6. VENGANZA.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Isaías 57
1
Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo.
Me remuevo incomoda en mi lugar al escuchar la invitación de los señores Morgan y sonrió de manera hipócrita.
—me alaga mucho su ofrecimiento —les digo sin dejar de sonreír —pero me temo que no voy a poder aceptarlo.
El rostro de la señora Morgan decae.
—¿Por qué? —pregunta.
Suspiro.
Eso de ser hipócrita no se me da muy bien como a Annie, no me queda otra opción que dejarle las cosas bien claras.
Si piensa que va a hacer de cupido para que yo me quede con su hijo, está muy equivocada.
—porque no quiero tener nada que ver con su hijo, nuestra relación se acabó hace mucho, así que si me voy con ustedes, se formaría un ambiente bastante incómodo —respondo sin titubear.
Veo que a la señora Morgan no le gustó ni tantito lo que dije, pero lo disimuló muy bien volviendo a sonreír como si nada.
Como si yo no supiera o fuera una ingenua.
—que sincera eres Linda —dice soltando una risita más falsa que las pubis de silicona. —no tienes que preocuparte por nuestro hijo, nosotros lo invitamos pero él no quiso venir, ahora solo se la pasa pensando en trabajar y trabajar.
Me quedo mirandola a ver si está mintiendo, pero parece que es verdad.
—¿Lo dice enserio? —pregunto.
—muy enserio —responde.
Pues siendo así, no le veo la razón de no ir, cuando puedo pasar un rato agradable.
Además no me preocupo en demasía por Elizabeth, considerando que Jak y Emily la cuidan mucho mejor que yo.
—entonces estaré encantada de ir con ustedes —digo sonriendo sinceramente.
La señora Morgan sonríe satisfactoriamente, el señor Morgan también, solo que lo disimula.
No pensé ganarme el corazón de los Morgan.
Ni siquiera creí que me recordaran después de tanto tiempo, y heme aquí viajando con ellos.
—entonces vamos —dice la señora Morgan prendiéndose de mi brazo —no hay tiempo que perder, hay un avión que nos espera y unas vacaciones para disfrutar.
Vuelvo a sonreír ante su actitud.
A pesar de ser una señora, no tiene arrugas y se muestra como toda una jovencita llena de vida.
Morgan a de sentirse privilegiado de tener una mamá así.
Ojalá mi madre estuviera conmigo, así podríamos compartir muchas cosas juntas.
Pero eso ya es imposible.
Sigo sin entender por qué Dios me la quito tan pronto, cuando tan solo era una niña y ella era una gran mujer.
A ella que lo único que hacía era bien se la llevó, y a esa bruja Úrsula que lo único que desprende de ella es maldad, a ella si la tiene vivita.
Cosas así me hacen cuestionar la justicia de Dios e incluso su existencia.
—¡Cuidado querida! —dice la señora Morgan al ver que estuve a punto de irme de boca al suelo.
Lo que pasa es que estaba tan metida en mis pensamientos que a la hora de subir las escaleras, seguí caminando como si nada y por poco le doy un beso a estas.
Asiento un poco avergonzada y subo las escaleras del avión.
Me siento al lado de los Morgan con la única diferencia que ellos están en el ala izquierda y yo en la derecha, tomo el lugar que está al lado de la ventana, quedando el otro puesto libre.
Me tomo mi tiempo para curiosear esta belleza de avión.
No subí en el avión de los Morgan cuando era novia de Deimond, para terminar subiendo ahora que no somos nada.
¿Que cosas no?.
Pero así es la vida.
A mi mente llegan las palabras que me dijo Mibsan cuando le conté que Deimond andaba detrás de mí.
«—deberías de considerarlo —dijo con una sonrisa pícara —piensalo, te convertirías en la señora Morgan, en otras palabras, serías la dueña de una gran fortuna, una fortuna que no está manchada con sangre, y con solo tronar lo dedos tendrás todo lo que quieras, ya que Deimond haría lo que fuera por ti, además todo te llegaría a pedir de boca, ni siquiera sabrás que es el trabajo».
Creamen que esa palabras me hicieron flaquear un poco, pero luego recordé que no me conviene desafiar la ira de Fares.
Aunque sé que Mibsan me defendería, pero no quiero que se terminen matando por mi culpa.
Cierro mis ojos dando un suspiro, esperando a que el avión alcé vuelo.
Una fragancia familiar me hace abrir los ojos.
Me quedo como embobada mirando aquel rostro perfecto y aquellas ojos de gato que parecen tener cierto efecto hechizante en mi.
—¿Que? —pregunta Deimond de manera divertida inclinado hacia mi —¿Pensaste que de verdad no vendría?.
Parpadeo varias veces para asegurarme de que no estoy viendo una ilusión y efectivamente no lo es.
Siento como mi respiración de trata de descontrolar y como mi corazón late rápidamente como si se sintiera super feliz de que Deimond estuviera aquí.
Se supone que debo estar preocupada, pero es todo lo contrario.
Incluso tengo deseos de estirar mis brazos hacia él y atraerlo hacia mi para darle un abrazo.
«Dios mio».
Muevo mi cabeza de un lado a otro disipando esos horrorosos pensamientos.
No sé qué rayos es lo que me pasa, pero cuando veo a Deimond, pierdo el control de mi misma.
Pongo mis manos en su pecho para apartarlo de mi.
«Tal vez sea por la mucha cercanía que me pongo así».
Pero luego de tocar su pecho para apartarlo de mi, me arrepiento inmediatamente y mis mejillas se ponen color turquesa.
«Que verguenza».
Deimond lo nota y sonríe aún más.
Me he puesto así, solo porque toque sus bíceps los cuales están muy bien formados.
«Dios mío ¿Que rayos estoy diciendo?».
No me pongan cuidado.
Olviden lo que dije acerca de los bíceps, ya les dije que él me pone bastante nerviosa.
Quito mis manos rápidamente de su pecho al apartalo, mientras él sonríe plácidamente.
A mi mente llega el recuerdo de la vez que lo ví saliendo de la piscina.
Esa vez también me sentí muy avergonzada por haberlo mirado como lo miré.
Tomo el mayor dominio propio que puedo y me paro de mi lugar pasando por su lado sin responder palabra alguna.
La verdad es que no sé ni qué decir
—abrochence sus cinturones —dice la azafata —en contados segundos el avión va a volar.
La ignoró por completo y voy hacia los Morgan, me paro frente a ellos.
—ustedes dijeron que él no vendría —señalo a Deimond.
—efectivamente —contesta la señora Morgan.
—que nos íbamos a imaginar que a última hora cambiará de parecer —habla el señor Morgan.
—esto es una trampa —les digo.
—¡Nooo querida! —se defiende la señora Morgan —¿Como crees?, nosotros seríamos incapaces de hacer algo así.
Volteo a ver a Deimond y este está a punto de soltar la risa.
«Lo sabía, esto estaba fríamente calculado».
Camino indignada hacia la salida, pero en eso el avión levanta vuelo y me voy al suelo.
De no ser porque unos fuertes brazos me sostuvieron, me habría dado mi buen totaso.
¿Quieren saber quién lo hizo?.
Yo no.
No quiero verlo.
Siento que me va a dar algo al estar en sus brazos, los cuales me hacen sentir seguridad.
Que alguien me ayude por favor, de lo contrario terminaré sucumbiendo en la tentación.
Narra Úrsula Xian:
Estoy cómodamente sentada en un mueble de la sala de mi hermosa y confortable mansión, mirando mi novela favorita.
Hoy es el final así que cancele todos los planes que tenía para poder verla sin interrupción alguna.
Media hora después.
—¡No!, ¡No!, ¡No! —grito indignada.
No puedo creer que mi actor favorito lo hallan matado de esa forma, ¿Por qué no se murió esa vieja que quedó en la cárcel?.
¿Tenía que ser él, que tan bueno había sido?.
—¿Que pasa señora Xian? —pregunta Max entrado por la puerta apresurado.
—acaba de morir mi actor favorito.
—yo pensé que le había pasado algo malo —dice Max.
—¿Es que acoso eso no es malo? —pregunto indignada.
Max se encoge de hombros.
—si usted lo dice.
—averigua el nombre real del actor que lo envenenó y mándalo a matar —le ordeno.
Max abre los ojos más de lo normal.
—pero señora —dice —ese actor favorito suyo no se murió de verdad en la vida real, no creo que sea necesario mandar a matar al otro.
—¿Estás cuestionando mis órdenes? —pregunto.
—no es eso señora Xian —responde —es solo que a usted se le está yendo la mano.
—no será más bien que te me estás volviendo un blandengue bueno para nada.
—señ...
—¡Largate! —le grito molesta —ya no quiero que hagas nada.
Max baja la cabeza y se va.
No lo he despedido porque es el que me ha acompañado por largos años, pero créamen que ya me está agotando la paciencia.
No sé si es por los años o que, pero ya no es igual de eficiente como antes.
Tomo mi teléfono y llamo a Bestia.
Este contesta enseguida, le doy la misma orden que le di a Max y sin ponerse a cuestionar, simplemente dice.
—como ordene mi señora.
Por esa razón me encanta trabajar con él, porque no es como los demás y se deleito en matar a la gente igual que yo, creo que somos muy parecidos, es una pena que el sea tan solo un niño para mí.
De lo contrario haríamos un gran equipo como pareja.
Me paro del mueble con la intención de ir a descansar un poco, en estos días los dolores de espalda me han estado molestando y no puedo estar mucho tiempo sentada ni acostada tampoco.
Parece que los años ya me están pasando cuenta de cobro.
Mi teléfono comienza a timbrar, miro el remitente y es mi sobrino favorito.
Es mi favorito porque no tengo más.
Es un chico muy joven que apenas está realizando sus estudios en la universidad, no comparto mucho con él, porque vive al otro lado del mundo, pero si le envío dinerito para que se de cualquier gustito.
La universidad es uno de esos gustos.
A pesar de todo es un chico muy humilde, siempre le ha gustado ganarse la vida por su propia fuerza, cosa que es de admirar mucho.
Contesto la videollamada con una gran sonrisa en mis labios mientras me acomodó el pelo.
—hola sobri...
Me tapo la boca al ver lo que estoy viendo.
Mi pobre sobrino está encadenado con grilletes las manos y los pies, lo tienen colgando y está lleno de sangre por todos lados.
—¡Max! —comienzo a gritar —¡Max!.
—¡Tiaaaaa! —dice mi sobrino en un lamento mirando la cámara.
—¿Quien te hizo eso? —pregunto con lágrimas en los ojos.
Estoy tan llena de horror que todo mi cuerpo está temblando.
—¿Cuánto dinero quieren para dejarte ir?. —pregunto angustiada.
Lo más seguro es que se enteraron que es mi sobrino y ahora me quieren quitar dinero.
Mi sobrino niega con la cabeza.
—no quieren dinero —responde con gemidos lastimeros que rompen mi corazón —ellos solo quieren matarme, dicen que ofendiste a un grande y que yo debo de morir por ello, ¡Diles por favor que no me maten!.
Lágrimas salen de mis ojos al ver su triste condición.
Él ni siquiera sabe de mis maldades, no se merece morir de esa forma tan cruel.
—¿Que desea señora? —llega Max.
Lo miro y vuelvo a mirar el teléfono en dónde mi sobrino llora de manera desesperada por su vida.
Max se acerca y al ver la escena, inmediatamente comienza a rastrear la llamada.
—¡No lo maten! —le digo a los que lo tienen ahí capturado —él no tiene nada que ver con mis negocios.
Un hombre encapuchado se acerca a mi sobrino, mi sobrino grita con más desesperación.
Este le clava un puñal en el estómago haciendo que mi sobrino dé un grito desgarrador.
—¡Déjenlo mal***os! —les grito llena de rabia.
Este le saca el puñal, pero lo vuelve a clavar nuevamente en otro lado.
—¡Esto es por los Montreal! —me grita con satisfacción mientras hace y deshace con mi pobre sobrino.
Minutos después.
No puedo parar de temblar mientras que recuerdo cómo mataban a mi sobrino, lo mataron cruelmente, lo cortaron vivo en pedacitos, lo más duro fue que no pude hacer nada.
Max rastreo la llamada, pero cuando llegaron al lugar de los hechos, ya era demasiado tarde, solo había un charco de sangre y un cuerpo desmembrado.
«¿Por qué tuvo que ser él?».
«Él era un chico inocente».
«Lo único que quería era salir adelante».
«¿Por qué tuvo que morir tan cruelmente?».
—¡Mata a Montreal! —le ordenó a Max.
—ya lo mandé a hacer —responde —pero no es tan sencillo, él está muy protegido.
—¡Acaba con la única hija que tiene! —le ordenó llena de ira.
—eso ya está fríamente calculado.
Lo que más rabia me da, es que no es el primer ser querido que pierdo, ya me han matado muchos más y estoy convencida de que todo ha sido obra de ese monstruo Fares.
Fin de la narración.
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