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12. NEGOCIANDO CON DIOS.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - 1 Crónicas 19
4 Entonces Hanún tomó los siervos de David y los rapó, y les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despachó.
5 Se fueron luego, y cuando llegó a David la noticia sobre aquellos varones, él envió a recibirlos, porque estaban muy afrentados. El rey mandó que les dijeran: Estaos en Jericó hasta que os crezca la barba, y entonces volveréis.

Después de haber terminado de hacer mi pequeña broma, me desvestí y me puse mi babydoll para dormir cómoda.

Me acosté de lado con la lámpara prendida, mirando hacia donde estaba Fabricio el cual dormía tranquilamente sin saber la tormenta que le espera mañana.

Por un momento siento un poco de arrepentimiento, pero luego recuerdo todas las cosas que me hizo y se me pasa.

Poco a poco me comienzo a quedar dormida en medio del silencio de la noche, gracias a Dios Fabricio no ronca, así que no tuve inconveniente de que él durmiera en el sofá aguantando frío y con el cuello torcido, mientras yo estoy súper cómoda en la cama.

Mi sueño es bastante grato, hasta que de pronto la puerta de la habitación se comienza a abrir lentamente.

El miedo se comienza a apoderar de mi, mi respiración se vuelve un caos y el corazón parece que se me va a salir.

Miro hacia la puerta y aquel rostro que tanto odio aparece por ella.

Es ese viejo que se aprovechó de mi, que me quito lo más preciado que tenía.

Mi primera vez.

Volteo a ver a Fabricio pero este ya no está en el sofá.

Es más ni siquiera el sofá está.

Tampoco hay paredes, mucho menos una cama.

Nuevamente estoy en ese horrible callejón, en dónde me marcaron para siempre, en dónde arruinaron mi vida.

Me veo a mi misma y soy simplemente una niña de 16 años, sin experiencia alguna, que es inocente y no sabe defenderse por si sola.

Miro al frente y ahí está ese viejo asqueroso, lamiéndose sus labios, mirandome con morbosidad.

No espera más y se avalanza sobre mi.

Yo comienzo a gritar tratando de quitarlo de encima mío.

Abro mis ojos y quedó sentada en la cama con mi frente sudada, después de tan horrible pesadilla.

Siempre es lo mismo, siempre se repite.

Me abrazo a mi misma y comienzo a llorar en silencio para no despertar a nadie, mientras me lamento de mi triste condición.

«¿Es que acaso nunca voy a poder dormir como una persona normal?».

Tomo mi teléfono y me encierro en el baño, hago lo que Mibsan me dijo que hiciera.

Llamo a Jak.

El teléfono comienza a timbrar, miro la hora y es bastante tarde.

Posiblemente no conteste por lo tarde que es, o porque ya está dormido, aún así seguiré llamando.

Quizás contesté.

A la segunda timbrada contesto.

—dime —habla.

Su voz trasmite calma y seguridad.

Suspiro y sorbo por la nariz.

—¿Que pasa Linda? —me pregunta con voz amable.

—no...no... —titubeo mientras que vuelvo a llorar —no puedo dormir —me suelto en llanto, trato de que no me escuchen —siempre es lo mismo, siempre es ese mismo y horroroso sueño o mejor dicho pesadilla.

Jak suspira.

—tranquila —me dice —todo va a estar bien, por ahora lo que necesitas es acercarte a Dios, es él único que puede ayudarte con ese problema.

—nooo —niego con la cabeza mientras lloró.

Pienso que en primer lugar Él fue el culpable de mi situación.

¿En dónde estaba cuando ese desgraciado me hacía daño?.

—si —responde —además para Él no hay nada imposible.

—pero es que...—me interrumpe.

—hagamos una cosa —me dice —yo voy a orar por ti, luego tú cuelgas y hablas con Dios.

—pero...

—si llamaste es porque querías que te hablara de Dios —dice con tono serio —no pensarías que te iba a recetar pastillas, porque si es así me temo que debiste llamar a tu siquiatra.

—de acuerdo —digo bajando mi mirada al suelo mientras me seco las lágrimas.

—Señor —comienza a orar —en está hora yo te presento la vida de Linda, tu mejor que nadie sabes de su condición, yo ruego por ella para que sanes su corazón, la libertes del odio tan grande que hay en ella, dale paz y lo más importante concedele la salvación, amén.

—oye —le digo —no pediste porque pueda dormir bien.

—¿No escuchaste cuando dije: dale paz?.

No respondo.

Él corta la llamada.

Pero gracias a esa oración, de alguna manera ahora ya me siento más calmada y con menos miedo.

Ahora siento que puedo comerme el mundo.

Salgo del baño y me meto dentro de las cobijas con la intención de volver a dormir, está vez sin ninguna pesadilla.

Pero luego recuerdo que Jak me dijo que orara yo también.

¿Cómo se supone que ore yo?.

¿Hace cuánto no oró?.

Desde que murió mi madre biológica, ella siempre nos enseñaba a orar.

En mi mente comienzan a llegar los recuerdos de las muchas veces que mamá junto nuestras manitas y nos enseñó a orar.

«—Orar es hablar con Dios —decía ella —es como cuando hablas con tu mejor amigo y le cuentas tu vida, Él es tu mejor amigo».

Eso fue lo que me explico una vez que le dije que como oraba.

Son muchos los momentos lindos que pase a su lado, pero lamentablemente es muy poco lo que recuerdo.

Pero en fin.

Pienso que ya soy una adulta y no puedo orar como un niño y no tengo ni idea como ora un grande.

Quizás he visto a Jak orar, pero eso no significa que lo haga, además él está en paz con Dios, yo no, así que no tengo cara para presentarme ante Él.

Además siento que toda mi desgracia es gracias a El.

Y no me explico como si Él es un Dios bueno, entonces porque no me protegió.

Aún así por temor a volver a tener la misma pesadilla, decido dirigirme a Dios.

Levanto mi mirada hacia el techo.

—Señor —le digo —no sé si realmente existes, pero si realmente existes, entonces hagamos un negocio.

Me río de mi misma al verme hablando sola, siento que Dios no me oye, que no existe.

Y si existe, no creo que realmente me ponga atención, pero aún así, por si acaso, lo intentaré.

—concedeme dormir en paz —continuo hablando —y a cambio yo iré a culto cuando se terminen las vacaciones.

Apenas terminó de hablar, me tiró en la cama y quedó profundamente dormida, sin tener pesadilla alguna.

Me acuesto con la intención de despertar antes de que Fabricio lo haga.



Narra Fabricio:

Holaaaaaa a todos.

¿Cuántas se siente feliz de leerme?.

Obviamente todas.

Yo sé que han estado leyendo los libros de Angie Medina solo por mi, de lo contrario no los leerían.

Gracias a este personaje fabuloso es que estan aquí, porque yo soy él que le da la chispa a los libros.

¿Cierto?.

Pero lamentablemente la escritora no lo piensa así, o tal vez sea Deimond o esa Linda, porque después de tanto tiempo apenas me dejan volver a narrar.

La última vez que lo hice, fue en: AMOR POSIBLE.

Casi una eternidad, pero bueno, así es la vida, nunca saben apreciar lo bueno, hasta que lo pierden.

Me despierto con un terrible dolor de cabeza, no quisiera abrir los ojos, pero mi teléfono lleva horas sin parar de timbrar, si no lo tomo, terminará agotándose la batería.

Veo la pantalla con la vista nublada y veo el nombre del director de Hollywood.

«Y ahora, ¿Que querrá ese viejo?».

Se supone que estoy de vacaciones, pero ni así me deja en paz.

Corto la llamada y veo las notificaciones.

«oh por Dios».

Jamás en mi vida me habían llegado tantos mensajes, es cierto que por la fama que tengo sea algo normal, pero aún así está vez son muchos miles.

Quisiera ver algunos pocos, tal vez me han escrito mis fans para felicitarme por la otra película que se acaba de estrenar en cines.

Pero el dolor de cabeza es tan fuerte que no quiero nada, solo dormir a ver si así se me pasa el dolor.

Por cierto mi cuerpo también está adolorido y ni hablar de mis pies.

Esa Linda me humilló ayer como se le dió la regalada gana, incluso me hizo dormir en el sofá de su habitación y por eso es que estoy así de adolorido.

Lo bueno es que hoy ya no seré más su exclavo.

Cierro los ojos con la intención de dormir un poco más, haber si así se me quita la resaca.

De repente el dolor de cabeza se va, abro mis ojos y me doy cuenta de que ya no estoy en la habitación, estoy en un lugar que no puedo describir porque está bastante nublado.

Me sobo los ojos para tratar de ver mejor a través de la neblina, hago mi mejor esfuerzo y es cuando me doy cuenta de dónde estoy.

Me encuentro caminando por los pasillos del templo, cerca a la casa pastoral.

Me quedo mirando las escaleras y veo como a través de la neblina se puede apreciar una hermosa chica que viene bajando por ellas.

Es tan hermosa que mis palabras no le harían justicia.

Viene caminando hacia mi lentamente, yo mientras tanto la espero con una gran sonrisa en mis labios.

Ella llega hasta mi y sin pensarlo dos veces, me propina severa cachetada en el rostro, y me dice unas palabras las cuales no logré a entender.

Inmediatamente abro los ojos y me despierto de aquella pesadilla, que al principio fue un lindo sueño.

El dolor de cabeza vuelve a aparecer y para colmo de males me han echado agua en el rostro.

—pero que dia... —no pude terminar de hablar.

—¡Fabricio! —me sacude Jason —que bueno que despertaste, ¿Ya viste las fotos?.

Frunzo el seño.

—no tengo ni idea de que fotos hablas.

—mira tu teléfono —me dice al ver que no entiendo nada.

Desbloqueo mi teléfono, el cual está a punto de apagarse, por las muchas llamadas que he recibido.

Inmediatamente entra una llamada de Elisa.

—hola —contesto mientras me sobo la cabeza.

La verdad es que no quiero hablar con ella, pero lo hago porque en estos días la he evitado demasiado, además gracias a ella eh tenido muchas noches agradables, aunque ya me estoy aburriendo.

—¿Se puede saber que significan esas fotos? —pregunta llorando.

«Otra con el mismo cuanto».

—¿De que fotos hablas? —pregunto.

—¡Fabricio no te hagas! —dice enfadada.

En eso me comienza a entrar otra llamada.

Veo y es el director de Hollywood.

Corto la llamada con Elisa y tomo esa, ante la atenta mirada de Jason, el cual me mira de manera preocupada.

—¿Que pasa? —pregunto al contestar —¿Acaso no pueden vivir sin mi?.

—¡Hasta que al fin te dignas a contestar! —grita súper molesto.

—¡Haber, haber! —le hablo —a mi me hace el favor y le baja el tono.

—¡No estás en posición de exigir nada! —vuelve a gritar —¡Explicame lo de esas fotos!.

«Otro más con lo mismo».

—¿De que fotos habla? —pregunto ageno a la situación.

Jason suspira con impaciencia, me quita el teléfono y corta la llamada, luego me lo vuelve a entregar.

—¡Mira las benditas fotos que han publicado de ti! —me grita exasperado.

Es entonces cuando me comienzo a poner nervioso.

«Sería que se dieron cuenta de que ando con la protagonista de la película pasada y por eso Elisa me reclamó».

Miro las noticias en redes sociales, comienzo a leer lo que dice y no me lo creo.

—la verdadera inclinación sexual del joven Mendoza, actor de Hollywood, más conocido como el intocable de la película primera que grabó y también conocido como J3 —leo en voz alta —pues resultó ser que es un travesti o en otras palabras una mujer encerrada en un cuerpo de hombre, lo revelan las siguientes fotos.

Comienzo a temblar al ver las fotos.

«¿A qué horas?».

«¿En qué momento paso esto?».

Me mandó las manos a la cabeza con desesperación al ver aquellas fotos en las cuales estoy vestido de mujer y maquillado también.

Nuevamente comienza a timbrar el teléfono, veo y es un número desconocido.

—aló —contesto sin aliento.

Siento que el alma se me fue a los pies.

—¿Es usted el joven Fabricio Mendoza? —pregunta una voz femenina.

—si, lo soy —respondo con dificultad.

—mucho gusto —dice —somos una cadena de medios de comunicación y queremos hablar con usted acerca de su género, nuestra intención no es juzgarlo es solo que todos queremos saber porque no había salido del closet antes...

Dejó de escuchar porque el teléfono se cae de mis manos.

«No puede ser, ahora todo mundo piensa que soy un gay».

—¿Dónde está Linda? —pregunto con exaltada ira.

—no lo sé —responde Jason encogiendese de hombros —cuando entre a la habitación, solo estabas tu.

—creo que voy a matarla —digo parandome del sofá y llendo en busca de ella.

Lo que me acaba de hacer, no se le hace ni al peor enemigo.

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