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43. LA VOLUNTAD DE DIOS.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Romanos 12
2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.


—Dios los bendiga hermanos —escucho la voz de York a través del micrófono —les invitó a ponerse de pie.

Todos nos ponemos de pie y fijamos nuestra mirada en él.

Lleva una camisa verde clarito que resalta con el hermoso iris de sus ojos.

Él sigue hablando pero yo no escucho lo que dice porque me he perdido en su mirada, cuando escucho que lo hermanos comienzan a orar es que vuelvo en si.

Cierro los ojos y comienzo a orar sin saber exactamente porque es.

«Supongo que ha de ser por el culto».

Después de ello comenzó la alabanza, mientras el pianista tocaba, una hermana cuyo nombre no recuerdo cantaba la adoración mientras la batería, la guitarra y otros instrumentos sonaban.

Me dejó llevar por la música y comienzo a expresarle a Dios lo mucho que lo amo, cuando me di cuenta estaba en el altar derramando mi alma ante Dios, lloraba abundantemente pero era de felicidad y agradecimiento por todo lo que Él por mi había hecho.

Luego de la adoración entonaron un himno el cual se titula en la cruz.

Me pare del altar y fui a sentarme mientras todos cantaban y aplaudían.

Hace un año atrás no se me llegó a pasar que fuera a conocer a Dios y fuera a pasar momentos tan increíbles con Él.

Ahora me siento perdidamente enamorada de la persona que realmente vale la pena.

—bueno amados hermanos —dice York cuando el himno termina —les invito una vez más a estar de pie, vamos a estar orando por la iglesia en este lugar.

Todos nos ponemos de pie y comenzamos a orar.

Estaba súper concentrada orando hasta que sentí una mirada clavada en mis espaldas.

Hace un momento atrás también la sentí pero no le puse cuidado, pero ahora me veo en la necesidad de voltear a mirar para saber quién es la persona que me está mirando.

Volteo a ver de manera disimulada y me encuentro con un rostro familiar.

Apenas su mirada se encuentra con la mía, inmediatamente vuelvo mi mirada hacia el frente.

—Dios mío —digo volviendo a cerrar los ojos —que no sea la persona que creo que es.

Inmediatamente entra en mi la duda y no me explico que hace aquí, se supone que Fabricio no es cristiano.

Hago mi mayor esfuerzo por volverme a concentrar pero ya no es lo mismo.

Sé que él me reconoció y posiblemente ya le esté enviando mensajes a Deimond para decirle dónde estoy.

La angustia se apodera de mi.

La verdad es que no me siento preparada para volver a verle la cara a Deimond.

Hace mucho que no sé nada de él y creo que es lo mejor.

Desde que me aleje por completo de él, he podido vivir una vida plena y feliz, no quiero que vuelva a aparecer y mi vida se vuelva un desastre.

—vamos a estar alabando al Señor —dice York después de orar por la iglesia.

Él pianista sube al altar con los demás integrantes de la alabanza y comienzan a alabar a Dios.

Yo comienzo a aplaudir con los ojos cerrados pero sigo sintiendo la mirada de Fabricio sobre mi.

Vuelvo a mirar de manera discreta para asegurarme de que sea él y efectivamente lo es y me está mirando.

«¿Que está haciendo por aquí?».

«Ojalá no se me vaya a acercar».

«Lo mejor es hacer que no lo conozco».

«Si, es lo mejor».

Me convenzo mentalmente tratando de tranquilizarme, aunque no sé porque estoy tan nerviosa.

Me concentro en cantar el coro que dice:

🎤Allá en el cielo, allá en el cielo, allá en el cielo,
    No habrá más llanto ni más tristeza ni más dolor,
   Y cuando estemos los redimidos allá en el cielo,
    Alabaremos al Señor🎤.

Después del coro el pastor York comenzó a predicar, no sin antes anunciar la salida de los niños a su escuela dominical.

Elizabeth tomo su bolsito y antes de irse me dio un abrazo con un beso.

«Ojalá se olvide de lo que me dijo ayer».

—les invito amados hermanos para que abran sus biblias ahí en el libro de Miqueas 6:8., si alguno no trajo su biblia, yo le invito a que se acerque al que si trajo y si alguno desea compartir su biblia con los amigos, también puede hacerlo.

Volteo a ver hacia atrás y me doy cuenta de que él único amigo que hay es Fabricio y no tengo ninguna intención de compartir mi biblia con él, afortunadamente muchas jovencitas se acercan a compartir su biblia.

Es como si él se echara miel y ellas fueran hormigas, desde que lo conozco siempre las chicas han estado detrás de él y eso hace que él se crea la última Cocacola del desierto.

Vuelvo mi vista al frente y comienzo a buscar en mi biblia la cita que Dios el pastor.

Dice: Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

Él pastor lo lee y comenzamos a orar para que Dios nos bendiga a través de su palabra.

—amén y amén —dice finalizando la oración —pueden tomar su lugar, está palabra la he titulado: LO QUE DIOS TE PIDE, como pueden ver Dios no nos pide algo imposible de hacer, solo nos pide hacer justicia, Él quiere que como seres humanos que somos aprendamos a ser personas justas, aparte de ello Dios quiere que amemos misericordia, que aprendamos a tener compasión como Él la ha tenido con nosotros...

Comienzo a tomar nota de todo lo que dice y a buscar las citas bíblicas.

Tiempo después.

Después de la predicación llegó la ministración en donde muchos pasamos adelante y el pastor oró por nosotros.

Luego cada uno volvió a su lugar, York dio los anuncios y comenzó a orar para despedir el culto.

—Dios los bendiga, nos podemos saludar en el amor del Señor —dijo antes de apagar el micrófono.

Todos nos comenzamos a saludar, busco a mamá y la abrazo.

Annie sigue sentada en el mismo lugar en donde se sentó desde que llegó, también me acerco y le doy un abrazo.

—Dios te bendiga —le digo.

—¿Ya viste quién estuvo en culto? —pregunta.

Yo asiento.

Volteo a verlo y está rodeado de jovencitas que lo saludan e incluso le piden ortografos.

—¿Cuando las naguas largas habían visto a un famoso de Hollywood? —pregunta Annie.

—mami, mami —me llama Elizabeth. —mira lo que me enseñaron.

Volteo a verla y viene con una hoja en la cual tiene una ovejita dibujada y la ha rellenado con algodón.

—que bonita —digo tomando la hoja en mis manos.

—la lana blanca representa santidad —me explica Elizabeth —si una ovejita está sucia, significa que ha pecado contra Dios.

—uumm ya —asiento con la cabeza.

—Dios las bendiga —escucho la voz de York.

Levanto mi mirada y me encuentro con la suya.

Saluda a mamá, a Annie, y a Elizabeth pero está le da la mano sin dignarse a mirarlo.

«Sigo sin entender porque no lo quiere».

Después de saludar a Elizabeth, se dirige a mi.

—Dios te bendiga hermana Linda —me saluda.

—amén —digo con una sonrisa.

Escucho a Elizabeth carraspear la garganta pero no le prestó atención.

—¿Cómo estás? —pregunta.

—bien gracias a Dios —respondo —¿Y tu?.

—yo también estoy bi...

—mamá —interrumpe Elizabeth.

Le dedicó una mirada dándole a entender que está siendo grosera.

—solo habló para decir que me voy con la abuela. —me quita la hoja de las manos.

—no es necesario, yo ya me voy —le digo.

Ella suspira impaciente.

Vuelvo a mirar a York.

—¿Que decías York? —pregunto.

—que estoy muy bien gracias a Dios, por cierto ¿Que vas a hacer ahora?.

—yo... —me quedo pensativa.

—quería invitarte a comer algo si tenías tiempo, pero si no lo tienes, no hay problema.

—claro, por supuesto —respondo.

Pero luego me arrepiento al sentir la mirada de Elizabeth sobre mi, yo le había dicho que ya me iba.

—creo que no puedo —me retrato —la verdad es...

—no te preocupes mamá —habla Elizabeth —si es por mi, yo me puedo ir con la abuela.

Toma la mano de mi madre y se va.

—dame las llaves del auto —exige Annie.

Por razones así no estoy de acuerdo en venir en un solo auto, pero que se va a hacer, mi madre insiste en que debemos de estar unidos.

No me queda de otra que entregarle las llaves a Annie.

Después de eso nos vamos caminando con York en compañía de otros hermanos hacía la cafetería a dónde estamos acostumbrados a ir siempre.

Creo que esa cafetería se ha vuelto testiga de todos nuestros momentos bonitos.

Minutos después.

Llegamos a la cafetería en dónde nos sentamos en una mesa mientras los hermanos se sientan en las otras.

Comenzamos a hablar de varios temas y así se nos fue pasando el tiempo en medio de risas.

Cuando nos dimos cuenta, todos los hermanos se habían ido y solo quedábamos nosotros.

Eso solo significaba algo.

Ya era hora de despedirnos.

—¿Pasa algo? —pregunta.

—¿Por qué? —frunzo el ceño.

—te noto un poco pensativa —responde.

Es verdad, he estado un poco preocupada por las palabras que me dijo ayer Elizabeth.

—la verdad es que estoy preocupada —confieso.

—¿Y eso? —me mira preocupado.

Tomo aire y le comienzo a contar todo a York, él me escucha atentamente mientras asiente.

Al final me desplomó y me desahogo con él.

Minutos después.

—no sé que hacer —le digo llorando —tengo mucho miedo de perderla, es lo más importante que tengo en mi vida después de Dios.

Él me da una sonrisa de boca cerrada, se para de su lugar, se acerca a mi y me da un cálido abrazo.

Me olvidó de todo y lloro hasta que me faltan las fuerzas.

La verdad es que mi corazón duele mucho al saber que mi niña se quiere ir de mi lado para siempre.

Dios es testigo del amor tan grande que tengo por ella, es mi vida.

—yaaa Linda, yaaa —dice sobando mi espalda.

Poco a poco me fui tranquilizando.

York me dió su pañuelo con el cual me seque las lágrimas.

Después de estar más calmada me volví a sentar en mi lugar, York hizo lo mismo.

—te voy a dar un consejo no como amigo, sino como pastor —dice —ya que como pastor es mi deber aconsejar a los miembros de la iglesia que pastoreo.

Asiento en silencio y escucho atentamente lo que va a decirme.

York toma aire y comienza a hablar.

—creo que deberías oír su voz —me dice —si ella quiere irse con su padre adoptivo, déjala que se vaya, tal vez la voluntad de Dios es esa, además no creo que haya sido la voluntad de Dios que tuvieras una hija, por esa razón permitió que tú padre interfiriera en tu embarazo.

Me quedo meditando en sus palabras y la verdad es que me cuesta aceptar lo que me está diciendo.

—¿Tu crees? —pregunto dudosa.

—estoy más que seguro —responde —además Dios tiene para ti cosas grandes y hay posibilidad de que esa pequeña estorbe aquellos propósitos de Dios, también se te dificultara casarte en el futuro.

Esa palabra "estorbar" dolió hasta el alma.

Me hizo recordar las palabras de Elizabeth.

«Yo no quiero ser un estorbo».

Al parecer York mira las cosas de la misma manera que Elizabeth las ve.

Pero yo no creo que mi niña sea un estorbo, ella es parte de mi, creo que él que quiera casarse conmigo deberá querer a mi hija también.

—creo que ya es hora de irme —digo poniéndome en pie.

—okey —dice York poniéndose de pie también.

Salimos de la cafetería y me despido de él.

—no te vayas a tomar a mal lo que te dije —me dice —te lo digo como pastor que soy, no quiero que me vayas a malinterpretar, o incluso vayas a finalizar nuestra amistad.

—de ninguna manera —contesto, aunque estoy muy dolida por sus palabras —pero quiero que sepas que Elizabeth es muy importante para mí, y no la pienso dejar ir tan fácilmente.

—por eso te lo dije, no te lo tomes a mal. —me aclara.

—lo sé, lo sé —mis ojos se cristalizan —pero es que me duele demasiado.

—aún así deberías de respetar su voluntad. —insiste.

—adios York —me despido de él y me apresuro a irme.

Cuando volteo la esquina, me recuesto a la pared y me seco las lágrimas que salen de mis ojos sin parar.

Siento un nudo en mi garganta que me está matando.

Levanto mis ojos al cielo en medio de la noche, miro el cielo estrellado.

—¿Es esa tu voluntad? —le preguntó a Dios —¿Quieres que deje ir a mi hija?.

—sé que a mí no me incumbe esto —alguien habla a mi lado —pero creo que la voluntad de Dios no es que te alejes de tu hija.

Volteo a ver a la persona que ha llegado a mi lado y en medio de las lágrimas logró a reconocerlo.

Es Fabricio.

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