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Te echo de menos...


Era una cálida noche de principios de verano. La suave brisa del sur de Francia revolvía los rubios cabellos del chico. Tan solo hacía dos meses que había cumplido los catorce años, pero ya estaba acostumbrado a vivir solo y ser autosuficiente.

Había aprendido a orientarse sin recursos, a viajar en soledad, a conseguir pequeños trabajos para ganarse algo de comida, incluso con su escasa edad. Había llegado, incluso, a aprender a cazar y había tenido que dormir muchas veces al raso, ya que no tenía suficiente dinero para pagarse un alojamiento.

Pero que se valiese por sí mismo no significaba que le gustase la soledad.

Añoraba las suaves noches en Limbhad, junto a la Resistencia. Aquellas comidas con Alsan, el principle de Vanissar, Shail, el joven y jovial mago, y Victoria, su mejor amiga, la portadora del Báculo. 

Pero todo aquello había acabado de golpe en un día, sin forma de remediarlo. Alsan se habían convertido en un ser semi-bestial y había huído de ellos. Shail había muerto, salvándole la vida a Victoria. Y esta le odiaba profundamente, ya que él la había abandonado al marcharse en busca de Alsan.

Y se arrepentía inmensamente.

Se sentía estúpido. ¿Cómo había permitido que se le fuese todo de las manos? ¿Cómo había sido capaz de abandonar a Victoria de aquella manera?

Durante ese tiempo que había pasado solo por Europa se había dado cuenta de lo mucho que la echaba de menos, de lo muchísimo que la necesitaba en su vida.

Mientras estaba en Limbhad, Victoria había sido su apoyo moral. Él se había pasado noches en vela pensando en la muerte de sus padres, echándose la culpa sin razón. Puede que esa desesperación hubiera llegado a algo más grave si Victoria no hubiese estado allí. Ella le ayudaba, le daba fuerzas. Por alguna razón, su propia presencia le reconfortaba.

Y aquello solo provocaba que su actual soledad doliese aún más. 

Si no la hubiese abandonado, podrían haber encontrado a Alsan juntos. Si no se hubiese marchado tan abruptamente, podría haberle pedido su teléfono y haberse mantenido en contacto. Si no la hubiese dejado sola... la culpa no le estaría torturando día y noche.

Y es que en algunos momentos no pensaba en Alsan, no pensaba en Shail, ni siquiera pensaba en lo que necesitaba para subsistir.

Algunas veces se planteaba ese vacío de su interior. Le dolía demasiado el corazón. Sí, vale, Victoria era su mejor amiga. Pero incluso con un mejor amigo, no te sientes tan destrozado sin su presencia, ¿verdad? Alsan y Shail eran como hermanos para él. ¿Por qué no los añoraba tanto? ¿Por qué se pasaba la mayor parte del día pensando en esos hermosos y brillantes ojos oscuros?

Ese día, Jack estaba tumbado en la hierba de un pequeño bosque, durmiendo al raso, contemplando las estrellas.

Por algún motivo, su mano se dirigió hacia su pequeña bolsa de viaje y buscó un trozo de papel mientras con la otra agarraba un lápiz.

Si alguien le preguntaba en aquel mismo instante por qué había decidido empezar a hacer eso, él no podría haber contestado la verdad. Tal vez habría dicho algo como "Supongo, que tenía que expresarme de alguna forma".

Y su mano empezó a deslizarse por la hoja, creando un texto que su destinataria nunca llegaría a leer:

Querida Victoria,

Ni si quiera sé por qué hago esto, pero tengo que decirte lo mucho que lo siento. Siento haberte abandonado, siento haber dicho todo lo que dije, nunca quise herirte. Eras la persona que más me importaba y lo único que hice fue hacerte muchísimo daño. De hecho, sigues siendo la persona que más me importa.

He conocido a mucha gente, personas honradas que me echaban una mano al verme solo, y personas horribles que se querían aprovechar de mí. He estado rodeado de miles de personas, en ocasiones. Pero nunca me he sentido tan solo. Nunca antes había sentido este extraño vacío en mi pecho.

Bueno... En realidad sólo una vez. La única vez que me sentí tan mal fue cuando murieron mis padres, estaba desolado. Y estoy igual ahora.

Echo en falta a Shail, a Alsan... Pero increíblemente quiero verte solamente a ti. Me encantaría reencontrarme con la Resistencia, pero lo que realmente me haría feliz sería volver a verte sonreír.

Y supongo que esto es algo que un amigo no siente. No creo que te quiera como a una amiga, Victoria. Te tengo demasiado cariño, te añoro demasiado como para que se quede todo en amistad.

Pero aún así da igual, porque es imposible que vuelva a encontrarte. No creo que sea capaz de sobrevivir por mí mismo mucho tiempo más.

Pero seguiré luchando. Porque quiero volver a verte, Vic. Quiero abrazarte. Y no dejarte marchar nunca más. Así que supongo que lo que intento decir es que te echo mucho de menos, Victoria. Y que aunque no volvamos a vernos... no me olvides, por favor.

Con amor,

Jack

Entonces, con los ojos vidriosos, amenazando con soltar un sollozo, arrugó la hoja y la lanzó al bosque, perdiéndose en la oscuridad. Alzó la mirada al cielo donde, por alguna razón, cada estrella le recordaba a esos brillantes ojos castaños.

La culpa, el dolor, la angustia... Sentimientos habituales en su interior, hicieron madurar a ese chico. Y la soledad se convirtió en una amiga inseparable, de la que no se despidió hasta que la encontró a ella, una tarde de Septiembre, muchos meses después.

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