2. UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Salmos 33
2 Aclamad a Jehová con arpa;
Cantadle con salterio y decacordio.
Era como si el tiempo se hubiera detenido, él no me dejaba de abrazar y yo era incapaz de quitarlo.
Hasta que llegó Emily y rompió aquella borbuja en la que nos encontrábamos.
Emily nos mira confundida frunciendo el ceño, Deimond no le pone ni la más mínima atención.
—¿Se conocen? —pregunta Emily.
Tomo fuerza de voluntad y aparto a Deimond de mi, ya que él no tiene intenciones de dejar de abrazarme.
—¡Nunca! —respondo.
—¡Si! —responde Deimond.
—¡No tengo ni idea de quién es!. —sigo mintiendo.
—¿Es enserio? —me pregunta Deimond triste.
—pues te lo presento —dice Emily como si nada —el es Deimond, más conocido como J2.
Luego mira a Deimond.
—Deimond, ella es Nina mi hermana —me presenta.
—¿Nina? —repite él —ahora entiendo porque no te encontraba —me dice.
—entonces... ¿Si se conocen o no? —vuelve a preguntar Emily.
La pobre está más perdida.
Agena a todo lo que está pasando.
—¡Nooo! —respondo.
—¡Siiii! —responde Deimond a la misma vez.
Volteo a ver a Deimond y le dedicó mi mejor sonrisa inocente.
—me temo que me estás confundiendo —le digo tratando de sonar convincente.
Deimond niega con la cabeza.
Yo le resto importancia.
—ahora si me disculpan me tengo que ir —les digo.
Encuentro las llaves de mi auto lo desbloqueo e intento entrar.
—tu no vas a ningún lado —dice Deimond tomándome del brazo.
—¡Déjame! —aparento estar molesta —¿Quien te crees para tocarme?.
—tu futuro esposo —responde muy seguro.
Debieron de haber visto la cara de asombro de la pobre Emily.
Intento safarme, pero él tiene mucha más fuerza que yo, me saca del auto y me obliga a subir al de él.
—¡Noooo! —trato de resistirme, no quiero usar la violencia contra él.
—tenemos que hablar —me dice serio cerrando la puerta y rodeándo el auto.
—¡Oigan! —dice Emily —¿Quien me va a ayudar a llevar esto? —se refiere a la caja que lleva en las manos.
—arreglate como puedas —responde Deimond —ahora tengo cosas más importantes que hacer.
Sube al auto y comienza a conducir.
Me rindo.
No intento luchar por escapar, solo dejo que haga lo que quiera.
Me recuesto en el asiento y cierro los ojos.
—siges siendo la misma —dice dando un suspiro —solo que ahora, estás mucho más hermosa.
Siento su mirada recorrer todo mi cuerpo, pero le resto importancia.
«Siempre y cuando no haga nada tonto, todo estará bien».
Jamás imaginé que iba a volver a andar en un auto con Deimond.
Pensé que de verdad iba a poder escapar de él, pero no fue posible.
—no sabes todo lo que he sufrido por ti todos estos años —dice Deimond mientras conduce.
Ruedo los ojos.
«Tanto sufrió que se revolcó con medio mundo de mujeres».
—pero te lo dejaré pasar por alto, —continua hablando —siempre y cuando no te atrevas a dejarme otra vez.
«Habla como si nosotros tuviéramos una relación».
Él sigue hablando, yo decido no prestarle atención.
Horas después.
Me he quedado profundamente dormida por el largo viaje.
Siento una mano acariciar mi rostro lentamente.
Abro los ojos y me encuentro con Deimond muy cerca de mi.
—¿Que haces? —digo empujándolo con fastidio.
Me bajo del auto y miro a mi alrededor, parece que estamos en un bosque.
Deimond también baja del auto y se para a mi lado.
—¿Que es esto? —pregunto.
—es el lugar a dónde suelo venir cuando no quiero ser molestado. —responde.
—¡Volvamos! —le exijo.
—jamas —contesta —no quisiste hablar conmigo hace unas horas atrás, ahora tendremos todo el tiempo.
Suspiro.
«Ni modo, tendré que dejarle las cosas claras».
—no sabes lo feliz que me siento por finalmente haberte encontrado —sigue hablando con una gran sonrisa —ahora estaremos juntos para siempre.
—eso no puede ser posible —rompo sus ilusiones.
—¿Por qué? —pregunta.
—porque... porque... —no sé que mentirle —porque yo ya rehice mi vida con otro hombre.
—¡Falso! —dice. —sé que me amas como yo te amo a ti.
—no seas iluso —le digo.
Él me empuja hacia el auto y me acorrala.
Es imposible que mi respiración no se descontrole.
Hago lo posible por estar calmada.
Pero por un momento pónganse en mi lugar.
Deimond es muy guapo, a cualquiera pone nerviosa.
—entonces mírame a los ojos y dime qué ya no sientes nada por mi —dice levantando mi barbilla con su mano libre.
—yo...yo... —intento decirlo, pero está demasiado cerca, tanto que nuestras respiraciones se mezclan.
Si sigue así, no sé que pueda estar pasando.
O si lo sé.
Me va a terminar besando y no voy a ser capaz de huir.
—eres única mi Linda —dice contemplando mi rostro.
Me mira como un tesoro muy preciado.
Lo aparto rápidamente de mi y trato de salir corriendo, pero él me atrapa y me abraza por la espalda.
—dejame —le pido en un susurro.
—solo un poco más —me ruega —he esperado esto por muchos años, no puedo dejarte ir así sin más.
Cierro los ojos con fuerza tratando de tener auto control de mi misma para poderlo noquear y salir huyendo.
Pero al final soy incapaz de atentar contra él y simplemente le dejo que me abrace.
«Pero solo un poco más».
A medida que aquel abrazo se extiende, mayores son los sentimientos que siento que mi corazón alberga por él.
Pero inmediatamente recuerdo lo que Fares me dijo unos cuantos días atrás, sé que eso no eran simples amenazas, él lo cumplirá.
También recuerdo que Deimond no ha sido un santo, así que tampoco se merece que yo lo siga amando.
Finalizo el abrazo y lo miro cara a cara guardando las distancias.
Es de la única manera que tengo valor de hablarle.
—si tanto me amas como dices hacerlo, entonces ¿Por qué te acostaste con medio mundo de mujeres?. —le preguntó.
Deimond baja su mirada al suelo.
Solo puedo ver en el arrepentimiento.
Pero no puede ser real, no puede.
Aún así se ve tan genuino.
—perdón —dice.
Río ante sus palabras.
—¿Crees que con pedir perdón, vas a cambiar las cosas? —le preguntó —eres un degenerado y promiscuo.
Él levanta su mirada hacia mi y me mira con dolor y angustia, se acerca más a mi y pone sus manos en mis hombros.
«¿Por qué tiene que acercarse tanto?».
—lo hice porque me quería vengar de las mujeres por lo que supuestamente creí que tú me habías hecho, —responde —pense que de verdad me habías engañado con Jak, así que me fue fácil jugar con las mujeres, pero cuando me enteré de la verdad, me fue imposible volver a dormir con una, ahora solo tenía cabeza para pensar en ti y lo único que quería y quiero es amarte, quedarme contigo por toda la eternidad.
Vuelvo a reír con ironía.
—¿Acaso no has pensado en que vamos a morir y que no todo es posible en esta vida?.
—aunque no todo sea posible, estar a tu lado para mí si lo es —se arrodilla frente a mi —por favor Linda, dame una segunda oportunidad.
Tomo aire y miro para otro lado ya que no soporto que me rueguen así, no él.
Se supone que es el chico Playboy al que todas le ruegan, él no tiene porqué rogar amor, porque lo tiene en todo lado.
¿Cómo es posible que me ruegue a mi por amor, cuando yo no puedo dárselo?.
—¡Párate! —le ordenó.
—no lo haré hasta que digas que si —responde con firmeza.
Trato de hacerme lo más fuerte que puedo.
—entonces quédate arrodillado por el resto de tu existencia —le digo dándole la espalda.
Saco mi teléfono y comienzo a llamar, pero no hay ni una pizca de señal.
Definitivamente esto parece la fauna, hay tanto árboles que casi no dejan entrar los rayos de sol, e impiden que la señal entre también.
«Una taladora de árboles por aquí no estaría mal».
Me muevo para todos lados buscando señal, mientras que Deimond sigue ahí arrodillado, decido no tener contacto visual con él.
Minutos después.
Luego de intentar en vano buscar señal para comunicarme, decido comenzar a caminar en busca de la vía central.
—Tardarías un día y toda la noche con tres horas más, si comienzas a caminar desde ahora, si es que no te pierdes de camino —me dice Deimond al ver que me voy.
Me giro a verlo.
Él idiota me mira con satisfacción al ver que me tiene a su merced.
Ya no está de rodillas, ahora está recostado en su auto.
—¿Sabías que a esto se le puede llamar secuestro?.—le preguntó.
—si —responde —y ¿Que?, no pienso dejarte ir por nada del mundo, ya te encontré, no correré el riesgo de volver a perderte.
Río con ironía.
—hablas de mi como si fuera tu propiedad —le digo.
—pués muy pronto serás mi esposa —habla con tanta seguridad que de no ser porque soy una Montreal, me lo creería.
Ruedo los ojos y suspiro.
—de acuerdo, okey, como tú digas —trato de ser dulce —ahora, esposito, serías tan amable de dejarme en dónde me encontraste hace unas horas atrás —pongo carita tierna.
—te ves tan adorable haciendo eso, antes no hacías así —dice levantando una ceja.
—la gente cambia.
—eso me estoy dando cuenta.
—entonces ¿Nos vamos? —pregunto.
—¡No!. —responde —hasta que no me des una segunda oportunidad.
Me lleno de indignación, ni porque fui amable con él, se digno a escucharme.
—sabes que —le digo llena de ira —¡Pudrete!.
Es tanta la ira que siento que mi pecho sube y baja rápidamente, lo más es que él se da cuenta de ello y sonríe plácidamente.
—entonces nos pudriremos los dos —contesta como si nada.
Me mandó las manos a la cabeza con desesperación.
Creo que sí sigue actuando así, lo voy a matar.
—Deimond.—le digo —por el amor de Dios necesito salir de aquí, no puedo quedarme aquí contigo todo el tiempo que se te dé la gana.
—pero yo si quiero estar contigo y sé que tú también.
Se acerca a mi y toma mi rostro en sus manos.
—¡No Deimond, no! —digo quitando sus manos de mi —aunque lo quiera no pue..
«¡Maldición!, la embarre».
Deimond vuelve a sonreír al escuchar ello.
—¿Que nos impide estar juntos si el sentimiento es mutuo? —pregunta.
Yo niego con la cabeza.
—¡Nooo! —revato —no es mutuo.
—pero si lo acabas de reconocer.
«¿Cómo le hago entrar en razón?».
—Deimond entiendo por fa...
No puedo continuar hablando porque me quedo sin aire.
¡Rayos!, había olvidado lo que me pasa cuando pierdo la paciencia.
Me mandó las manos al pecho tratando de tomar aire pero no puedo.
Me comienzo a quedar sin fuerzas y me voy al suelo, Deimond me sostiene.
—¡Linda!, ¡Linda! —me llama angustiado —¿Que te pasa?.
Abro mi boca para responder pero no puedo y mis ojos ya se me están cerrando involuntariamente.
«No puedo desmayarme ahora, mucho menos en sus brazos no...».
Horas después.
Abro mis ojos lentamente un poco confundida al no saber en dónde estoy.
Miro hacia todos lados y estoy como en una especie de cabaña.
Me encuentro acostada en una gran cama, muy cómoda por cierto.
Escucho pasos acercarsen a la puerta.
Instintivamente mando las manos al arma que descansa en mi entrepierna.
Apenas miro quien es, la dejo en su lugar y hago como si nada.
Es Deimond con dos pocillos.
Inmediatamente recuerdo que él idiota este me secuestró y que lo más seguro es que yo perdí el control con él y por eso debí de haberme desmayado.
—¿Te sientes mejor? —pregunta al llegar a mi lado.
Yo asiento en silencio, tratando de mantener la calma.
No me conviene estarme desmayando en sus manos.
—tuviste un ataque de ansiedad y por eso te desmayaste —me informa.
«Eso ya lo sé».
Me ofrece un posillo.
Lo miró con desconfianza.
—es una aromática —me explica —sirve para que estés más tranquila.
Abro mi boca para gritarle que me desmaye por su culpa y la única forma de estar tranquila, es que él me dejé ir, antes de que lo mate.
Vuelvo a cerrar la boca al recordar que no debo perder la calma.
Recibo el posillo y luego de oler la aromática, tomo un sorbo.
Sabe bien.
—gracias —le digo.
—no hay de que —dice tomando lugar a mi lado.
Cualquiera que entraré y nos viera, fácilmente nos podría confundir con una pareja.
—¿Cómo es que cambiaste tanto? —me pregunta —digo...tu no eras agresiva, ni tan...
—la vida nos cambia Deimond —lo interrumpo —por ejemplo: tu eras un chico super lindo, el cual supuestamente solo tenía ojos para mí y luego terminaste revolcando con cualquier aparecida.
Deimond suspira y toma un sorbo de su aromática.
—aspiro a qué cuando nos casemos, no me sigas sacando eso en cara, yo tampoco hablaré de tu pasado, no importa como halla sido.
Habla como si ya nos hubiéramos comprometido.
Decido no contestar, simplemente disfruto de mi aromática en silencio.
No han de tardar mucho mis hombres en encontrarme, han de estar locos al ver que me he desaparecido.
Y ¿Cómo no, si Mibsan puede matarlos?.
«Lo siento por Duncan».
—¿Que piensas? —pregunta Deimond.
—pienso en que me están buscando y muy pronto van a encontrarme —respondo para seguir tomando mi aromática.
—ojalá no te encuentren, —dice él —si es la única forma de estar juntos, no quiero volver al mundo exterior.
Río al escuchar sus palabras.
—tonto, no sabes lo que dices.
Él suspira.
—ya extrañaba que me dijeras así.
No digo nada, termino de beber mi aromática mientras me dejó llevar por el suave y agradable aroma de su loción.
—¿Quieres que toque el violín para ti? —me pregunta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro