Capítulo 8
Miro la comida delante de mí levantando mi mirada cuando la pelinegra aparece por el pasillo del baño.
Mi mente ha pasado enlistando los lugares de la casa donde podría haber estado, pensado en que la subestimé un poco más de lo que debería. Porque realmente nadie se dio cuenta de su ausencia.
No veo nada en sus manos y su cartera es tan malditamente pequeña como para que haya podido robar algo tan grande.
¿Pero qué? ¿Qué robo? ¿Qué busca?
Mis ojos no se apartan de su cuerpo cuando el padre de Oli aparece por las escaleras.
Sophia se tensa tanto que podría jurar que tiembla. Su boca se abre con una mezcla de asombro y completo terror.
Me quedo sin aire, al tener la confirmación delante de mí que, la Sophia Young que ha estado pidiéndonos información sobre el gobernador, de hecho es la misma chica delante de mí.
La misma chica que se ha unido a nuestro grupo con tanta facilidad que nadie ha notado nada raro. Que ha logrado enamorar a Asher, tener la confianza de Luna y el cariño de Oli. La misma chica que me mira con burla y reto, que siempre busca responder a mis preguntas con algo inteligente y que nunca se acobarda antes mis comentario sobre su vestimenta.
Un escalofrío me cubre el cuerpo al ver su sonrisa y la seguridad de su cuerpo al acercarse al padre de Oli para saludarlo.
La chica asustada de hace unos segundo pudo perfectamente no haber existido en absoluto.
Oli me pasa el plato que el mesero trajo hace uno segundos, Luna había insistido en venir a comer comida asiática antes de ir al evento de la madre de Oli.
A pesar de que Oli se fue a mi ciudad desde pequeño con su madre no tengo memorias de ella en absoluto.
La madre de Oli pasaba ocupada ayudando a su esposo desde lejos como para jugar con nosotros o llevarnos a la escuela.
Era mi madre la que se encargaba de ambos.
A pesar de que Oli siempre habla de su madre como una mujer amorosa y encantadora, han sido muy pocas las veces que la he visto cerca de su hijo o interesada en él aparte de en las ruedas de prensa o en los eventos de caridad, que eran muy numerosos durante el año.
El poco sueño hace que mi cuello se tense. Ningún trabajo ha sido tan estresante como ahora.
No puedo evitar fulminar con la mirada a la razón de mi estrés.
Sophia tiembla ligeramente, levanta su vista al aire acondicionado.
—No tendrías tanto frío si te pusieras una camiseta real.—la reprendo, pensando en lo fácil que puede enfermarse al decidir usar ropa que apenas tapa su cuerpo.
¿No ve el pronóstico del tiempo antes de salir de casa?
La pelinegra me saca la lengua como una pequeña niña. Giro los ojos, lo único que logro hacer para no agarrar su lengua con mis dedos para ver su reacción.
Un escalofrío vuelve a hacerla temblar. Dejo mis palillos en mi plato, me levanto tomando su brazo levantándola sin lastimarla. Cambio puesto con ella, esperando que el aire no le llegue directo a su cuerpo donde yo estaba sentado.
Miro a Asher, su ceño se frunce ante el cambio de puestos. Suspiro, tomando el brazo de Asher, poniéndolo sobre mi pierna como él la tenía sobre la de ella, agarrando mis palillos una vez más para seguir comiendo.
—Yo sabía que estabas celoso de mí.—se burla Sophia, retomando la conversación que tuvimos hace unas semanas en casa de Asher.
—Debo admitir que Asher es totalmente mi tipo.—le sonrío al castaño, él solo quita su mano con una mueca de asco.
Luna se ríe y yo sonrío sin poder evitarlo.
Me quedo dormido en el pequeño sofá de la biblioteca, agradecido de haber podido huir, de ir al evento de la madre de Oli.
Planeaba faltar de todos modos, pero cuando Sophia mencionó que necesitaba estudiar por sus malas notas me pareció tan sospechoso como cualquier movimiento de ella desde que supe que sus intenciones son más de lo que deja ver.
La molestia en su rostro cuando me metí a su auto para ir a estudiar con ella no tiene nada que ver con mi presencia. Ella tenía algo planeado y yo arruiné sus planes por la tarde.
Lo que me parece bien, Silas no ha podido encontrar nada, como si la chica a mi lado no existiera antes de venir a la ciudad y eso solo me hace estar más alerta.
Porque, aunque odie admitirlo, la chica ha empezado a caerme bastante bien, por ende mi juicio sobre sus acciones no son del todo objetivas.
No puedo dejar de pensar que ella tiene que tener una justa razón para lo que sea que este planeado, aunque eso implique que el padre de Oli termine lastimado o peor.
Maldita sea, esta es justamente la razón por la cual no tenemos que tener contacto con los clientes o no saber más de lo necesario.
Porque no estoy seguro si podría convencerla de parar lo que sea que planea hacer sin sentir que necesito ayudarle a cumplir lo que sea que necesite cumplir.
Joder.
Me despierto para ver que la chica se ha ido, veo que su teléfono está en la mesa y que los libros que ha ido a buscar están abiertos.
Veo sus notas en ellas y me sorprendo de lo mucho que ha avanzado mientras he dormido.
Una notificación aparece en su teléfono, dejo escapar aire cuando leo el nombre de Asher.
Pienso en su reacción cuando Luna mencionó que en el evento estarían sus padres, la pelinegra parecía realmente incómoda.
Burlarme de ella sobre su reacción ante conocer a los que podría ser sus futuros suegros no fue como esperaba.
La pequeña molestia en mi pecho solo disminuyó un poco cuando sus palabras me dieron a entender que no está segura si ve el mismo futuro que Asher, estoy seguro, ve con ella.
Lo que me hace claramente un pésimo amigo.
Pero algo más relevante salió de esa conversación. Algo que venía observando desde hace mucho.
Nadie sabe adonde vive ella. A pesar de las numerosas veces que Asher se ha ofrecido a llevarla a casa, Sophia siempre se ha negado.
Hoy, cuando le propuse que estudiáramos en su casa, la negativa fue tan rápida como si hubiera sido un reflejo.
Veo como Silas no ha respondido mi mensaje sobre la dirección de la chica. Inquieto al pensar que la lista de secretos se acumula cada vez más.
—Por favor no lo arrugues aún, no he terminado.—Sophia entra a la sala privada de la biblioteca, me entrega un paquete de galletas y una bebida.
Le agradezco, sentándome en la silla a su lado.
Sophia abre su paquete de galletas de chocolate cambiando la página del libro de texto frente a ella.
Pongo mi barbilla sobre su hombro, sintiendo como se sobresalta ligeramente ante mí cercanía, pero no se aparta y yo disfruto de su calidez mirando la televisión delante de nosotros.
Me separo de ella luego de un rato.
—¿Tienes hambre?—digo mirando mi celular, viendo mensaje de Silas diciéndome que buscará información sobre la casa de Sophia.
Sophia agarra su bolsa con galletas y me las muestra.
—Comida Young, no snack. Hablo de cena.—su ceño se frunce mirando la hora del reloj que marca apenas las 4 de la tarde, ruedo mis ojos—Te gustará la comida, lo prometo.
Sophia asiente, vuelvo al sofá tratando de calmar mi corazón ante el segundo mensaje que recibo, de una persona que pensaba, tenía bloqueada.
Ian's Outfit
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro