Capítulo. 03
—Y... ¡Aquí estoy! —exclamo con un tono agudo destapando mis ojos.
Archer se ríe y aplaude con sus pequeñas manitas.
—Y... ¡Aquí estoy!
Una vez más, mi sobrino volvió a partirse de la risa aplaudiendo para recalcar su felicidad.
—Y... ¡Aquí estoy!
Archer se ríe más fuerte, sus ojos entre grises y verdes están achinados por la enorme sonrisa de pequeños dientes que tiene. En los rabillos de sus ojitos se forman pequeñas arrugas que son una clara herencia de Evan. Ver a mi sobrino reír es algo tan bonito, siempre me ha gustado, es una sonrisita infantil he inocente que quiero proteger.
Estuve a punto de volver a cubrir mis ojos para seguir jugando, cuando escucho el timbre de la casa sonar.
—¡Ava! ¿Puedes abrir? —preguntó papá desde la cocina.
—¡Claro, yo voy! —afirmé, levantándome y tomando a Archer en brazos, no podía dejarlo por ahí y correr el riesgo de que vaya a meter los deditos al toma corriente.
Quizá porque... eso haya pasado antes y me gané un gran regaño de mi hermano por haber dejado al niño solo mientras iba al baño un segundo, ¡Pero hey! En mi defensa, me estaba haciendo del uno que ya no podía soportarlo.
De camino a la entrada fui haciéndole cosquillas en la panza a Archer, causando que se retuerza entre mis brazos por las carcajadas. Desde hace un rato que era la encargada de esta pequeña cosita tierna mientras que sus padres ayudan a papá en la preparación de la cena y los otros preparativos de la boda.
Ese evento me tiene realmente emocionada. Dioses, ¡Es la boda de mi hermano! ¿Cómo no estarlo? Ha sido un año entero de planeación, no solo la pareja está contenta, sino también las personas a su alrededor. Todos hemos esperado ese suceso desde hace años, honestamente creí que el primero de los chicos en casarse sería Evan, no Aidan, y resultó ser que mi hermano fue el último de la lista cuando todos pensamos que sería el primero.
Aunque considero que nuestra emoción por esa boda no es en lo absoluto comparada con la de la pareja a casarse. Soy parte del comité de preparación porque soy una de las damas de honor de Bea, (esa propuesta no me la esperé, pero que feliz estuve de aceptar) y casi siempre suelen llevarme a cosas como el tema de las flores, centros de mesa, elegir colores, esos detalles que construyen una boda, y en esas salidas Evan está presente, he oído más de una conversación de esos dos encantados de que vayan a ser esposos.
«Beatríz de Ross Ferguson, suena perfecto» le escuché decir a Evan la semana pasada cuando estábamos viendo los centros de mesa.
No pude pensar en otra cosa que es tierno lo felices y ansiosos que se ven.
Ya frente a la puerta, giré el pomo para abrir.
Y casi dejo caer a Archer por ver a las personas que están ahí en mi pórtico de entrada.
—¡Sorpresa!
Parpadeo, impactada.
—¿Qué...? ¿Cómo es que...?
Él se ríe de mis balbuceos.
—Sí, yo también te eché de menos, ricitos.
Pude salir de mi estupor gracias a la mención de ese apodo. Él me dice así desde que tengo cuatro años.
—¡Aidan, Hazel, guao... que, que sorpresa verlos, chicos!
Ellos sonríen, divertidos por mi reacción. ¡Es que no me esperaba verlos aquí, hoy, ahora!
—Que cálida bienvenida, ricitos.
—Ay, cállate —hice el amago de un manotazo hacia él.
—Linda charla, chicos, ¿Pero podemos pasar? Se me están cansando las piernas aquí.
—Oh, claro, claro —me hago a un lado para dejarlos pasar, tanto Archer como yo nos quedamos viendo asombrados el crecido vientre de Hazel.
Una de las sorpresas más grandes de este año fue cuando Aidan anunció que Hazel estaba embarazada, había sido en una reunión después de su cumpleaños, festejando algo pequeño ya que no pudimos pasar ese día con él porque estaba fuera del estado en grabaciones de su siguiente producción. Él de la nada nos dijo «Hey, chicos, Hazel está embarazada», en un principio no le prestamos atención hasta que a Bea fue la primera en caerle la bomba, seguido de los demás, después de eso recuerdo que nos pasamos unos buenos diez minutos en silencio, parpadeando incrédulos, todos incapaces de creer lo que Aidan nos había soltado.
Pudimos seguir creyendo que era una de esas bromas tontas de Aidan, hasta que Hazel nos mostró las pruebas de que, efectivamente, tenía un feto creciente en el vientre.
Ya luego felicitamos a Aidan con abrazos y palmadas, por mucha incredulidad que hayamos sentido, fue una gran noticia. Era Aidan, así que eso de que vaya a ser padre es una cosa de locos.
Hace un par de meses fue la revelación de sexo de su bebé, aún conservo los vídeos donde él grita a toda voz emocionado y feliz «¡Es una jodida niña!» que se hizo popular por el extenso mundo del internet.
—¿Puedo? —pregunté a la futura madre, señalando su muy crecida panza.
Hazel sonríe, asintiendo con la cabeza.
Intenté sostener a Archer contra mi cadera con un brazo, lo que no fue muy bien porque mi sobrino pesa y yo mucha fuerza no poseo. Para mí suerte, Aidan vino al rescate, tomando al bebé y alzandolo al aire y haciéndolo reír. Si bien Archer no lo ve tanto en persona, Aidan intenta estar presente en la vida del niño a través de videollamada, mensajes o notas de voz, así que no es un completo desconocido para el bebé.
Ya con los brazos libres, puse una mano sobre la panza de Hazel. Sonreí imaginando como sería esa niña a futuro, ¿Pelirroja? ¿Castaña? ¿Tendría pecas? ¿O la personalidad de Aidan? Cómo sea, sería bienvenida. Tuve la esperanza de que pataleara, pero parecía no estar de muchos ánimos por allá dentro.
—¡Ava! ¿Quién está ahí? —dijo papá.
Estaba por responder que se trataban de Aidan y Hazel cuando esos mismos hicieron gestos de que cerrara la boca y formularon por lo bajo que respondiera otra cosa.
Vale, visita sorpresa, lo capto.
—Ah... ¡Nadie, papá, no... no había nadie!
Hubo un silencio de pocos segundos.
—Vale, ¡Ven a cenar, entonces!
—¡En un segundo!
Cerré la puerta tratando de no hacer tanto ruido.
—¡Ava! —llama papá.
Le hice un gesto con la cabeza a los chicos quienes se me adelantaron en el camino hacia la cocina, adentrándose en el pasillo. Solté una risita baja, siguiéndolos he imaginando las reacciones de mi familia.
—Oye, Hazel.
—¿Sí, insoportable pelirrojo?
—A qué este niño es tan cool como yo, ¿Verdad? —pregunta casualmente entrando a la cocina, apresuré el paso para ver el momento exacto en que aquellos tres enmudecían sorprendidos de ver a los chicos.
Archer se rió.
—¡Tito, tito Idan!
—Ese soy yo, tu tito Idan.
Él cambia la mirada a sus mejores amigos, que lo observan con una mezcla de incredulidad y alegría.
—¿Acaso se van a quedar ahí todo el día? ¡Vengan y denme un abrazo, par de idiotas! —exclamó, dejando a Archer sobre sus piecitos en el suelo.
Eso fue suficiente para que ellos salieran de su impresión y vinieran a abrazarlo. Un lindo y... particular reencuentro con Aidan después de casi seis meses sin verlo.
—Pero... pensé que vendrías para la boda —admite Bea, separándose de Aidan.
—Yo creí lo mismo —convino mi hermano.
—Ese era el plan inicial, pero algunas cosas cambiaron, quise venir antes, además de que mis escenas ya terminaron de rodarse, ¡Por lo que soy libre de ir a dónde quiera!
Nosotros nos reímos.
—Y —agrega—, mi mejor amigo cumple años en una semana, ¡No puedo perderme otro festejo!
Algo que a pasado mucho desde que sus agendas empezaron a ser apretadas con todo eso de sus trabajos como actores bien sentados en la mesa que es Hollywood. Siempre están esas cosas, las grabaciones, giras de promoción, entrevistas, fiestas, que verlos tan seguido como antes no es tan fácil ahora.
Y es algo... triste, pero entendemos que son sus labores de trabajo, y siempre que están una temporada en casa, aprovechamos el máximo el tiempo.
—Guao, aún no me creo que estás aquí, hombre —comenta Evan después de abrazar a Hazel con cuidado—, ¿Y tú cómo estás con todo esto del embarazo, Haz? Y qué panza más grande —nota, viendo un segundo con el ceño fruncido el vientre de ella, algo que la hizo sonreír.
—No está tan mal, si dejamos de lado los dolores, la poca movilidad, la falta de dormir, los antojos raros y...
—No poder aguantar hasta llegar al baño —completa Bea con una mano en la cintura—, te comprendo, yo llevé a ese niño nueve meses —señala a Archer, que aún ve asombrado la panza de su tía.
—Y hablando de este niño —espío sin querer acercarme mucho a su retaguardia, se ve más abultada de lo normal—, creo que han de cambiarlo.
Aidan mira a Archer, él le sonríe mostrando los pequeños dientes.
—Esa es la sonrisa de alguien que se ha cagado el pañal.
Evan y Bea compartieron una mirada.
—¡Tu turno! —exclamaron al unísono.
—¡Pero si yo lo cambié esta mañana! —se defiende Bea.
—¡Y yo...! —Evan se congela a media frase, termina suspirando—. Sí, es mi turno de cambiarlo.
Y agarra a Archer por debajo de los bracitos como si fuera una bomba radiactiva. El bebé ríe aplaudiendo, parece divertirle la situación en la que metió a su papá.
Aidan y Hazel se miran, ambos haciendo una mueca, luego pasan a ver el vientre crecido de ella.
—Oh, sí, eso es lo que les tocará dentro de unos meses —dijo Bea, regocijandose—, y no es fácil, para nada.
—En lo absoluto —conviene papá, riéndose de las caras de los chicos.
—Santo cielo... —masculló Aidan.
—¿En esto de ser padres no existe la piedad? —pregunta Hazel.
—Para nada —responde Bea—, así son las cosas, y se pondrán más difíciles.
Dicho eso, ella y papá empezaron a servir la comida. Yo ocupé mi asiento de siempre riéndome de esos dos.
—Suerte que a mí me falta mucho para eso.
—Ya veremos, ricitos —Aidan ayuda a Hazel a tomar asiento en una de los taburetes altos de la barra, luego viene a ocupar asiento junto a mí en la isla—, ya quiero verte cruzar esa puerta tomada de la mano de tu novio.
—Ava no tiene permitido tener novio hasta los treinta —dijo papá, frunciendo el ceño.
—¿No será eso exagerado, señor Ross?
—Sí, papá.
Se detiene un momento de servir la cena y alza una ceja hacia Aidan, después lo señala con la cuchara que lleva en manos.
—Cuando seas padre de esa niña que Hazel lleva en el vientre, no lo verás para nada exagerado —y continúa sirviendo la comida.
—Sí, bueno, igual yo no tengo novio, así que, ¡Ja! —le saqué la lengua, acción que imitó.
—Ya lo veremos, Ava, ya lo veremos.
Niego con la cabeza, dandole un empujón por el hombro.
Ni siquiera con casi treinta años Aidan madurará, me alegra que sea así.
—Muy bien... —él espía hacia el pasillo por encima de su hombro—, ¿Qué planes hay para el cumpleaños de Evan? —pasa a vernos.
—Ah, nada grande. Algo sencillo entre nosotros, sabes cómo es Evan —responde Bea.
—Sí, pero ¿No crees que deberíamos hacer una gran celebración? No todos los días cumples veintisiete años.
Papá hizo una mueca, deja mi cena frente a mí.
—Sin ofender, hijo, pero la última vez que quisiste hacer una «gran celebración» un caballo terminó en mi patio.
—Es cierto —estuve de acuerdo—, tus... «grandes celebraciones» son más... celebraciones alocadas, Aidan.
—Cierto —dijeron las chicas.
Aidan nos miró a todos con una ceja alzada.
—Bien, todos contra mí, ¿no?
—No es eso, es que... el señor Ross tiene razón, amor. No trates de colaborar con tus ideas locas.
Él la mira entre ofendido y sorprendido, me reí por lo bajo.
—¿Tú también, corazón?
Hazel se encogió de hombros, culpable.
—Lo siento, pero ellos tienes razón.
Al final, Aidan despide un resoplido y apoya su cabeza de una mano, parece un niño enfurruñado.
—Está bien, entiendo, solo quería que mi mejor amigo de toda la vida tuviera una buena celebración de su vigésimo séptimo cumpleaños, pero ya veo que mis ideas no son bien recibidas.
Parece que oír nuestras risas por su cara de niño que le negaron un balón lo molestó más.
Puse una mano en su hombro.
—Descuida, Aidan, con una fiesta enorme o sin una fiesta enorme, Evan estará igual de feliz porque tú estás aquí.
El amago de una sonrisa se aparece en sus labios, finalmente no se contiene a formarla y vuelve a estar feliz.
Cerramos el tema cuando Evan volvió a aparecer en la cocina con un Archer ahora limpio.
—¿De qué hablaban? —cuestiona, dejando a mi sobrino en su silla de comida.
—Ah, de nada interesante —contesta Bea, sonriéndole—. Venga, hora de comer.
Mi hermano nos observó a los demás con los ojos entrecerrados, desconfiado, sin embargo no dijo una palabra más y se concentró en comer.
El cumpleaños de Evan está a la vuelta de la esquina, es algo que todos sabemos pero que, al parecer, mi hermano cree que todos hemos olvidado por el hecho de que no hablamos de ese tema, al menos no lo hacemos frente a él. Claro que tenemos planes, queremos hacerle una reunión sorpresa con familiares y viejos amigos de la preparatoria, y todo eso debe de mantenerse en secreto si queremos que el factor sorpresa siga siendo, pues eso, una sorpresa.
La hora de la cena fue muy agradable, escuchamos las anécdotas de Aidan y Hazel, qué tal las cosas con la bebé y nos pusimos al día todos.
—¿Y te vas a dar un descanso o ya estás buscando una nueva producción en la que participar? —indago, enrollando en mi tenedor espagueti.
—Lo más probable es que Chelsea ya esté buscando algún trabajo nuevo, esa mujer no me deja descansar nunca.
—Ella vela por la actividad de tu carrera, insoportable pelirrojo —le recuerda Hazel con tranquilidad desde su asiento en la barra.
—Igual no me deja descanso.
—Mientras no te lleves otra vez a mi mejor amigo por tres meses, por mí que te den mucho trabajo.
Aidan me regala una sonrisa irónica.
Estaba terminando de comer cuando siento una vibración en el bolsillo de mi pantalón y como luego empezó a sonar.
—Ava, ¿Qué dijimos sobre los teléfonos a la hora de la cena? —reprende papá.
—Lo siento —saco mi teléfono del bolsillo, no se trata de una llamada normal, es una videollamada. Sonrío viendo el remitente—. Hey, es mamá.
Evan se aproxima a mi asiento con Archer en brazos, escucho como papá suspira, uno de esos suspiros suyos que son más bien para controlar sus nervios. Ay, padre, me recuerdas tanto a mi hermano. Aidan, Hazel y Bea salieron a la sala para darnos un momento con mamá.
Contesté la llamada.
—Bonjour! —saluda desde el otro lado, tan sonriente como siempre. Hace un par de años que terminó la terapia y se le nota radiante, como una versión mejorada de sí misma.
—¡Hola, mamá! —saludé emocionada, estas semanas la he extrañado mucho.
—Clau, mi niña, ¿Qué tal estás?
—Genial, genial, ¿Tú qué tal estás?
—Un poco ocupada por aquí —resopla, cansada—. No sabía lo mucho que costaba esto de cerrar un contrato con una editorial.
—Eh, que sí podrás hacerlo —le anima Evan.
—Ojalá y sí, cielo. Ya quiero volver a casa para abrazar a mi petit ours —mamá le sonríe a Archer, quien chilla emocionado de ver a su abuela.
—Cuanto amor, madre —digo, fingiendo molestia—. Ese bebé se ha robado el amor que por ley me pertenece.
—Oye, con mi niño no te metas —defiende Evan—, no es mi culpa que él sea más adorable que tú, enana.
Nuestros padres se ríen de nuestro patético intento de pelea.
—Yo siempre seré adorable —mascullé, mirándolo mal.
—Lo adorable lo perdiste a los doce.
Vale, eso me ofendió.
Le propiné un golpe en el brazo, consiguiendo hacerlo quejar.
—¡Ay, Ava!
—Bueno, bueno —intervino papá—, no se pasen.
—¡Ella me pegó! —le da una mirada a papá de «¡Haz algo, hombre!»
—Evan —le llama mamá—, ¿Vas a pelear con tu hermana adolecente irracional?
—¡Hey! —me ofendí.
—Adolescentes —masculla mi hermano, dándome una rápida mirada de ojos entrecerrados.
—Adultos —imité su acción.
Nuestros padres, mientras tanto, no hicieron más que reírse de nosotros y nuestra tonta pelea. Así son siempre, nunca podemos llegar a una discusión seria, como que algo no nos lo permite, tal vez nuestra relación de hermano mayor-hermana menor, o que jamás tenemos motivos verdaderos para molestarnos en serio, solo lo hacemos en broma.
—Niños... —mamá menea la cabeza.
—Ni que lo digas —conviene papá.
Evan y yo también nos reímos de nosotros mismos.
Entablamos una conversación tan larga con mamá que incluso Archer se quedó dormido en brazos. Con ella también nos pusimos al día puesto que mamá lleva ya unas tres semanas en Fosberg, el pueblo a unas tres o cuatro horas de distancia, cerrando un contrato con una editorial para publicar su cuento para niños.
—¿Y cuándo estarás aquí? —pregunté.
—Ya hicieron la revisión de la historia y de los dibujos de Beatríz, si cierro este trato mañana, lo más probable es que me tengan allá para la semana de tu cumpleaños, Deano.
Evan sonríe emocionado, extraña tanto a mamá como yo que está esperanzado de que pueda estar aquí para esas fechas.
—Espero y puedas venir.
Del lado de mamá se escucha el sonido como de un teléfono fijo.
—No quiero, pero me tengo que ir, chicos, esa es una reunión para finalizar el contrato.
—Descuida, hablamos luego —sacudo la mano—. Adiós, mamá.
—¡Adiós, chicos! —mamá también sacude la mano y lanza besos—. ¡Hablamos luego, los amo!
Con eso último, colgó la llamada.
Veo a mi hermano, conozco esa mirada, ambos somos cómplices.
—¿Escuchaste eso, papá? —dijo él.
—¿El qué?
—Mamá ha dicho que te ama —agregué.
Papá, que conoce los momentos donde hacemos complot para molestarlo, rueda los ojos y se aleja hacia el fregadero.
—Pluralizó, hijos, déjense de sus tonterías.
—Claro, tonterías —digo yo.
—Mejor larguense de mi cocina.
Evan y yo volvemos a reírnos, saliendo de la cocina aún con un Archer muy dormido.
——————————
Nota de la autora:
¡Hey, hey, hey! Soy yo de nuevo apareciendo en estos lares rosaditos como si mi última actualización no hubiera sido por allá de junio. ¡Perdón! Pero quería concentrarme de lleno en terminar A Través De Mis Ojos y como ya está culminada, ¡Podemos centrarnos en la historia de Ava y Sam!
Esto me emociona muchísimo, ya lo he dicho, su historia es de mis favoritas de Loved, y tengo muchas cosas planeadas para estos chicos.
Las actualizaciones serán todos los martes, y como después de mucho tiempo decidí volver, como recompensa, ¡Hoy hay doble actualización!
Así que sí, siga bajando o deslizando, que aún hay más.
Besos y abrazos con sorpresas, cenas y planeación de cumpleaños
MJ.
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