Capítulo 7
El pitido de la puerta corrediza le hace saber a Silas que he llegado.
El chico solo levanta la mano a modo de saludo, sus ojos están fijos en la pantalla delante de él.
Bostezo, tratando de quitarme el sueño. A pesar de que han pasado casi tres meses desde que me he mudado aquí, el trabajo no ha disminuido. Muchas más personas necesitan ayuda para descubrir infidelidades, encubrirlas, rastrea a personas que quieren desaparecer u obtener información para chantajear a la gente.
Hemos tenido que ser más selectivos a la hora de seleccionar los trabajo si no queremos encontrar a alguien más para que nos ayude con la carga de trabajo.
Pero Silas y yo hemos decidido que por el momento no nos arriesgaremos a eso.
—¿Lograste encontrar al chico de tatuajes?—pregunto, revisando alguno de los nuevos correos con las indicaciones de una transacción monetaria de una cuenta secreta de un alto ejecutivo a una de sus muchas amantes.
—Pude rastrearlo hasta un hotel en la zona sur de la ciudad, según las cámaras de seguridad y algunos vigilantes entro por la noche del martes, pero nunca registro su salida. He mandado a alguien a que investigue si sigue ahí o si de alguna manera salió sin ser detectado. Estoy corriendo nuevamente las cámaras, pero aunque hay cámaras en los ascensores, estos parecen haber estado deshabilitados desde hace un par de años por falta de fondos. Así que estoy bastante a ciegas dentro.
Asiento, enviándole un mensaje a una dirección a una señora que está tratando de ubicar a su hija que dio en adopción hace casi veintitrés años, cuando sus padres la obligaron a dejarla en un orfanato y no regresar jamás.
—¿Recuerdas a Sophia Young?—mis ojos se apartan de la pantalla frente a mí casi de inmediato.
—¿Qué pasa con ella?—Silas ajusta sus anteojos sobre su nariz antes de voltear a verme.
—Descubrí que trabaja para un hombre, aún no he podido descubrir la identidad de este, pero parece que muchas de las cosas que solicitan son peticiones de él, algunos mensajes encriptados de su computadora indica que él ni siquiera está en la ciudad, tal vez sea este mismo que la ha ayudado a mantener su verdadera identidad oculta.
Asiento.
—¿Has averiguado por qué quiere información sobre el gobernador?—pregunto, tratando de recordar de qué ciudad dijo la pelinegra que venía, pero ahora que lo pienso bien nunca mencionó ninguna.
—No, sus peticiones han sido sobre la agenda de este, quiere saber que hace en todo momento, pero ayer solicitó información sobre los planos de la casa.—mi ceño se frunce.
—¿Por qué quisiera los planos si no planea un atentado?
—No estaría seguro, no hay ningún rastro de compras de bombas o armas, el gobernador no ha sufrido ninguna daño desde que llegó a la ciudad y los pasos de ella no parecen indicar ningún comportamiento extraño. La persona para la quien trabaja tampoco se ha movido del mismo lugar de donde todos los mensajes llegan.
Asiento, pensando en la manera que podría decirle a Oli o a su padre que hay alguien detrás sin revelar mi trabajo.
Imposible, sé bien que es imposible.
—Necesito que estés pendiente si las compras empiezan a ser diferentes, cualquier indicio de químicos para crear bombas, o armas. Cualquier cosa que pueda indicar algo que atente con la vida del gobernador.—la ceja de Silas se levanta.—No seremos cómplices de un atentado al maldito gobernador, aún no caemos tan bajo.
La clase termina más rápido de lo que esperaba, mi cabeza no ha parado de pensar en la conversación con Silas de la tarde anterior.
Me levanto de mi asiento, por instinto, agarro la hoja en el escritorio de la pelinegra sin notar que ha sacado su celular para tomarle foto a sus notas.
—¡Espera! Solo necesito tomarle foto, no tomará tanto.
Me levanto de mi asiento, sin mirarla, tratando de controlar el pequeño dolor en el pecho por la incertidumbre de no sabes si la chica que se sienta a mi lado puede ser una verdadera amenaza para el padre de mi mejor amigo.
Salgo del salón escuchando como ella me sigue.
—¿Estás molesto conmigo?
Me detengo agarrando aire antes de voltearla a ver. Sus ojos me miran con preocupación. Genuina preocupación. Mi ceño se frunce.
¿Por qué buscaría toda esa información si no es para herirlo?
Pero ¿por qué?
Porque realmente no me pasa por la cabeza porque la chica delante de mí quisiera hacerle daño a alguien.
—¿Por qué estaría enojado contigo?—miro sus pies, sintiéndola más alta de lo normal, pero sus zapatos están tapados por sus jeans, así que regreso mis ojos a los suyos.
Sus verdes ojos me analizan, tratando de entender por qué parezco más irritado de lo normal.
Porque lo estoy, porque por mucho que ella es mi cliente, no quiero que lo sea.
No si representa que la sea ella la posible causante de una tragedia.
—Si supiera por qué estaría enojado no hubiera preguntado ¿o no?—resoplo, sin poder creer que estemos teniendo una conversación tan estúpida cuando podría hacer una y mil preguntas.
Necesito sacarme la conversación con Silas de mi cabeza. Necesito aparentar que todas las preguntas sobre ella no me preocupan tanto como debería. Porque ella es tan observadora como yo, notó en seguida que algo no estaba bien y lo menos que necesito es que ella me investigue como yo hice con ella y descubra que yo soy el que le ha estado dando toda la información sobre el padre de Oli y que de alguna manera cambie sus planes para mal.
Bajo mi mirada, sin poder ver sus ojos un segundo más.
Miro su camisa, mi ceja se alza al ver que esta está sobre su cuerpo solo por un zipper.
Sophia baja su mirada captando lo que pasa por mi mente.
—Ni se te ocurra.—me río ante sus palabras, casi suspirando de alivio al encontrar mi cabeza un poco menos pesada.
Saco la bola de papel con sus anotaciones de mi pantalón, tratando de abrirla con cuidado para evitar romperla, se la entrego.
Sophia se sorprende, pero toma el papel, tomándole foto antes de dármela de regreso.
Caminamos por el pasillo, tengo que esforzarme por no quejarme de lo lento que camina.
—¿Vas a casa de Oli hoy?—pregunto, tratando que mis palabras salgan lo más naturales posibles.
Me detengo al sentir que ya no está a mi lado, volteo a verla viendo como su rostro ha palidecido un poco. Mi cuerpo se tensa.
—¿Iremos a casa de Oli?—asiento sintiendo la cabeza pesada con preguntas una vez más.
Dejo mi chaqueta negra en uno de los sofás de la casa de Oli, sin poder apartar los ojos de la chica pelinegra que platica despreocupadamente con Asher en la terraza.
Una llamada a Silas me confirmó que recibió el mapa de la casa y que pagó una gran suma por ella.
Pero no parece tener nada en mente con la información, desde que llegó a la casa ha actuado bastante normal.
Volteo a ver a Oli, aun debatiendo si decirle lo que sé sobre Sophia, sobre sus posibles intenciones. Pero desde que llegó parece evitar al rubio lo más que puede. Siendo Asher el único que recibe la mayor cantidad de atención, él y Luna, cuando ambas deciden salir de compras.
Miro cada uno de sus movimientos, la manera que mira sus cartas, su rostro inexpresivo cuando deja caer las monedas de póquer en el centro.
Y aunque Oli y Luna han tomado una posición de ataque, queriendo apostar cuando claramente no tienen las cartas necesarias para vencernos, Sophia no se deja llevar por sus amenazas, con toda la calma del mundo ha logrado ganar todas las partidas hasta el momento.
Apuesto una vez más esperando que ella suba su apuesta, pero sorprendiéndome, decide retirarse a pesar de que sus cartas, una vez más, traían la victoria. Sophia se excusa, diciendo que necesita ir al baño. Asher la guía y luego regresa para ver las cartas de Oli y Luna. Niega con la cabeza ante lo que ve, me río imaginándome lo peor
Cuando bajamos por la comida, Luna maldice al haber olvidado el dinero arriba. Corro hacia la habitación donde estábamos, buscando la billetera de Oli, sacando algunos billetes antes de acercarme a la escalera, pero mi vista va al pasillo a mi lado.
Por una corazonada me acerco, toco la puerta del baño, viendo la luz encendida por los bordes de la puerta, pero me sorprendo al encontrarla sin llave. Sin nadie dentro.
Ian's Outfit
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