50. ¡¡J2!!.
Nota: hola a todit@s.
Bendiciones🥰🥰🥰.
Pasó por aquí para desearles muchas bendiciones de parte de mi Dios🤗🤗🤗.
También paso por aquí para extender un saludo muy especial a una chica cuyo nombre ha aparecido en mis notificaciones y mensajes.
Su nombre es...
Es...
Y es....
Aquí llega el suspenso.
Es una chica muy linda que ha estado pendiente de tooooodas mis historias.
Esa chica se llama....
Se llama...
Llama...
¡¡Tatatataaaaam!!🥳🥳🥳🥳.
La chica se llama...
YesicaLpez342.
Yésica quiero desearte de parte de Dios muchas bendiciones, también agradecerte inmensamente por leer mis historias.
De verdad para mí ello es súper importante y anhelo de todo corazón de que puedan ser de bendición para ti.
Dios te bendiga mucho y un abrazo inmenso 🫂.
No olvides de que te haz ganado un lugar en mi corazón, así como tod@s est@s lectores precios@s😘😘😘😘.
Te quiero un montón, cuídate 🥰🥰🥰🥰.
Vaaaaaaay 🤗🤗🤗🤗🤗.
No siendo más, aquí les dejo un capítulo más, por cierto este va dedicado a Jésica.
Espero y lo disfrutes.
Dios les bendiga a tod@s.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 7
23 Como el ave que se apresura a la red,
Y no sabe que es contra su vida,
Hasta que la saeta traspasa su corazón.
Horas después.
Finalmente hemos llegado a hogar dulce hogar, osea mi casa, tristemente no puedo decir lo mismo para Deimond, acaba de llegar a una casa de extraños y quién sabe que clase de bienvenida le den.
Como todos saben, mi padre lo odia.
Mi madre no lo conoce, pero dudo que le agrade.
Si Mibsan está, que se atenga, porque sino le agrada York que es pastor, dudo que a él lo quiera tantico después de lo de la rubia.
Annie ni se diga, ella si lo conoce, posiblemente apenas lo mire se lo imagine en la cama.
De Zuar no sé qué decir, no sé si habrá venido, últimamente después de recuperarse totalmente se la pasa muy perdido.
Cabe recalcar que él me ama mucho y no consiente nada conmigo, lo mismo que Mibsan.
Ese chico es mi consentido, el nombre Ternurita le queda demasiado bien, ya que cada vez que lo veo, solo quiero jalarle los cachetes y darle picos.
Simplemente lo amo, afortunada la que se gane su corazón.
No puedo decir lo mismo de Mibsan, porque él no tiene corazón.
Si algún día llega a conseguir a alguien, le daría mi sentido de pésame por adelantado, porque en cualquier momento que Mibsan pierda la paciencia, la matara con sus propias manos y posiblemente la enterrará en la misma casa, si es que no se la da de comer a los perros.
Elizabeth posiblemente después de saber qué Deimond es su padre, posiblemente se encierre en su habitación y no salga, hay veces que le da la gana de hacer berrinche.
En estos momentos un berrinche de ella sería la excusa perfecta para decirle a Deimond que ella no lo quiere y que mejor nos deje en paz.
¿No creen?.
Yo si.
Y donde halla venido Duncan, hay si me toca hacer que Deimond se vaya, ese par son como el agua y el aceite.
Miró a Deimond el cual tiene su mirada puesta en la casa, aún no hemos descendido del auto.
En su rostro ya no hay ningún rastro de lágrimas, incluso si yo le dijera a alguien como se puso a llorar, no me lo creería.
¿Deimond llorando como un niño?.
Imposible.
Pero yo lo vi y se que es verdad.
Ahora me lamento de no haberle hecho un vídeo, o al menos tomado una foto.
Me quito el cinturón de seguridad y suspiro.
—sino te sientes preparado para hablar con Elizabeth, puedes venir en otro momento —le propongo al ver que no se ha movido de su lugar.
Además eso sería bueno para mí, ya que tampoco me siento preparada, tengo miedo de su reacción.
—no, —contesta —voy a verla hoy.
Se quita el cinturón y sale del auto, yo hago lo mismo rápidamente.
—¿Estás seguro? —le pregunto al ver cómo camina hacia la casa.
—completamente —responde sin titubear.
—pero...—intento persuadirlo —y si...
—¡¡J2!! —escucho los gritos emocionados de Elizabeth.
Volteo a ver y ella viene corriendo con una gran sonrisa en sus labios y en vez de correr hacia mi que soy su madre, se tiró en los brazos de Deimond él cual la recibió gustoso cargándola.
—¿Viniste a verme? —pregunta ella aferrada a su cuello.
—si, —responde él —he venido a verte.
Se veían tan lindos así abrazados padre e hija que sin pensarlo saque el teléfono y les tome una foto.
Es ahí cuando me doy cuenta de que he recibido innumerables llamadas y mensajes de York.
«¡Oh por Dios!».
Por andar consolando a Deimond, no me había dado cuenta.
—pense que nunca vendrías —comenta ella triste —no sabes lo mucho que te extrañe, a nadie más le gusta ver películas de princesas conmigo y si juegan a ajedrez siempre me ganan, es horrible —se pone a llorar.
—ya estoy aquí —dice él mimandola —y jugaremos al ajedrez, también veremos muchas películas.
Ella lo mira y se seca las lágrimas.
«Gracia tenía razón, ellos se parecen».
—yo se que a ti no te gustan las películas de princesas —habla seria.
Hubieran visto la cara de sorpresa de Deimond ante tal confección.
—pero el solo hecho de verte sufrir viéndo esas películas, a punto de dormirte, me divierte mucho —dijo Elizabeth con una gran sonrisa.
«Eso sí que no me lo esperaba».
—tambien me gusta sentir el sabor de la victoria en el ajedrez, así sea haciendo trampa, además sé que tú lo sabes y me dejas ganar.
Él sonríe complacido.
Las sonrisas de ellos son idénticas, ahora entiendo porque ella me recordaba muchas veces a Deimond.
Ella es igualita a él, es solo que yo no me quise dar cuenta.
—me agradas —continua hablando ella —no como otras personas que solo quieren llevarse la atención de mamá —eso último lo dijo con bastante molestia.
Inmediatamente volteó a ver hacia la casa con una mirada de pocos amigos y ahí venía saliendo York.
«¡Ay no!».
«Abduceme cielo».
En este momento quería desaparecer.
Ojalá pudieran ver la molestia tan grande que se ve en el rostro de York.
De verdad, verdad que quería esconderme.
Lo más seguro es que va a regañarme y como no, siendo el pastor y mi mejor amigo.
«Me temo que ahora sí voy a morirme».
Se acerca a nosotros y mira a Deimond fijamente.
—buenas tardes —saluda.
—buenas tardes —contesta Deimond.
—mucho gusto —York le extiende la mano —mi nombre es York, pastor y mejor amigo de Linda.
Puedo ver cómo el rostro de Deimond decae un poco pero al instante se repone.
—que bien —le dice, estrecha su mano con la de York mientras con su otro brazo sostiene a Elizabeth que está en sus brazos —mi nombre es...
—no es necesario que lo diga —lo interrumpe York —ya lo sé, lo he visto es muchas revistas y periódicos, también es las noticias del entrenamiento, acompañado de muchas mujeres con las que ha tenido muchas aventuras.
No sé si soy yo, pero creo que esto no venía al caso, ¿O si?.
¿Ustedes cómo lectores que piensan?.
Pensé que Deimond se incomodaría, pero al contrario sonrió más.
—tiene razón pastor —contesta soltando la mano de York —soy un hombre muy reconocido a nivel mundial, es una pena que usted solo me conozca por mis aventuras y no por las muchas obras beneficas que he hecho, las cuales también han publicado en las noticias, pero supongo que usted de eso no se ha dado cuenta, pero aunque muchos me han tildado de mujeriego, al menos no he aparecido en los periódicos como un delincuente, ni mis padres han tenido que pagar por hacer callar a los medios de comunicación.
«Oh por Dios».
«¿Acaso se están atacando disimuladamente?».
«Pero si es así, ¿Cómo Deimond se enteró de eso?».
Veo como el rostro de York palidece un poco y mira hacia otro lado.
—aunque hace muchos años que haz estado detrás de camaras, eso no significa que no recuerde que eras el heredero de la agencia de modelaje más prestigiosa en París, la cual lamentablemente fracaso. —sigue Deimond hablando. —me imagino que todo fue gracias a ti pastor.
«Eso debió haber dolido mucho».
«Creo que se le fue la mano».
No tenía porque restregarle las cosas a York así de esa manera.
Si algo duele en esta vida, es que le saquen a luz el pasado y parece que Deimond es perfecto en eso.
No le importo siquiera que fuera él pastor.
Me imagino que donde yo llegará a darle una oportunidad, al más mínimo error, inmediatamente me juzgará y me recordara los momentos más duros por los que he pasado.
York hizo como sino lo escuchara y me miró.
Supongo que aunque no lo demuestre, ha de estar bastante afectado.
—Dios te bendiga hermana Linda —me extendió su mano.
—amén —tomo su mano.
—¿Podríamos hablar en privado? —me pregunta sin soltar mi mano.
Yo asiento.
Él suelta mi mano y camina hacia el jardín, yo lo sigo pero siento una mirada pesar sobre mi espalda.
Me giro a ver y me encuentro con la mirada de Elizabeth, me mira con decepción y bastante molestia, semejante a la mirada que le dió a York.
¡Dios mío!, siempre que trato con York, termino alejándome de ella, o mejor dicho es al contrario, ella pone una barrera en medio de nosotras.
No entiende nuestra amistad, tampoco que es el pastor.
No soporto ver cómo me mira y vuelvo hacia ella, dejando a York.
—cariño —la tomo de los brazos de Deimond —olvide saludarte.
—eso siempre pasa cuando llega el pastor —dice.
—no digas eso cariño —le digo —es el pastor y no puedo ignorarlo, porque eso sería muy grosero de mi parte —le explico.
—¿Pero si puedes ignorar tu propia hija?.
Tomo aire al no saber cómo tratarla.
—incluso se te olvidó hacer pasar a J2 a la casa —me dice.
A veces siento que hablo con alguien de mi misma edad.
—¿No deberías de atenderlo a él, que vino de tan lejos antes que al pastor? —continua.
—pero es que...
—ademas no deberías de irte ha hablar a solas con el pastor, eso no te queda bien y al pastor se le ve feo, ¿Porque no hablan delante de nosotros? —me interrumpe.
Deimond la mira asombrado.
Suspiro y termino cediendo a las palabras de Elizabeth.
—¡Linda! —me llama York.
—¿Linda? —repite Elizabeth —¿No debería decir hermana Linda?, creo que eso suena mejor —comenta.
Le doy una mirada molesta a Elizabeth antes de responder a York.
Cuando le da por ponerse insoportable, no hay quien la aguante.
Lo peor de todo es que Jak no me deja tocarla, dice que si ella tiene razón y peso en sus palabras, no hay porque.
—¡Espérame! —le digo a York —¡Ahora voy!.
Camino hacia la puerta seguida de Deimond el cual sigue con Elizabeth en brazos.
—sigan —les abro la puerta.
Ellos entran y los dirijo hacia la sala, justo en ese momento me encuentro con mamá la cual sale de la cocina.
—querida —me saluda.
—hola mamá —le doy un gran abrazo.
Luego su mirada se posa en Deimond.
—mami te presento a....—no sé cómo decirlo.
—mucho gusto hermana —se apresura él a decir —mi nombre es Deimond.
—el gusto es mío —mamá le da una calida sonrisa —soy Alice, la mamá de Linda, ya he escuchado hablar de ti.
—bueno... —digo jugando con mis dedos —voy a ir a hablar con él pastor y ahorita vengo.
—de acuerdo —dice mi madre —pero no olvides que ya es de noche, asegúrate de que se vaya pronto.
—si señora —contesto antes de salir hacia afuera.
Es así como dejo a Deimond con Elizabeth y mi madre.
Camino hacia el jardín en busca de York, mientras lo hago siento el frío de la noche acariciar mi piel.
El cielo luce opaco, ni siquiera se ve una sola estrella, prendo la linterna de mi teléfono para no tropezar.
A medida que me adentro en el jardín, me doy cuenta de que no estoy sola, alguien me está mirando, alguien me está siguiendo.
Me giro de inmediato sobre mis tobillos pero no veo a nadie en absoluto.
Alumbró por todos lados para asegurarme y efectivamente no hay nadie.
Me tranquilizo y vuelvo a seguir caminando, pero vuelvo a sentir aquella sensación tan extraña.
Nuevamente me doy vuelta y miró, pero no hay nada.
Supongo que son los nervios que me están jugando una mala pasada.
Me quedo quieta en mi lugar mientras me tranquilizo un poco y me vuelvo a girar hacia donde iba.
Sigo mi camino hasta que en lo profundo al pie de unos arbustos, logro a visualizar a York.
Se encuentra sentado en el suelo mirando a la nada.
Me acerco lentamente.
—ya llegué.
York toma aire.
—¿Que hace Morgan aquí? —no disimula su molestia. —no se supone que estaba en coma a punto de ser desconectado.
—todo fue una broma —respondo.
—fue una trampa que te tendieron en la cual caíste redondita. —dice él.
Me quedo callada al ver que él tiene toda la razón.
—y para completar lo traes a tu casa —continua —¿Que es lo que pretendes Linda? —pregunta —¿A qué estás jugando?.
—no estoy jugando a nada —me apresuró a decir —es solo que...
—¡Así como vas no vas a llegar a ningún lado, ni siquiera pienses en la idea de bautizarte!.
«Eso dolió».
Todos estos días me he estado esforzando por llegar a ese paso, quiero el bautismo, lo anhelo con todas mis fuerzas.
—¡No puedes hacerme esto! —rebato.
Él me mira fijamente.
A pesar de que es de noche, la luz del teléfono me permite verlo bien.
—yo no puedo hacer acepción de personas, —contesta —estas dando mal testimonio.
Tomo aire.
No me queda de otra que contarle todo con pelos y señales para que él logre a entender mi situación y no me prive de él privilegio de bautizarme.
Sé que él es el pastor y por tanto su palabra es la ley, después de la palabra de Dios.
Luego de contarle todo, el se queda pensativo por unos largos minutos que parecieron eternidad.
—esta bien —dice al final —no te privare del privilegio de pasar a las aguas, pero debes de tener mucho cuidado y cualquier cosa que vayas a hacer, primero debes consultarme.
Se para del suelo, yo hago lo mismo, él se acerca y me abraza.
«Que extraño».
«Su abrazo es muy diferente al de Deimond».
«No se siente igual».
—cuidate mucho —me deja de abrazar.
—tu también —le digo.
Él me sonríe y se comienza a ir, me quedo mirándolo cuando de repente se vuelve a dar vuelta.
—una cosa más —me dice —por nada del mundo dejes que Deimond se quede a dormir aquí.
Yo asiento.
Él sonríe satisfecho y se va.
Me quedo ahí parada pensando en sus palabras y en todas las recomendaciones que me dio, aparte de sus consejos.
Cuando escucho su carro irse, entonces emprendo mi camino a casa.
A medida que lo hago, vuelvo a sentir aquella rara sensación de ser observada, pienso que es obra de mi imaginación.
Pero es tal la sensación, que siento que van a agarrarme por la espalda.
Me giro rápidamente preparada para cualquier cosa, pero no hay rastro de nadie.
Vuelvo a seguir mi camino, pero nuevamente aquella sensación vuelve haciendo que no pueda avanzar.
Vuelvo a girar nuevamente y no hay nadie, me quedo así mirando hacia todos lados y cuando ya estoy segura de que no hay nadie en medio de tantos arbustos, vuelvo a mirar a girar sobre mis tobillos para seguir mi camino.
—¡¡Aaaa....!! —grito al ver el peligro.
Pero mis gritos son callados por aquel sujeto parado frente a mi el cual pone su mano enguantada sobre mi boca.
«Creo que este es mi fin».
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro