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Capítulo. 04

Sam

—Despierta... —susurra a mi oído una delicada voz, sacude mi hombro.

Gruño aún con los ojos cerrados, queriendo seguir durmiendo.

—Vamos, despierta —insiste esa delicada voz.

Me cubro por completo con mi frazada, ¿Quién se atreve a despertarme cuando claramente quiero seguir durmiendo? Me parece una total falta de respeto.

—Despierta, dormilón.

No consigo reconocer la voz que intenta despertarme, solo que se trata de una chica. Por un momento pensé que se trataba de mi hermana, pero descarté esa idea cuando a mis fosas nasales llega un aroma dulce: chocolate, mi habitación jamás huele a chocolate.

Abro de a poco los ojos, adaptándome a la luz encendida de mi habitación. Sentada junto en la orilla de la cama se encuentra una chica: tiene el cabello negro ondulado en un par de coletas, piel pálida como si nunca tomara sol, aunque una parte de mi cerebro sabe que ese es su color natural, por mucho que se broncee. Me ve con unos ojos marrones chocolate intensos y el mismo aroma sigue flotando en mi habitación.

—¿Despierto? —pregunta Ava.

Suelto un bostezo sentándome en mi cama, Ava se acomoda en su lugar.

Tallé mi ojo derecho con el dorso de mi mano, aún sigo medio dormido.

—¿Qué haces... aquí?

—Vine de visita, Chris me dejó pasar.

Parpadeo intentando que mis ojos no se cierren por sí solos por el peso del sueño.

—¿Qué hora es? —saboreo mi boca y hago una mueca, necesito cepillar mis dientes.

—08:49 am.

—¿Qué haces despertándome tan temprano? —le di mi mirada de «no hagas eso»

Ava se ríe, desordenando más mi pelo.

—Vamos, es hora de despertar.

—Vale, ¿Pero al menos puedo lavarme los dientes? —quito mi frazada de encima—. La boca me apesta.

—Sí, concuerdo con eso —arruga la nariz y espanta el aire con su mano, le di un empujoncito por el hombro—. Te espero abajo.

Dio unas palmaditas a mi rodilla antes de salir de la habitación. El aroma que la caracteriza sigue impregnado en el ambiente, tomé una respiración profunda haciendo que el aire dulce llegue a mis pulmones, luego salí de la cama dispuesto a arreglarme.

Fui al baño de mi habitación, (que era la vieja habitación de Aidan, ahora remodelada) a lavarme los dientes y de paso, también darme una ducha para espabilar. El agua fría ayudó para deshacerme del sueño que aún tenía para así iniciar bien mi día.

Unos diez minutos después bajé a la sala ya arreglado, ahí me encontré con Aidan, Hazel y Ava, que en su regazo tiene sentado a Archer. De seguro a de estar haciéndole un favor a Evan de cuidarlo. Llamé a mi perro con un silbido, Aska apareció por la cocina jadeando.

—Hey, amigo —le di un par de caricias, después fui a sentarme junto a Ava, mi perro se echó sobre la alfombra—. ¿Qué hay, pequeño Ross?

¡Shaaan! —saluda, haciéndome sonreír. Ese niño es toda una ternura.

Frente a mí, mi hermano y cuñada sonríen viendo a Archer, quizá esos dos se estén imaginando los próximos meses, tal vez años, donde ellos también tendrán uno de esos.

Todavía recuerdo con exactitud la tarde donde mi hermano nos dijo que serían padres. Creérselo no fue fácil, es decir, se trata de Aidan, el sujeto que juró no tener otra pareja en su vida y que se iba a quedar soltero, la sorpresa fue gigante, sin embargo, también bastante grata. ¡Siempre he querido ser tío! Me encantan los niños y tener una sobrina es una segunda fuente de diversión asegurada.

Es que ya me imagino las tardes de juegos entre mi hermana y mi sobrina.

—¿En qué momento ese niño creció tanto? —pregunta Aidan, viendo con la cabeza ladeada a Archer—. Recuerdo apenas ayer a Evan llamándome a las cinco de la mañana porque Bea estaba dando a luz.

—Y ya está por tener un año —agrega Ava, echando hacia atrás el pelo castaño oscuro de su sobrino—. Niño, ya no crezcas más, por favor.

Ese niño se rió nada más.

Escuché a mi hermano suspirar, y como después pasó a ver el vientre crecido de su esposa.

—Ni a nacido y no quiero que sea adolescente —pone una mano sobre la panza de Hazel.

—Que sentimental te pones a veces, Dan.

Me dirige una mala mirada.

—Precisamente por tu actitud de mierda adolescente no quiero que mi hija se convierta en una.

—Me ofendes.

—Con toda la intención, Nano.

—Sí, bueno, no hagan esto una de sus tontas peleas —interviene Ava—. Cuéntenos, chicos, ¿Ya han elegido algún nombre?

Antes de responder, Aidan me miró mal un segundo en el que yo le saqué la lengua como un completo inmaduro.

—La verdad es que no —se adelantó a decir Hazel.

—De hecho, yo sí he pensado en algo —le sonríe a mi cuñada.

Ella frunce el ceño al verlo sonreír, pero como si su cerebro hiciera «click», resopló rodando los ojos.

—Aidan, no.

—Hazel, sí.

—Por favor, no puedes ponerle ese nombre a tu hija que vivirá con él para siempre.

—¡Pero si es un nombre muy lindo!

Ella alza una ceja.

—¿No crees que es muy obvio de dónde se te ocurrió?

Ava y yo compartimos una mirada, luego volvemos a ver a la pareja de futuros padres discutir por el nombre que se le ha ocurrido a mi querido hermano mayor.

—Vamos, corazón, no me vas a negar que es un nombre bonito, ¡Le encantará! ¿A qué sí? —le pregunta a la panza de ella.

Obviamente, no obtuvo respuestas.

—¿En serio la quieres llamar así? —él asiente entusiasmado—. ¡Serás idiota, no!

—No entiendo ni papa —admite Ava.

—Somos dos.

—¡Guau! —ladra Aska, lo tomé como un «ya tres»

Hazel resopla cruzando los brazos sobre su pecho, Aidan nos sonríe aún entusiasmado.

—Tengo este nombre en mente que me gusta mucho, además de que es bastante lindo y sé que le quedaría bien a la bebé.

—No digo que no sea lindo, pero piensa a futuro, Aidan, la molestarán.

—No a nacido y ya estás pensando en bullying no sufrido —le dijo él, ceñudo—. En fin, es un nombre muy lindo.

Ahí fue que empecé a atar los cabos en mi cabeza: tanta negación por parte de Hazel, la insistencia de Aidan. Ya sé cuál es el nombre que quiere utilizar.

Entonces me puse a reír como loco.

—¡No inventes! —carcajeé—. Serás imbécil, hombre. ¿En serio?

Él asintió muy seguro, sonríe aún creyendo que es una idea maravillosa.

—¡Está cool!

—¡Es de una película, idiota! —me reí más fuerte.

—¡Pero es lindo!

Intento controlar mi risa, lo que no va muy bien. Ava nos mira a todos sin entender un carajo.

—Hermano, sabes que te respeto, te quiero y te admiro, ¿Pero estás de guasa o qué mierda?

—Está hecho un pedazo de idiota —masculla Hazel.

—¿Segura que solo un pedazo?

—Oh, vaya, gracias, me encanta el apoyo colectivo. ¡Ni siquiera he dicho el nombre y ya me juzgan!

—Yo ni siquiera sé cuál es, así que... —dijo Ava, encogiendo los hombros y echando hacia atrás un mechón de pelo de la frente de Archer.

—¡Es el nombre del personaje de una película, idiota, y una caricatura! —me fue imposible no reír. Es tan gracioso que Aidan quiera llamar así a mi sobrina—. Esa es una obsesión grande, hermano.

—Nada más soy un fan.

—Un fan anormal —refuto, señalandolo.

—¡Vamos, hermano, está cool el nombre!

—Yo no he dicho lo contrario, pero lo está si se mantiene dentro de la película.

Ava a mi lado resopló frustrada.

—¡Basta, no entiendo nada!

—Va, será mejor decirle a Ava para ver qué opina.

—Gracias.

—Verás, ricitos, tengo este nombre que en serio me gusta —empieza a decir Aidan—, me gustaría que la bebé se llamara Mavis, es... lindo.

Mi mejor amiga parpadea un par de veces sin decir nada. Incluso Archer y Aska quedaron enmudecidos.

—¿Ves? La has bloqueado —le dije—, su sistema está cargando.

Aidan la mira con el entrecejo fruncido.

—¿Ava?

—Es... un nombre lindo, para ser honesta —dijo al fin.

—¡Toma! —le restriega Aidan a Hazel, quién le da una mirada de «¿En serio?» a mi mejor amiga.

Ella vuelve a encogerse de hombros.

—Eh, que es un nombre lindo: Mavis López Michaels, no lo sé, suena cool.

—¿A qué sí? —se emociona Aidan—. ¡Al fin alguien de mi lado!

—Yo tengo derecho a decidir también, ¿Sabes? Soy yo quien le está dando asilo gratis por nueve meses.

—Ya encontraré una forma de convencerte —y, acto seguido, le guiñó un ojo como idiota.

El momento se cortó por el estornudo de Aska, todos miramos como empieza a jadear con su larga lengua rosada afuera.

—Sí, bueno, en fin, ¿Tú por qué tienes a Archer?

—Evan y Bea salieron a comprar unas cosas, ya sabes, de la boda y eso. Papá está ocupado igual que los padres de Bea, y como dama de honor que no tiene trabajo estos días, me pidieron que lo cuidara un rato.

—Y entre todo eso, quieres decir que «viniste de visita» —hice comillas totalmente sarcásticas—, para que yo te ayude a cuidarlo.

Ella amplía una sonrisa para mí.

—Exactamente.

—Debí imaginarlo.

—Igual Bea estará el doble de ocupada —agrega—, ya saben, con todo lo del cumpleaños de Evan y tal.

Uh, el vigésimo séptimo cumpleaños de Evan. Es loquísimo que él esté a punto de cumplir veintisiete el próximo viernes. Te hace cuestionarte lo rápido que pasa el tiempo, claro que si para mí es una sorpresa de que él vaya a cumplir tal edad, tanto para él como los demás chicos ha de ser otra gran sorpresa que en unos cuantos meses Ava y yo ya vayamos para la mayoría de edad.

Que loco, no había pensado tanto en eso.

—Hablando de eso, ¿En qué podemos ayudar? —la pregunta de Hazel me sacó de mi gran caída de realidad interna.

Se estaba levantando del sofá con ayuda de Aidan, él ha sido exageradamente minucioso con todo esto del embarazo, cuando estábamos en llamada por Skype, mi hermano se comportaba como un... no sé, alguien cuidadoso en niveles absurdos y temeroso de que hasta la más mínima particular de polvo le haga daño a Hazel.

Ava alega que es tierno, yo refuto con que ha de ser un fastidio tener semejante exagerado encima todo el día.

—Todos nos conformamos con que Aidan no lleve un caballo como en su cumpleaños veinticuatro —responde Ava.

Una risa se me escapó al recordar aquel particular cumpleaños de Evan, hace ya tres años. ¡Fue a la fiesta más rara a la que he asistido! Aún no consigo saber cómo demonios terminó un caballo (muy dócil, recuerdo) en el patio de la casa Ross.

—¿Cómo fue que ese caballo terminó en tu patio?

—Pregúntale a tu hermano.

Ambos lo miramos, Aidan se está riendo también de aquel suceso extraño que pasó ese día.

—Contactos, niños, contactos.

—Supera eso, Dan —me pongo de pie también—, ya no somos niños.

—Claro, van a fiestas los fines de semana, se intoxican el torrente sanguíneo y se despiertan en habitaciones que no conocen, claro que no son niños.

Hazel hizo el trabajo por mí: le dió un manotazo en el cogote por imbécil.

Sí, eventualmente Ava y yo vamos a una que otra reunión con los chicos o solo nosotros, pero si nos ponen a elegir entre una fiesta con montones de gente y quedarnos en casa a ver películas y comer dulces, ella elegiría la segunda opción mil veces porque es con lo que está cómoda, y yo, pues, me la paso bien con ella en cualquier lado, así que cualquiera de las dos opciones me va bien.

—A veces caes mal, hermano.

—Es de familia, hermanito —forma una sonrisa sarcástica que le devolví con una mueca.

—Los verdaderos niños aquí son ustedes —dijo Hazel, rodando los ojos—. Nosotros tenemos que irnos, Aidan, sino llegaremos tarde.

—Cierto, le dicen a mamá que tuvimos que irnos —da unas suaves palmaditas a la panza de mi cuñada—. Hoy hay cita con la doctora.

—Oigan, ¿Y dónde está mamá? ¿Y Chris? ¿Y Sakari? —miro a los alrededores, no hay rastros de mi familia—. En general, ¿Dónde está la gente que vive conmigo?

Ava se ríe de mí.

—A veces me pregunto si tú no tendrás déficit de atención también, Sam.

Era una pregunta que hasta yo me hago.

—Mamá se fue al trabajo —responde Aidan—, alguna emergencia en la pastelería, no dio muchos detalle, dijo que volvería más tarde.

—¿Y papá y Sakari?

—Salieron, volverán en un rato.

—Cualquier emergencia, me llamas, cabeza de pimiento —puse los ojos en blanco, riendo por lo bajo del apodo, Aidan dejó un beso en la cabeza de Archer—. Adiós, amiguito.

Fui a la puerta a despedirlos.

Por muchas peleas tontas que ahora tengamos Aidan y yo, la verdad es que me agradaría que cuando pasen temporadas en la ciudad, se quedaran en casa como en los viejos tiempos, pero me toca aceptar que mi hermano ya no es solo mi hermano, que tiene una esposa y una hija a venir y que con ello viene la pérdida de las cosas del pasado.

Podía sobrevivir, no obstante, igual extraño eso.

En casa quedamos Ava, Archer, Aska y yo.

—¿Qué te parece si vemos televisión? Así Archer se entretiene un rato.

—Claro, aún a Aska no le da por salir.

Busqué el control remoto para encender la televisión y ponerlo en uno de esos programas que a Archer le encanta, justo en ese momento estaban pasando un teaser del tráiler de la próxima película de mi hermano: Escape From The Cursed Temple, una cinta de aventura, misterio y comedia donde Aidan interpreta al protagonista, Trevon Valente, un arqueólogo que está en busca de una joya perdida en un templo de una antigua civilización en medio de la selva.

Se ve bastante cool y por la emoción de mi hermano con todos los vídeos (que se supone no deberían existir) que me ha mandado, la cosa promete.

—Sí o sí tenemos que ir a ver esa película, eh —dijo Ava.

Ella es una gran fan del trabajo de Aidan desde hace mucho, incluso antes de que él se hiciera famoso como ahora, Ava ya lo estaba apoyando con su sueño de ser actor asistiendo a las obras que hizo en su último año en la preparatoria. Cuando se estrenó la serie donde Aidan debutó con su papel de Zale James, ella y yo apenas teníamos diez años, estuvimos frente a la pantalla todos los miércoles sin perdernos ni un minuto de cada capítulo, incluso después de siete años, si le preguntas a Ava cuál es su personaje favorito de It All Happened In The Summer te dirá que es Zale, no solo por que Aidan lo interpreta, sino porque, sencillamente, a ella le gustó mucho, y más cuando leyó los libros.

Y vale, debo admitirlo, mi hermano sí que se lució en ese papel, aún estoy orgulloso de él por ese gran inicio que tuvo en la actuación en pantalla chica.

Igual no todos sus trabajos son tan bien recibidos, en unos les va bien y otros... no tanto. Así es el mundo de la actuación, lo conozco perfectamente porque he vivido todo eso con Aidan, las buenas y malas producciones.

Dejé la televisión en un canal de programación infantil al azar para Archer, que no tardó en quedarse embelesado viendo la pantalla con caricaturas coloridas. Dejé a Ava con su sobrino en la sala y yo me fui a la cocina a comer mi desayuno, me estaba muriendo de hambre.

Aska como todo el tiempo me siguió a donde iba. Adoro ese perro, es mi más fiel compañero desde que mis padres me lo regalaron a los quince, desde el día uno fuimos inseparables y entra sin problemas en mi grupo de mejores amigos, es muy sociable y juguetón además de fácil de tratar. Han sido pocas las ocasiones en las que a Aska no le agrada alguien o no quiere tratar con esa persona.

Él siguió al patio, capaz para seguir jugando, lo escuché ladrar y acto seguido fue el ruido de sus uñas chocando contra la madera del piso, le siguieron sus jadeos. Fruncí el ceño, aún masticando un trozo de omelette me estiré en mi asiento para ver lo que le ladra mi perro.

Me encontré con una bola de pelo gris desinteresada de la emoción de Aska.

Odín, el odioso gato que lleva con nosotros unos tres años. Mi padrastro, Chris, encontró a Odín abandonado en una caja a la orilla de la carretera y fue lo bastante humano como para no dejarlo ahí a su suerte, por lo que se lo trajo a casa. Los primeros meses era muy tímido, se escondía debajo de los muebles, trataba de comer sin que nosotros lo viéramos y se asustaba si hacíamos movimientos repentinos cerca de él, ya luego de un año se volvió un completo odioso, al menos conmigo. Siempre que intento acariciarlo me quiere morder o rasguñar, pero si se trata de mamá, Chris o Sakari, ¡Incluso Aidan! Ese gato estúpido se deja dar mimos.

Simplemente, esa bola de pelo me odia a mí y a mi perro, Aska siempre intenta jugar con él y ese gato se marcha a su casita en la sala.

Como justo ahora pasa, Aska le menea la cola peluda, una señal suya de que quiere jugar, Odín se lamió una pata, miró desinteresado al golden retriever, y creo que también con lo que pudo ser superioridad felina, y se largó a la sala, donde escuché un:

—¡Gatito! —de Archer.

—¡Odín! —este fue de Ava, emocionada. Ella adora a ese tonto felino y, oh vaya, que sorpresa, mi gato la adora a ella.

Bueno, es imposible odiar a Ava, pero de igual manera me ofende muchísimo.

En el suelo, Aska chilló triste, viendo que falló una vez más en conseguir jugar con aquella odiosidad hecha gato.

—Ya no lo intentes, amigo —le dije dando un bocado a mi desayuno—. Yo me rendí, deberías hacer lo mismo.

Mi perro me ve un segundo con sus ojitos oscuros antes de irse a la sala entre saltitos.

Sí, él no se va a rendir tan fácilmente.

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