59. TIENES QUE RESPETAR MI DECISIÓN.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Job 3
20 ¿Por qué se da luz al trabajado,
Y vida a los de ánimo amargado,
—¡Que yo no le hice nada! —respondo sintiendo como mis mejillas arden.
Elizabeth niega con la cabeza mientras me mira indignada.
—si eso es así, entonces ¿Por que papá no dice nada? —rebate ella.
Miro a Deimond y este sigue sin moverse de su posición actual.
—¡¡Deimond!! —lo llamo —¡¡Por el amor de Dios, dí algo!!.
Él solo se limita a negar con la cabeza mientras sigue con su mirada clavada en el suelo.
Es como si de verdad yo hubiera atentado contra su integridad y estuviera traumatizado.
Me acerco con la intención de moverlo pero Elizabeth se interpone en mi camino.
—¡No! —me dice —no lo toques, a menos que quieras hacerte responsable.
«Definitivamente esto no me puede estar pasando a mi».
«Mi propia hija piensa que soy una violadora».
—okey —digo cruzandome de brazos, dandome por rendida —entonces soy la mala del paseo.
—¿Eso quiere decir que te harás responsable? —pregunta Elizabeth.
Niego con la cabeza.
—eso quiere decir que si me quieren culpar de algo que yo no hice, adelante —respondo antes de irme.
—¡¿A dónde vas?! —grita Elizabeth —¡Tienes que hacerte responsable!.
—¡No! —grito de vuelta —¡No me voy a hacer responsable!.
Finalmente llegó a mi habitación, cierro la puerta con seguro y me tiró a la cama.
Le doy golpes a la almohada mientras me acuerdo de lo que pasó allá fuera.
Fue algo bastante vergonzoso, lo peor de todo es que Elizabeth lo vio y se hizo una película en su mente.
Una hora después.
Me encuentro concentrada leyendo el libro de los salmos, decidí dejar a Elizabeth con Deimond allá en la sala y no prestarles atención.
Estoy leyendo en el salmo 102, por cierto el 101 es un salmo muy bonito.
Estos salmos son tan lindos que por ratos me siento identificada con muchos de ellos.
Ahora en estos días que he estado tan confundida han sido de gran bendición para mí y por eso este libro se ha convertido en uno de mis favoritos.
De pronto unos toquecitos en la puerta hacen que salga de mi concentración.
Pongo la biblia a un lado de la cabecera y me levanto de la cama.
Voy hacia la puerta y la abro.
Ahí está Elizabeth con sus ojos hinchados de llorar, aparte de eso tiene muchas lágrimas por sus mejillas.
—¿Que pasa mi amor? —digo inclinandome y secando sus mejillas.
Verla así me parte el corazón, además está mañana estaba lo mismo.
—pa...pa —trata de hablar pero inmediatamente vuelve a seguir llorando.
La abrazo con todas mis fuerzas, tratando de consolarla.
—¿Que pasa con papá mi amor? —le preguntó —creeme yo no le hice nada.
Ella sigue llorando mientras yo acaricio su cabello.
Minutos más tarde.
—papá se va a ir —dice al final.
Eso fue como si me echarán un balde de agua congelada encima y como si me clavaran un puñal en el corazón.
No entiendo porque, pero me dolía mucho.
Dejó de abrazar a Elizabeth y voy hacia la sala.
Deimond está sentado en el mismo lugar de hace rato y apenas llegó me dedica una mirada triste.
—¿Es cierto que te vas? —pregunto con lágrimas en los ojos.
Él asiente.
—tengo que volver a mi lugar, además tengo una empresa de la cual ser responsable, es por eso que vine a despedirme, pero eso no significa que me voy a olvidar de Elizabeth, seguiré estando muy pendiente de ella.
Elizabeth viene corriendo y se tira a sus brazos.
—¡Llévame contigo! —le pide.
—¡Que! —exclamo.
—quiero irme con papá —vuelve a decir ella.
—pero... —digo con lágrimas en los ojos sintiendo que se me está saliendo el alma —¿Por qué?.
Que se vaya Deimond me duele.
Pero que se vaya Elizabeth me duele mucho, mucho más.
Ella deja de abrazar a Deimond el cual está sorprendido por lo que ella ha dicho y me mira a mi.
—es lo mejor mamá —me dice limpiando sus lágrimas —yo no quiero estorbar tu felicidad, no quiero que por mi culpa seas infeliz.
Esas palabras hacen que llore más.
Siento un nudo tan fuerte en mi garganta que incluso las fuerzas se me van.
Me siento en el mueble frente a Elizabeth para no caerme.
—tu...tu —hago un esfuerzo para hablar —tu para mí no eres... un estorbo, tu eres parte de mi felicidad.
No sé de dónde ha sacado eso de que ella es un estorbo.
Yo he hecho todo lo posible por darle mi amor, no entiendo porque está actuando así.
¿Cómo es que se quiere ir con su padre con el cual no ha compartido ni un mes?.
—sé que no quieres decirlo —dice ella —pero es la verdad.
No puedo aceptarlo, sigo llorando mientras siento que me ahogo.
—no... —le digo casi sin alientos —no voy a permitir que te vayas con tu padre.
Ella suspiró y lo que dijo me terminó de destrozar.
—tienes que respetar mi decisión.
—pero... —trago grueso —tan solo eres una niña, además Deimond jamás ha sido papá.
—lo sé —dice ella como si fuera grande —por esa razón hablé con mi papá Jak y me voy a ir a quedar con ellos.
—pero...
—no insistas mamá —me dice seria —yo ya había hablado contigo de este tema y creo que papá Jak también te lo dijo.
Deja de mirarme y mira a Deimond.
—llevame contigo papá —le pide.
Yo mientras tanto lo único que hago es llorar mientras le dedicó una mirada suplicante a Deimond para que no se la lleve.
—¿Estás segura que quieres dejar a tu mamá? —pregunta él.
—completamente segura —responde ella sin titubear.
Al escuchar eso último, me paro de mi lugar y salgo corriendo hacia mi habitación sintiéndome la mujer más desdichada y miserable de todo el mundo.
Me tire a la cama y comencé a llorar a todo llanto con todas mis fuerzas, sintiendo que la vida se me iba.
—¡¿Por qué Señor?! —le pregunté mientras lloraba —¡¿Por qué?!.
De pronto sentí una cálida mano sobre mi hombro.
No le presté atención y seguí llorando.
—calmate —habla Deimond.
Como si fuera tan fácil.
Supongo que él está feliz porque tendrá a Elizabeth más cerca, yo no puedo decir lo mismo.
—¡Vete! —le digo sin dejar de llorar.
—no me la llevaré, —me dice —trataré de convencerla para que se quede, pero necesito tu ayuda.
Trato de calmarme al escuchar sus palabras.
Convencerla de que se quede sería una gran opción.
Pero que hacer si ella no quiere estar conmigo.
Además cuando algo se le mete en la cabeza, no hay quien le haga cambiar de parecer.
Ella a pesar de lo pequeña que está, es una niña muy decidida.
—lo pensaré —contesto.
—de acuerdo —responde él —estaré afuera hablando con Elizabeth.
No le respondí.
Me quedé boca abajo mientras que las lágrimas salían de mis ojos sin poderlas controlar.
Cuando perdí a mi hija en ese aborto obligatorio, fue algo tan difícil que a pesar de los años no lo pude superar.
Solo pude dejar de pensar en eso cuando Elizabeth llegó a mi vida, pero ahora que sé quiere ir, vuelvo a sentir el mismo dolor.
«¿Que hice mal?».
«¿En qué momento perdí el amor de mi hija?».
Más lágrimas salen de mis ojos.
Media hora después.
Después de llorar como sino hubiera un mañana finalmente tuve las fuerzas suficientes para levantarme e ir a hablar con Elizabeth.
Fui al lavado y eché abundante agua en mi rostro para quitar la hinchazón, pero aún así me veía fatal.
Hice una sonrisa frente al espejo tratando de demostrar que todo estaba bien aunque realmente nada, absolutamente nada estaba bien.
Me sentía totalmente destrozada por dentro.
Salí de la habitación y casi que arrastrando los pies llegue a la sala en donde estaban Deimond y Elizabeth.
—sientate —me dice Deimond amablemente.
Intento sentarme pero al final no lo hago, tengo miedo de que después no me pueda parar.
—así estoy bien. —contesto.
—hablé con Elizabeth —habla Deimond —y ella dice que al menos la dejes ir de vacaciones.
Miró a Elizabeth, ella también lo hace y puedo ver que en ella no hay intenciones de irse de vacaciones, eso es solo una excusa para poderse ir.
Sé que como madre puedo impedirlo, al menos hasta que Jak no meta mano, pero también sé que debo de respetar su decisión como dijo ella y aunque me duela en el alma, con Jak y Emily ella está mucho mejor.
—¿Si mami? —pregunta ella al ver que no digo nada.
Tomo aire antes de hablar sintiendo que esto que voy a decir me va a terminar de destrozar, pero no puedo seguirme quebrando delante de Deimond.
—si así lo quieres, adelante —trato de que mi voz suene normal y le doy una sonrisa.
—¿De verdad mamá estás de acuerdo? —pregunta ella emocionada.
Yo asiento y hago mi mayor esfuerzo por no llorar.
—papá dijo que si tú no estabas de acuerdo no me podía ir, pero ahora todo está solucionado —comenta ella —ahora me voy a empacar la maleta.
Si la veo hacer eso, no podré soportarlo más, antes de que se vaya la detengo.
—no te molestes por eso hija —le digo —Jak te tiene allá todas las cosas.
—¡oh cierto! —responde ella.
Luego voltea a ver a Deimond.
—¿Nos vamos papá? —pregunta.
Él me mira.
—¿Estás segura de esto? —pregunta.
Yo asiento.
—entonces me voy —se pone de pie.
Elizabeth se acerca a mi y me da un abrazo.
—te quiero mamá —dice mientras me abraza —quizas ahora no entiendas mi decisión, pero lo entenderás después, que yo me vaya, no significa que no te quiera.
Para mí si significaba eso.
No le respondí nada, solo me límite a abrazarla con todas mis fuerzas.
Al final la solté.
—ve con papá —fue lo último que le dije antes de irme hacia mi habitación.
No quería ver cómo se iba, de lo contrario no la dejaría ir.
Recuerdo lo que York me dijo y ahora que la he dejado ir, siento como si una parte de mi se hubiera ido junto con ella.
Ya nada volverá a ser igual.
Camino lentamente hacia mi habitación.
Apenas me encierro, escucho el carro de Deimond irse.
Me recuesto a la puerta y me deslizó en ella hasta caer al suelo, me abrazo a mis piernas y comienzo a llorar a gritos, sintiendo como mi alma se desgarra por dentro.
Jamás en la vida debí haber permitido que Deimond se acercará a Elizabeth.
Aunque si él no hubiera venido, lo más seguro es que Jak hubiera venido por ella.
Era una decisión tomada, la venida de Deimond aquí, solo retardo un poco más este acontecimiento.
«Ahora me he quedado totalmente sola».
Día siguiente.
Abro los ojos con un fuerte dolor de cabeza y de todo el cuerpo.
Me siento adolorida por cuánto me quedé dormida en el suelo llorando.
Me paro lentamente sintiendo que todo el mundo me da vueltas, estoy súper mareada.
Cómo puedo llegó a la cama y me siento en el borde a esperar que aquel malestar se me pase.
Finalmente cuando ya me siento bien, me paro, abro el closet y busco ropa para ducharme.
Cuando paso por el espejo hacia la ducha, veo mi reflejo fatal, creo que estoy peor que la llorona.
Me despojo de mi ropa en la ducha, abro la llave y dejo que el agua fría caiga sobre mi cuerpo con la esperanza de que se lleve toda mi tristeza y dolor.
Minutos después.
Salgo del baño dejando agua por todo el piso ya que mi cabello está empapado y no me tomo la molestia de secarlo con una toalla.
Después de estar vestida salgo de la habitación y me encuentro con la puerta abierta de la habitación de Elizabeth.
Inmediatamente mis pies caminaron hacia ahí.
Apenas entré las lágrimas salieron de mis ojos.
Esa habitación ya no era la misma, ahora era una habitación vacía en dónde solo se podía percibir tristeza y mucho dolor.
Dónde solamente había un vacío.
«Ya no tienes razón de existencia».
Escuché una voz dentro de mi.
Es verdad ella era mi razón de vivir, ahora me sentía sola y vacía.
Sé que tengo a Dios, pero aún así en estos momentos me siento tan fatal que ni siquiera tengo fuerzas de ir a orar.
Me acerco a su cama y paso mi mano lentamente por ella mientras más lágrimas salen de mis ojos.
En ese momento escucho mi teléfono timbrar.
No tengo ánimos de nada, no quiero hablar con nadie pero al pensar que puede ser Elizabeth, voy corriendo a contestar.
En la pantalla del teléfono aparece el nombre de Jak.
—hola —contesto.
—¡Hola mami! —habla Elizabeth feliz.
Una sonrisa aparece en mis labios al escuchar su preciosa voz.
—hola mi amor ¿Cómo estás?. —pregunto.
—bien mami, muy bien —responde.
Por el tono de su voz, puedo deducir que está feliz.
—que bueno cariño —le digo mientras seco mis lágrimas.
—y tu ¿Cómo estás? —pregunta ella.
—bien, bien —miento para no preocuparla.
—¿Estás segura? —vuelve a preguntar.
Puedo sentir que a pesar de todo se preocupa por mi.
—si —trago grueso.
«¿Cómo voy a estar bien cuando se ha ido y me ha dejado sola?».
—bueno mami —dice ella —te paso a papá.
—okey.
Comienzo a llorar en silencio.
«Cuánto diera por tenerla a mi lado y abrazarla».
Ahora me arrepiento por todas aquellas veces que le dí prioridad a York antes que a ella.
Si hubiera sabido que esto iba a pasar, definitivamente hubiera cortado amistad con él, con tal de no perderla.
Pero supongo que ahora es demasiado tarde.
—hola Linda —habla Jak. —¿Cómo estás?.
—bien —me limito a responder.
—¿Te he dicho que odio las mentiras? —pregunta.
No le respondo nada.
—sé que no estás bien, posiblemente en estos momentos tienes ganas de morirte por cuánto Elizabeth te dejo, pero debes saber que ella tomo está decisión porque...
No lo dejo terminar de hablar, cuelgo la llamada y tiro el teléfono en la cama.
Luego corro hacia el baño desesperada y busco aquellas pastillas que hace meses había dejado de tomar para poder dormir en paz.
«Ahora lo único que quiero es dormir y no despertar».
Cuando las encuentro abro el tarro de pastillas y echo en mi mano unas cuantas.
Salieron más de las que quería pero no me importa, entre más tome más podré dormir.
Me las echo en la boca y tomo abundante agua.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro