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25. LA PUERTA CERRADA.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Génesis 45
26 Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía.

27 Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió.

28 Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera.



Me quedo mirándolo fijamente mientras lo que le inyecte causa efecto.

«¿Acaso este sujeto está queriendo decir que mi madre sigue viva?».

«Pero...¿Como?».

«Se supone que murió en la explosión ¿O no?».

Me quedo meditando en sus palabras.

«—es porque se lo prometí a tu madre».

Habla como si hubiera tenido cierta relación cercana con mi madre como para hacerle tal promesa.

Eso quiere decir que no llego a instalar solamente la bomba, sino que tuvo cierta comunicación con mi madre.

«Pero...¿Cómo pudo ser?».

Tendría que preguntarle a Fares.

«—ella se sacrificó por ustedes».

También dijo eso, dando a entender que ella fue la que nos salvó la vida.

Osea que estar vivo no fue un golpe de suerte, Max siempre lo supo porque fue él que nos dejó vivir e incluso engaño a Úrsula al no decirle la verdad y dejar vivos a los hijos de su enemigo.

«—y pensar que siempre soñé con tenerla en mis brazos y nunca logré lo que quería».

Eso hace que todo tenga lógica.

Max se enamoró de mi madre y por esa razón nos perdono la vida, pero a pesar de negociar con ella, jamás pudo obtener lo que quería, como lo era estar con ella.

Pero si ella sigue viva, quiere decir que aún guarda las esperanzas.

«¿Será por eso que siempre suelo soñar con ella?»

El solo hecho de pensarlo hace que de algún modo me sienta feliz.

«Mi madre está viva».

Aquel ser que pensé que nos había abandonado, resulta ser que aún sigue vivo.

Mi teléfono vibra sacándome de mis pensamientos.

Tomo la llamada.

—ajá —contesto.

—¿Está todo bien? —pregunta uno de mis hombres.

—necesito que entren y se encarguen de llevar a Max al lugar de tortura —le ordenó antes de cortar la llamada.

Me dirijo hacia la ventana y comienzo a bajar como subí.

Veo como varios hombres de Max comienzan a caer por no estar lo suficientemente preparados para el ataque que se venía.

Camino hacia la parte despejada en dónde no hay escoltas y subo a mi vehículo el cual ya está ahí porque mi hombre de "confianza" lo trajo.

Subo a la parte trasera.

—necesito que averigues en dónde está la casa de Max —le ordenó.

Ahora me queda tomar prestado el avión de los Montreal, aunque pensándolo mejor no es un préstamo, se supone que Fares es mi padre, así lo que lo suyo es mio.

Cierro los ojos y me dejó llevar por el sueño, sabiendo que en cualquier momento debo volver a despertar.

Dos días después.

Tomo una bocaranada de aire luego lo vuelvo a votar mientras miro fijamente la casa de Max.

Quien se iba a imaginar que el hombre vivía como Dios manda.

Vivía como un rey por así decirlo, en una casa inmensamente grande, pero tristemente sólo, rodeado de hombres que solo están ahí por un miserable sueldo.

Solo sin nadie que estuviera a su lado por amor, ni siquiera tenía un solo ser querido.

En parte era bueno que fuera así, porque de esa manera no tenía nada con que le pudieran chantajear.

—jefe —dice uno de mis hombres que acaba de salir de la casa —ya nos encargamos de los hombres de seguridad, está totalmente despejado, puede entrar.

Volteó a ver a Fares el cual está a mi lado.

Al enterarse de la posibilidad de que mamá estuviera viva, decidió venir acompañado de Annie, la cual al saberlo no se quiso quedar, por más que le dijimos que podía ser una trampa, pero ella insistió en venir.

—ya oíste —le digo —adelante.

Fares no se inmuta, solo se limita a ver la casa en silencio.

Por un instante quisiera saber en qué tanto piensa.

—ve tu —me dice.

Río ante sus palabras.

—¿No me digas que a estás alturas de la vida tienes miedo a una emboscada?.

Él niega.

—tengo miedo a ver a tu madre y no saber cómo enfrentarla cuando me pregunte por ustedes, —responde  —si...si ella está viva no sabré que hacer porque lo he arruinado todo —puedo ver arrepentimiento en su rostro.

—supongo que ya es tarde para arrepentimientos —contesto.

Aunque mirandolo de esa forma, yo tampoco sabría que hacer si llegase a enfrentarme ya que ella aspiraba a qué yo fuera un pastor y posiblemente lo hubiera sido de no ser porque ella murió, pero si no murió y está viva...

—¡Cobardes! —escucho a Annie decir —si ustedes no van entonces yo si ire.

Comienza a caminar hacia la casa la cual tiene sus puertas abiertas de par en par.

El viento sopla con fuerza haciendo que sus risos se eleven, ella pasa la mano por ellos tratando de controlarlos pero son igual de rebeldes a ella.

Miro a Fares a ver si va a detenerla, pero parece que su alma se hubiera ido y solo estuviera el cascarón.

«Lo haré yo».

Alcanzo a Annie y la detengo.

—no seas tonta —la regaño —primero iré yo por prevención.

Ella hace un puchero.

—pero si los escoltas dijeron...

—¡Dije que iré yo! —la interrumpo.

Ella me da una mirada molesta cruzándose de brazos.

Camino en dirección a la casa y entre más me acerco a sus puertas, más crece en mi la incertidumbre.

«¿Realmente está viva?».

Entro en la casa e inmediatamente siento que ya he estado aquí muchas veces, aunque nunca había venido.

Esa familiaridad con las cosas es algo muy extraño.

Me quedo mirando el sofá que hay en el centro de la sala y recuerdo haber estado ahí sentado muchas veces.

Me acerco más y me siento ahí.

Es entonces cuando todo comienza a tener sentido.

Muchas veces he estado en esta casa, es solo que ha sido en sueños.

«Aquí es donde siempre veo a mamá»

Me paro de ahí y corro escaleras arriba, llegó a la habitación donde siempre veo a mi madre en sueños, pero está cerrada.

Intento abrirla pero tiene varias claves combinadas, es como una especie de habitación de seguridad, como una cárcel por así decirlo.

—fue la única puerta que no pudimos abrir —dice uno de mis hombres llegando hasta mi.

Dejo de escribir dígitos y le dedicó una de mis mejores miradas.

No necesito decir palabra alguna porque él entiende a la perfección lo que yo quiero decirle.

Se da la vuelta y se apresura a marcharse, sabe que le puedo dar un tiro en este mismo momento.

Nuevamente vuelvo mi concentración a la puerta.

No hay cerrojo ni combinación que no pueda descifrar.

Media hora después.

Jamás había batallado tanto descifrando una clave, era tanto mi esfuerzo que incluso unas gotitas de sudor se habían formado en mi frente.

Escuché pasos provenientes de las escaleras, pero no voltee a ver, por su caminar sabía que era uno de mis hombres y conocía su nombre sin necesidad de verlo.

—si gusta jefe podemos volar la puerta —me propone —al fin y al cabo no se sabe que halla ahí, puede tratarse de una trampa.

Él tenía razón, no tenía sentido matar cabeza queriendo descifrar una clave cuando fácilmente podemos volar la puerta.

Pero si hago eso, significa que si hay puertas que jamás voy a poder abrir.

Eso significa que soy un incompetente y mis hombres no me verán de la misma manera, incluso Fares que está afuera se reira de mi y dirá que él si podía abrirla.

Definitivamente no puedo ceder.

—largo —le digo sin mirarlo.

Él no dice nada, se da vuelta y se marcha.

Otra media hora.

Aún sigo intentando abrir la puerta, no pienso rendirme.

De nuevo comienzo a oír pasos subir por las escaleras.

Está vez con la paciencia agotada, decido sacar mi arma y volarle la cabeza al sujeto que viene.

Pero al escuchar de manera detenida sus pasos, me doy cuenta de quién es y definitivamente no puedo matarlo.

Camina de manera lenta y pausada, pero segura.

Es alguien que no le teme a nada, que aunque me duela aceptarlo, lo admiro y he luchado por ser incluso mucho más poderoso y ágil que él.

A medida que siento que se acerca más, me apresuró a encontrar la clave exacta.

Ya intenté de todas las maneras pero nada.

La paciencia se me está agotando, pero no puedo rendirme, mucho menos ahora que tengo a Fares a mi lado.

—¿Te quedó grande abrir la puerta? —pregunta.

Si algo me da rabia, es que me digan que algo me es difícil hacer.

—para nada —respondo con toda la tranquilidad del mundo, aunque por dentro no estoy así —es solo que estaba esperando a que llegaras para que me vieras abrir la puerta.

—si tu lo dices —dice incrédulo.

Nuevamente ingreso otra clave, pero es rechazada.

—dejame a mi —dice Fares corriéndome y tomando mi lugar.

«Veamos a ver con que sale».

«Como si fuera tan fácil descubrir la clave».

Desvío mi mirada hacia la pared que está al frente cuando de pronto oigo la puerta abrirse.

Inmediatamente volteo a mirar con los ojos abiertos como platos.

La puerta en la que llevo casi más de una hora, Fares la acabo de abrir en menos de un minuto.

—¿Como lo hiciste? —pregunto indignado.

—sencillo —responde como si nada —digite el nombre de tu madre en números.

«¿Es enserio?».

Siento que me lleva el que no me trajo a este mundo.

Me siento un idiota parado al lado de Fares.

«¿Por qué diablos no puedo ser mejor que él?».

Siempre, siempre es así.

Por mucho que me esfuerce, él siempre termina ganando en todo, aunque hago lo posible por sacarlo de quicio, siempre tiene el control, incluso para vergüenza mia me ha librado el pellejo varias veces.

—deja de mirarme como si quisieras dispararme rayos láser y mejor entra a esa habitación. —me dice.

Aprieto mis labios para no decirle lo mucho que lo odio y entro a la habitación.

Miró todo alrededor y me doy cuenta de que es una casa.

Si, una casa dentro de otra casa.

Es como un mini apartamento.

En estos momentos estoy en la sala, comienzo a mirar el lugar y llego a la cocina que es bastante pequeña la cual tiene toda clase de utensilios de cocina.

Me recuerda mucho a la cocina de la casa de Fares, está tal y como a mí madre le gustaba arreglarla, no ha cambiado nada.

Incluso el aroma que hay por todo el apartamento se parece al de ella.

Si mis recuerdos no me engañan, ese era el perfume favorito de mamá.

Abro el refrigerador que hay en la cocina con sumo cuidado tratando de ser lo más silencioso posible y me doy cuenta de que está repleto de muchas cosas.

Eso llamo mucho más mi atención porque la comida que hay ahí es...

Dejó de mirar y camino en dirección hacia la habitación la cual está cerrada.

Apenas la voy a abrir escucho un sonido adentro.

De inmediato saco mi arma y estoy listo para disparar.

Abro la puerta lentamente sin hacer ruido.

Apenas la termino de abrir apunto con mi arma, pero lo que veo hace que por poco la suelte.

Es una habitación perfectamente ordenada, tiene todo lo esencial de un cuarto.

Un clóset, un espejo, un peinador, una puerta que da al baño privado supongo, entre otras cosas.

Pero lo que más me llama la atención es la cama.

Una cama perfectamente tendida sin arruga alguna en el edredón.

Veo a una mujer, la misma mujer que aparece en mis sueños.

Está de rodillas en el suelo, con su cabeza apoyada en la cama.

En otras palabras ella está orando.

No entiendo porque pero comienzo a temblar, incluso me preguntó si es real o simplemente estoy repitiendo el mismo sueño de siempre.

Comienzo a retroceder sin saber que más hacer.

Realmente mi madre si está viva, la estoy viendo con  mis propios ojos.

Ella levanta su cabeza, se para de su lugar y se gira hacia mi.

Lo primero que hago al encontrarme con su mirada, es dejar caer mi arma al suelo.

Ella mira hacia donde cayó el arma y veo como una lágrima rueda por su mejilla.

Se ve feliz, pero a la vez decepcionada.

Creo...

Creo que está decepcionada de mi.

Trago grueso apenas ella vuelve su mirada hacia mi, más lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas, haciendo que me siento el hombre más cretino de todo el universo.

No soy capaz de seguir mirándola y bajo mi mirada al suelo.

Ella comienza a caminar hacia mi.

Lo hace de la misma manera que cuando éramos niños y nos sorprendía comiendo el pastel que ella había horneado.

Se para frente a mi y pone su delicada mano en mi mejilla.

Su tacto es tan único, tan suave, que me hace recordar cuando yo era niño.

Ese sentimiento de madre e hijo se hace presente y es muy fuerte.

A pesar de todos los años que han pasado, ella no ha cambiado nada, sigue siendo igual de guapa como antes, es como una especie de copia de Linda, son idénticas.

Es como si él tiempo para ella no hubiera pasado, aún así sus ojos se miran desgastados de tanto llorar, pero en ellos hay un brillo especial del cuál Linda carece.

No me puedo contener más y pongo mi mano encima de la suya.

No sé cómo pasó pero al conectar mi mirada con la suya, me doy cuenta de que tengo mi visión borrosa.

Estoy llorando y no sé cómo sucedió.

Solo sé que estoy llorando de felicidad.

Ella me dedica la sonrisa más dulce y hermosa que solo ella me puede dedicar.

—Mibsan —pronuncia mi nombre de manera tan especial —mi amado hijo Mibsan —dice con la voz quebrada.

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