡Cálmate Linda! —dice Emily asustada —recuerda que los evangélicos tenemos que perdonar.

—yo ya lo perdone, —le digo sin soltarlo —pero no olvidó.

Fabricio que casi no es dramático, grita como si lo estuvieran matando.

—¡¡Ayudaaaaa!!.

—¡Cállate! —le doy otro golpe.

—¡¡Seguridad!! —grita Emily.

Es ahí donde mi diversión se termina.

Vienen los de seguridad y me apartan de Fabricio.

Obviamente puedo luchar contra ellos, pero decidí no desgastar fuerzas, además soy evangélica.

Tampoco quiero que Jak me cierre las puertas de su mansión por fomentar el desorden.

—¡¡Asesina!! —grita Fabricio todo desmechuzado cuando está lo más lejos de mi posible.

Hago el intento de volverme a acercar y este sale corriendo de la mansión.

Horas después.

Jak está viendo los videos de las cámaras de seguridad que grabaron con pelos y señales la lección que le di a Fabricio.

Pensé que se enojaría, pero al contrario está que se parte de la risa.

Jamás lo había visto reír así.

—definitivamente mi primo es toda una gallina. —comenta —¿Se imaginan donde esto apareciera en las redes?.

Eso no sería mala idea.

Sonrió de manera maliciosa.

Emily nos mira a ambos.

—ni se les ocurra —habla ella —bastante tuvo con las fotos que tú publicaste de él.

No le digo nada.

Solo río en junta de Jak.

No pensé en divertirme tanto como hoy.

Cabe aclarar que trate de ser lo más noble posible.

—¿Enserio no sienten un poquito de cargo de conciencia? —pregunta Emily al ver que solo nos reímos.

Jak para de reir.

—¿Por qué debería de sentir un cargo de conciencia, si yo no fui él que lo golpeé?.

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